Una buena mañana para correr (65).

Gervasio se sentó delante del ordenador.

Abrió el correo, y miró el mail que había escrito a Fermín hacía unos días y que todavía no había enviado. Dudaba entre escribirlo entero de nuevo, o seguir dónde lo dejó, añadiendo las novedades de los últimos días.

Han pasado ya unos días desde que empecé este correo. Debería habértelo enviado cuando lo escribí, pero lo fui retrasando para acabarlo y al final, ya sabes lo que pasa… y aquí está, en la carpeta de borradores.

Las cosas van avanzando. He llegado a una especie de acuerdo con mi suegro, y posiblemente el tema de la empresa esté encarrilado. Solo me hace falta encontrar un avalista. Me voy a empeñar hasta las cejas, pero es lo que debo hacer para poder estar contigo. Que es lo que quiero ahora, te lo repito.

Mi mujer sigue enfadada. Aunque creo que la culpa es de mis padres, que la están chinchando. Pero ayer, sabes, he descubierto algo que puede que cambie todo esto. Solo tengo que probarlo. Y puede que esta misma tarde, lo consiga.

Te cuento, porque no se lo he contado a nadie, y así me sirve de desahogo.

Ayer me encontré con Mati, una amiga de hace muchos años. Era amiga de mi mujer también, pero no se llevan bien. Por eso nos hemos distanciado desde que me casé. Mi mujer no la soporta, quizás porque es muy sincera, y abierta, y sobre todo muy “fiel”. Está a muerte con la gente que quiere, aunque les cante las verdades. Y tanta sinceridad, y tanta fidelidad, no cuadran con mi mujer. Sobre todo si es defensa y fidelidad de los demás, no de ella.

El caso es que me hacía falta charlar con alguien, y la dije de tomar un café. Y ella me dijo enseguida que sí, que además llevaba unos días con intención de llamarme, que tenía algo que contarme.

Entramos en una cafetería, y después de unos minutos largos de parloteo sin sentido, y recordando los viejos tiempos, como si eso fuera hace 20 años, y no apenas 3, y de que me contara sus aventuras amorosas, y que no encuentra un hombre que la convenza, que todos parecía unos inmaduros idiotas, salvo uno que conoció hace un mes, y que parecía que le hacía tilín, aunque le echaba para atrás que fuera demasiado joven: 19 años.

Pero Ger, es que Juan es más maduro que todo el resto. Y es tan guapo… bueno, guapo de esa forma, que ya sabes que a mí no me gustan guapos de revista, sino de aquella forma, y es tan entregado, tan… tan como a mí me gusta. Pero tío, Ger, tiene 19 años. Le saco 12 tacos. Me da palo. ¿Cómo le voy a presentar a mis amigos? Sí, yo conozco a los suyos, y son súper majos, y me aceptan, y tal, y… pero no sé… es que es tan joven, es tan perfecto para mí, es tan…”

Así 20 minutos. Va, la tienes que conocer. Es tan vital, tan alegre… yo le dije que dejara de bobadas y que si le gustaba, pues que mira, que a por él. ¿qué más da que tuviera 19? Y me enseñó una foto, y la verdad es que está cañón el tío. No sé si hacerle proposiciones… vale, vale, es broma.

Yo la escuchaba complacido. Porque pensé que así, no tendría que hablar yo. No sabía como iba a reaccionar, porque nunca le había dicho que yo era gay, o bisexual, o lo que sea. Vale, soy gay, pero estaba pensando en decirle que era bi, que parece que al principio es como más suave, y luego… vale, según estoy escribiendo esto me estoy dando cuenta de lo patético que resulto, y del miedo que tengo. Soy gay, que narices, soy gay, soy gay, y estoy enamorado: de ti.

Hala, ya lo he dicho. ¿Lo has leído bien?

Te amo.

Te amo.

Te amo.

Te amo.

¿Sigo?

Pues te estaba contando de mis miedos al hablar con ella. Y de que yo escuchaba encantado su parloteo sobre Juan, rezando casi para que no callara y me tocara a mí. Pero de repente, Mati, se calla, me mira de esa forma que tiene ella, y pregunta:

¿Cuándo me vas a presentar al chico por el que bebes los vientos? Porque hay uno especial ¿no?”.

Me quedé a cuadros. Empecé a balbucear, sin saber que hacer, que decir. Ya te he dicho que a Mati nunca le he contado lo de mi sexualidad. Ella vio mi cara de susto, me sonrió, y me dijo:

Ger, sé que eres gay casi desde que te conozco. Y porque te quiero un montón, no te he puesto contra la pared un día para sacártelo, y para que dejaras de hacer el idiota con la imbécil esa de tu mujer. Por cierto, te pone los cuernos. Desde hace al menos 8 meses. Con Eduardo Gutiérrez, el abogado de tus padres.”

Me quedé de piedra. Aun ahora no sé discernir si es más porque Mati supiera que soy gay, y más que estoy enamorado de ti, porque luego le dije que mi amor se llamaba Fermín, era de Burgos, y era el hombre más atractivo del mundo, y con más paciencia, y que en tus brazos me siento feliz, como no lo he sido nunca antes, y que te he tratado fatal, que te he destrozado durante muchos meses, y que ahora quiero compensarte.

Me he perdido… espera… a sí, te decía que estaba yo con la boca abierta, pensando que era lo que más producía que mi boca se abriera tan exageradamente… si que Mati supiera que soy gay, o que mi esposa querida, tan indignada por mi forma de traicionarla, me pone los cuernos desde hace casi un año. Que puede ser desde hace mucho más…

Me quedé tan blanco, sabes, que Mati se asustó y me empezó a dar pequeñas tortas en la cara y casi me tira el vaso de agua que había pedido con el café a la cara.

Cuando recuperé un poco la consciencia, y asimilé toda la información, me contó más despacio que, siempre había sabido que era gay. Pero que no quiso decirme nada, porque creía que era mejor que yo lo viviera a mi ritmo, sin presionarme. Y sobre el amorío de mi mujer, me confesó que en realidad, esa relación ya había existido antes de que nos casáramos. Pero que ella pensó que lo había dejado, hasta que un día se los encontró medio emboscados en un portal de Paseo Pereda, y dándose una serie de besos y tal. Y que creía que les había sacado fotos y todo. Pero que no sabía dónde estaban.

Entonces le conté lo que me había pasado y tal, y me dijo que no fuera tonto, que no me dejara acoquinar por ella ni por mis padres.

Esto claro, lo cambia todo.

Luego llegó Juan, el chico éste. La verdad es que es atractivo. Así cambiamos de tema y tal. Y Mati dice que no es de revista, pero vamos, he visto muchos modelos menos atractivos que este chico. Y la verdad es que hacen buena pareja. ¿Sabes lo mejor? Él tiene un hermano mayor que él que es gay. Me dijo que si quería me lo presentaba. Le dije que si era tan guapo como él que sí. Y me dijo que era más guapo. Nos reímos y tal, cuando le dije que ya estaba tardando… pero sabes, te quiero tanto… que luego, ya en serio le dije que debería ser para otra ocasión, porque sabes… te quiero tanto… que ni por el hombre más guapo del mundo, aunque fuera perfecto en todos los sentidos, te cambiaba a ti.

Espera que acabo de recibir un mail de Mati.

Son las fotos. La madre que la…

Esto sí que lo cambia todo. Tan puritana la jodida, y mira. Será hija de puta… y haciéndome sentir a mí mal por…

Amor, te quiero… pero ahora te voy a dejar, y sabes, mejor, luego acabo el mail por partes, y… esta tarde he quedado con ella, me va a oír.”

Gervasio se levantó de la silla y empezó a caminar por la casa. Fue otra vez hacia el ordenador, e imprimió las fotografías todo lo grande que pudo. La reunión de esta tarde, tomaba otros derroteros. Y parecía que todo empezaba a arreglarse.

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Historia completa seguida.

Historia por capítulos.

2 pensamientos en “Una buena mañana para correr (65).

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