He tenido suerte. Mi jefe me pilló al salir de trabajar. Me llamó a su despacho. Me ha metido un rollo… emepzaba a pensar que era un rodeo para despedirme. Las cosas no van bien en la empresa. Al final, no ha sido eso. Me ha felicitado por el trabajo de esta semana. Eso sí, me ha dicho que no me despiste. «Las cosas no van bien, Areko», me ha dicho con voz solemne. Me ha contado que ha tenido que renunciar a ciertos privilegios que se había ganado. Pero… prefería perder algo de dinero a tener que despedir a alguien. María, luego, me ha dicho que ha renunciado a una pasta… Los Supremos le habían pedido la cabeza de dos personas de su equipo.
Después de hablar con María me he quedado un poco preocupado. Yo soy el último en entrar en ese departamento, así que, lo más natural es que fuera el primer damnificado si hubiera recortes. Las palabras de mi jefe toman otro derrotero… quizás era una advertencia… el lunes debería buscar la oportunidad de hablar con él otra vez a solas…
Cuando mi jefe, y después María, me entretuvieron cuando salía de la oficina, pensé que mi cita se iba al garete. Menos mal que al final, Eloy me ha acercado en coche. Que hombre más raro es este Eloy. En la oficina parece un amargado, parece que odie a todo el mundo. Sale por la puerta y es la persona más encantadora que te puedes echar a la cara. Por lo menos conmigo.
Y aquí estoy, en el parque. Esperando a Javi.
Cuando quedo con Javi, me suelo traer un libro. No suele ser muy puntual. No es que lo haga a posta, que yo sé de alguno que sí, llega tarde a posta. Pero siempre le lían. No sabe decir que no, y cualquiera que se encuentra, al final… O eso dice él.
Esta es nuestra tercera cita. Le conocí a través del blog. Era el primer blog que conocía de alguien de mi ciudad. Hasta me emocioné. Nos comentamos, nos mandamos un par de mails, hablamos por el MSN, luego un día me llamó por teléfono… y al final, hace unas semanas, quedamos.
Charlamos. Nos contamos nuestras vidas. Él estaba un poco asustado. Pensaba que cualquiera que nos viera iba a deducir inmediatamente, primero, que yo era gay, y después, que él también lo era, incluso que nos acostábamos juntos. Yo intenté tranquilizarle… pero la siguiente cita, al cabo de 10 días, fue igual. Constantemente mirando alrededor… hasta creo que estaba inventando una excusa por si se encontraba con alguien. Tampoco creo que hubiera nada que explicar. Dos amigos, charlando en una cafetería. Esta segunda cita fue un poco más corta. Yo creo que estaba todavía más nervioso que en la primera. Me habló mucho de sus miedos… de que estaba acojonado porque alguien descubriera que era gay…
Hace una hora que habíamos quedado. Le mandaré un mensaje.
…
…
…
…
Al final me contesta:
«no m spers borra m tlf no puedo vert + srte.»
…
…
Se está bien en el parque. Me ha fastidiado la tarde del viernes. Ya no puedo hacer otros planes. Así que me quedaré leyendo un rato más. Luego iré a casa a cambiarme de ropa y quizás me vaya al cine.
Casi se me olvida contestarle al mensaje:
«OK»
¿Para que más?
…
…
…
…
He llegado a casa. Me he quitado los pantalones del traje que he llevado a trabajar, he colgado la americana. Me quité la camisa y saqué de la mochila la corbata. Al final, decidí desnudarme completamente y darme una ducha antes de ir al cine.
Por costumbre, he encendido el ordenador. He mirado mi blog, nadie me ha comentado. He mirado mi correo, no tengo ninguno nuevo. He ido al blog de Javi, y… lo ha borrado.
Parece que va en serio. Me caía bien ese chico.
Me he quedado mirando un rato la pantalla, sin ver nada. Mil preguntas me asaltan. Ninguna respuesta.
He apagado portátil.
Me levanto y me voy al baño. Abro el agua caliente. Muy caliente. Y me meto debajo del chorro. Casi me abraso.
Dos citas. Solo. Pero sin darme cuenta, me había agarrado a él como un salvavidas. Una posibilidad de tener un amigo de otro tipo.
Mis lágrimas se mezclan con el agua, muy caliente, que cae por mi cuerpo.