Capítulo 89.-
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-Ya se han dado cuenta de que faltas, escritor – le reprochó Carmelo.
-Luego aparecemos con los labios irritados de tanto besarnos.
-Vais a dar la impresión de ser unos quinceañeros ávidos de …
-Es lo que somos – dijo Carmelo sonriendo.
-Dani, querido, – Jorge decidió entrar en materia sin más circunloquios – me dijiste una vez, creo que fue el día que me anunciaste lo de la serie de Tirso, que en Londres te habían llegado rumores de que estaba liado con Rubén.
-Sí. Me lo dijeron varias personas además. No le hice mucho caso, la verdad. Sabía que eso no podía ser verdad.
Carmelo puso su mejor gesto socarrón. Jorge y Javier se echaron a reír.
-¿Podías decirnos cuando fue exactamente?
-Me fui a Londres el día … siete de enero. Me tenía que haber ido antes, pero me quedé para pasar el día de Reyes con tus sobrinos. – Jorge asintió con la cabeza. Habían hecho una gran fiesta para ellos en casa, con Martín, con Álvaro, con Ester, Biel, y algunos amigos más. – Dos días estuve en el hotel, hasta que me dieron el OK para poder hacer vida “normal”. Con test de antígenos cada ocho horas. Calculo que el diez, me lo dijo el primero. Fue el segundo día de rodaje. Pero espera … poco después me lo mandó Jonny por wasap.
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“I’ve been told that your friend the writer has found a new love while writing in a bar. They seem very much in love.”
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“Well believe me. They told me his name is Rubén.”
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Carmelo les tendió el móvil.
-Es unos días más tarde de lo que os he dicho. Pero tened en cuenta que antes ya me lo habían dicho de palabra. Varias personas además.
-No me comentaste nada.
-Tú tampoco me has preguntado por mi affaire con Lana Turner. Y sé que te llegaron wasaps al respecto. Te los he visto en el móvil. Y de un lío que tuve con Dennis Country. Los dos tenemos de esos wasaps un ciento.
-Lo de Lana Turner me parece bastante evidente que era falso – se rió Javier. – Lleva muerta desde los noventa.
-Y de vivir, tendría más de cien años.
-Pero Dennis no, por ejemplo. Y está cañón. En el caso de Rubén te lo comenté cuando me contaste que lo habías conocido y que te había pedido imperiosamente que publicaras de nuevo. Solo con verte la cara cuando te lo dije, ya tenía la confirmación de que todo era una patraña.
-Pero lo conocí a finales de enero. El veinticinco o así. Lo conocí digamos oficialmente. Antes lo había visto en esas fiestas donde perdía la verticalidad con mucha frecuencia.
Jorge se acordó de los mensajes que le había mandado. Sacó el móvil.
-El veinte. Sí, claro. Hablé con Nadia y Dimas en “El Puerto del Norte” el veinticinco. Tardé varios días en reescribirla. Y apenas seis ó siete días después de considerar que estaba como yo quería, salió la novela a la venta.
-No entiendo como lo hicieron lo de preparar esa novela en tan poco tiempo. No es corta precisamente. – dijo Javier.
-En realidad hicieron un poco de trampa. Eran pocas las librerías que ese día tenían ejemplares. La tenían las tiendas que estaban en sitios estratégicos. Las grandes cadenas, La Casa del Libro, La Central, El Corte Inglés, la FNAC. Luego en cada ciudad, la librería más vistosa y con escaparate más grande. Me escribieron algunos libreros conocidos que ellos no la tenían. En eso también me mintieron. A Esme, como saben que voy a firmar libros y a dar charlas a su salón de actos, tampoco se lo mandaron. Como castigo. Tardaron casi tres días. Y a esos otros amigos que me suelen preparar pequeñas reuniones con sus clientes especiales, tampoco.
-Porque cobraban por esos servicios a las demás librerías. – explicó Carmelo con gesto adusto. – Y esa gente parece que no perdonaba un duro a nadie.
-La imprenta trabajó una semana solo para mí. Aún así, debieron hacer una reimpresión en cinco días. Y la web se colapsaba para descargar los ebook. El equipo de corrección y maquetación trabajó día y noche. El ilustrador, Iván, tuvo la portada en ese intervalo. Luego fue mandar a la imprenta, porque ya estaba reservada. Y pueden imprimirla por partes. De hecho, así lo hicieron. Mandaban de diez en diez capítulos, según iban estando acabados. La editorial pagaba por tener esa disponibilidad. Esta vez, usaron sus servicios. Era mucho el dinero que se jugaban. Para la editorial llegó justo a tiempo para salvarla de una situación económica delicada.
-Pero trabajando tan deprisa se pasarían muchos errores.
-Jésica, la responsable de ese departamento es buena. Lleva muchos años en la editorial y casi todas mis novelas las ha preparado ella. Me conoce porque además es lectora convencida. A pesar de trabajar en la edición de mis obras, luego va a la librería y compra un ejemplar y se lo lee en casa con tranquilidad. Un día me llama, cuando la ha acabado de leer y me pide que se la firme y dedique. Ella en su trabajo, va apuntando los errores que va descubriendo y luego lo hablamos. Muchas de esas cosas que apunta, luego las elimina porque se da cuenta que tienen un por qué en la trama. Otras no. Y las comentamos.
-De todas formas – siguió explicando Jorge – en esta novela ha habido un cambio sustancial y es Aitor. Aitor, mientras yo escribía la nueva versión, él la iba corrigiendo. Si me duermo, él aprovecha para revisar lo que he escrito. Ha preparado el programa para que mientras él trabaja en una parte de la novela, yo no pueda tocarla. Pero en unas horas él ha corregido todo mi trabajo. Así, cuando terminé la nueva versión de “La Casa Monforte”, a las tres horas, ya estaba corregida por Aitor. No había errores tipográficos ni ortográficos. Y gran parte de la sintaxis estaba corregida. Y algunas incongruencias, como errores al nombrar un personaje. Eso Jésica me lo reconoció. Su trabajo había sido muy sencillo en esta novela.
-Aitor es bueno haciendo ese trabajo – apuntó Carmelo.
-Mucho mejor que Nadia. De hecho, con ella, tenía que repasar las novelas una vez pasaban por sus manos. Últimamente no era muy de fiar. En realidad nunca lo fue. Mira, Nando para eso, era bueno y concienzudo. O puede que se la diera a otra persona para que la corrigiera. Tal y como va mi puesta al día sobre mi pasado, no lo descarto. “La Casa Monforte” la había corregido ella. Y a pesar de mis revisiones, a la hora de reescribirla, descubrí muchos errores más. Incluso ortográficos. Con Aitor no hace falta repasar nada. Es muy perspicaz, además, enseguida sabe lo que pretendo. Y no solo corrige faltas de escritura, corrige hasta estilo y reescribe alguna frase o incluso párrafos. Y nunca he podido ponerle ni una pega. Lo ha hecho con las últimas, las que no tenía acceso Nadia.
-Nadia estaría a otras cosas – dijo Javier. – Y Aitor, es evidente que te idolatra y que te ha leído con mucha atención. Quizás tu amiga, no lo había hecho en absoluto. Volvamos a Rubén. Entonces Nadia ¿Cuándo te habló de él?
-Antes del puente de la Constitución. Vino a casa y hablamos de esas fiestas a las que iba para observar a esos … animales de la noche. Fue ahí cuando me contó.
-¿Sacó ella el tema?
-Desde el principio, sí. Creo que vino a casa con esa idea. Lo tenía todo pensado. Me dijo con voz compungida que estaba muy preocupada por si cogía el Covid yendo a esas fiestas prohibidas. O en el mejor de los casos, me detenía la Guardia Civil. Además me extrañó que dijera la Guardia Civil. Eso suponía que salía de la ciudad, según ella. Que a veces era así, pero no siempre. Fue un detalle llamativo.
-No conduces ¿No?
-No. Nunca lo he hecho. En mi vida privada tiro mucho de taxi. O Carmelo me llevaba, hasta que dejó de conducir con lo de la escolta. Mis contactos festeros me mandaban un coche o monovolumen para llevarme y traerme. O usaba los coches con conductor de algunos de los amigos de Carmelo.
-¿Los mismos que los coches de la Dinamo?
-Por ejemplo. No era mi único proveedor de transporte, pero sí uno de ellos.
-Normalmente ¿Notabas si esos conductores te conocían?
-Salvo los de la empresa de Elías, los demás no sabían quién era. Era un paquete a recoger. Y ninguno hizo gesto de reconocerme.
-¿Qué te dijo sobre Rubén? ¿Cómo te lo propuso?
-A colación de esas fiestas, me habló de una amiga suya muy cercana que tenía un problema con un sobrino. Que parecía haberse metido en cosas de drogas y que frecuentaba las fiestas a las que iba yo.
-¿Sabía a que fiestas ibas tú?
-No. A menos que me siguiera. Yo no se lo conté, desde luego. Tampoco hubiera sabido explicarle las fiestas en concreto a las que iba a ir. Ni a las que había ido. Ni donde eran. Ni ahora podría. No sé dónde eran. Sé que algunas de las casas se repetían con frecuencia. Pero no sé dónde están. Tampoco me presentaron a los dueños. En realidad … a ver, cuanta menos gente me conociera mejor. Era mi objetivo. Observar sin que nadie se fijara en mí.
-Alguien le podía contar.
-Sí, es otra posibilidad. Al principio le dije que no. Que yo iba a lo que iba y que no me apetecía convertirme en el niñero de nadie. Insistió … me dijo que era un gran diseñador gráfico, que había dejado casi de lado su trabajo como freelance, y que su tía estaba en un sin vivir. La pregunté si era alguien muy cercano a ella, y me aseguró que sí. Utilizó el argumento de que era un chico guapo que me gustaría disfrutar con él.
-¿Dijo eso? – la cara de Carmelo mostraba la sorpresa que le había causado esa afirmación de Nadia.
-Sí, algo parecido. Y que en todo caso, podía servirme para un personaje. Ese argumento lo utilizó varias veces. Aunque lo de disfrutar con él, también lo dijo varias veces.
-Sabía dónde tocar – apuntó Carmelo a punto de echarse a reír.
-Visto ahora, parece que quería incitarme a acostarme con él. Entonces no lo interpreté así. No lo interpreté de ninguna forma, salvo como un intento de convencerme. A lo mejor Nadia es la que iba diciendo por ahí que yo en realidad no escribía en los bares, sino que me escondía para mirar el paquete a los chicos guapos. Me imagino que pensaba que después de deleitarme con la vista, seguiría con el tacto y a lo mejor con el gusto.
-¡Jorge! – Carmelo fingió escandalizare. Jorge le sacó la lengua a modo de burla.
-Luego todo eso era una patraña. En el hospital cambió la versión y me reconoció que era una que conocía de Pilates que le había hablado de lo mucho que le gustaban mis libros y que ella entonces había presumido de conocerme. Por cierto, debería haberme puesto intenso y comentarla mi preocupación porque la detuviera la Policía Local por usar las instalaciones de un gimnasio, que debería estar cerrado. Una lástima que se me pasara. Entonces esa mujer aprovechó y le pidió el favor. Sería mientras jugaban con la pelota esa grande o saltaban a la comba. Y ella se lanzó a la labor, para darse importancia. Todo mentira, ahora lo sabemos. Versión una, versión dos, mentira. Amigas de toda la vida, y sin haber perdido nunca el contacto.
-En realidad la mentira es la última versión. La primera versión, aunque parcial, es más aproximada a la realidad.
-Joder, perdona. No he cambiado el chip. Es que tanta mentira sobre mentira … todo esto me lo tengo que apuntar para una novela. Pero si lo miras bien, todo era mentira. La primera versión, la segunda … la tercera … todas. Amigas de toda la vida, lo que he dicho antes. A lo mejor desde el parvulario. Sería en todo caso su reencuentro.
-Pero para que lo hicieras te dijo que era alguien muy cercana a ella – argumentó Javier. – Y cuando algo se torció, quiso quitar el foco de la tía o de ella.
-De ella. Quiso quitarse de en medio. Algo la asustó. Puede que no contara con que todo ese juego podía acabar con Rubén en el hospital. El aspecto del pobre al principio era … penoso. Ya te habrá contado Carmen. Aunque su desaparición, sin que hasta que sucedió le hubiera echado en cara nada, es revelador. No la reproché nada, no la acusé de nada. Carmen y su amigo Quiñones, hasta donde yo sé y pude comprobar, solo le preguntaron cosas normales, sin atosigarla ni en ningún momento insinuar que tenía algo de que preocuparse. De hecho, Quiñones, para como se comporta conmigo, incluso ese mismo día en el hospital, fue hasta dulce. La mala hostia se la guardó para mí. Así que no tenía nada de qué quejarse. Y Nadia, no solo desaparece, sino que se presenta en casa de mis padres para contarles una sarta de mentiras. Que la he acusado de mentirosa, de ladrona … no me dejó tiempo. Si no, hubiera acabado haciéndolo. Pero se fue antes.
-Y de todas formas, una versión y la de después, pueden ser las dos mentira – opinó Carmelo. – Y no descartemos que lo de las fotos … sea un montaje.
-Sí. Y no, no detecté que me mintiera. Lo de las fotos un montaje, sería rizar el rizo. Ya me parecería muy rebuscado. De todas formas, con ella no … a ver, era mi amiga. No tenía puesto mi detector de mentiras. Estaba encantado, era una mujer, antaño vecina mía … que según ella seguía viviendo en el piso de sus padres, y ahora sé que también es, era mentira, que en su día se enamoró de mí y a la que frustré al decirle que era homosexual. Pero tras un tiempo de recapacitar, decidió ser mi amiga. No voy a fingir que su compañía me era desagradable. Al revés, me sentaba bien. Hablábamos de todo, no solo de mis novelas. Me sirvió de apoyo.
-Tu mariliendres.
-Algo de eso. Pero sin demasiadas confidencias por mi parte. Ni por la suya. Y las pocas, todas mentira. Juraba que estaba conmigo siempre, que me apoyaba, y luego iba a ver a mis padres a ponerme a parir y a decirles lo que les entendía y que era un cabrón que me había dejado engañar primero por Nando y después por ese degenerado de Carmelo. Que me había cogido de los testículos y no me soltaba. Y que mis libros no valían nada. Que no sabía como me publicaban.
-¿Y la gente que los compra? – comentó Javier sorprendido.
-Eso es todo publicidad. ¿No escuchas a mi amigo Poveda y los wasaps que te enviamos de los amigos de Álvaro? La Casa Monforte la regalan en El Corte Inglés por la compra de un paquete de azúcar.
-Pues de algún sitio sale tu dinero – bromeó Javier.
-Será de la droga o de los negocios de mi ex-marido que han florecido en su ausencia y me dan pingües beneficios.
-¿Y de donde sacó ese casoplón que tiene? Otro de los misterios de este asunto.
-¿Ya habéis llegado a él?
-Con las miguitas que nos vas dejando en el camino … – bromeó Javier. Volvió a ponerse serio. – No somos capaces de encontrar sus ingresos. Una cuenta de Suiza que es imposible de identificar al dueño.
-Orden judicial.
-Deberías acercarte un día y poner una denuncia. Así podemos actuar.
-Ya me lo has insinuado varias veces. Me cuesta, no te voy a engañar. Como me ha costado reconocer que la que se ha bajado las novelas es ella. Me lo aseguró Aitor hace tiempo. Lo tiene perfectamente certificado. Y sigo hablando de todos los que tienen acceso … que si este a todo, que si aquel solo a la carpeta de marras … parece que deseo que sea Aiden o incluso Carmelo, antes que Nadia. Pero no, es ella. También he puesto la mano sobre el fuego por Jorgito, porque me había guardado el secreto de la nube. En esa conversación me ha reconocido que no … es así. Que se lo dijo a sus padres.
Jorge parecía que iba a seguir hablando, pero se calló de repente. Se quedó mirando a la nada durante unos breves instantes. Javier rompió el silencio y el silencioso lamido de heridas de Jorge
-¿Qué cambió en la comida con Nadia y Dimas? ¿Por qué ahí te diste cuenta de que … Nadia te mentía?
-Es que ahí … fue tan evidente … su cara cambió radical cuando le dije que había decidido publicar de nuevo. Me recordó a la cara que puso cuando se me declaró y le dije que era homosexual. Me acabo de dar cuenta. Estuve un buen rato pensando en el significado. Fue una comida agotadora, os lo juro. Por un lado, había que seguir como si todo fuera normal. Seguir con la conversación … por otro lado, darle vueltas al significado de las reacciones de Nadia. Pensé al principio que era sorpresa. Pero luego me di cuenta que era miedo, enfado contenido, frustración, una mezcla de todo eso. Y empezó la campaña para no publicar la que tocaba, por orden de escritura, y que lo hiciera con “La Casa Monforte”, que es la tercera. Era evidente que por nada del mundo, quería que “La vida que olvidé” fuera la elegida para publicar. Imagina cuando mi editor alemán la recibiera y … publicara una novela igual a otra que lleva semanas en las librerías y publicada por él mismo. Se hubiera descubierto todo el pastel. Si a pesar de ello lo descubrimos, fue porque encontraste ese libro y se lo mandaste a Hugo para que lo leyera. No me has contado como llegaste a él.
-Manu, uno de los acólitos de Patricia, mi jefa de gabinete, está estudiando alemán. En la academia le dijeron que leyera una especie de briefing de la novela, adaptada a su nivel de alemán. Y se dio cuenta que se parecía mucho a tus novelas. Buscó la original, se compró el ebook, y nos lo pasó. Por cierto, la trama tiene algunas incongruencias y detecté lo que decías antes, algunos errores al nombrar a algún personaje.
-No me he fijado si aparece la persona que ha hecho la traducción.
-Sí. Pero es una empresa. Y para tu información, hay una nota de la traductora que asegura que ha transcrito fielmente el original, aunque algunas partes no las encuentre sentido.
-Donde se demuestra que Nadia era una alcornoque redomada. Me pregunto como se ganaría la vida de verdad. – Carmelo estaba enfadado.
-De momento no hemos llegado a determinar nada al respecto. Su sueldo del Ayuntamiento y nada más. Pero eso no cifra para explicar su nivel de vida.
-Aitor tampoco ha llegado a ninguna conclusión. – apuntó Jorge.
– Las joyas que le regalabas no … ¿O sí? ¿Eran buenas?
-Pues sí rubito eran buenas. Bastante buenas. Pero aunque las hubiera vendido, no dan para ese casoplón y para su nivel de vida.
-¿En que se supone que trabajaba?
-Funcionaria del Ayuntamiento de Madrid. Y daba clases particulares a chicos de instituto de Ciencias Sociales y Biología. De formación es Veterinaria.
-Habrá que darle las gracias al profesor de alemán de Manu – exclamó Carmelo. – Por él descubrimos el robo de la novela.
-O sea, que el hecho de Rubén de presentarse delante de ti, no era parte de su plan. De convencerte de publicar. Era en todo caso parte de otro plan. Un plan con otros actores que fueron haciendo su papel, antes incluso de que Rubén se presentara delante de ti en aquel bar. – resumió Javier.
-Os dejo – dijo de repente Carmelo – Si no la gente se va a empezar a hacer preguntas. Diré que necesitabas tus minutos de soledad.
-Vale.
-Joder, cada vez Martín y tú os copiáis más las expresiones – se burló Carmelo dándole un beso de despedida.
-Una cosa antes de volver a dónde estábamos. El estado de Rubén después de esa agresión, has dicho que era deplorable. ¿Y comparado con Dani cuando le sacaste de aquella fiesta?
Jorge se quedó pensativo. Empezó a hacer diversos movimientos con la cabeza, como si siguiera con ella su línea de pensamiento, como si estuviera ensayando su respuesta. Al final suspiró resignado.
-Rubén estaba mal. No tenía nada que ver con el estado de Dani. Rubén llegó al bar donde habíamos quedado por su propio pie. Se derrumbó nada más llegar. Dani era poco más que un cadáver. No hubiera podido andar ni dos pasos por sí solo. Me dijo alguien que sabía del tema, que Dani debía haber muerto ese día. Que si resistió fue debido a que era un superviviente. Creo que esa es una buena descripción sobre su estado.
-Alguien debió curarlo.
Jorge se encogió de hombros.
-Eso Olga sabrá. Tu padre se encargó. A Dani lo llevé directo a su comisaría. A escondidas, eso sí. No nos vio nadie, salvo tu padre y Olga. Ellos se encargaron. Tengo la impresión de que fue Manzano quien le curó. Le he oído comentar a Dani que ya conocía a Manzano antes de que al llegar a Concejo, se convirtiera en su médico oficial. Los dos son muy crípticos respecto a las circunstancias en que se conocieron. Me imagino que una vez salió de ese primer problema, Manzano se siguió ocupando de los siguientes sustos que tuvo respecto a su salud.
-¿Y el resto de los chicos que sacaste?
Jorge resopló incómodo.
-Los que tengo conciencia, parecidos a Dani. Muchos no recuerdo. Al menos todavía.
-O sea que el que te avisaba, solo lo hacía a la desesperada, cuando la muerte …
-Todos los que recuerdo estaban muy mal. Según me contó Carletto, Lucas por ejemplo estaba al borde de la muerte, cosa que en realidad, era su deseo. Una forma de suicidarse bastante … no sé ni como calificarlo. Debía estar absolutamente desesperado.
-Escuchar estas cosas, te lo juro, me dejan … si no tuviera tan asumido el camino que hay que seguir, quizás me replantearía dejar a los jueces de lado y tomarme la justicia por mi mano.
-No te dejes llevar. Uno no se siente bien después. Por mucho asco o rabia que te produzca ese satanás con el que te has cruzado en sitio adecuado y le has dado unos mamporros.
-¿Y si ese ataque a Rubén era para provocarte que recordaras o que ese sentimiento de protección que te inspiraban esos chicos, se despertara con Rubén?
-No consiguió los resultados que esperaban, si esa fue la razón. Ni siquiera me acordé de Dani. Eso, hasta la reunión con Sergio Romeva, Carmen y Olga, antes de ir a ver a Nati Guevara, no fui consciente. Luego Carletto me comentó algo y algunas imágenes más se aparecieron en mi mente. Y ahora mismo, mis sentimientos respecto a Rubén, son más de hacerme preguntas sobre su vida y sus acciones, que la de protegerlo a toda costa.
-¿Y si Rubén … ? – Jorge le interrumpió y no le dejó acabar.
-No todos los chicos que salieron de esa organización, ahora están del lado de las víctimas. Muchos se han unido y se han convertido en el mismo tipo de personas que los matones que trabajan ahí.
-¿Conoces a alguno? ¿Cómo sabes …?
-Lo sé, Javier. – Jorge se llevó la mano derecha al pecho. – Lo sé.
Javier se quedó callado mirando a Jorge. Suspiró resignado. Era claro que no era una de las cosas que Jorge pudiera decir: “si pudiera recordar”.
-Me decías … cuando se ha ido Carmelo.
Javier le repitió la última pregunta que versaba sobre si la actuación de Rubén se debía a algún plan preconcebido. También le recordó algo de lo anterior, por si necesitaba centrar el tema.
-No sé muy bien como contestarte. No acabo de llegar a ninguna conclusión. Para mí es claro que Rubén me conocía antes de venir a verme. Y en los días que le ayudé … después de ponerse ciego … no me reconoció. No era capaz de sentir ni ver nada. He pensado que fingiera … que no estuviera tan borracho … no … no me cuadra. De verdad, el vómito olía a eso. A pota de borracho. Es algo … absolutamente asqueroso. Sus ojos estaban en blanco, con las córneas perdidas debajo de los párpados, o giraban en círculos a gran velocidad, como si fuera el protagonista de una película de exorcistas. Esa mirada vidriosa, que llegaba cuando iban pasando los efectos, pero que era incapaz de centrarse en nada. Y en las conversaciones que tuvimos después, a veces se le escapaban detalles de los sitios a los que suelo ir a escribir. O las zonas por las que paseo. Incluso las horas … sabes que con el toque de queda, salía de madrugada a pasear. Alguna vez me hablaba de ese hecho. No le di importancia, la verdad. Ni le dediqué medio pensamiento. Hasta que pasó aquello de la paliza. Y de todas formas, damos por hecho que el plan empezó cuando Rubén se presentó ante mí. Pero puede que empezara cuando Nadia me dijo que lo cuidara por las noches. Y que mis contactos festeros me invitaran a las fiestas donde iba a estar él. O al revés, que él fuera a las fiestas a las que había dicho yo que iba a ir.
-Cronológicamente cuadraría más con eso. O incluso que empezó mucho antes. Puede que te llevara siguiendo meses. Y entonces, dentro de ese escenario, cuadraría la afirmación de Jorgito de que se presentó ante él hace meses. Y si le llevaste a casa, subiste a ella … y le ayudaste si vomitaba o incluso le desnudaste y le bañaste … podían haber gente vigilando los alrededores. Y entonces los interesados en vigilar a Rubén, sabrían de tus movimientos para ayudarlo. Y con tu fama al respecto de las víctimas, puede que llegaran a conclusiones equivocadas. ¿Cómo se las arreglaba Rubén en las fiestas que no coincidía contigo? O que tú tuvieras otros planes, por ejemplo pasar la noche con un atractivo joven.
Jorge se echó a reír. No pudo evitarlo ante la cara que había puesto Javier al proponer esa última posibilidad.
-Raúl me contó una vez que él también se lo encontró en alguna velada de esas. Le llamó la atención precisamente por su forma de beber y perder casi la consciencia. Nos encontró a los dos, tanto en la misma fiesta como en distintas. Me comentó que normalmente o el anfitrión le dejaba tirado donde cayera redondo, o pagaba a alguien para que le llevara a casa.
-¿No se acercó Raúl a saludarte? Es fan tuyo de siempre. Menudas discusiones tiene con Carmen y Patricia sobre tus novelas.
-Todavía no se ha atrevido a darme las novelas que lleva en el coche para que se las firme. Como para acercarse a mí sin conocerme en medio de esas fiestas. Al fin y al cabo, la razón por la que se apuntaba a ir a esas reuniones era la de conocer gente. Me da que se siente solo. Es muy … piensa que es feo. Y que no liga. Que no gusta a los chicos. Es uno de esas personas que deben tener los espejos rotos en casa.
-Pues sí que te admira … De todas formas, creo que Martín y tú, en eso, le habéis hecho mucho bien. Ha cambiado mucho en ese aspecto.
-Creo que ha sido el hecho de dejarme la ropa. Y de que no solo la uso el día que tengo un problema de vestimenta y una americana suya me lo resuelve, sino que me la quedo y la sigo usando.
-Una cosa. Antes de que se me olvide. ¿No te quedarías con un juego de llaves de la casa de Rubén?
Jorge frunció el entrecejo.
-Eso que insinúas es ilegal …
-¿Hablamos de cosas ilegales en un cierto club selecto de Madrid? Y no sería ilegal porque es objeto de investigación como víctima de una agresión.
Jorge se levantó y hurgó en las bolsillos de los pantalones. Sacó un llavero con solo dos llaves.
-¿No has ido a curiosear?
-Si te digo la verdad, no he encontrado el momento. Pensaba hacerlo. Por eso las llevo siempre encima.
-¿No se lo has pedido a tu círculo de protectores?
-¿A los policiales o a los otros? No sé a cuales te refieres.
-Me refería a los policiales. – a Javier le hizo gracia la pregunta. Era claro que Jorge sabía o presentía que la gente que le había protegido siempre, lo seguía haciendo.
-Lo tenía en cartera. Pero me parece más interesante descubrir a los músicos de los vídeos de Sergio. Y de enterarnos de lo que sucede alrededor de Rubén en el hospital. Creo que lo de Sergio es urgente si queremos que recupere su carrera musical. A lo mejor necesito tu ayuda para una cosa que tengo planeada con relación a Mendés.
Jorge le contó por encima su plan para acercarse a la familia al completo de Mendés y que el lo viera. Sobre todo mostrarle su cercanía con Enrique, el hijo repudiado por su condición sexual.
-¿Servirá de algo?
-Eso, o acabar lo que empecé en ese club elitista que citabas antes.
-¿Lo harías?
-Sí. Y lo hubiera hecho ya sino me convence de lo contrario Nati Guevara. Me previno que podía empujar al tipo éste a mandar los vídeos de Sergio a todo el mundo. De Sergio y de otros.
Le estuvo contando a grandes rasgos lo que hablaron. Javier escuchó con atención. De algunas cosas se sorprendió, porque contradecían las impresiones que le habían trasladado Carmen y Olga.
-A mí también. Pero había un detalle en la Guevara que se nos escapó: Gregorio Badía. Eso lo cambia todo. Era su representante. El mismo del tal Willy y de Elfo Jiménez.
-Ese hombre … cuando acabemos la investigación, me da que vamos a poder acusarlo de un ciento de delitos. Ya tenemos a cinco actores como Álvaro. A dos de ellos les hicieron visitas los mismos que a vuestro amigo. Con peor resultado. De momento no hemos podido tomarles declaración; están en el hospital. Y no hemos hecho más que empezar. Dentro de un par de horas me reuniré con otro, un tal Rodrigo Encinar.
-Es amigo de Carmelo. Suele pedir que lo contraten cuando hay un papel que se adapte a él.
-Se ha puesto en contacto con la Unidad. Os ha debido oír hablar de nosotros. Ha sido el primero. Está fuera de Madrid, en A Coruña, con una obra de teatro. Me ha dicho que sabe de más actores en sus mismas circunstancias. Va a intentar que se sinceren. Hay otros que han llamado a la Unidad. A ver si los convencemos para que declaren oficialmente. De momento no han querido dejar su nombre.
-Esos matones vencerían su resistencia a prostituirse. No creo que sea fácil decir en voz alta que …
-Esos dos, los de la paliza, han perdido hasta a su representante. Enseguida les llegó la noticia y no quieren saber nada de ellos.
-Ahí tenemos la confirmación de que lo han hecho. Lo cual les aboca a caer en manos de nuestro amigo Goyo.
-Exacto.
-Que los venderá a peso, como la carne.
-Hemos pedido al juez permiso para investigar a sus clientes. Y sus cuentas.
-Una de las cosas que me dijo Nati es que cualquiera que esté en el portfolio de Goyo Badía, es un delincuente. Sería interesante que hablarais con los que dejaron su representación. Sobre todo, los que abandonaron su idea de ser actores.
-Me lo apunto. Me parece buena idea.
-Pero todo eso os va a llevar mucho tiempo.
-Sí, la verdad. Vuelvo a tener presente el reproche de nuestra compañera Menchu.
-¿Y como se ha enterado Rodrigo? No se ha publicado nada de la agresión a Álvaro.
-Alguien le mandó un wasap desde número oculto con una foto del portal de Álvaro. Venía a decir que éste no podría vivir en su casa varias semanas, después de la visita que le iban a hacer.
-Han tenido el efecto contrario al que esperaban.
-En Rodrigo sí y en esos dos anónimos. Me temo que haya muchos más que si se hayan acoquinado y hayan aceptado abrirse de piernas.
-Me da que vas a pasar la noche en vela.
-Algo de eso me temo. He mandado a Carmen a descansar un rato. Al menos, que ella esté mañana despejada. Si hablas con ella, no le digas nada de mi intención de trabajar toda la noche. Es capaz de volver para vigilarme.
-¿Sergio y Dídac? Se me ha olvidado llamarlos. ¿Sabes algo?
-Solo me ha dicho Sergio que bien. No hemos hablado con detenimiento. Ha tenido que irse a París de nuevo. No sé si por algo que le ha surgido a él o por algo que se le haya ocurrido a Dídac.
-Así que no te importa trabajar toda la noche. No está Sergio …
-Soy como tú, amigo de las noches.
-Vampiros. Claro, siempre que no tengamos un plan mejor – Jorge le guiñó el ojo a Javier.
-Que no esté Sergio ayuda, sí – reconoció Javier entre risas.
Carmelo apareció de nuevo.
-Jorge, creo que debes volver. Siento interrumpiros. Algunos empiezan a preocuparse por tu estado de salud. Les he dicho eso de que buscabas tu momento de soledad … pero alguno ya ha hecho amago de salir a buscarte. No creo que sea adecuado que os pillen hablando.
-Otra más de nuestras conversaciones inacabadas.
-Al menos sabemos que lo de Rubén fue todo orquestado. Que los rumores sobre vuestra relación fueron anteriores a vuestro encuentro oficial. Y que alguien quería que lo vigilaras. ¿Para protegerlo? ¿Para que él tomara contacto contigo? ¿Para que entraras a saco a protegerlo? ¿Para que te enamoraras de él y te casaras y le hicieras heredero de toda tu obra?
-¿Y de la hermana sabes algo?
-Hasta el momento, el paradero de su hermano o si se ha cambiado de sexo, hermana, lo desconocemos. Tampoco hemos encontrado evidencias de un suicidio de alguien que pueda ser él o ella. Estamos comprobando hasta los cadáveres que se repatriaron. Estamos buscando los viajes que pudiera hacer ese “Fausto” a secas como le llamabais todos. Creo que, de existir, sigue siendo “hermano”. Con cambio de sexo en proceso o no. O puede que sea solo un deseo, ser mujer en lugar de hombre.
Jorge se incorporó ligeramente en su asiento. Parecía haber caído en algo.
-O un cambio de sexo obligado, como en aquella película de Almodóvar, “La piel que habito”.
-¿Dices? ¿Es otro de “si pudiera acordarme te diría…”?
-Estoy cansado, Javier. Pero te diría eso sí, si tuviera fuerzas. O puede que fuera simplemente un disfraz. Unas falditas y unos pechos de atrezo y el pene escondido entre las piernas. “El chocho de la zorrita”. Lo vi muchas veces. Algunos de esos cabrones gustaban de ello. Creo que era para creerse que de verdad follaban a una chica en lugar de a un chico. Algunos no tenían muy asumida su condición de amantes de … – iba a emplear otra forma de expresión más brusca pero se contuvo – los hombres.
-Te he notado que hay cosas de las que hemos hablado …
-Por eso necesito esos diez o veinte minutos de soledad. Para centrar y asimilar.
-Pues te repito, de momento, ni hermano ni hermana. Ni muerto ni vivo.
Javier volvió a sentirse mal por la mentira flagrante que le estaba contando a Jorge respecto de Dilan. Pero pensaba que eso estimularía la memoria del escritor. Quería escuchar su visión del tema cuando eso ocurriera. Sin estar mediatizado por lo que le estaba contando el hermano de la Campero a Olga en Estados Unidos.
-¿Y si voy a verlo? A lo mejor puedo conectar con Rubén. – propuso Carmelo.
-Que dices ¿Que sea uno de Anfiles?
-¿Por qué no? Otro niño vendido a ese editor tan pudiente, Bonifacio no se qué. Y antes vendido a Lazona, tan pudiente y poderoso como el otro. Y antes de Lazona … mejor ni pensar lo que … tuvo que pasar.
-Iremos viendo. – Javier se dio cuenta que si no cortaba de raíz la conversación, no acabarían nunca. Y no quería que los del bar salieran y les pillaran hablando – Anda, entrad en el bar. Yo me quedo aquí buscando mi momento de soledad. Te voy a copiar. Siento que tú no puedas hacerlo hoy.
Jorge le dio un puñetazo en el hombro a modo de despedida cómplice.
Javier les siguió con la mirada. Se sonrió cuando se pararon a besarse. Parecía que ahora esa era la excusa que iban a utilizar. Se preguntó si le haría gracia a Cape. Ese hombre si que le intrigaba, sobre todo desde hacía unos meses.
De repente se sintió cansado. Hizo una seña a una de las escoltas de Jorge y Carmelo que le acercó un cigarrillo.
-Gracias Carla.
-¿Te dejo el paquete?
-No. El otro día Nano nos lo dejó y nos lo fumamos.
-Y luego el se fumó los míos … no me importa que te lo fumes. Así le devuelvo a Nano lo del otro día. Está dentro.
Javier se rió. Tenía suerte con la gente que había reclutado. Solo tenía una duda y era cuantos le iban a salir rana. Las estadísticas no engañaban. Era imposible que entre todos ellos, todos fueran buena gente, buenos policías. Y leales.
Sacó el móvil y mandó un mensaje a Aritz. Éste no tardó en aparecer corriendo.
-¿Estás bien? – dijo jadeando.
-Sí. Pero necesitaba compañía. Y como seguramente la patrulla de la Guardia Civil que ha pasado antes, me ha visto, te habrá llamado preocupada por verme sentado en la penumbra de un pueblo de la sierra de Madrid.
-De la sierra, sierra … no es que estemos precisamente en la sierra. De todas formas lo has clavado. Aritz sonreía. Se agachó para darle un beso antes de sentarse a su lado.
-¿Entramos a tomar algo?
-Mejor vamos a otro sitio. No quiero que nos vean, y menos después de estar casi una hora hablando con Jorge y apartándolo de toda la gente que está dentro. Algunos atarían cabos.
-Vamos a Tubilla. Hay un par de bares que están bien.
-Me parece bien. Luego tengo que volver a la Unidad.
-¿Te ayudo allí?
-No. Tranquilo. Me apaño con los que estén de guardia. Tú a descansar para mañana estar pendiente de los avisos de la Guardia Civil y de la Policía Local sobre si me pierdo en algún bar o me siento en un banco.
Javier se quedó pensativo.
-Aunque bien mirado, a lo mejor te digo que vayas a hacer una inspección ocular de un piso.
-No tengo mis ganzúas.
-Tengo llaves – Javier abrió la mano y le enseñó las llaves que la acababa de dar Jorge.
-De acuerdo. Ya me dirás que tengo que buscar. Dame las llaves anda. Esas y las de tu coche. Conduzco yo. Que estás … mejor no digo nada.
-Dormiré hasta Tubilla y luego en el viaje a Madrid. Y el sofá de mi despacho es cómodo. Y no me digas que no, porque lo has usado.
Javier volvió a quedarse callado. Parecía abatido.
-¿Me vas a decir de una vez a qué le estás dando vueltas?
-Me siento mal no contándole a Jorge los últimos descubrimientos sobre Rubén y su hermano gemelo.
Aritz levantó las cejas.
-¿Estás seguro de que no lo sabe?
Javier se sonrió.
-Estoy seguro que lo sabe. Pero no sabe que nosotros también.
-No puedes decir nada hasta que el testimonio de ese otro Tirso se confirme con algo más. Tenemos que encontrar esos rastros.
-Eso es cierto. Pero todos nosotros estamos convencidos de que es como ha dicho ese Tirso. Y una cosa es que Jorge lo sepa, y otra que ahora, sea consciente de ello.
-Eso son matices.
-Matices importantes.
-Venga, vamos. ¿Dónde has aparcado?
-Adivina … – le dijo en tono jocoso.
-Que cabrón eres.
Aritz sonreía mientras negaba ostentosamente con la cabeza.
.
“-¿No le vais a contar a Jorge?
Olga se quedó callada.
-De momento no.
-No pareces muy convencida.
-No lo estoy. Te soy sincera. Compartimos muchas cosas del pasado. Cosas que no comparto ni con Javier. Él ha guardado todos los secretos de esa época. Ha sido tan concienzudo con eso que hasta los ha olvidado.
-¿Y entonces?
-Javier piensa que es mejor guardarnos lo que nos contó Arlen el otro día. Piensa que así estimularemos la memoria de Jorge.
-Pero ese hombre … Arlen ¿No se os ha ocurrido que a lo mejor le vendría bien reencontrarse con Jorge? Y eso propiciaría que nos contara más cosas. Sabe mucho más de lo que expresó en voz alta.
-Él tampoco nos ha contado todo. Jorge, me refiero.
-Dentro de ese papel de ausente que se ha creado, no dudó en ir a buscar a tu hijo. Porque estaba en peligro y porque era tu hijo, Olga. No ha dudado en exponerse enfrentándose a ese profesor de violín, por el novio de Javier. Porque era una víctima y porque era el novio de Javier. Os puso tras la pista de Lazona, del que ni siquiera sabíais de su existencia.
-Caminamos a ciegas, Ventura. Las afirmaciones de Arlen, en realidad, son sus afirmaciones. Hasta ahora, no hemos podido confirmar nada.
-Pregúntale a Tirso. ¡Ah! Que Javier no sabe que hablas con él. Eso es un juego que no acabo de entender.
-Todos somos reos de los secretos que nos comprometimos a guardar en algún momento del pasado. Es complicado. Y no creas que Tirso el auténtico es muy de contar sus secretos. Piensa que cada secreto que cuentas, en esta historia al menos, pones en peligro a alguien.
-¿Y no … ?
Ventura se calló. Era una tontería seguir con la discusión. Estaba pensando en amenazar a Olga con llamar directamente a Jorge. Y contarle. Pero … Olga le caía bien. Era la primera policía española con la que le pasaba eso desde su huida. Desde que el jefe Holland se la presentara, desoyendo sus protestas, se había mostrado cercana y respetuosa. Era una mujer poderosa dentro de la Policía Nacional y no sacaba su rango a pasear nunca. Nunca lo esgrimía para ganar una discusión. Podías discrepar de sus opiniones, incluso de su decisión sobre la forma de llevar alguna actuación. Era receptiva a tu forma de verlo. Alguna vez había cambiado su decisión y aceptado sus propuestas. Y cuando te encargaba alguna actuación o investigación, te dejaba que te organizaras a tu manera, sin imponerte un camino.
-Esperemos poder encontrar el rastro de algunos de los hechos que nos ha narrado. La muerte de Dilan, por ejemplo. Algunos compañeros están peinando el barrio de Rubén buscando indicios. Intentar conocerlo mejor. Intentar averiguar que pretende. Que quiere de Jorge. Cual es su juego.
-¿Y Arlen?
-No nos ha contado nada de él. Seguimos sin saber de qué vive. No me creo que viva solo de las rentas.
-Venderá sus figuras de barro. Me he fijado que las observabas con atención. Diría que te han gustado.
-¡Ventura, por favor!
Éste permaneció callado unos segundos. Olga la miraba expectante. Sus miradas se cruzaron un momento. El agente del FBI se cansó de esa batalla de miradas e hizo un gesto de exasperación antes de comentar lo que pensaba.
-Creo que se dedica a cuidar y recoger por temporadas a otras víctimas.
-¿Qué has visto que te haya llevado a pensar eso? ¿Has descubierto algo estos días desde nuestra entrevista con él?
-No, no he podido … he estado ocupado con otros casos. El jefe Holland … me ha encargado otras diligencias.
Olga se lo quedó mirando incrédula. Sabía que por muchas cosas que le hubiera encargado el Jefe Holland, Ventura había sacado tiempo para investigar a Arlen. Se decidió por ser paciente y cercar a su compañero para que se lo contara de motu propio.
-Dime entonces que te ha llevado a pensar eso.
-Sus veladas musicales de los viernes. Esos ambientes creados para reuniones en la casa. Puede que la alfarería sea una terapia, como la música. Deberíamos investigar a sus vecinos. Puede que sean víctimas.
Olga no dijo nada. Solo se lo quedó mirando. Ventura acabó por hartarse.
-Tiene dinero a espuertas. No necesita hacer nada. Pero aún así, asesora a algunas empresas que le pagan bien. Tu Arlen, a todos los efectos, es un hombre “acomodado”. “Muy acomodado”.
-Dime que una de las empresas que le paga es de tu padre.
-¡Joder Olga!
-Dime que el otro día, o al día siguiente llamaste a tus hermanos mayores y éstos te han confirmado que, no solo lo recuerdan, sino que mantienen el contacto. Incluso, que son amigos.
Ventura abrió los brazos a modo de rendición.
-Contigo no se puede. ¿Y quieres que me vaya contigo? Cada vez que me miras, siento como si a tus ojos, estuviera en pelota picada. Tengo la tentación de taparme corriendo los genitales.
-Sí y sí. Y qué más quisiera, a la última afirmación. Me gustan los cuerpos de hombres atractivos, como tú. – Ventura abrió mucho los ojos antes de sonreír y negar con la cabeza – ¿Quieres que te lo diga en francés? ¿En euskera? ¿En alemán? ¿En italiano? Que tu familia tenga relación tangencial con el caso, me da igual. No voy a pensar mal de ti, Ventura. Ni de tu padre. Ni de tu hermano Lope. Ni de Mireia, tu hermana.
Ventura resopló a la vez que volvía a negar con la cabeza y sonreía.
-Eres imposible, Olga.
-Siento que te haya tocado acompañarme. No puedo evitar querer a mi lado a la gente que me parece desaprovechada. Me encantan las personas inteligentes, perspicaces, de las que puedo aprender. Tú eres así. A parte de ser adorable. ¿Por qué nunca has tenido pareja? ¿Por qué presumes de ser asexual? ¿Por qué vas siempre con los labios apretados, como si te aguantaras una furia incontenible que parece que siempre burbujea en tu interior? ¿Por qué ese personaje de hombre altanero y con gesto arisco? Es un personaje, no me mires así. Yo lo sé, tú lo sabes.
-Ya estamos. Es una decisión. Punto. Me gusta estar solo. Del resto, paso. Casi prefiero el diván de Jorge que el tuyo.
-Mentira y mentira. En todo caso puede que prefieras el diván de Jorge, porque éste no te va a hacer preguntas incómodas. Pero él lo verá. No necesita que se lo cuentes. Sabrá todo de ti solo con abrazarte y mientras te da dos besos. No podrás evitarlo. Por mucho que le tiendas el puño o la mano, Jorge lo hará así. Porque sabrá solo con verte acercarte a él. Y una cosa te advierto: después de su abrazo, se te quitará un gran peso de encima. Te sentirás liberado. Sentirás que la vida es de otra forma, mucho más llevadera y bella de lo que te parecía hasta ese momento.
-No pensarás que porque nos conozcamos hace unas pocas semanas me voy a confesar contigo. Y lo de Jorge, perdona que piense que todo eso que dices es una patraña.
-No voy a discutir sobre Jorge. Ya lo comprobarás. Y respecto a lo de confesarte conmigo, otros lo hacen después de una breve charla de cinco minutos.
-Pero están al otro lado de una mesa en una sala de interrogatorios.
-No necesito una sala de espejos para que la gente me cuente.
-Yo no voy a ser uno de ellos.
-Le pido al jefe Holland una sala si quieres.
-Estás loca.
-Te quiero conmigo.
-¡¡N o – me – conoces!!
Olga se quedó en silencio.
-Perdona, no me di cuenta el otro día. Cuando dijiste lo de ser carne de diván con Jorge. Expresaste una necesidad.
-Vete a la mierda, comisaria.
Ventura se levantó enfadado y se fue a la barra. Cogió la carta y pidió un montón de cosas de comer. Al fin y al cabo, era a lo que habían ido a ese bar. La camarera le dijo que se lo acercaban a la mesa, pero aún así, él tardó en volver a sentarse al lado de Olga. Necesitaba un rato de soledad. Quería volver a tomar el control de sus emociones. La comisaria, en su ausencia, se había entretenido en mirar el teléfono. Cuando Ventura, todavía enfurruñado, se sentó enfrente de ella, le tendió su teléfono.
-Mira esas fotos.
La mirada de Olga era inapelable. Ventura cogió el aparato y empezó a mirar. Aunque en las primeras fotos mantuvo su gesto, al poco, empezó a cambiarlo. Primero por uno de asombro. Después por uno de pena. Luego, asco. Incluso Olga percibió un amago de arcada.
-¿Y esos pobres? ¿Cómo se le puede hacer eso a un ser vivo? No lo comprendo ni nunca lo haré.
-Los han descubierto mis compañeros encerrados en jaulas.
-Veo en algunas fotos a Jorge. Y a Carmen. Y la Guardia Civil. Un Comandante y los que lo acompañaban parecían de los GAR. Extraña mezcla.
-¿Quién crees que consiguió que esos chicos confiaran en alguien? Jorge. Quiero que vengas a trabajar con nosotros, Ventura. Quiero que nos ayudes con esos chicos. Trabajamos junto a la comandancia Madrid-Norte de la Guardia Civil. Nos da igual el color del uniforme. El comandante Garrido, que es quien la dirige, es un tipo muy válido, un investigador de los mejores, y un tipo todavía mejor. Y a su lado, tiene un gran equipo. Por cierto, Garrido no es el comandante de las fotos. Ese es el Comandante Pastrana, JL, el jefe de las Unidades Especiales de la Guardia Civil.
-¿De la UEI?
-Sí. Vente. Únete a nosotros.
-No puedo. De verdad.
-Sí puedes. Y lo más importante: quieres. Solo tienes miedo.
-Me acabaría suicidando. No soy capaz de enfrentarme a esas … personas. A esos de las fotos. No podría ayudarlas. Me hundiría con ellas.
-Tienes miedo de no poder ayudarlos. Pero puedes. Y Jorge estará cerca. Y Carmen. Y yo. ¿Quién crees que me ayuda cuando estoy mal? Carmen es mi apoyo. O Javier. O Matías. Otras veces soy yo quien sirve de apoyo a los demás. El otro día casi me derrumbo recordando la historia de Arlen. Mientras él pensaba si contarla o no, yo la iba recordando. No te creas que había mucha diferencia entre como me trajo Jorge a Arlen a como están esos chicos. Siempre, después de esos encuentros, de cada uno de los chicos que me llevó Jorge, o Nacho, o Roger, tuve momentos de querer dejarlo todo. Pensaba “no voy a ser capaz de vivir la historia de otro de estos chicos”. Pero al final podía. ¿Sabes lo mal que lo pasé con Dani? Estuve dos meses a su lado. Sin separarme casi de él. Cuando no rodaba, me lo llevaba a mi casa. Era poco más que un cadáver cuando Jorge nos lo llevó a la comisaría a escondidas. Y tenía que acabar la película para que nada saliera a la luz. Para que esos cabrones no ganaran. A parte del sexo y de Anfiles, había una venganza empresarial contra el productor de la película. Algo retorcido y delirante. No sabes lo que fue curarle las heridas todos los días dos veces. Tardaba casi hora y media. Pero sabes, cuando Dani me acariciaba suavemente con su mano, con el dorso de su mano la mejilla, y esa mirada de agradecimiento eterno que tenía en los ojos, me … compensaba por todo. Como, luego de curarle, me cogía la mano y me iba besando cada dedo. Y me miraba con esos ojos … alguna vez le he oído a Jorge ponderar los ojos de Dani. Y tiene toda la razón del mundo. Me dieron la vida. Me hicieron soportar tanta podredumbre, tanta miseria humana. Di mamporros a gusto hasta a sus padres, por defenderlo. Por apartar a toda la escoria que tenía en su entorno.
-Tengo que pensarlo.
Olga tuvo un arranque. Alargó su mano y acarició la cara de Ventura. Pensó que a lo mejor le apartaba la mano con furia. Pero no lo hizo. Le dejó hacer. No había podido entrar en él, ni hacer que se confiara. Si no estuviera a miles de kilómetros, hubiera llamado a Jorge para que se acercara. O a Dani. Estaba segura que ellos podrían hacer que se abriera. Algo le atormentaba que hacía que no fuera feliz, que no desarrollara todas sus habilidades.
-¿Y ese Lucas que nombró Arlen?
Ventura apoyó su mano sobre la de Olga que seguía acariciando su rostro. Le dio un beso y la sonrió. La miró esperando una respuesta a su pregunta. Olga supo que al menos, Ventura seguiría a su lado mientras estuviera en Estados Unidos. Se aprestó a responder, pero llegó en ese momento la camarera con todo el pedido que había hecho Ventura. Olga abrió mucho los ojos. Había comida y bebida para cinco. Y todo tenía un aspecto estupendo.
-¿Hemos invitado a alguien a comer y no me he enterado?
La voz de Olga marcaba la broma, pero también estaba llena de dulzura.
-Siempre dices que es mucho, pero luego acabas por comerme parte de lo mío. Espero que hoy tengas suficiente y me dejes comer mis patatas fritas a gusto. Y no me quites los últimos mordiscos de mi hamburguesa. No sé dónde lo metes. Estás como un tren y comes como un regimiento.
-Tu tampoco estás mal, querido. Y no te quedas atrás manducando.
-¿Quién es ese Lucas del que habló Arlen? – Ventura repitió la pregunta antes de darle el primer mordisco a una de las hamburguesas que se había pedido. El sonido gutural de placer que salió de él, fue claro signo de que era de su gusto.
-Otro de los chicos de Jorge. Ese no me tocó a mí. No lo conozco. Era un poco mayor que el resto. Creo que es uno de los últimos que sacó Jorge. Él no se acuerda, pero Lucas … tiene obsesión con Jorge. Lo persigue, le pide selfies como un fan más … un día, estaban Jorge y Dani revisando sus teléfonos antiguos y se fijaron en él. Tenían de él casi veinte selfies en distintas épocas.
-Si no se acuerda ¿Como sabéis?
-Otros chicos le han contado. Jorge ahora deja a todos que se acerquen a él. Pólux fue el primero. Marcó un cambio en el escritor, al menos en ese aspecto. Fue en la Feria del libro de Madrid del 19. En cuanto vio al joven, supo, porque lo confundió con Dani.
-¿Tan parecido es?
-De cara no tanto. En los gestos, en la forma de “estar”, la constitución física, la altura, sí.
-¿Ha hablado Jorge con ese Lucas?
-No. Lucas desaparece si Jorge hace amago de acercarse a él. Sigue acechándole. Todos sus escoltas llevan la foto de Lucas en el móvil. Si le ven, le avisan y Jorge intenta acercarse. Pero se escabulle siempre. Parece que, según le han contado, tiene … un sentimiento de amor-odio por él. Le salvó, pero él quería morirse. Jorge lo impidió. Esa es la parte del odio. Pero no puede dejar de lado, que fue el único que intentó ayudarle.
-¡Joder! Para qué habré preguntado. ¿Y ese Fidel?
-No sé quien es. Tengo que preguntarle.
-¿Sabes de otros?
-Sí. Jorge entró en acción unas cuantas veces.
-¿Y esa manera de luchar?
-Ese es otro misterio. Parece que uno de sus vecinos, un tal Manolo, una de las personas que suplían las atenciones que no le prodigaban sus padres, le enseñó a pelear. Pero no sabemos por qué ese hombre, era tan diestro en esas artes.
-No entiendo bien eso de suplir a sus padres.
Olga le resumió como era el trato que los padres de Jorge le prodigaban. Y como despreciaban a su hijo por como era.
-No era solo ser gay, era que le gustaba escribir. Según ellos estaba en babia. Y no valía de nada que sacara buenas notas. Siempre tenían un reproche. Sus Nanas y ese Manolo y sus hijas, se convirtieron en su verdadera familia. Claro, y sus hermanos. Los dos mayores, Miguel y Gaby eran sus guardaespaldas. Y Gaby es el hermano del que no se acordaba Arlen y que vendía los trabajos de Jorge. Y la pequeña, Nati creo que se llama, era la Princesa de los tres hermanos. Ahora vive aquí, en Nueva York. Y no se habla hace muchos años con sus padres. En cambio, con sus hermanos, habla casi todos los días.
-¿Y si le preguntáis a ese Manolo?
-Murió en los primeros embates del covid.
-¡Joder! Cada vez que pregunto, bofetada como respuesta.
-He vuelto a quedar con Arlen la semana que viene. Tenemos que hacer una lista de las cosas que nos tiene que aclarar.
-Los premios literarios de Jorge, esos que ganaron otros con sus novelas.
-Detalles de lo de Dilan, que nos permita encontrar su rastro oficial.
-Su profesor de piano. Puede que tenga que ver con esa otra rama de la trama.
-A ver como planteamos el tema de lo que has dicho antes, de la posibilidad de que ayude a algunos viejos compañeros.
-Y que nos hable de esos compañeros que se convirtieron en unos cabrones.
-¿Estamos seguros de que Rubén es Brenan y no Dilan? Si eran tan iguales …
-Las amistades de Carlota. Las de verdad. ¿Habéis hablado con ese abogado que parece se ocupa de los asuntos de Rubén?
-Está de viaje. Tardará. Cuarentenas, ya sabes.
-¿No coge el teléfono? ¿No lee sus correos?
-No sacamos nada de su despacho, mas que está de viaje y no se le puede molestar.
-¿Ha ido de turismo sexual? No me jodas.
-Es una posibilidad. – dijo Olga con gesto resignado.
-¿Y si sus clientes tienen una urgencia?
Olga se encogió de hombros.
-Estas hamburguesas están muy ricas. Me gusta este sitio.
-Suelo venir a menudo. Suele estar lleno. Pero a veces ser del FBI tiene sus ventajas. Siempre acaba apareciendo una mesa libre – Ventura guiñó el ojo a Olga. – Y encima, como pago sin rechistar la cuenta sin pedir un descuento por ser del FBI, me tienen más consideración. Una cosa ¿Eso de que el concepto de olvido es frecuente en los títulos de Jorge? Solo tiene una novela en que aparezca. Te lo oí el otro día …
-De las que tiene escritas y no publicadas, la siguiente también es un olvido: “La vida que olvidé”. Es la que hubiera publicado si no le convencen de que se saltara dos. Por eso publicó “La Casa Monforte”. Es una de las novelas que le han robado y publicado por todo el mundo. La novela que me ha dado Mark, pensé que era esa. Pero era “Una boda sin novios”. Es posterior a la que te he dicho antes.
-Tenemos que preguntarle a Arlen por los otros hermanos de Fausto. Si la madre de los gemelos era la hermana hippie, se supone que hay otros que no eran hippies. Puede que Fausto se haya refugiado con ellos.
-Serán hermanastros. Con Lazona de apellido, no aparece nadie.
-O se cambiarían luego los apellidos.
-Es otra posibilidad. O se quemarían los archivos. En este caso, sucede a menudo.
-Una familia curiosa.
-¿Tu padre no tendría relación con él? Relación comercial me refiero. Con Campero si parecía tenerla, si lo invitaba a vuestra casa.
-Es posible. Ya le preguntaré si tengo ocasión. Creo que viene la semana que viene. Me ha dicho de quedar a comer.
-¿Aquí?
Ventura se echó a reír.
-Me llevará a otro sitio. Suele querer ir al restaurante de José Andrés. Pero éste le gustaría.
-Pues márcate un tanto trayéndolo. Marca tú la agenda por un día.
-A lo mejor te hago caso. Por cierto, ten.
Ventura sacó un libro de la bandolera que llevaba. Se lo tendió a Olga.
-Caín Varta. “En un lugar de la tierra prometida”. – leyó Olga en voz alta. Miró a Ventura que estaba pendiente de su reacción. Olga lo abrió y empezó a leer en silencio. Mientras lo hacía, iba cogiendo alguna patata frita del plato de su compañero, que masticaba despacio. Luego, hacía un gesto con los dedos como para limpiarse los labios. Leyó cinco páginas. Sonrió y miró directamente a Ventura.
-Es de Jorge. ¿Cómo lo has descubierto?
-Luego, cuando me fui a casa, empecé a darle vueltas. Ese libro lo leí hace un par de meses y pensé que su forma de narrar me recordaba a Jorge. Me encantó. De hecho, tengo otro de sus libros. Si quieres, está traducido al inglés. Yo es que suelo ir a una librería que vende mucho libro de España. He pedido los anteriores. Se les habían agotado.
-Ya sabemos al menos el nombre que utiliza. ¿Me lo dejas?
-Claro. Por eso te lo he traído. Si no, te lo hubiera contado y ya.
-Esta noche me pongo a leerlo. Ya verás cuando se lo cuente a Carmen. Devora los libros de Jorge. “La angustia del olvido” la habrá leído cuatro veces.
-Me encanta esa novela. Coincido con Carmen. Pero a mi “Las Gildas” … tiene algo irresistible para mí. No es de las más nombradas pero me fascina. Estas, las de Caín Varta, se venden muy bien, me ha comentado la librera. Y no se hace nada de publicidad de ellos. Es un boca a boca. ¿De verdad que no os había dicho nada de estos libros? ¿O pudiera ser otra de las robadas?
-No. Mira, viene el nombre de la editorial española: “Alma de poeta”. Conozco la editorial. Es pequeña, pero tiene cosas interesantes. El dueño y editor es un engreído, pero tiene gusto. Y odia a Jorge Rios – Olga no pudo evitar reírse. – He coincidido con él en alguna presentación. Si supiera la identidad de su autor estrella …
-¿Será posible que no sepa quién es? Tanto secretismo … ¿Por qué?
-Si lo quiere mantener en secreto, es lo mejor. Las debe tener guardadas en otro sitio. En su nube, parece que no. Ahí parece que solo tiene sus obras oficiales, por llamarlas así.
-Las que tienen su mundo particular.
Olga asintió con la cabeza.
-Está claro que Jorge es un pozo de sorpresas. No acabo de entender por qué publica con otro nombre.
-Para desligarse de la editorial Campero. Me imagino. O para sacar toda esa ingente producción literaria que tiene aparcada. Da igual, porque no tiene compromiso con ellos. Podría publicar la próxima novela en otra editorial. Firma contrato por novela. Nunca quiso atarse a ellos. Y eso, que según tengo entendido, al principio le insistieron mucho. Nando incluso llegó a enfrentarse a él por ello. Fue en lo único que no cedió ante su marido.
Olga se sonrió. Se le había ocurrido una coña y se estaba riendo ella sola.
-Lo que daría por poder contárselo a Dani. Si ya suele mirarlo con desdén cuando se pone a escribir de madrugada, como si tuviera que entregar a su editorial la novela que tiene comprometida al día siguiente, le mira con desdén y le dice:
“Sí, escribe, que como no tienes nada acabado que publicar, corre prisa. Son las cuatro de la madrugada. Cuantas son ¿Quince novelas las que tienes acabadas sin publicar? ¿Cinco mil relatos cortos, la mitad de ellos de ochocientas páginas? ¿Me quieres decir cuando coño vas a poder publicar todo lo que tienes pendiente? No te da con una vida, escritor.”
-Si llega a saber que tiene cuatro novelas más publicadas, y seguro que tiene alguna pendiente. Esta que parece la última es de hace un año.
-Justo en pandemia sí.
-¿Quince novelas? ¿Cinco mil relatos? ¿He oído bien?
-O más. Cada vez te dice una cifra. Pero Dani cree que son muchos más. Y cuidado, muchos relatos son novelas.
-Eso es una barbaridad.
-Ten en cuenta que es lo que le gusta, escribir. Le dedica todo el tiempo que puede. Y para que negarlo, tiene una cierta facilidad. Es capaz de estar más de cinco horas sin dejar de teclear, sin siquiera levantarse para ir al servicio.
-Una cosa más – dijo Ventura – antes de que dejemos los temas laborales y hablemos del tiempo. Hemos descubierto a Guillermo, el hermano del violinista de Javier.
-¿Ah sí?
-Tenemos pasado mañana asientos en un vuelo del FBI a Nueva York. Ya lo he arreglado para que te cubran en el curso.
-Bien. Te toca entonces estudiar su informe.
-Ya lo he hecho.
-Entonces te dejo que me invites esta tarde al cine.
-¿Quieres ir al cine?
-Si me invitas, sí.
-Eso está hecho. Nos da tiempo antes a tomar un helado en una heladería que te va a flipar.
-Me vas a tener que acompañar a correr. Todo esto engorda.
-Cuando volvamos de NY, quedamos a correr. Sin problema. O si quieres, mañana mismo.
-Está todo buenísimo. ¿Te vas a acabar esa costilla?
-¡¡Olga!! ya te has comido mis patatas. No te he dicho nada, pero lo has hecho.
-Es por no dejarla. – Olga puso su mejor gesto de niña buena.
-Come anda. Eres un caso. Siempre haces lo mismo. Por mucha comida que pida.
-¿Me la dejas entonces?
Ventura no pudo evitar una carcajada mientras Olga alargaba el brazo para cogerle el plato.
Jorge Rios”.