Necesito leer tus libros: Capítulo 95.

Capítulo 95.-

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-No, no ha ido a dormir a casa. Espero que se haya quedado en su casa antigua. Sergio se ha ido a París un par de días para hablar con otros músicos. – anunció Carmen. – A lo mejor se ha montado una sesión de sexo por videoconferencia.

-¿Y no será peligroso? – Olga no parecía estar muy contenta con esa noticia. – El padre de Sergio tiene negocios allí. Y muchos contactos. El FBI me está haciendo el favor de investigar un poco.

-Ya ha estado unos días allí y no ha pasado nada. Yo creo que le viene bien recobrar amistades de otros músicos. Y recuerda que habló el otro día con Dídac, aunque no sabemos nada de la conversación. Luego le llamo a Jorge para que se informe con Dídac. Y que lo de que tocara con Nuño el otro día … se ha corrido la voz. Joder, a ver si Jorge nos pasa el vídeo … fue algo … maravilloso. Como … parecía que hubieran tocado toda la vida juntos. Como se miraban y … ya sabían lo que tenía que hacer cada uno. Se me erizaron los vellos de los brazos, te lo juro.

-Joder, me estás poniendo los dientes largos. Luego llamo a Jorge para que me lo mande. ¿Qué tocaron?

-El concierto de violín de Tchaikovsky, luego tocaron algo de Schubert que ya tocó Sergio en “La Bella”, y un par de piezas pequeñas de Vivaldi. Y una de Bach. Lo siento, no me quedé con los nombres.

-Un señor concierto.

-Nadie se movió del restaurante. Biel los miraba con la boca abierta. Hubo una mujer que debe ser muy melómana que se acercó para sacarse una foto con los dos. Le preguntó a Sergio de dónde salía que no lo conocía. A Nuño sí lo conocía.

Carmen hablaba con Olga por teléfono. Había aprovechado el trayecto desde la casa de Javier a la Unidad, para llamar a su amiga y darse novedades.

-Lo raro – dijo ésta – es que nadie grabara la actuación.

-Es una norma no escrita que tiene Biel en su restaurante. Lo que pasa en él, se queda para los que lo han vivido. Por eso Jorge eligió ese restaurante cuando Sergio le propuso cenar. Sabía que iba a controlar la repercusión de lo que allí sucediera. Y que él iba a ser el único que iba a tener las imágenes y el sonido del evento.

-Joder con el escritor. Menudo estratega. Las coge al vuelo, además. Pero me sigue preocupando Sergio en París, con … su padre … con sus contactos …

-Dejamos claro el tema en la visita anterior. Jorge llegó a un acuerdo con la Guevara. Le va a avisar cuando vuelva Patricio Plaza a España. Y si va a París, se enterará. Tiene billete abierto de Air France. Si aparece allí, Jorge estará en unas horas para tener un cambio de impresiones.

-¿Por qué me da que me ocultas algo?

-Porque lo hago.

-Pues dime entonces.

-Cuando acabemos de hacer unas comprobaciones. Van lentas, así que con calma. Y te anunciaré otro gran concierto.

-Joder. ¿Quieres que adelante mi viaje?

-No hace falta que vuelvas. Creo que se va a grabar también. El concierto me refiero. Ya procuraré que te lo envíen. Yo creo que asistiré en primera fila.

-Pero si a ti no te gusta la música clásica. Ahora resulta que con esto de Sergio, a todos os gusta. Te he invitado decenas de veces a conciertos de la ONE o en el Real, y nunca has querido venir.

-Es que no me gusta hacer gala de …

-¡¡Mentirosa!! – el tono de Olga reflejaba que no se creía nada.

-Y además, puede que tengas que hacer algunas visitas más. Y tienes que convencer a Ventura de que se una a nosotros. Ya me ocupo yo de todo. Ya sabes que me he instalado en casa de Javier. Ya llevo un montón de días. Y te lo juro, me están sentando bien. Ayer me quedé dormida con el teléfono apagado. Alucinante. He dormido genial. No sé si fue el whisky de Javier o los bombones. Otros días, si está él, hablamos hasta que se nos cierran los ojos y nos dormimos en el sofá. Aunque mientras ha estado Sergio, está en su piso de antes de morir JoseMari. Mira, estoy entrando en la Unidad. Patricia me ha hecho un gesto con la cabeza. Javier está en su despacho.

-Eso no es vida, Carmen. ¿Dependemos de Sergio para saber que esté bien? Y eso por no decir del ritmo que llevas tú. Ayer estabas derrotada cuando hablamos.

-Por lo menos no se pasa horas sentado en el banco de Galder en el Retiro. Aunque siguen todos en alerta. La Policía Local, la Guardia Civil, todos. Y estos días ha estado como antes. Y yo, después de una noche de buen sueño, estoy renovada. ¿Y tú? Porque mucho preocuparte por mí o por Javier … son tus tres de la madrugada. Estás hablando conmigo. ¿No deberías irte a la cama? Luego te lanzarás mañana a dar tus clases, a ponerte al día del curso de las investigaciones y a buscar por allí a los chicos de Jorge perdidos.

-Pero eso de Javier va y viene. Ya sabes como va eso. Luego vendrá la bajona de nuevo. Y si como me dices, Sergio retoma su carrera musical, eso seguro le lleva a irse a Alemania o a Italia. Y a viajar de concierto en concierto. Como siga así, al final va a acabar compartiendo habitación con Nuño. Y Jorge visitándolos a los dos.

-A lo mejor es lo que buscan ellos.

-Carmen, por Dios. Esto es serio.

-Tranquila Olga. Sé que como no lo ves, te preocupas más. Tranquila. Estamos todos pendientes de él. Tengo mi ropa en el armario de Javier. He renunciado hasta al karaoke y al orujo. Lo he cambiado por acampar en su sofá y leer escuchando música. Eso sí, con un copazo al lado y una caja de bombones. O le digo a Aritz. ¿Prefieres? Sigue teniendo llave de su casa. Por cierto, éste y el resto del equipo que he puesto a seguirlo, se fue a casa, o sea que lo dejó a salvo.

-¿Aritz en su casa? Me parece que no has mirado tus mensajes. Siéntate cuando decidas hacerlo. Y de todas formas, no creo que Aritz … otro que bien baila. Si quieres le digo a Galder, que ese también seguro sigue teniendo las llaves de la casa de Javier.

-No creo que decirle a tu hijo … cuando evita a Javier …

-Pero lo sigue queriendo. Es lo que dices tú de Aritz.

-Lo de tu hijo es distinto.

-Porque vino después. Porque es más reciente. Aritz… espera que le de otra vez una de sus temporadas de … locura.

-Pero lo conoce. Y lo quiere. Lo cuidará. Javier le sigue queriendo también. La prueba es que no le ha quitado las llaves de casa. ¿Sabes algo que yo no?

-No estoy tranquila. Solo eso. Y respecto a lo de saber, estoy a muchos kilómetros. Y sabes, me voy a dormir. Tenías razón antes. Ventura me viene a buscar a las ocho de la mañana. Y el jodido tiene la puta manía de la puntualidad. Ni los atascos le impiden serlo. Es uno de sus defectos.

-Me estas preocupando, Olga. Que tú digas que ser puntual es un defecto … Empiezo a pensar que debería preocuparme por ti y no por Javier.

-Te lo juro, a veces me dan ganas de hacer la maleta y coger el primer avión.

-Tú acaba el curso. Es importante. Debemos fortalecer nuestras relaciones internacionales. Las vamos a necesitar. Y como te he dicho antes, y después del éxito de la visita a Tirso Campero, puede que tengas que hacer más visitas. Descansa anda.

-Por eso no me he vuelto, Carmen. Si no, estaría allí dándole collejas a Javier. Y mandándote a ti al karaoke a que lo des todo cantando y bebiendo orujo.

-Te dejo. Luego si quieres, te llamo y te pongo al día, después de que lea todo lo que tengo pendiente. Jorge además te está buscando a un montón de chicos para que cuides de ellos.

-Jorge puede cuidarlos. Le he visto hacerlo. Si él no accede a su cabeza, a su ánimo, no lo podrá hacer nadie. Y por cierto, gracias por lo del otro día.

-Dijimos que no hablaríamos de ello.

-Ya pero…

-Dani parece que …

-Dani es uno de ellos. Claro que puede entrar en sus mentes. Todos los que han estado en esa red a cargo de Tirso o de Germán, lo pueden hacer. Es su forma de reconocerse y de contarse sin hablar. De apoyarse sin tener que … revivir lo que han pasado.

-Te dejo. Luego seguimos. Hola Rui. Olga te manda saludos.

-Hola Olga. Que envidia me das – saludó el comandante Garrido al móvil de Carmen.

-Hablamos. Dale un beso a Rui. – se despidió Olga.

-Un beso de parte de Olga. – Carmen se estaba guardando el teléfono en el bolsillo.

-¿Qué tal en Quantico? – preguntó el comandante Garrido.

-Liada. Debe estar siendo muy intenso. Pero interesante. Parece que le tienen bastante consideración profesional. Y el jefe de operaciones del FBI parece interesado en conocer nuestra forma de trabajar. A parte del curso se reúnen con frecuencia. Incluso le está enseñando la zona. Está haciendo de guía. Y a parte, pues ya sabes, hace gestiones del caso.

-O sea que ese del FBI le está tirando los tejos.

Carmen se echó a reír.

-Algo de eso debe haber. Olga no lo dice claramente. Pero nos conocemos. Y creo que Mark también está con la mosca detrás de la oreja. Tiene celos.

-Te noto descansada. Parece que esta noche te has retirado completamente de la circulación. Por cierto ¿Has mirado tus wasaps?

-Pues sí, he descansado. Lo necesitaba. Fíjate que dejé a Javier solo. Y de donde venimos … Olga me estaba echando la bronca. No vaya a ser que recaiga. Y no, no he mirado los mensajes. Tengo un ciento, por cierto. Lo mismo me ha dicho Olga. ¿Sabes algo que yo deba saber?

-Creo que Javier anoche no recayó. – dijo en tono jocoso – De eso doy fe. Y …

Patricia le hizo un gesto para que no contara nada. Garrido estaba a punto de echarse a reír a carcajadas. Solo el gesto conminatorio de Patricia le contuvo.

-¿Sabes dónde está Javier? Oye Rui ¿Por qué tengo la sensación de que me ocultas algo? O me estás troleando directamente.

-¡¡Calla comandante!! ¡Déjame a mí! – le previno Patricia. Garrido había hecho un amago de decir algo. Pero por el gesto de su cara, Patricia supo que la iba a tomar el pelo.

El comandante Garrido levantó las manos y sonrió cómplice.

-¿Me dejas ser espectador?

-Largo. – le dijo Patricia sonriendo.

-Me voy, me voy. Ya hablamos para poner en marcha nuestra Unidad conjunta. Tengo unas ganas de empezar a hacer cosas bien juntitos …

-¡¡¡Fuera!!! – le ordenó Patricia no solo de palabra, sino con su brazo extendido apuntando hacia los ascensores.

Carmen se lo quedó mirando extrañada. El comandante había cumplido con la orden de Patricia y se había ido.

-En el despacho. ¿No Patricia? – preguntó Carmen ajena al juego que se traían esos dos.

-No.

La aludida señaló con el dedo hacia arriba.

-Joder, ¿Cómo le has dejado ir …?

-Es el jefe, te recuerdo.

-¡¡Patricia!!

-Se me ha despistado. Bruno lleva una hora buscándolo. Lo acaba de encontrar. De todas formas, después de la nochecita que hemos tenido …

-¿Nochecita? Me estáis troleando todos porque he dormido dos noches como dios manda.

-Que te cuente Javier.

Carmen suspiró desesperada. A lo mejor había sido muy optimista al contarle a Olga. Se giró para ir a buscar el ascensor y subir al último piso. Cuando llegó, Carmen subió el tramo de escaleras que daba acceso a una enorme terraza que había en el tejado. Casi nadie subía allí. Había algunas sillas, un par de mesas ancladas al suelo, hasta un pequeño armario.

Carmen respiró hondo antes de abrir la puerta. Lo hizo decidida, como se esperaba de ella. Aunque tenía un nudo en el estómago de la preocupación de lo que se iba a encontrar. Vio a Javier en una esquina, apoyado en la barandilla, mirando al infinito. Volvió a respirar profundo antes de encaminarse hacia dónde estaba él. Se puso a su lado, aunque no dijo nada. Javier le puso delante un café en vaso de cartón.

-Te estaba esperando. Está como te gusta. Bebe, lo vas a necesitar.

Carmen lo miró desconcertada. Tuvo un impulso de echarse a reír, pero lo domeñó con presteza. No era el momento.

-¿Por qué te haces esto? – preguntó Carmen pegando un trago al café. Intentó que su voz fuera calmada, pero le salió a trompicones y con un matiz a preocupación, incluso a desesperación.

-No puedo hacerme otra cosa.

-¿Eres consciente de lo que nos duele a todos verte así?

-No puedo hacer otra cosa – repitió Javier. – No te preocupes que Sergio no se ha ido al fin del mundo. Vuelve en dos días. Y está a un par de horas de aquí en avión. Estoy bien. Y él está genial desde que fuiste con Jorge a buscarlo a Salamanca. Es verdad que no soy la alegría de la huerta. Pero no estoy tan mal.

-No me resigno. Lo siento. Y no me lo acabo de creer. Hacía siglos que no subías aquí.

-Se está bien. No solo vengo cuando tengo bajona. También vengo a relajarme y lo sabes. Ha sido una noche intensa. Bueno, no exageremos. Dejémoslo en entretenida.

-Perdona, pero no me lo creo. ¿Noche intensa? ¿Entretenida? – Carmen lo miró desconcertada. Iba con su discurso preparado, y apenas había prestado atención a lo que le decía Javier. Y tampoco se había quedado con el comentario de Patricia. Ni con los de Olga y Rui. Se había relajado tanto esa noche que ahora, le costaba poner en marcha su mente.

Javier no dijo nada. Solo se encogió de hombros. La guiñó el ojo y sonrió.

-¿Has descansado? – le preguntó Javier.

-Sí. He dormido como nunca.

-¿En el sofá?

-No estas tú, así que me he ido a la cama.

-¿O sea que tengo yo la culpa de que duermas en el sofá?

-¡Claro! ¿Quién si no? – Carmen lo miraba aliviada. Parecía que se había montado una película ella sola. – Acaba el café y vamos a hablar con los agresores de Álvaro. – le propuso Carmen. – Me imagino que los habrán traído para …

-Ya he hablado antes con ellos.

-¿A eso te referías como a una “noche intensa”?

Carmen se quedó sorprendida por esa observación. Eso quería decir que Javier no había ido a descansar. Al no verlo en casa, se imaginó que se había ido a la otra casa, para llamar tranquilo a Sergio y quizás … decirse tonterías por teléfono. No se le ocurrió que Javier se hubiera quedado toda la noche en la Unidad. Y esa sonrisa irónica que tenía en los labios …

-¿Me lo vas a contar? O me tengo que enfadar.

-Nada, un par de cosillas. Estuve en Concejo hablando con Jorge anoche. Fue una conversación fructífera. De resultas le dije a Aritz que fuera a echar un vistazo a la casa de nuestra víctima Rubén. Y mira por dónde, se encontró con una patrulla de la Local, Susana y Anto. Siguiendo las instrucciones que habías dado, pasaban de ronda por allí. Además, un vecino había llamado preocupado por unos merodeadores. Susana y Anto le dijeron a Aritz que ver, no habían visto a nadie, pero que …

-Joder, otros dos que tienen pálpitos.

-Tres, porque Aritz no dudó. Ellos llamaron a una patrulla que fuera en apoyo y los tres fueron a casa de Rubén. Resumiendo, el pálpito era certero. Tres individuos andaban por allí con malas intenciones. Aritz y sus compañeros lograron reducirlos, eso sí, a tiros.

-¿A tiros? – a Carmen casi se le cae el café.

-Pero tranquila, Aritz apretó el botón de ayuda. Y la caballería apareció a velocidad del rayo. Los malos intentaron entrar en una casa para coger rehenes pero Aritz, Susana y Antonio lo evitaron. Aritz tuvo mucha suerte porque resbaló y se hizo daño en una rodilla, lo que le salvó de un tiro certero a su cabeza. Ha pasado la noche durmiendo en el hospital. El que no tuvo suerte es uno de los vecinos. Intentaron entrar en su casa para resguardarse. Se pusieron nerviosos porque Aritz y el resto avanzaban y dispararon a través de la puerta. Le … dieron en toda la cabeza. Murió al instante. Jose lo corroboró al meter una cámara a través del agujero de la bala.

Carmen lo miraba con la boca abierta.

-Un tipo salió corriendo del hospital de Rubén cuando sus vigilantes reforzados fueron a sacarle una foto. Dejó en su huida una jeringuilla con Pentotal.

-¿Y no me has llamado?

-Necesitabas descansar y relajarte.

-Y tú no te jode.

-Hoy te dejo a ti.

-¿Algo más?

-Uno de los músicos de Burgos mandó un mensaje de Fernando pidiendo ayuda.

-Necesito otro café.

Javier sonrió y sacó otro vaso que tenía escondido.

-Eres un cabrón con pintas. Cuenta.

-Luego. Es largo. Álvaro Cernés. Ahora es lo urgente. Va a venir en un rato.

-¿Y? No te quedes así … como te gusta mortificarme, cabrón. ¿Qué te han dicho esos … matones de tres al cuarto?

-¿Quieres la versión A o la versión B? Aunque a mí me gusta más la D. Hasta la versión N tenemos dónde elegir.

-Si me las ahorras todas y me cuentas directamente lo que crees …

-No podemos probarlo.

-O sea que estos gilipollas se van a comer el marrón ellos solitos.

-Les han pagado bien. Eso lo vamos acreditando. Y posiblemente … tenemos llamadas entre ellos, mensajes que están en proceso de recuperación, mensajes con los que creemos que son las mentes pensantes y odiantes … y unos mensaje intimidatorios que mandaron a otros … clientes.

-Dime anda.

-Álvaro atravesaba un momento delicado económicamente. Pidió prestado a “un amigo” un dinero. Un amigo que parece ser, siempre se ofrecía para momentos de dificultad. No debía ser la primera vez que Álvaro recurría a él, pero en menor escala y con otras circunstancias de trabajo. Álvaro parece que siempre ha querido correr demasiado. Comprar el coche antes de tiempo, lo último en tecnología, un casoplón del copón en pleno barrio Salamanca … imagina que es el doble de la casa de Jorge. El doble. La de Jorge debe tener algo menos de doscientos metros, la de Álvaro anda por los cuatrocientos sesenta. Y amueblada a la última, con muebles de diseño. Esta vez, el amigo, no tardó en reclamárselo con urgencia. Le dio igual la pandemia, los cierres, todo.

-Las otras veces había sido de … tanteo, para que cogiera confianza.

-Exacto. A parte de ser mucho menos dinero.

-Cosa, lo de reclamárselo, que le había dicho que no se iba a producir. Al dejárselo le diría que no había prisa, que tal … que no necesitaba el dinero … ¿Le cobra intereses?

-Sí. Un quince.

-¿Cómo has sabido todo eso?

-Porque entre los llamados de estos dos gilipollas, hemos tenido suerte y hemos encontrado a uno que era el siguiente en la lista de “Te vas a arrepentir de no hacerme caso y pagarme a tiempo”. He estado un buen rato hablando esta noche con él. Uno de esos tipos, mandó un mensaje a unos cuantos teléfonos con la foto del portal de Álvaro, para anunciarles que éste iba a pasar una buena temporada en el hospital después de su visita, por no plegarse a los deseos de la organización. Uno de ellos nos llamó directamente porque Carmelo le ha comentado alguna vez que somos de fiar. Ha venido a hablar conmigo, después de volver de A Coruña, donde estaba con una obra de teatro. Hemos acabado hace nada. Aunque la mayor parte de la entrevista la han llevado Ramón y Pedro. Yo estaba a mil cosas.

-¿También actor? Éste sí, claro. ¿El otro también?

-Sí. Nuestro mamporrero y prestamista se mueve en esos ambientes. Todos son actores, la mayoría jóvenes. A los que les han vendido la moto de que deben ser los más guays, estar a la última, llevar un fajo de billetes en el bolsillo para gastar … para así triunfar.

-Me imagino. Porque si no, hubiera recurrido a Carmelo o a otros muchos amigos que tiene. Me lo ha comentado alguna vez Jorge.

-Pero no quería que se enteraran. Sus amigos de verdad. Quería seguir dando la imagen de un tipo feliz, con sus amores fallidos, buen compañero, un tipo sin mochilas de las que los amigos y conocidos quisieran huir. Eso nos ha contado esta otra víctima.

-¿Conocemos a este actor?

-Sí. Es Rodrigo Encinar. Es del grupo de Carmelo. Ha trabajado mucho con él. De hecho, Carmelo suele recomendarlo. Me lo ha confirmado Jorge cuando he estado con él. No ha hecho grandes papeles, pero trabajo no le falta. Es un caso casi calcado al de Álvaro. Antes que preguntes, este Rodrigo y Álvaro son amigos. También sabemos que no son los únicos casos. Rodrigo nos va a hacer el favor de buscar más. Cree que sabe de dos más. No son del grupo de allegados a Carmelo. Y está el otro que ha llamado, nos ha contado, pero sin decir su identidad. Espero que recapacite y que se avenga a declarar oficialmente. Le he dejado nuestros teléfonos.

-¿Y el siguiente paso a pedir la pasta con urgencia?

-Ofrecer una salida. El palo y la zanahoria. Mira que bueno soy que te he buscado una forma de que pagues. – esta última frase la dijo Javier con toda la carga irónica que fue capaz de darle a su entonación. – Les propuso trabajar de acompañante para pagar. El cincuenta para cada parte, hasta que se saldara la deuda. Con Rodrigo al menos fue claro: su caché se multiplicaba por tres si se acostaba con los clientes.

-¿Aceptaron?

Javier se quedó mirando a Carmen.

-Por eso la pantomima del Only You de Barquillo. Jorge se dio cuenta. Y Carmelo y él decidieron intervenir para sacarle de esa. Entonces esos rumores que nos llegaron …

-No eran infundados. De todas formas Jorge ya me lo dejó entrever. Está convencido de que lo ha hecho. Entre otras cosas porque se ha corrido el rumor. A Roberta Flack, la periodista, se lo han contado por tres fuentes distintas. El otro, Rodrigo, no aceptó lo de prostituirse. A parte es mucho menos conocido que Álvaro. Sus tarifas eran ridículas.

-¿De cuanto dinero estábamos hablando?

-Rodrigo le debe unos seis mil euros.

-¿Cómo arreglaron Jorge y Carmelo lo de Álvaro?

-Lo hicieron de forma radical. Pagaron la deuda. Toda. Algo más de cincuenta mil euros. Perdón, algo más de ciento cincuenta mil euros. Desde una cuenta de Carmelo. Até cabos y Tere miró las cuentas de Carmelo en el día del Only You.

-¡Hostia! Ciento Cincuenta mil – Carmen se esperaba una cifra parecida a la de Rodrigo Encinar.

-Eso jodió al prestamista que lo que siempre había querido era tener a Álvaro en un puño. Iba a ganar diez veces más si Álvaro se prostituía. Y lo controlaría … según se ha enterado ese Rodrigo: hay un proyecto que tiene firmado Álvaro y que cuando se aproxime el momento, lo anularán. Álvaro que contaría con unos ingresos se verá …

-Ya. Y con poco tiempo para encontrar otro proyecto. Tres meses de parón. Más deuda. Más citas. ¿Lo ha hecho? Prostituirse, digo.

Javier hizo un gesto de duda con la mano. Aunque a Carmen le dio la impresión de que Javier pensaba que sí lo había hecho. Y su creencia estaba segura que estaba basada sobre todo, en la impresión de Jorge. Y si el escritor pensaba eso …

-Todo eso del préstamo saldado, se ha juntado con que a Álvaro le han ofrecido una campaña publicitaria bien pagada. Ha sido de un día para otro. Al día siguiente de la grabación del Pasapalabra. Esa campaña está gafada. Lo que nos contaba ayer Jorge por mensaje. Primero, el modelo contratado, coge covid y está hasta hospitalizado. Luego, se lo ofrecen a Elfo no sé qué. Éste se da cuenta que la cosa urge. Se cree poderoso y un par de días antes, pide el doble. Le dicen que no. Se lo ofrecen a Álvaro entre otros muchos actores. Pero la representante de Álvaro está más ágil y éste se queda la campaña.

-Elfo y el prestamista son la misma persona. – sugirió Carmen.

-No. Son amigos. Y para terminar de cerrar el círculo, tienen un poco de inquina hacia Carmelo y Jorge. Han participado en la creación de alguno de los bulos de estos días. Y eso creo que lo acabaremos pudiendo probar. No solo ellos, sino un grupo … de resentidos. Casualmente todos metidos en esa especie de mafia para estafar a estos actores jóvenes y emergentes. Y … todos con el mismo representante.

-Gregorio Badía, como si lo viera. Vamos a tener que dar la razón a la Guevara. Y ya me jode, no te creas.

-También hablé ayer de ese tema con Jorge.

-¿Has citado a Álvaro para …?

-Sí. Cuando acabe de rodar la campaña, Kevin y Yeray lo traerán aquí. Yeray me ha mandado un mensaje hace un rato que no faltará mucho. Aunque no es indispensable que venga. Bruno ha encontrado cámaras que grabaron todo. Se dejaron abierta la puerta y el vecino tiene cámara en el descansillo. Ilegal, pero la tiene. Y a parte, Álvaro también tiene un sistema de grabación al que no hace mucho caso, pero que funciona. Es uno de esos gastos en el que le hicieron incurrir, y mira por dónde, ahora se les ha venido en contra.

Sonó el teléfono de Javier. Era Patricia.

-Ha llegado Willy Camino. Viene con séquito. Su representante que es el que lleva la voz cantante, no hace más que quejarse y amenazarnos.

-Ahora bajamos. Ofréceles una tila.

-Ya lo he hecho, pero se han enfadado. Yo creo que son más de café.

-¿Qué excusa le has dado para … para citarlo? – preguntó Carmen.

-Pedirle ayuda. Uno de los asaltantes de Álvaro le ha llamado quince veces en los últimos dos días.

-Se van – anunció Patricia. – Van a denunciarnos.

-Entretenlos cinco minutos. – le pidió Javier.

Javier se sonrió.

-Vamos. – le dijo a Carmen. – Sube el telón: vamos a hacer un poco de comedia.

Se los encontraron a la salida del ascensor. Javier directamente se dirigió al actor, obviando tanto al abogado como al representante y a sus ayudantes.

-Soy un gran admirador de su trabajo, D. Guillermo.

Javier le tendía la mano para estrechársela. El actor le miraba sorprendido. No sabía que hacer. Miraba a su representante que se puso en medio.

-Esto se ha acabado. Esto es denigrante, que nos reciba el becario. ¿Cuándo ha salido de la academia? ¿El martes a la tarde?

Javier sonrió.

-En realidad fue un viernes. De hace unos años. No quiero ni pensar cuantos. Me hace viejo.

-Vámonos Willy. Nos están tomando el pelo.

-Sepa que vamos a denunciar a la Unidad por acoso. – anunció el abogado. – Díganselo a sus jefes. Me imagino que no estarán contentos con su forma de actuar.

Javier levantó las cejas.

-¿Acoso? ¿Quién les ha acosado? Hemos llamado al señor Camino a que nos ayude a resolver un caso en el que estamos trabajando. Le hemos pedido que nos ayuden con una investigación. Y para ello nos gustaría que nos respondiera a unas preguntas. Nada más. ¿Eso es acosar? No lo entiendo la verdad.

-Si usted se piensa que esas gestiones se pueden hacer a las doce de la noche …

-El Sr. Camino no estaba durmiendo. No le despertamos ni creo que le molestáramos. Le dejamos elegir el momento para venir a su conveniencia.

El séquito de Willy Camino entró en el ascensor sin más comentario. Javier se los quedó mirando mientras se cerraba las puertas.

-Estos tenía ya el discurso aprendido. Discurso de víctimas. – apuntó Carmen.

-Vamos. – urgió Javier.

Javier y Carmen bajaron corriendo por las escaleras. Cuando el ascensor llegó al vestíbulo, ya estaban ellos allí. Saludaban a Álvaro que acababa de llegar.

-¿Todo bien? – le saludó Javier estrechándole la mano. – Jorge nos comentó antes de anoche que estabas bien físicamente pero afectado.

Willy se quedó pasmado al encontrarse de nuevo a Javier y Carmen y más al ver a Álvaro.

-¿Cómo estás? – preguntó rápidamente – Siento lo de la otra noche. Cuando me lo contaron no me lo creía. Al menos veo que no tienes heridas visibles. Hubiera sido un desastre si no hubieras podido empezar mañana tu publicidad.

Willy ni siquiera miró a los policías. Se acercó a Álvaro y le puso la mano en el hombro. Hizo un amago de abrazarse pero algo en la forma de estar de su amigo le hizo arrepentirse. No parecía muy proclive a ese tipo de cercanía.

-¿Y como lo sabes? – le preguntó Álvaro muy serio.

-Lo sabe todo el mundo. – respondió Willy en tono sorprendido. – Claro que habrás pasado la noche en el hospital … pues me habían dicho que tenías la cara rajada … – fue a ponerle la mano en el mentón para verle la mejilla mejor, pero Álvaro se la apartó de un manotazo.

-No lo sabe nadie. – dijo Álvaro en tono seco y serio. – Y como ves, no tengo la cara rajada. Acabo de terminar la publicidad que tenía contratada.

-Pero si está en la prensa y en internet. Y ese trabajo ¿No era mañana?

-Era mañana si lo hacía Elfo. Y no hay nada en internet y menos en la prensa.

-Claro que lo está. Lo sabe todo el mundo.

-No lo está – dijo rotunda Carmen, interviniendo por primera vez. – No se ha publicado nada respecto a la agresión a Álvaro Cernés hace dos noches. Y menos que sus agresores intentaran marcarle la cara.

-Me lo diría Arón o Ester. Estoy confuso.

-No lo saben – le dijo Álvaro. – Te repito: no lo sabe nadie. Solo la policía.

A Álvaro no le pareció oportuno decirles que los únicos que lo sabían eran Jorge, Carmelo y Martín.

-Vámonos. – dijo el representante que se había dado cuenta que su representado se había columpiado.

Kevin y Yeray se pusieron en medio.

-Creo que será mejor que subas de nuevo Willy. A estas alturas tienes dos formas de hacerlo. Para declarar o detenido. Elige. – Kevin fue contundente en su propuesta. Su cara no era amigable.

-Esto es un abuso – empezó a decir el abogado. – Esto … voy …

Javier ni siquiera miró a nadie que no fuera Willy. El representante fue a decir algo, pero un gesto autoritario de Javier le hizo desistir. Y otro gesto a Yeray hizo que éste diera un paso adelante y se pusiera en frente del actor.

-Guillermo Camino, quedas detenido. – empezó a decir Yeray – Se te acusa de agresión en la persona de Álvaro Cernés, de ejercer la actividad de intermediación financiera sin autorización, por usura, instigación a la prostitución. También se te acusa de asociación con ánimo de delinquir.

-Se te acusa también de propiciar amenazas de muerte en medios digitales en las personas de Daniel Morán y Jorge Rios. – siguió diciendo Kevin. – Por favor, date la vuelta.

-Esto es innecesario. – protestó el abogado.

-Lo dicta el protocolo, que usted conoce como no puede ser de otra forma. – le recordó Carmen.

-¿Y ustedes quienes coño son? Voy a llamar a sus superiores y…

-Mi compañero es el inspector Yeray Losada. Apunte bien el nombre. Yo soy el inspector Kevin Kosquera. El mío también, apúntelo grande. Kosquera con “K” y luego “q”.

Señaló a Carmen.

-Es la comisaria jefa Carmen Polana. Es la subjefa de la Unidad. Y él es el jefe de la Unidad Especial de Investigación el comisario jefe Javier Marcos.

-¿Esto es una cámara oculta? – dijo el represente – Usted no es ese comisario. Si es un crío.

Javier sonrió. Sacó su acreditación y se la mostró.

-No te preocupes que te saco en un momento. – Su representante tomó la iniciativa – Hago un par de llamadas y todos estos se van a cagar. Van a acabar dirigiendo el tráfico en Cornudilla de la Viruela.

Yeray le agarró del brazo para apartarle de Willy.

-Usted no tiene nada que hacer aquí. – le dijo Carmen con voz gélida. – Pepe – llamó a uno de los policías que estaban en la puerta – acompaña a estos señores a la salida.

-Esto es un atropello …

Yeray sin más, agarró al actor y lo metió en el ascensor. Kevin entró con él.

-Te juro que eres hombre muerto – amenazó Willy a Álvaro. – Eres una puta chivata. Eres tan marica y desgraciada como esas divas a las que te juntas. Te vas a arrepentir. Hijo de la gran puta. Estás muerto, hijo de puta.

-Mira por donde ya tenemos a otra víctima de los delitos de prestamista. Gracias Willy. – le dijo Javier sonriendo. – Él no ha sido el que nos ha contado de tus actividades.

-Te lo juro que como sea cierto, no vas a trabajar … – el representante de Willy empezó a amenazar a Álvaro.

-Mira Goyo. – Álvaro se había cansado de poner la otra mejilla – Mejor estás callado. Ya me estás hinchando los cojones. Felisa me ha dicho esta mañana que te dijera que tengas cuidado. La paciencia de muchos se está agotando. Como me vuelvas a amenazar, el siguiente que sube en el ascensor esposado vas a ser tu y tus ayudantes. Y como hayas tenido algo que ver con la agresión de la otra noche, se te van a acabar todos los negocios de golpe.

-No amenaces. Dinos y le detenemos también – le propuso Carmen.

Álvaro y el representante se miraban a la cara con gesto adusto. Álvaro estaba excitado. Respiraba muy rápido y estaba congestionado. Carmen pensó durante un momento que le estaba dando un ataque de ansiedad.

-Te pierden tus amistades. No seré yo pero otro lo hará. Eres hombre muerto.

-Gregorio Badía. Queda detenido por proferir amenazas de muerte. Hay que ser idiota.

Carmen fue hacia él. El hombre le apartó la mano con brusquedad. Intentó agredir a la comisaria. Pero mientras lo intentaba, acabó en el suelo con la rodilla izquierda de la comisaria puesta sobre su espalda y sus muñecas esposadas. Fue una acción rápida y contundente.

-Añadamos el delito de atentado. – dijo Carmen enfadada.

Álvaro se le notaba nervioso. Alterado. Javier se acercó a él y le puso la mano en el hombro mientras le miraba a los ojos.

-Tranquilo. Son unos bocazas. No tienen esa capacidad.

-Si les investigan bien, descubrirán que …

-¿Qué tal si vamos al bar de la esquina y me cuentas con calma? ¿Quieres que llame a alguien para que te acompañe?

-No, no. No quiero molestar a nadie.

El abogado al final había conseguido la libertad condicional de Willy. Éste recogía sus efectos personales antes de salir a la calle por primera vez en dos semanas. Aquella mañana en la que fue con chulería al requerimiento de la policía para declarar sobre su relación con un delincuente detenido la tarde anterior.

Todavía no se había podido acostumbrar a que toda su vida se hubiera derrumbado a su alrededor. Cuando su abogado le contó que no había sido Álvaro el que le había denunciado por los préstamos y la prostitución, se quedó helado. Y cuando le dijo que cinco personas más habían declarado en su contra hasta el momento, se quedó sin habla. Hasta ese momento, estaba seguro que lo tenía todo controlado.

Enseguida empezó a pergeñar un plan para revertir la situación. Esos idiotas que se habían aventurado a hablar de sus actividades se iban a arrepentir. Les iba a destruir. Primero, su prestigio. No iban a encontrar trabajo en el cine o la televisión ni en Perú. Y ya buscaría la fórmula para que todos ellos sufrieran algún que otro accidente. Lo mínimo iba a ser las piernas partidas. El primero iba a ser Álvaro.

Que nadie de su círculo se iba a atrever a hablar, era una creencia firme en su proceder. Su chulería le había podido. Su representante tampoco corrió muy buena suerte. Amenazar de muerte a Álvaro delante de dos comisarios y varios policías más, con cámaras grabando la conversación desde varios ángulos, no había sido una buena idea. Y menos, creerse tan poderoso que podía enfrentarse físicamente a una comisaria jefa sin consecuencias. De ahí, la policía fue tirando y al final, el negocio de prostitución de actores y actrices que tenían montado acabó saliendo a la luz. Era el socio necesario de Willy, que al final, solo hacía las veces de captador.

La venganza estaba en el horizonte de ambos. Y eso iba a suceder. Álvaro tenía los días contados. No podría llegar a Carmelo del Rio y a Jorge Rios, pero a Álvaro sí. Eran los verdaderos culpables de todo. Esos inútiles, chulos, prepotentes.

A la salida de la cárcel, Willy se montó en un taxi que acababa de dejar a otro cliente en la puerta de la prisión. Dio la dirección de su casa. Su cabeza no hacía más que organizar planes para destruir a esos dos y a sus amigos. Nadie iba a querer acercarse a ellos. Les iba a meter a todos el miedo en el cuerpo. Con que a dos de ellos les partieran la cara en condiciones al salir de alguna fiesta, el resto pondría distancia con Carmelo, Jorge, Álvaro y su camarilla. Se iban a encontrar solos.

Miró por la ventanilla del coche. De repente, empezó a preocuparse. No sabía donde estaba. En todo caso no era el camino de su casa.

-Oye tú, creo que te ha equivocado. ¿Estás borracho o eres idiota? Te he dicho que me llevaras a la c/ del Delirio. Eso está en Chamartín… ¡Hijo de puta! Me quieres cobrar el doble.

Después de ese insulto, sintió por primera vez el puño del taxista en el rostro. Intentó volver a decir algo, pero un segundo puñetazo dado sin apenas girarse le convenció para callarse y quedarse quieto. Cinco minutos más tarde, el taxista había parado en un almacén vacío. Le sacó a rastras del coche. Le puso en medio de una sala vacía. Le dio una patada en el estómago para convencerlo de que no hiciera bobadas. Acercó una silla vieja y desvencijada de oficina. De las seis ruedas que tenía en sus mejores tiempos, le quedaban cuatro. Suficientes, pensó el taxista. Levantó a Willy y lo sentó. Luego le ató los brazos y las piernas a la silla.

-¿Te suena? Creo que rodaste aquí tu escena más memorable en el cine.

La voz de ese hombre era muy delicada. Apenas un susurro. Pero solo escucharla, a Willy se le encogieron los testículos y su pene se le hizo muy, muy pequeño.

-A lo mejor fue esta misma silla a la que te ataron. Lo único que yo no soy Diego Martín. Y que las hostias que te voy a dar no van a ser de pega.

Para que no tuviera dudas, le soltó un golpe con el dorso de la mano, que le hizo sangrar de la nariz.

-Apostaría a que eso que sale de tu nariz no es lo que sea que se utilice en los rodajes para simular la sangre. Parece sangre de verdad. – se burló el taxista.

-No tengo dinero. ¿Qué quieres?

-Tenemos un problema. Tú y yo. A ver como lo solucionamos. Te has metido con amigos míos. Les has amenazado de muerte.

-Yo no he sido …

-Tanto da ese que tú. La verdad no me esperaba que fueras un cobarde. Echar la culpa a otros de tus … acciones. Tus compañeros en la trena dicen que no has dejado de contar a todo el que te quisiera oír lo que ibas a hacer con algunos … amigos míos. Si te referías a tu representante, en lo de escurrir el bulto, luego si quieres le vas a ver al hospital. A lo mejor os pueden poner en camas adosadas. ¡Huy! No. Que ahora con eso del covid no se puede compartir habitación … lástima.

El hombre volvió a golpear con el puño la cara del actor.

-Así la próxima vez que actúes sabes mejor lo que se siente cuando te dan de hostias en la cara. Al menos yo no voy a rajártela. Eso suponiendo que vuelva a contratarte nadie. Pero tu plan B, el prostituirte, eso te lo voy a permitir.

-Yo no soy de esos.

Los siguientes puñetazos fueron dados con más ganas si cabe. Willy sangraba ya por la cejas y tenía un corte que le atravesaba la mejilla, seguramente producido por un anillo que llevaba el hombre en su mano izquierda. En su cara se mezclaban la sangre y las lágrimas. Hacía un rato que había empezado a sollozar sin poder controlarlo. Con el siguiente puñetazo, se orinó encima. Cada vez que ese hombre abría la boca, su grado de terror aumentaba exponencialmente.

El hombre se acercó al chico y le cogió la cara con las manos. Puso su boca al lado de su oído izquierdo.

-Mira Willy. Vas a procurar que a mi amigo Álvaro Cernés no le pase nada. Hasta si coge catarro te haré responsable. O si se tuerce un tobillo haciendo footing. Y mejor será que no me entere de que circulan por ahí amenazas contra su persona. O rumores sobre las actividades que le obligaste a realizar para pagarte. Si eso pasa, la próxima vez este anillo que llevo en esta mano, se encargará de rajarte a tiras la piel de tu cuerpo. No te va a reconocer ni tu puta madre.

Willy lloraba desesperado. Estaba aterrado. El hombre levantó la mano para rascarse la oreja. Willy pensó que le iba a golpear de nuevo y gritó desesperado. El hombre se sonrió.

-¿Por qué luego los que vais de chulos por la vida sois unos putos cobardes? Repíteme las instrucciones que te he dado.

Willy entre sollozos le repitió lo de que a Álvaro no le podía pasar nada.

-Si le pasa algo, eres hombre muerto. Y tu novia también. Si es que tienes novia todavía, que lo dudo. Y tu representante también será hombre muerto. Aunque eso ya lo sabe él.

El hombre le dio un par de palmadas en la cara. Le sonrió. Se dio la vuelta y empezó a caminar alejándose.

-Cuida tu alimentación. – le dijo llevándose el dedo a la nariz – Tu mierda no huele muy sana. Creo que tienes problemas de nutrición, seguro.

-¿No me vas a soltar? ¡Eh! ¡¡Eh!!! Cabrón hijo de puta. No me dejes aquí atado. ¡¡Hijo de la gran puta!!!!

Jorge Rios”

Necesito leer tus libros: Capítulo 94.

Capítulo 94.-

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Una luz cegadora rompió la negrura de la noche. Unas milésimas de segundo después, el sonido de la deflagración de los explosivos fue sordo y seco. El coche en el que debería haber ido Jorge, salió despedido hacia el otro lado de la carretera. El coche que lo seguía también fue afectado por la onda expansiva. Empezó a dar vueltas sobre si mismo hasta acabar estrellado contra un árbol. El hombre que lo había activado se guardó el teléfono y le hizo un gesto a la mujer para salir corriendo del escenario.

La explosión había tenido lugar a unos doscientos metros del lugar en el que estaban. El primer coche había seguido su rumbo como si nada. Era claro que el guía del mismo no se había percatado del hecho, o pensó en todo caso que así ganaría el juego. Pero al cabo de medio kilómetro, acabó deteniendo el coche y apartándolo de la calzada. De haber ido ocupados por personas, en el coche de Jorge con toda seguridad, hubieran perecido todos los ocupantes. En el tercer coche, fácilmente y con un gran tanto por ciento de posibilidades a favor, las personas que ocupaban el lado derecho hubieran acabado muertas. El resto, como mínimo, hubiera sufrido lesiones de gravedad, con gran probabilidad de que esas heridas fueran de por vida.

Los GAR que iban con Romanes salieron de sus resguardos y persiguieron a la pareja. El primero que cayó por un dardo paralizante fue el hombre. La mujer se detuvo sorprendida a ayudar a su compañero, pensando que se habría tropezado. Entonces, ella recibió un segundo dardo que la hizo desplomarse al momento. Los guardias se acercaron rápidamente.

-¡Arma! – gritó alguien que debía pertenecer al otro comando de los GAR que había enviado Garrido, una vez vista la situación. Tres disparos de pistola sonaron en ese momento. Los GAR del segundo comando se ocuparon de perseguir por el monte a esa tercera persona a la que no habían detectado. El primer comando se preocupó de asegurar la posición de Romanes mientras ejecutaba la misión que le habían encomendado. Cuatro agentes se ocuparon de esposar y registrar a las dos personas que yacían en el suelo.

El helicóptero que había enviado Javier, que hasta entonces se había mantenido a gran altura, bajó hasta casi volar sobre la copa de los árboles. Encendió el foco que llevaba en el morro y empezó a rastrear el monte en busca de la persona huida.

Romanes y dos comandos de los GAR empezaron a recorrer los alrededores para encontrar esa antena móvil portátil y que entroncaba con un cable de fibra que daba servicio de datos a la finca. De esa forma habían conseguido que no detectaran sus sensores ninguna actividad en ese sentido. Todo el sistema de transmisión de datos se ejecutaba con fibra.

-Iker, aquí.

Uno de los comandos levantó la mano para llamar su atención. Romanes corrió hacia allí con sus útiles de trabajo. Acopló rápidamente la antena propia que portaba él que se conectaba con el satélite más próximo. Utilizaba una frecuencia especial que los inhibidores no anularían. Enchufó su portátil al sistema y comprobó que funcionaba. Entonces envió un pequeño impulso magnético por la línea.

Mientras, unidades de las GRS habían salido de sus lugares de espera y rodeaban los coches de la caravana de Jorge. Otras unidades ya habían cerrado antes la carretera por ambos extremos. Eso evitó que hubiera posibles víctimas colaterales en esa operación. Otras unidades rurales, incluido el SEPRONA, que conocía mejor que nadie esos montes, se habían encargado de vigilar y asegurar los distintos caminos rurales y sendas, deteniendo a quien pretendiera acercarse al lugar de los hechos. Alguno de los que pararon para ser identificados, pasaron luego la noche en el cuartel correspondiente, acusados de caza furtiva y de otros delitos contra la naturaleza. Hasta consiguieron detener a una pareja que aprovechaba las noches para ir a una plantación de marihuana que tenían en medio de la nada.

Tanto los miembros de la policía científica como los especialistas en explosivos de la Guardia Civil estaban en camino. Tenían un arduo trabajo para estudiar el escenario de esa operación, los explosivos empleados y la capacidad de hacer daño que tenían. Aunque la misión más urgente que tenían los componentes de la unidad del CEDEX era asegurarse de que no había peligro para los efectivos que trabajarían en el escenario ni para ninguna persona que pudiera posteriormente pasar por el lugar. Deberían asegurarse de que no había explosivos que no hubieran deflagrado o que hubiera una segunda trampa para quien se acercara después.

En el otro frente, en la finca, la actividad era también frenética. Los drones habían levantado el vuelo de nuevo para buscar esas cámaras que había anunciado Aitor. Los comandos de los GAR que estaban en el interior, empezaron un registro sistemático y cuidadoso de los dos edificios de que constaba la finca. Sus órdenes eran encontrar posibles ubicaciones para tener escondidos a los chicos y que pudieran ocultar el calor de sus cuerpos, de estar vivos. Fueron comunicando esos descubrimientos y Aitor se encargó de hacer unas averiguaciones previas. De siete posibles escondrijos, Aitor acabó por descartar cuatro.

Aitor entonces, decidió enviar la bengala a Romanes. Este al sentirla en sus dispositivos, ordenó activar los inhibidores de frecuencia y desenganchó la antena portátil de los malhechores. Garrido ordenó lo mismo por su lado de la finca.

Aitor en el tiempo que había sucedido todo, había tomado completamente el control del sistema de la hacienda. Había detectado un plan B, que también había desactivado. Llamó entonces a Fernando.

-Podéis entrar sin peligro. Está todo desactivado. También las trampas que has visto. Os voy a encender las luces de los tres sitios donde pueden estar esos chicos. Creo que en dos de ellos, hay alguien. En el tercero, no lo tengo claro. Tened cuidado de todas formas por si hay alguna trampa mecánica. Repito, cuidado con las trampas mecánicas. El resto de trampas y festivales que habían preparado, que dependían del programa informático, estás desactivadas.

-¿Nos confirmas que hay alguien?

Aitor suspiró.

-Sí. Ya he pedido ambulancias. Van en camino dos helicópteros medicalizados. Son tres estancias alargadas. Lo que vais a ver es … denigrante, pero sería conveniente que los agentes encargados de documentar con vídeos y fotos las operaciones, no se ofusquen y lo graben todo. Despacio y con detalle. Sin pensar en lo que están viendo. Luego os mando una ubicación IP para pedir al juez lo que hay en el sistema de grabación que hay allí.

-¿Tan grave es? – dijo Garrido preocupado.

-Os dejo.

Fernando resopló mientras guardaba el teléfono.

Se encendió una luz en el primer edificio, en la primera planta. Garrido y Fernando se miraron. Fueron a salir hacia allí, pero a Fernando se le ocurrió coger los dos escudos que habían dejado como indicativo de dónde estaba las trampas. Garrido al verlo se dio la vuelta y miró al jefe del comando de los GAR, que ordenó a sus compañeros que hicieran lo mismo. Garrido le cogió a Fernando el que le tendía.

Fueron directos y a paso rápido. Tanto Garrido como Fernando habían entendido de lo dicho por Aitor que esos chicos estaba vivos pero en un estado lamentable.

-Campa, no pierdas detalle, por favor. Veas lo que veas. No pienses. Graba. Despacio. No analices. Profesional grabando cada detalle. Cada huella, herida, lo que haya. No pienses en la víctima. Ya habrá tiempo luego.

Dos miembros del GAR llegaron con un ariete a la primera puerta. Les costó conseguir abrirla. La cerradura era de seguridad con tres puntos de anclaje. La puerta tenía varias capas de distintos materiales. De unos veinte centímetros de grosor. Otros dos agentes entraron una vez que sus compañeros consiguieron tirarla abajo. Se quedaron parados. No podían apartar la mirada de lo que veían al fondo.

-Campa, entra y graba. No penséis en lo que han hecho al chico. Pensad en lo que nos pueden haber preparado y en preservar los indicios, rastros y pruebas que nos lleven a detener a … los culpables. Y sobre todo pensad en salvar a ese pobre, en ayudarlo.

El aludido entró y se puso en medio de la estancia. Otros dos compañeros entraron y corrieron al fondo. Lo mismo hicieron Fernando y Garrido en cuanto entraron.

En el fondo de la estancia estaba uno de esos chicos, desnudo, colgado de piernas y manos por cuerdas que lo sostenían en cruz. Su cuerpo estaba completamente surcado por decenas de marcas de latigazos. Pero lo que hizo vomitar a uno de los guardias civiles, fue ver el arco de un violín atravesando el pómulo izquierdo. El joven había hecho sus necesidades físicas encima, posiblemente debido al terror y al dolor que todos esos castigos le habían producido.

-Esperad, os ayudo – dijo el comandante.

Dos de sus hombres intentaban cortar las cuerdas que sujetaban al chico. Uno de ellos lo había rodeado con sus brazos y lo sujetaba, para evitar que al soltarse se cayera al suelo. Otro compañero había conseguido cortar ya una de las cuerdas de las piernas.

-¡¡Joder!!¡¡¡Cuidado!!!

Fernando se lanzó hacia el comandante y un agente y les empujó a la vez que colocaba el escudo para protegerse él mismo y proteger al chico. Al cortar la cuerda, un mazo que estaba sujeto a una palanca, se soltó e iba directo a machacar la cabeza que encontrara. En un primer momento era la del comandante y ese agente de los GAR. Luego, y también en su origen, el objetivo era el chico. El mazo eran tan pesado y la palanca era tan potente, que rompió el soporte de la estructura en la que estaba colgado el joven. Gracias a que el otro guardia lo había abrazado. Si no hubiera acabado estampado contra el suelo. Eso suponiendo que no le hubiera golpeado la cabeza el mazo, que la hubiera convertido en picadillo.

Fernando, a causa del impacto en el escudo, acabó en el suelo, aturdido al principio. El brazo empezó a molestarle de inmediato. Apartó de su ánimo el dolor a la vez que tiraba el escudo a un lado y se incorporó para ayudar a los posibles damnificados por esa primera trampa que les habían preparado.

-¡Comandante! ¿Se encuentra bien?

-Sí, sí, Peña. ¿Y tú?

-Joder, por los pelos. Gracias Fernando. ¿Te has herido? Siéntate un momento, pareces mareado. Respira profundo y despacio. Ese brazo tiene que doler.

Fernando sangraba del brazo con el que había sujetado el escudo para proteger al chico.

-Es que ha sido una monumental hostia.

-Mira como ha quedado el escudo – dijo Romanes que acababa de llegar. – Deja que te vende el brazo, Fer. Será solo un momento.

-¿Novedades teniente? – Garrido estaba preocupado por la detención del tercer implicado en la trampa a la caravana de Jorge.

-Tienen rodeado al tercer individuo. Es un hombre. El helicóptero lo ha situado. Ese hombre se mueve bien. Y sabe esconderse. Han llegado los CEDEX. Están comprobando que todo el explosivo ha deflagrado y que el escenario es seguro. El coche de Jorge es un amasijo de hierro. El coche escoba, parecido.

-O sea que Jorge hubiera quedado …

-Jorge, Tú, Silvia, Flor, quien hubiera ido con él. De ese coche es imposible que hubiera salido nadie vivo. Y poder recomponer los cadáveres hubiera sido cosa de semanas.

-¿Cómo está el chico? – Garrido se acercó al agente que intentaba atender al herido.

-Espero que llegue pronto la ambulancia. Necesita una transfusión urgente. No sé como vive todavía. A parte, yo creo que está aterrado en su inconsciencia.

-Llega un helicóptero medicalizado.

-¿Te ocupas Peña?

-He pedido a Leticia que venga. Mire, ahí está.

-¿Que tenemos? ¡¡Joder!!

-Tomás, vuelve al coche y trae el otro botiquín y toallas y vendas, lo que veas. Y una manta térmica. Tranquilo, chico. ¿Sabéis el nombre?

-Humberto – le contestó Fernando.

-Espero que Iker te haya echado la bronca. Ya hablaremos. Y no me apena nada ese vendaje que seguro te ha puesto Iker.

-Comandante, ya hemos abierto la otra puerta. No hay nada. Aparentemente.

-Abramos la tercera. Éste siempre va con su amigo Rafael. Si no está en esa, estará en la tercera. Y si no, habrá que volver sobre el resto de sitios que habíais identificado al principio.

Se encaminaron hacia la tercera estancia que les había señalado Aitor a instancias de los comandos que habían registrado a oscuras los dos edificios. Garrido se detuvo un momento para ver la sala que estaba vacía, la que habían llamado la número 2. Fernando volvió atrás. Se miraron. El comandante se llevó el dedo a la nariz. Y luego al oído.

Fernando desenfundó su pistola. Garrido hizo lo mismo. El sargento Pómez, al ver la determinación de su comandante, llamó a cuatro de sus hombres y se pusieron en posición de ataque, con sus rifles de asalto apoyados en el hombro y pendientes de todo a través de la mirilla. Garrido y Fernando avanzaban inclinados y con las piernas flexionadas con las pistolas listas para disparar. Miraban hacia delante. Los GAR oteaban según avanzaban las paredes y las ventanas y las vigas que sujetaban el techo.

-Comandante. Hemos encontrado al otro chico. También está malherido. Y también había trampa. En esta ocasión era una lanza que le hubiera …

-Ocúpate, Peña. Luego me cuentas. Me imagino cualquier barbaridad. Pero de verdad, ahora mismo esos detalles me … superan. Ya sabemos que los que han organizado esto son unos hijos de puta. Esos detalles me sobran. Ahora al menos.

-A la orden.

A mitad de la estancia encontraron un foso amplio en medio. Garrido le hizo una seña a Fernando para que le cubriera. Garrido se asomó con un gesto rápido y se retiró. Fernando estaba apostado y preparado para disparar. Garrido hizo de nuevo el mismo gesto, pero más decidido. Sin retirarse. Fernando le siguió. El agujero estaba vacío.

Siguieron avanzando. A pocos metros había otro agujero. Era también rectangular como el primero. Se asemejaban a los fosos de los talleres de coches. Repitieron el mismo proceder. Al asomarse, Garrido hizo un gesto con la nariz.

-¿Ácido sulfúrico? – pregunto Fernando en un susurro.

Garrido afirmó con la cabeza.

-Los de la científica deberán recogerlo y analizarlo.

El comandante volvió a asentir con la cabeza.

Siguieron hasta el siguiente foso. Ahí el olor les indicó con seguridad lo que se iban a encontrar.

Un ruido al fondo les llamó la atención. Dos de los GAR que les seguían les sobrepasaron y corrieron hacia el origen del ruido. Uno de ellos ordenó el alto a la persona que había aparecido de detrás de un muro de metro y medio aproximadamente que dividía en dos el recinto. Corría hacia una esquina en el fondo. Allí abrió una puerta que estaba disimulada y que no se veía hasta que prácticamente se estaba a su altura. El hombre parecía joven y corría desnudo. Los guardias salieron tras él. Pero en la calle, rápidamente fue rodeado por otros compañeros que estaban vigilando.

Garrido y Fernando no se movieron. Siguieron en su posición de asalto moviéndose despacio y andando hasta el siguiente foso. Todavía les quedaban dos. De nuevo, el comandante hizo un gesto con la nariz. Fernando también lo había notado. Se asomaron esta vez los dos a la vez, uno desde cada lado. Apuntaron con sus armas al interior. Había un cuerpo que según parecía habían tirado hacía poco.

-Ana, pide que traigan una escalera para bajar ahí. ¡Rápido!

Fernando le hizo un gesto señalando la nariz.

-No vaya a ser que haya estado en un estercolero y esté vivo. No es el olor de la descomposición de un cuerpo. Huele a estercolero, a basurero.

Un guardia llegó rápido con la escalera. Le hizo un gesto al comandante para indicarle que bajaba él. Garrido se relajó un momento y miraba como su hombre le giraba y le tomaba el pulso.

-Tiene pulso. Está vivo.

Fernando, al verle la cara, mostró su contrariedad. Sacó el móvil y llamó a Helga.

-Le han rebozado en basura – dijo el guardia. – Por eso el olor. Tiene restos en el cuerpo de mil cosas. Pobre chico.

-Pues en esa basura había algo muerto. Habrá que mirar por si acaso los alrededores.

-Por fin. No te localizábamos. – Helga había tardado en responder.

-Tengo a David aquí medio muerto, al chico de León.

-Mi amiga se ha ocupado del de Madrid, tranquilo. He mandado a dos patrullas de la ciudadana y lo han puesto a salvo. Era lo que te quería decir, que mis amigos de León no encontraban al chico. Su amigo estaba muy asustado y preocupado. Parece que David tenía más miedo del que reconocía. En cuanto me han llamado he puesto al otro a salvo. Habrá que ir a hablar con él. Está acojonado.

-Bobo. Si nos hubiera dicho … y hubiéramos puesto a salvo a ese otro pobre.

-No acababa de fiarse. Ni de Raúl.

-Luego hablamos. A ver si acabamos aquí.

-Comandante, éste es el basurero.

Tres hombres miraban el último foso del recinto.

Garrido se acercó para echar un vistazo.

-Cuando vengan los CSI, que lo miren todo. No me fio.

-¿Quiere que bajemos?

-Por si acaso. No vaya a ser que en el fondo haya susto o muerte. Pero baja por una escalera. No vaya a ser que haya algo, y lo destroces. O te claves algo. O acciones una palanca y se abra por debajo y caigas a vete su a saber dónde.

-En el foso del chico hay puertas abajo. – anunció un agente. – Lo que no hemos encontrado es el mecanismo para abrirlo.

-Que alguien registre el piso de abajo. Iker, pide a Aitor que nos mande el plano de la planta de abajo a ésta.

-Ahora mismo, mi comandante.

-Comandante, se llevan a los heridos. A éste pobre le toca la ambulancia.

-Viene otro helicóptero. Aitor había pedido dos. El segundo estaba en otro servicio.

-¿Quiere ver las fotos del segundo chico?

-¿Algo distinto al primero?

-El arco estaba … en otro sitio.

-Mejor ahórrame esta noche esos detalles. Mañana ya veremos. Fernando, ha llegado el momento en que salgamos fuera y nos fumemos un cigarrillo. Iker como no fuma que se fastidie y se quede a cargo de ir peinando el resto de la finca. A saber de lo que encontramos rastros.

-Comandante, una vez escuché a Jorge hablando con Javier que le decía que había un montón de cementerios en los que descansaban los chicos que ya no servían. Esta es una finca que sería apropiada para ese fin.

Garrido resopló.

-Me lo comentó Javier. No había caído. ¡Peña!

-Ya he oído. Acabo de llamar para que nos traigan los escáner. En cuanto lleguen, iniciamos una búsqueda por todo el terreno.

-¡Bien hecho! ¿Salimos? – le dijo a Fernando.

Los dos caminaron despacio hacia dónde habían dejado los coches. Aitor ya había accionado todas las luces. Los comandos del sargento Martínez estaban inspeccionando los recintos descartados por Aitor, por comprobar que no hubiera más sorpresas aunque no tuvieran como protagonistas a personas.

Fernando de repente se dio cuenta que seguía llevando la pistola en la mano, agarrada con fuerza. Le puso el seguro y se la guardó en la funda. Garrido lo miró un momento y se dio cuenta que él también la portaba. Siguió el mismo proceder que el policía.

Al llegar al coche, Garrido sintió náuseas de repente y corrió a un árbol cercano. Dos agentes de los GAR que estaban en la zona se dieron la vuelta para que el comandante tuviera intimidad. Fernando se agachó y se desató las botas que se había puesto para esa misión. Se las quitó y las guardó en el coche en el que habían venido. Sacó el paquete de tabaco y esperó a que llegara el comandante. Volvía limpiándose la cara con un pañuelo de papel. Uno de los agentes le acercó una botella de agua. Garrido le agradeció con un gesto. Le pegó un trago. Se enjuagó la boca y lo escupió. Volvió a beber, esta vez para hidratarse. Se apoyó en el coche al lado de Fernando. Le tendió la botella de agua a la vez que el policía le tendía un cigarrillo.

-¿Cuándo le digo a Migue que vas a casa a jugar con él?

-Le digo a Jorge y así le dedica los libros que tiene Abril. A Líam creo que le gustará también conocerlo.

-Me parece buen plan. Todavía no le conozco.

Fernando le pasó al comandante el mechero para que se encendiera el cigarrillo.

-Te va a caer bien. Y verás como en nada, tus hijos lo llamarán tío.

-¿Te puedes creer que solo fumo en estas ocasiones?

-Sí. Me lo creo.

-A veces pienso que no valgo para este trabajo.

-Ese pensamiento también te suele venir en estas circunstancias. No hace falta que te repita lo que tanto yo como toda la gente que trabaja o ha trabajado contigo te repite. Eres un guardia verdaderamente excepcional, por no hablar del gran tipo que eres. Y en poco tiempo que llevas en este destino, has conseguido tener un gran equipo. Algunos me los quitaría de encima – Fernando lo miró con gesto de chunga – desentonan.

Garrido se sonrió. Sabía a que compañeros se refería. Pero eso de momento, no podía solventarlo.

-Ellos mismos se pondrán en la dirección de largarse o acabar en prisión.

-Ya puestos, mejor esa última opción. Por cierto, no he visto a ninguno por aquí.

-Les tengo en otras labores. Lo malo es que en algún momento, tendrán que ocuparse de temas relacionados con todo este follón. Habrá que estar con cien ojos.

-Agradezco no haber tenido que verlos hoy.

-Algún día a lo mejor te digo que vengas para ponerlos nerviosos. Son tan fan tuyos como ellos de ti.

-Si pudieran, me hubieran matado hace años.

-Por eso José Luis te sacó de la Guardia Civil y te enchufó con Cantero en la Academia de Policía. Y éste te puso en manos de Javier. Sería lo único con un poco de cabeza que ha hecho.

Fernando encendió otro cigarrillo. Esos recuerdos siempre le dejaban tocado de ánimo. Garrido le dio un golpe cómplice en el brazo. Fernando se lo agradeció con una sonrisa.

-Dame otro cigarrillo. No fumes como los indios cabreados.

-¡Joder! La de tiempo que no oía ese dicho.

-Imagino que desde que dejaste de venir a juntarte con nosotros en los bares a tomar cervezas.

Garrido se encendió su segundo cigarrillo y después bebió el agua que quedaba en la botella. Un guardia les acercó dos botellines nuevos de agua.

-Voy a ir a buscar a un guardia que me dicen que es un tipo muy válido y que sus jefes lo tienen multando a los perros que hacen sus necesidades en las playas de Somo.

-Eso es que es gay y/o raro. Les dará miedo. ¿Lo conozco?

-Gay, raro y víctima. No creo que lo conozcas. Es muy joven.

-¿Quién te ha dicho?

-Uno que sabe por referencias de alguien que está en el mismo cuartel y que está enfadado por el trato que le dan. Aunque me da que éste es mensajero de otra persona. También me ha hablado Olga de él. Guti y Eloy.

-Juan y Eloy. Menudos dos. Si lo avalan los dos debe ser bueno. Lo que me despista es lo de Olga.

-Fue a una de sus conferencias. Se acercó al final y acabó invitándolo a cenar. Le impresionó.

-No sé a que esperas. Ya te ha dicho Javier alguna vez de dónde suelen venir esas recomendaciones, a parte de los que has citado que son de confianza y con criterio. Y has dicho la palabra víctima.

-Creo que es un candidato a ser un chico de Jorge. Lo de víctima me refería a su “currículum” oficial: un padre borracho que mató a golpes a su hijo pequeño. Él se salvó porque es un superviviente. Leyendo el informe del caso, debería haber muerto diez veces. Pero sobrevivió. El informe médico es kilométrico.

-Esa es la versión oficial.

-Sí. La que subyace a esta … imagina lo peor. Imagina lo que hemos visto que hacen padres como el de este joven. Él no recuerda nada.

-Como Carmelo. Y como Jorge.

-Sí.

-Tendrás que protegerlo cuando lo traigas.

-¿De?

-Sus compañeros. No lo entenderán. Pasará lo mismo que en destino actual. Si es un chico de Jorge, lo habrá pasado muy mal. Tendrá el cuerpo marcado. Y tendrá una sensibilidad especial. Y será bueno en su trabajo hasta decir basta. Será el mejor tirador, el que mejor analice una situación peligrosa, será quien empatice mejor y hasta límites insospechados con una víctima o con sus familiares. Eso hará que tenga relevancia en las investigaciones y que pase por delante de la gente con más años de servicio. Eso no gusta. Vendrá de tu mano, eso tampoco gusta. Aunque a muchos de los nuevos que tienes, has ido a buscarlos tú. Pero ya no se acordarán de ese detalle. Y si quieres más cosas por las que tendrás que protegerlo, vamos al inicio de esta parte de la conversación.

Fernando levantó un dedo como invitando a contar:

-Gay, Raro y Víctima.

El comandante aspiró el humo del cigarrillo y lo contuvo unos segundos en sus pulmones. Luego lo fue soltando lentamente por la nariz.

-Si tengo razón y es uno de esos chicos de Jorge … eso puede ser …

-Agobiante.

-Te conozco Fernando. Desde que hemos sacado al primero de ellos, te sientes culpable por esos chicos de ahí dentro. Se te ha puesto una nube de tristeza en los ojos. No tienes nada que reprocharte.

-Profesionalmente no.

-No quisieron hablar con Raúl y contigo.

-No, esos no … Jorge tiene una teoría y tardé en comprársela, pero al final lo hice. No al cien, pero tiene algo de razón. Él piensa que esos dos, Humberto y Rafael, de alguna forma son cómplices de lo que les pasaba a los chicos como Sergio, Yura y Jun, los que hablaron con Javier y Carmen. Veían y callaban, porque ellos cobraban. Les interesaba. Se creían mejores que ellos. Hay que tener en cuenta que todavía no tenemos referencias de esos músicos que estos animales mandaron matar porque iban a hablar de lo que les había pasado. O al menos, hicieron desaparecer. Sus cadáveres no han aparecido todavía. Desde mi punto de vista, no podemos descartar que estén secuestrados o … vale, pueden estar en otro de esos cementerios en fincas perdidas, de los que hablaba Jorge.

-Pero eso …

-Es discutible, sí. Pero no deja de tener razón. Hay muchos tipos de culpables. A estos, les dimos la oportunidad de contarnos, de ayudarnos. Y fíjate, la idea de Jorge cuando nos pidió que hiciéramos lo posible por encontrarlos, era ayudarlos. No era una cuestión policial para recabar evidencias. Pero ellos, esos dos, con su respuesta, además la forma de hacerlo, de darnos plantón después de decirnos que vendrían, es como si se rieran de nosotros, solo pensaron que eran más listos y que les joderíamos el negocio.

-Porque además a ellos, no les iba a pasar. Porque como has dicho antes, son más listos que todos los que fueron obligados al humilladero.

Fernando asintió mientras pegaba una calada a su cigarrillo.

-El que me preocupa es el otro, David. El que tiraron a la basura. Ese es el que me carcome el alma ahora mismo. No acabamos de llegar a él. Debería haber llevado a Jorge a verlo. No lo hice porque pensé que lo habíamos conquistado. Pero no fue así. No confiaba del todo en nosotros. Jorge no es lo mismo visto a través de una pantalla que visto en persona. Irradia algo especial. Una especie de aura. Sí, creo que ese es el concepto que más se adapta a lo que quiero expresar. Ese David hubiera confiado en nosotros y le podríamos haber ayudado mejor si yo hubiera decidido proponer a Jorge el ir a verlo.

-Habrá tenido mala experiencia con otros policías. O algún amigo.

-Te lo juro Rui, creo que deberíamos limpiar primero nuestras cocinas. Esos que hemos citado antes de pasada y muchos otros que no tenemos identificados.

-Eso llevará su tiempo. De momento debemos cambiar la mentalidad de muchos de nuestros compañeros. Enseñarles a respetar a los que no son como ellos. Y hacerles ver que los compañeros que no respetan a los “clientes” que son distintos, no merecen su respeto ni su protección cuando denigran a una mujer o a un gay o a un enfermo mental o a una persona que tenga una discapacidad.

-A muchos hay que enseñarles a respetar a las mujeres. Sí, eso es lo primero. Si ni siquiera respetan a las que les parieron, como para respetar a un marica. Y si es amanerado, ni te cuento.

-Eso, como al resto de la sociedad.

-Sí, pero nosotros tenemos que ser un referente para la sociedad. Tenemos que dar ejemplo y defender a las víctimas. No convertirlas encima en delincuentes metiéndoles una papelina para justificar desechar la denuncia que iban a presentar.

-Veo que te ha afectado de verdad lo de ese David.

-No me hagas mucho caso. Estoy cansado. ¿Y que hacemos con todo este parque de atracciones que nos han montado?

Ahora, con los focos encendidos podían observar mejor todas las molestias que se habían tomado los organizadores. Efectivamente, Fernando pudo ver su imagen en un par de esos monigotes. Jorge estaba en muchos. Helga, Raúl, Nano, Flor, tenían su muñeco también.

-Pues no me han sacado tan mal en esos muñecos.

-Al menos te han sacado más favorecido que a Flor, la pobre.

-Parece la mala aquella de la serie “V”.

-Pero si tiene más años que tú. La serie, digo.

-Quién ya sabes la tenía en DVD. La vimos juntos.

Garrido le dio un puñetazo en el brazo para animarlo. Sabía que esos recuerdos atenazaban el sentido de Fernando. Y si lo asaltaban por segunda vez en un período de pocos minutos, más.

-Cuando acaben los CSI le diremos a Aitor que lo active con la secuencia que tenían programada. -Puede ser divertido.

Fernando miró a Garrido sorprendido por esa apreciación que acababa de hacer. Éste le sonrió y le guiñó el ojo.

-Tendremos que esperar entonces. Aquí hay para días de recabar pruebas.

-¿Días? Y también semanas. El piso de abajo de los fosos, tela lo que parece que acaban de encontrar. Y esto no ha hecho más que empezar. Ahora vendrán los CEDEX. No me creo que como traca final a este parque de atracciones, no haya una potente bomba para destrozarnos a todos.

-¿Y qué ganan con todo este…? ¿Matar a cuatro guardias civiles o policías nacionales?

-Espera a ver lo que encuentra tu amigo Aitor respecto a la venta de este circo por internet.

-Creo que se va a venir mañana o pasado. Quiere verlo con sus ojos. Me acaba de escribir Jorge.

-Eso no es buena señal. Eso es que hay algo importante a lo que no puede acceder. Y viene para ponerle remedio.

-Eso pienso. Aitor no es fácil sacarlo de su refugio. Está lejos, muy lejos. Ver a Jorge y a Javier, puede que sea la disculpa que se busque. Me temo lo peor.

-¿Por qué no te quedas en casa a dormir? No estás para hacer el viaje de Concejo a tu casa de Madrid

-No quiero molestar. En todo caso me quedaré en la Hermida.

-Sabes que no molestas.

-Lo sé. Pero prefiero ir un día en que esté … de mejor humor y medio presentable. No quiero que Migue y Kike me vean así de derrotado.

-Tú lo que no quieres es que se despierten cuando lleguemos y te reten a una partida en la consola que seguro perderás.

-Si llegaríamos cuando se levanten para ir al cole. ¿Has visto que hora es?

-Mira. Mira allí – Garrido le señalaba el cielo que tenían a su derecha.

-Joder. Si empieza a amanecer. Lo que te decía, vas a llegar a tiempo de despedir a tus hijos camino del colegio.

Dos todoterreno de la Guardia Civil llegaban en ese momento. El capitán Melgosa y el teniente Lera se bajaron de uno de ellos.

-A sus órdenes mi comandante – dijeron casi a la vez.

-Dejaros de monsergas, Roberto, Gonzalo.

-Habíamos oído por la radio que teníamos un infiltrado de la policía. Una mosca cojonera. Al verte, nos hemos dicho: no podía ser otro.

El capitán Melgosa sonreía guasón mirando a Fernando. Éste se incorporó y abrió los brazos para abrazar a los dos oficiales que acababan de llegar.

-Y mira, descalzo como siempre al acabar una operación.

-No te decimos nada que ya sabemos que Iker y Paula te han echado la bronca por no visitar a los amigos.

-Prometo reformarme.

-Mi comandante, hemos venido para coger el relevo. Nos ocupamos nosotros.

-¿Has visto? Nos echan.

-Pues yo, comandante, me dejo echar. Ya he nadado bastante en mierda por hoy.

-Y yo, que cojones. Por ahí anda Iker.

-Le decimos que se largue también. Tenemos a los detenidos ya a buen recaudo en los calabozos. Y hemos montado un dispositivo para proteger a los heridos en el hospital.

-Bien hecho. Venga, Fer, vayámonos.

-Prometo no roncar demasiado en el coche. – dijo Fernando.

-¡No me creo nada!

El teniente Lera se echó a reír al volver a abrazar a Fernando antes de que éste se montara en el coche.

Patricia llamó a la puerta del despacho de Carmen. Ésta le hizo una seña para que pasara.

-Acaban de traerlo de la embajada de Estados Unidos.

-¿Lo han enviado por valija diplomática?

Carmen alargó la mano para coger el libro que le tendía Patricia.

-“The Wedding whithout boyfriends” – dijo en voz alta. – Patrick Day.

-La ha enviado Ventura Carceler.

El tono en que Patricia había dicho el nombre del enlace de Olga le había sorprendido.

-¿Lo conociste cuando estuvo en la Policía?

-Un chulo de mucho cuidado.

-¿Quién?

Roberto acababa de aparecer en la puerta.

-Ventura Carceler. – Patricia no disimuló de nuevo que no le caía bien.

-A mí no me lo parecía. Lo conocí y lo consideraba un buen policía. Álvar creo que también coincidió con él.

-Trataba a todos como si fuera un ser superior, no me jodas. Era un chulo, un engreído. Y total, era un tipo que no tenía nada. Ni listo, ni guapo, ni … era un policía de tantos. Compañeros uniformados les hay cien veces mejores y más preparados.

-A Olga no le ha dado esa impresión. De hecho, Javier lo tiene desde hace tiempo en su carpeta de posibles fichajes.

-No jodas. No le aguanto. Me niego.

Roberto la rodeó el hombro con su brazo.

-Tu novio de entonces, ¿No distorsionaría tu opinión al respecto? O la forma de tratarte. En aquella época todavía defendías con vehemencia a tu novio. Y Termas era el enemigo declarado de Ventura.

-¿Miguel? Es un cabrón, pero no creo que …

-Miguel Termas es un cabrón y muchas cosas más. Lo sabes, Patricia.

-Pero eso no tiene nada que ver.

-Ventura lo único que hizo es negarse a seguir las órdenes de Termas cuando esto suponía dejar a un culpable libre o no atender una denuncia de un “marica”. Y eso le supuso enfrentarse a todos los fieles de Termas.

-Es un chulo y punto – insistió Patricia.

-Dejemos a Ventura. Está lejos y no nos lleva a ningún sitio. – contemporizó Carmen – Mira Roberto, lo que nos ha enviado Olga desde Estados Unidos. Se lo ha dado Mark. Uno de sus amigos lo compró y le aseguró que es de Jorge.

-”La boda sin novios”. Era una de las novelas que le robaron ¿no?

Roberto no esperó la respuesta afirmativa de Carmen para abrir el libro y empezar a leerlo. Llevaba una página cuando volvió a la mancheta para ver al traductor.

-El traductor es el que traduce al inglés americano a Jorge. Es un detalle. Desde luego, parece el estilo de Jorge.

-A lo mejor puedes conseguir su teléfono.

-Claro. No te preocupes. Además, Noah Quirby con un poco de suerte, estará en España. Suele pasar largas temporadas aquí.

-Pues sí que gana con las traducciones.

-No se viene de vacaciones. Le gusta vivir aquí. Puede trabajar en cualquier sitio.

-¿En Madrid?

-En Alicante.

-¿Lo conoces?

-No. Pero algún amigo sí. Vivió un tiempo en Londres. Le gusta moverse en ambientes culturales. Hizo muchos amigos en esa época. Amigos comunes.

-Es un hombre inquieto.

-No sé deciros. Tiene parientes españoles. Por eso habla el español perfecto. Tampoco ha cambiado tanto de casa. Que yo sepa.

-Estados Unidos, Inglaterra, España …

-Me quedo el libro y lo echo un vistazo. Voy a leerlo en profundidad y te digo algo.

-No, no. Déjamelo que …

Pero Roberto había salido del despacho con el libro dejando a Carmen con la palabra en la boca.

-Los dioses del destino te han castigado, porque pensabas quedarte el libro. Si lo sé, no te lo traigo hasta haberlo leído – le dijo Patricia saliendo también enfadada del despacho.

-Me quedo sin libro, y encima, todos se enfadan conmigo. Debo ser tonta.

Carmen se levantó y fue a cerrar la puerta. Patricia la miraba y le hizo un gesto de “jódete” con el brazo. La peineta de Carmen como respuesta fue inmediata, antes de bajar el estor y ocultarla del resto de la sala común.

Jorge Rios.”

Necesito leer tus libros: Capítulo 93.

Capítulo 93.- 

.

Garrido sonrió a Fernando cuando se bajó del coche.

-Esos pantalones me suenan.

Fernando se rió también.

-Los llevo siempre en el coche. Y las botas. Viejos recuerdos. Son buenos para sitios como al que vamos. Comandante, me alegro de verte.

-La alegría es mutua. Esperamos que la noche no nos traiga sorpresas desagradables.

-¿Alguna novedad más? No he mirado el teléfono mientras conducía.

-Nada. Estamos intentando identificar al fallecido en el edificio de Rubén. Vivía solo al parecer y no tenía muchas relaciones sociales. Aritz no tiene nada. Le han puesto una rodillera y le han curado una pequeña herida que ni siquiera había sentido. Un par de días de reposo. Y como el médico que le ha atendido en Urgencias parece que le conoce, el reposo será en el hospital ingresado.

-Le debe conocer bien – se sonrió Fernando. – Seguro que es un antiguo rollo. Con un poco de suerte tal como hubiera salido de Urgencias, se hubiera venido para acá o hubiera ido a donde estuviera Javier.

Garrido se sonrió a la vez que afirmaba con la cabeza.

-¿Y respecto a lo nuestro? – Fernando volvió a su caso.

Garrido le tendió su móvil para que viera una foto.

-Se la han mandado a Jorge.

-¿Es ésta la que me ha comentado Javier? Esto … pero esto … a ver, puede ser una novela de Carmen Mola o la última de Javier Castillo.

Garrido se sonrió.

-Sigues leyendo mucho.

Fernando afirmó con la cabeza.

-Es mi válvula de escape. Y como Jorge no quiere empachar a sus lectores y nos espacia las publicaciones, no me queda más remedio que leer al resto de autores.

-Aitor, el chico ese que ayuda a Jorge y a Javier, ha descubierto que se trata de una de las pruebas y bocetos que han hecho para la serie de las novelas de Carmen Mola. Jorge se las ha enviado para que indagara.

-¿Y se la manda a Jorge? ¿Motivo? ¿Y como la ha conseguido el remitente? ¿Se han publicado en algún sitio?

-¿Asustarlo puede ser el motivo? Aunque yo me decanto por “provocarlo”. Quieren que se ponga en marcha. Y de todas formas la leyenda es lo interesante:

.

Búscalo” “Necesita tu ayuda”.

.

-Eso es Javier Castillo.

-Pero el músico te ha pedido ayuda. Mi gente está tomando posiciones en el sitio en dónde está localizado ese teléfono. No se ha movido. Lo hemos comprobado. Es una finca que en teoría está abandonada hace años. Debía ser ganadera y agrícola, y una parte parece ser que era granja escuela o algo así. Y respecto a los bocetos de esa serie, no se han publicado. Ese Aitor piensa que alguien ha hackeado a los diseñadores. Antes de que digas, no tiene ni idea de quién puede ser. Al menos por ahora. Parece que el que ha sido, ha cubierto bien su rastro.

Fernando supo en su fuero interno que dentro de unos días, sabrían la identidad del que sustrajo esos bocetos. No dudaba de la capacidad del protegido del escritor.

-¿Sigue encendido el teléfono?

-Sí.

-Es entonces una bengala que quieren que sigamos. ¿Y Jorge no ha hecho intención de venir?

-Está en Concejo. Están en el bar de Gerardo cenando con medio pueblo. Si lo necesitamos, se viene. Tus compañeros están preparados. ¿Nos vamos?

-Claro.

-Ven conmigo. Vamos mejor en el todoterreno.

-¿Ya te has comprado un Hummer?

-No me lo aprueba el general. Dice que es mucho gasto y muy ostentoso.

-Y gasta mucha gasofa. – bromeó Fernando.

-Pero yo no me rindo. En mis sueños, me veo conduciéndolo por caminos por los que apenas cabe de ancho. Con una antena kilométrica de radiaficionado.

-Y con diez todoterrenos de los GAR escoltándote.

-Coño, eso no aparece en mis sueños. Me lo apunto.

-¿Abril y los niños?

-Bien. El peque pregunta a veces por ti. No tiene compañero adecuado para ganar a la consola a sus hermanos.

-Es que los mellizos, son buenos los jodidos. Y Kike, telita con él. Quiere a Migue con toda su alma, lo protege a toda costa, pero el juego, es el juego.

-Es su sombra en el cole, sí. Deja a sus amigos por echarle un vistazo. Ha conseguido que todos al final lo consideren como otro de la panda. Y a esa edad, dos años de diferencia es mucha diferencia.

Emprendieron el camino hacia la finca dónde estaba localizado el teléfono desde el que habían mandado el mensaje a Fernando. En el coche que abría la comitiva, iban algunos hombres de los GAR.

-Te lo has tomado en serio.

-Después de lo de Aritz en Madrid, no me arriesgo. Y tengo a la UEI en el sitio. Aunque yo tengo la impresión de que no tienen nada que ver las dos cosas.

Fernando mostró con gestos que estaba de acuerdo con esa afirmación del comandante.

-No creo que pensaran que al mandarme el mensaje, me iba a lanzar yo solo a ir a ese sitio.

-A lo mejor pensaron que ibas a ir con Jorge.

-Pero hubiera ido todo el equipo.

-Más polis candidatos a ir al cementerio. A mí me huele a encerrona.

Fernando se quedó mirando al comandante.

-Piensas que es una trampa elaborada. Y Jorge el destinatario. Por mucho que hubiéramos querido, al llegar allí, depende de la trampa, hubiéramos caído en ella; no llevamos equipo para repeler según que ataque.

-Hemos estado hablando un rato Javier y yo. Cuando me ha escrito, he pensado en esa posibilidad. Y al hablarlo con él, después de tu llamada, él estaba en el mismo escenario. Por eso hemos cambiado de planes y hemos puesto en marcha todo este tinglado. Muchos compañeros se están cagando en nuestros muertos porque les hemos sacado de la cama.

-Al menos no llueve ni hace viento. ¿Y hay luz allí?

-Parece que sí. Aunque está desconectada. Están buscando el cuadro de luces. De todas formas he mandado llevar un equipo electrógeno y varias torres de focos. A parte llevamos los equipos de visión nocturna.

-Comandante, estamos en nuestras posiciones. No hay movimiento. La finca está a oscuras. Si da usted permiso, los comandos están preparados para acercarse. – Uno de los hombres destacados en la finca, les hablaba por la radio.

-Que vayan con cuidado. – contestó el comandante Garrido – Llegamos en diez minutos. Que tengan cuidado por si hay trampas. En cuanto veáis indicios de algo sospechoso, mejor parad.

-Guerra de guerrillas.

-Exacto. ¿Llevas chaleco? – preguntó Garrido a Fernando.

-Sí. Siempre lo llevamos. Javier es muy estricto con eso. Si pilla a uno sin él, le manda de permiso. Después de lo de Yeray y Kevin en el parque no pasa una. Ya sabes que los dos eran reacios a llevarlo. Ese día Javier insistió y acabaron poniéndoselo a regañadientes. Le salvó la vida a Yeray. Y no es una exageración.

-Ponte este otro por encima. Prefiero doble seguridad. Este casco te estará bien.

-¿Piensas que va a haber trampas con metralla?

-O fuegos artificiales, vete tú a saber. O puede que sea todo una broma. Como decías tú antes. Pero mira, mejor en estos casos es pasarse.

La comitiva de Garrido llegó al sitio desde donde partía la señal del móvil desde el que se había mandado el mensaje a Fernando pidiendo ayuda. El comandante y el resto de hombres se bajaron de los coches. Todos se pusieron a cubierto detrás de ellos.

-No os pongáis los visores nocturnos. Nuestros compañeros van a acceder al cuadro de luces para encenderlas.

Fernando escuchó el ruido de varios motores de drones. Miró al comandante que le hizo un gesto con la mano para indicarle que tenían dos. Nadie hablaba a su alrededor. Los agentes del GAR tenían todo su equipamiento puesto y portaban sus G36. Por un lateral Fernando vio como se acercaba el teniente Romanes con una tablet en la mano.

-Mi comandante – saludó a Garrido. – Eche un vistazo a lo que nos muestran los drones. ¡Fernando! No te había visto.

El teniente se acercó al policía y los dos se abrazaron.

-No debería ni mirarte a la cara. Hace siglos que no te acercas a tomar una cerveza. Y mira que te lo recuerdo siempre que vamos.

-Tienes razón, soy lo peor. Prometo enmendarme.

-A ver si es cierto. Si no, te borro de mis contactos.

-¿Qué han visto los bichejos esos?

-Míralo tu mismo.

-No parece que haya nadie ¿No Iker?

-Al menos nadie vivo.

-¡Mi comandante! – un miembro del equipo desplegado, le hablaba por la radio.

-Dime Martínez.

-No aconsejo darle al botón de la luz.

-¿Una trampa?

-Me da en la nariz que sí. Si me da unos minutos, hacemos un puente y nos saltamos los interruptores. O desmontamos todo esto. Irene es buena en estas cosas. Así vemos lo que hay y nos puede ayudar a entender lo que pretenden con esta pantomima. Ésto es evidente que lo han modificado hace poco.

-¿Una trampa de que tipo?

-¿Explosivos? O una traca para darnos la bienvenida y que todo el mundo se entere de que estamos aquí. Entre ustedes y nosotros, entre la valla de la finca y la edificación, hay decenas de cables por el suelo. Cada uno de ellos puede accionar algo.

-Parece que aquí hay alguien que es amante de “La Momia”.

-O de Indiana Jones. O aquella del corazón verde o algo así.

-Martínez ¿Por qué dices lo de pantomima?

-Nos hemos cruzado con algunas siluetas tamaño doble. Muchas son de Jorge Rios. Tienen su imagen vaya. De Fernando hemos encontrado también alguna. Y de alguno de sus compañeros. Raúl y Helga, por ejemplo. Seguro que el resto son de compañeros suyos. No los conozco a todos. No nos hemos parado a estudiarlas pero parece que … me ha dado la impresión de ser como en las ferias, el tiro con carabina, esas siluetas que se mueven y a las que hay que acertar. O los entrenamientos nuestros que aparece siluetas de malos o buenos y hay que diferenciar antes de disparar.

La cara de Fernando y Garrido eran demostrativas de que no entendían nada de lo que estaban escuchando.

-Mire mi comandante – Romanes le volvió a tender la tablet – Esto parece un decorado de esos para hacer pim, pam, pum. Al escuchar a Martínez lo he interpretado de otra forma. No alcanzaba a … entenderlo.

Garrido sacó el teléfono y llamó a Javier.

-¿Estás bien? ¿Fernando? ¿Tus hombres?

-¿Te he despertado?

-Me he quedado traspuesto sin darme cuenta. Perdona. Al ver tu nombre en la pantalla me he temido lo peor.

-Te habrás sentado en el sofá. Ese sofá es muy peligroso, te lo digo yo.

-¡Que va! Estoy en mi mesa. Me va a doler todo luego. Cuéntame, anda.

Garrido le hizo un resumen de lo acontecido. Fernando se había separado un poco de él en dirección a la finca. Estaba despejado, pero la luna estaba en cuarto creciente, y no daba mucha luz. Vio no obstante, el reflejo de algún tipo de cable que cruzaba el camino por el que hubieran entrado con los coches. Romanes se acercó a él.

-¿Qué piensas?

El policía le señaló con el dedo los reflejos de la luz de la luna que parecían indicar distintos alambres o cables que parecían entretejer una especie de red a partir de un metro delante de ellos aproximadamente.

-Nuestros compañeros tenían razón. Antes no se veía.

-La Luna está subiendo. En un rato se verá todavía mejor. Pero aún así, esos cables los hubieran pisado los coches, pero …

Anduvo en cuclillas unos metros, buscando algo de arena o tierra fina. Al final encontró un puñado que le pareció lo suficientemente fino para lo que pretendía.

-Iker, apártate un par de metros.

-¿Y tú?

-Me tiro al suelo.

-Espera un segundo. No hagas nada hasta que vuelva.

El teniente Romanes corrió hacia una de las furgonetas y sacó dos escudos protectores. Aprovechó y se puso él también un casco.

-¡Tened cuidado! – les dijo Garrido que mientras seguía hablando con Javier les observaba – Chicos, poneros a cubierto – indicó a los agentes del GAR.

Fernando se asomó a los escudos y tiró un puñado de esa arena fina que había recogido.

-¡Joder! – exclamó Garrido que seguía con el teléfono en la mano.

Al caer despacio la arena, dejó al descubierto una serie de haces de luz infrarroja o láser. Los había al menos a tres alturas distintas y a una distancia de unos veinte centímetros una de la otra.

-Ahora te llamo, Javier. Tengo que hacer un par de llamadas.

-¿Y qué activará eso? – pregunto Fernando sin dirigirla a nadie en concreto.

Clavó uno de los escudos al suelo para dejarlo como referencia. Su teléfono vibró en el bolsillo del pantalón. Era Jorge.

-¿No te habrás ido a lo “vin disel”?

-No. Tranquilo. Estoy con el comandante Garrido y sus hombres. Aquí hay más gente que en la guerra de Vietnam.

-Voy para allí – dijo un resuelto Jorge.

-No, ni se te ocurra. Dame un minuto y te llamo. Pero no te muevas, por favor. Hazme caso.

Garrido y Romanes se pusieron a su lado.

-Un segundo. – les pidió mientras marcaba de nuevo el teléfono de Jorge.

-Por casualidad no habrás recibido mensajes desde esa foto.

-Llevo recibiendo cada cinco minutos. Lo que pasa es que no los he visto hasta hace nada. Estaba con gente.

-¿Me los puedes reenviar en el mismo orden que los has recibido?

-Vale.

Fernando se sonrió. Era cierta la apreciación de Carmelo: se le estaban pegando expresiones de Martín.

-Comandante, Iker, mirad.

.

Te estás volviendo un cobarde, no te has atrevido a ir”

¿Ya no quieres a esos chicos?”

¿Es porque no te los puedes follar?”

Tic, Tac, Tic, Tac: quedan treinta minutos y morirán”.

Tú y ese Fernando que te acompaña sois unos cobardes. No sois nada sin las drogas”.

Tic, Tac, Tic, Tac: quedan veinte minutos y morirán”.

Tienen el culito sedoso, durito y depilado, como a ti te gustan.”

Tic, Tac, Tic, Tac: quedan diez minutos y morirán”.

Gif de una explosión nuclear”

Han muerto. Y recaerá sobre tu conciencia. No has tenido cojones de ir a salvarlos.”

.

-¿Y si han preparado una trampa en el camino hacia aquí? – propuso Romanes.

-Define trampa. – inquirió Garrido.

-Bomba. Asalto.

-Yo creo que la trampa está aquí – opinó Fernando.

-¿Cómo crees que accionarían esa trampa? – preguntó Garrido a Romanes.

-A distancia. Manual. Aquí no viene nadie. Hasta el camino que trae a la finca, es una carretera que usa mucha gente. Pero tienen que asegurarse de no hacer estallar a un pobre ganadero que va a alimentar a su rebaño de ovejas o cabras.

-Podían haber activado la trampa al venir nosotros.

-No, si el objetivo es Jorge. Lo que hay aquí, esto, sí es para nosotros. Pienso.

-Vamos a comprobarlo. – dijo Garrido a la vez que volvía a marcar el teléfono de Javier.

-Estamos hablando aquí, Romanes, Fernando y yo, y después de ver los mensajes que está recibiendo Jorge, se nos ha ocurrido que si tienen tanto interés en que venga hasta aquí, puede que le hayan preparado una trampa en el trayecto.

-¿Como propones averiguarlo?

-Con coches teledirigidos. Coches hackeados.

-Pero si queremos pillar a los hacedores, tendrás que desplegar en el camino a los GRS.

-No te preocupes. Parte están aquí con los GAR. Tengo otro comando prevenido.

-Me ocupo de la caravana. Mando un helicóptero para vigilar desde el aire.

-Pongo a los míos en posición.

Garrido colgó y miró a Romanes.

-Me encargo. – dijo éste.

Romanes se apartó de ellos haciendo unas llamadas.

-Mi comandante, le mando una foto.

Martínez, el jefe de los comandos que se habían acercado a la casa de la finca le había hablado por su línea interna. Garrido buscó en su móvil y miró la imagen.

-Hemos desmontado con cuidado el cuadro de mandos. Eso es lo que escondía. De haber accionado el interruptor general, todo eso se hubiera puesto en marcha. Algunos de ellos, tienen un temporizador. Quiero decir, que hubiera ido por partes. Me apunta Irene que parece que este sistema tiene conexión con algún ordenador central.

-¿Ahí pone fuegos artificiales?

-Afirmativo – le indicaron por línea interna.

-Fíjate Fernando. Fuegos artificiales, focos, surtidores de agua, flechas, explosiones … figurines uno, figurines dos, Jorge, policías, disparos … te juro que cuando antes te he dicho lo de los fuegos artificiales, lo he hecho de guasa.

-Me preocupa una cosa, comandante. ¿Y si esos chicos están ahí dentro? Todo eso puede hacer que mueran.

-Vivos no deben estar. Los detectores de calor así nos lo han indicado en la inspección con los drones.

-Pueden estar dentro de los edificios, a lo mejor dentro de una cámara frigorífica. O con un muro de cemento que los aísle. Si existe alguna posibilidad de que estén vivos …

-No sabemos ni si están.

Garrido se quedó pensativo un momento. Romanes volvió a acercarse.

-Lo de la caravana de pega está en marcha. Los nuestros están desplegados en la carretera de Concejo a Vecinilla. En cuanto accionen la trampa, irán a por ellos.

Fernando sintió vibrar de nuevo su teléfono. Era Aitor.

-¿Te puedo ayudar?

-Pensaba que estabas con los coches.

-Se lo he pasado a unos colegas. Conducen mejor que yo. Ya les he dicho lo que necesitan saber. Es como en “Los juegos de Ender”. Se creen que es un juego que deben acabar con bien o su prestigio como gamers quedará a la altura del barro. No hay nada como proponer un reto a un gamer. No tiene por qué enterarse nunca que han participado en una operación de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Cuéntame.

Fernando les hizo señas a Garrido y a Romanes para entrar en uno de los coches. Cerraron las puertas.

-Estoy con el Comandante Garrido y con el Teniente Romanes. He puesto el manos libres.

-Hola Aitor. Soy el comandante Garrido. Javier me ha hablado mucho de ti.

-Comandante. Encantado. Lo mismo digo. Le tiene mucho respeto y si Javier se lo tiene, a parte del cariño, cuenta con el mío también.

-Aitor, soy Iker Romanes.

-Hola Iker. Hacía tiempo que no hablábamos. Hoy parece que vamos a recuperar las conversaciones que no hemos tenido en meses.

-Me alegra que estés bien. Javier y Fernando me suelen comentar cosas de ti. Mira, te cuento un poco la situación.

Romanes le hizo un resumen de la situación en la que estaban. Aitor, mientras escuchaba, estaba trabajando y buscando información.

-El problema por el que no se me ha ocurrido llamarte, es que parece una instalación viuda. – opinó Fernando.

-No lo es. Han hecho trampa. Un montaje como el que has explicado, un espectáculo como ese, tiene que tener espectadores. Para ver a unos guardias y policías entrar en una trampa, esa sesión vale miles de euros por butaca. Y más si son los equipos del comandante Garrido y del comisario Marcos.

Garrido se quedó de piedra. No se esperaba esa posibilidad.

-¿Puedes acceder entonces?

-Sí. Déjame que lo estudie. Os vuelvo a llamar en un rato. Tengo que buscar dónde han entroncado una antena móvil con el cable de Fibra.

-¿De qué conoces a Aitor? – Fernando le miró sorprendido.

Romanes se sonrió.

-Batallas de juventud.

Garrido se echó a reír.

-A veces cuando os escucho, me siento como un abuelo. Si vosotros habláis de “batallas de juventud” … pero si sois unos pipiolos.

-Habló el comandante matusalén. El que con Javier Marcos constituye la dupla más respetada y envidiada de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. Y todo eso antes de los cuarenta. Decenas de guardias y de policías quieren trabajar con vosotros. Y lo sabes comandante.

-Y otros no nos quieren ni ver, por razones variadas. Javier de todas formas es mucho más joven que yo – Garrido sonrió coqueto.

-Rui, por favor – Fernando abrió los brazos sonriendo – cinco años. Os lleváis cinco años.

-Mi comandante, esperamos instrucciones.

-Quietos todos de momento.

Aitor llamó esta vez a Romanes.

-Iker, te he mandado unas coordenadas al móvil. Es el punto en donde está enganchada la antena portátil de telefonía que da internet al sistema de esa finca. Debes sustituir ese enganche por uno vuestro, que luego no se vea afectado por los inhibidores. Perdón, corrijo. Debes enganchar al sistema un nuevo enganche para que yo pueda acceder a todo su sistema cuando activemos los inhibidores para que ellos se queden ciegos. Me imagino que llevarás tus útiles de trabajo, aunque no los uses.

-Claro.

-No vayas solo. Llévate a unos cuantos de los GAR. De los guerrilleros. No estoy seguro de que no haya vigilantes. Corre, pero con calma. Me mandas una bengala de las que tu sabes cuando lo tengas. Cuando yo te mande otra bengala, activas todos los inhibidores. Así, solo yo estaré dentro.

Garrido levantó las cejas.

-Tranquilo, comandante. Esas bengalas no son tradicionales. Aitor, eso está a tres kilómetros de donde estoy. Campo a través. Es un bosque y es de noche, y la luna no es llena precisamente.

-Pues no pierdas el tiempo. Los coches en diez, se pondrán en marcha. Es mejor que todo pase a la vez. El que ha organizado esto, se ha tomado su tiempo y le ha puesto ganas. Debe odiar mucho a Jorge. Pásame un segundo a Fer.

-Te estoy escuchando.

-Mira a ver si puedes mandar a alguien a proteger a los otros dos chicos de ese cuarteto. El de León y el de Madrid, ese con el que todavía no habéis hablado.

-Habría que mandar alguien con Sergio entonces también. – apuntó Garrido.

-De eso ya se ha encargado Jorge hace días. Sin comentarios. Le he avisado para que les ponga en alerta.

-Sergio está en París – dijo Garrido.

Fernando le hizo un gesto para indicarle que luego le explicaba. Aunque en ese momento Garrido cayó en lo que implicaban los comentarios que habían hecho Fernando y Aitor. No le preguntaría sobre el tema.

Fernando llamó a Helga. Le comentó lo que pasaba.

-Tranquilo, una amiga está pendiente. La aviso. El de León, conozco a alguien que se puede ocupar. Le digo a Raúl que le llame. Tú, preocúpate del fregao en el que estás metido. No hagas nada que no hiciera yo.

Mientras Fernando hablaba con Aitor y Helga, Iker Romanes había preparado su excursión y había cogido todo lo que necesitaba de su coche. Sin entretenerse para nada más, había iniciado su excursión.

-A lo mejor tenemos suerte – dijo de repente Garrido. Estaba observando el mapa con las coordenadas GPS que le había enviado Aitor.

-¿Por?

-Mira, está justo a diez metros de la carretera por la que vendría Jorge.

-Entonces está confirmado que hay vigías. Los que van a accionar la trampa para Jorge. Esos cuidan de las comunicaciones y de la trampa.

El móvil de Garrido volvió a recibir una llamada.

-Javier.

-La caravana en marcha.

Garrido le comentó las novedades de lo sucedido desde la última vez que hablaron.

-Yo que tú reubicaría a los efectivos que has puesto en el trayecto. Así Iker estará más protegido también. Él es el que puede hacer lo que ha pedido Aitor.

-¿Y si esos chicos están vivos? Fernando e Iker parecen convencidos de esa posibilidad.

Javier se quedó un minuto en silencio.

-Yo creo que esos chicos van a morir cuando entréis en la estancia en la que están. Para darnos en los morros y nos sintamos culpables. Al iniciar cualquier acción, debéis tener precaución. Yo buscaría primero a esos chicos. Hasta que se demuestre lo contrario, esos chicos están ahí y están digamos que en una situación de riesgo máximo. Yo daría a eso prioridad. Los fuegos artificiales, para luego. Para cuando Aitor tenga además certificadas la situación de las cámaras que lo grabarán, y que seguro ya lo están haciendo. Y que haya podido situar el ordenador central que controla todo ese tinglado.

-Me parece muy … retorcido.

-Rui, mira todo lo que vas descubriendo. Es todo muy retorcido. Esas imágenes gigantes de Jorge y sus escoltas. Esos indicios de trampas. No descartes que esos chicos acaben como en esa escena al principio de la novela de Javier Castillo. O algo parecido a algunas escenas de las novelas de Carmen Mola. Pero a vista nuestra, con nosotros de espectadores. Quieren a Jorge, pero también quieren humillarnos.

-Aquí entonces faltaría Carmen. Como alter ego de la “Elena Blanco” de Carmen Mola.

-Ha apagado el móvil. No sabremos hasta mañana lo que ha recibido esta noche. No descartes que alguien la haya animado a ir también a esa finca.

-Pero eso … son bromas internas nuestras. Bromas personales. Privadas. Lo de su parecido con esa inspectora de ficción.

-Todos los implicados conocen a policías. Todos tienen amigos entre nuestros compañeros. Es una broma que hemos dicho a Carmen delante de muchos. Que en esto está metido alguien de nosotros, eso dalo por seguro. Y alguien del mundo del cine o de los parques de atracciones.

-Carmen …

-Deja a Carmen que descanse. No la has visto como yo hoy. El tiempo que yo he estado perdido y ella se ha ocupado de todo le ha pasado factura. Está en mi casa, descansando. Y no pienso hacer nada para que se levante antes de que su cuerpo se lo diga.

-Mi comandante, tenemos a la vista el objetivo. Hemos descubierto a dos sujetos. Una de ellas, vigila con prismáticos la carretera.

-Los coches están a cinco minutos, calculo.

-Los GAR los tienen rodeados. No los han descubierto.

-Cuando explote la bomba, los noqueáis directamente.

-Tenemos dardos paralizantes.

-Lo que veáis más práctico. Pero no deis opción a lucha. Estad pendientes de que no haya una tercera persona.

-Estamos en ello.

-Porres, cuando te diga, accionas los inhibidores de esta zona.

-A la orden, mi comandante.

-Los coches llegan al objetivo.

Garrido se puso tenso. No sabían que tipo de trampa habría preparada.

-Veo sus luces – susurró Romanes.

Los tres vehículos habituales en la caravana de Jorge, enfilaban la recta antes de la curva a la izquierda en la que todo parecía indicar que estaba la trampa. No circulaban a gran velocidad. La carretera tampoco era dada a alcanzar en ella altas velocidades, y menos conducidos los coches por control remoto. La mujer de los prismáticos dio el aviso a su compañero. Éste sacó su móvil y se refugió en una especie de parapeto que tenían preparado. La mujer corrió también hacia allí. Iker les hizo un gesto a sus compañeros para que hicieran lo mismo y se pusieran a cubierto. Era claro que si esas personas se guarecían, es que la trampa era potente.

Justo cuando pasó el primer coche, el hombre accionó la trampa.

-¿Tienes un momento Javier?

Álvar se había asomado al despacho de su jefe. Javier lo miró sorprendido.

-Son las dos de la mañana. ¿Qué haces aquí todavía?

-Echando una mano a Patricia.

Javier se lo quedó mirando de medio lado.

-¿Qué te ha dejado mosca de tu encuentro con el embajador y sus amigos? Espera, vamos a por un café. Ya he pegado dos cabezadas y no prometo no pegar una tercera mientras te escucho.

-Pues tendrás que invitarme, pas d’argent. – bromeó Álvar.

-Ne ont pas d’argent? Je n’arrive pas à y croire.

-Petite monnaie. – Álvar miraba a su jefe con cara de broma. – Tendrás que invitarme.

-¡Ah! No. Eso no – dijo Javier en tono exagerado de indignación. – En todo caso te presto.

Javier se levantó de la silla y rodeó el hombro de Álvar con su brazo.

-No te han caído bien esos tipos. ¿Te han tratado mal?

-No, al revés. Los amigos del embajador enseguida han reconocido mi apellido. Solo he empleado el apellido de mi madre al presentarme.

-Como se entere tu padre, te deshereda.

Álvar se echó a reír. Habían llegado a la máquina de café y Javier estaba metiendo monedas para sacar las bebidas.

-El pobre está acostumbrado. Alguna vez me mira por encima de las gafas y mueve la cabeza como mostrando fastidio. Pero luego, me hace el desayuno con todo su cariño.

-Así que no te vas de casa de tus padres.

-¿Para qué? Es lo suficientemente grande para no vernos si no queremos. No me cobran por el alojamiento y nos hacemos compañía. A veces mi hermana deja a los niños con nosotros, así que …

-Ejerciendo de tío. Vamos a sentarnos en esa mesa – Javier le indicó a Álvar una de las mesas altas como la de los bares que había en esa especie de sala de estar que tenían montada en la Unidad. – Tu me dirás.

-Cuanto más lo pienso, más me convenzo de que el embajador no es trigo limpio. Decías que si me habían tratado mal. Él si que ha tenido detalles de soberbia. Creo que no le ha sentado bien que no fueras tú o Carmen a hablar con ellos.

-Es lo que pretendíamos. Mover el árbol. De todas formas, no creo que sea un menosprecio que vaya a verlos un descendiente de una de las familias francesas con más pedigrí. Y si están tan bien informados como pienso, sabrán que ocupas un puesto destacado en nuestro organigrama.

-Él no ha demostrado reconocer mi apellido. Sus amigos sí, de inmediato. Y una de las mujeres, se me ha quedado mirando y me ha preguntado por mi madre. Cuando Lys, seguido a eso, ha venido a mi encuentro y me ha dado un beso y ha recordado alguna vez que siendo niño nos vimos en alguna reunión familiar, el embajador no ha podido evitar mostrar su incomodidad. Me ha mirado con asco. Ha sido solo un segundo.

Álvar al acabar el relato de esa situación, suspiró.

-Te pareces mucho a ella.

-Sí, no puedo negarlo, la verdad. – Álvar sonrió coqueto. Eso para él siempre era un halago, porque su madre era una mujer muy guapa – Mi madre es amiga de Lys. También conoce al resto, pero no ha tratado con ellos como con Lys.

-¿Has hablado con ella?

-Nada más llegar de la reunión. Y no lo he hecho antes, porque sabía que tenía una cena importante.

-¿Está en París?

-No, está en Lyon. Sus negocios, ya sabes. Vuelve dentro de un par de días. Creo que la voy a engañar para que me haga de ayudante. ¿Te importa?

-Lo dejo a tu criterio. Confío en ti. Pero ¿qué quieres conseguir?

-Quiero quedar con Lys y mi madre. Y plantearle en confianza que debe sincerarse. Intentar sacarla del guion que tienen escrito.

-¿Se han creído lo de la amenaza?

-Sí, pero porque el embajador ha llamado a la Gendarmería. No han hecho más que contarme mentiras. He estado luego escuchando vuestra conversación con Jorge y Dani. No me han contado nada de lo que hablaron con ellos.

-Bueno. Ser quienes son y reconocer ante un policía, aunque sea español, que han comprado a tres jóvenes, que era evidente que habían sufrido maltratos continuados e incluso que les hayan extirpado a uno de ellos, que sepamos, dos órganos para venderlos al mejor postor, no … quiero decir que era esperable. Son un montón de delitos a parte del pequeño detalle de no ir a la policía a comunicar un delito flagrante, aunque sea el del maltrato de sus hijos.

-¿Se creen que Jorge no nos lo iba a contar?

-No creo que sepan hasta que punto está implicado en la investigación de todo este tinglado. Creo que muchos lo siguen considerando medio bobo. Y él, salvo en raras ocasiones, no saca de su error a su audiencia.

-El embajador lo vio dar mamporros. Y si escuchas a Helga contarlo, eran señores mamporros. Controla un huevo la lucha. Y sabe dónde golpear.

-Un luchador medio bobo. De todas formas, aunque ni Jorge ni Carmelo parecen inclinados a pensar mal del embajador, a mí no se me ha quitado la mosca de detrás de la oreja. Se confirma que el embajador primero buscó conocer a Carmelo. Y luego, le pidió a éste que le presentara al escritor. Y fue él el que insistió en mantener el contacto. Y por algún gesto de Jorge, me da que por momentos fue insistente. Ten en cuenta que en aquellos días, Jorge no gustaba de compañías extrañas.

-De todas formas, esos dos matrimonios y las amiga de la madre, no parecían coincidir en muchas cosas. Las mujeres mostraron muchas veces su desacuerdo con gestos. Sus maridos parecían aceptar los comentarios del embajador …

-O sea que has tenido …

-Igual que las apreciaciones que hicieron Dani y Jorge.

-¿Y lo de quedar con tu madre? ¿Como lo vas a hacer?

-Dudo entre hacerme el encontradizo o en quedar a cara de perro.

-Háblalo con ella. Ella las conoce mejor. Quizás yo … si tu madre está dispuesta, que haga un poco de cicerone de ellas y las lleve a ver algo que sepa que les va a gustar y que a sus maridos no …

-No les apasione. – Álvar acabó la frase de Javier.

-Y luego, a la hora de la comida, apareces tú. Yo le recomendaría a tu madre que las avisara y que fuera clara con ellas. Si está dispuesta, debe hacer el trabajo sucio de convencerlas de que es lo mejor para ellas y para esos chicos. Y de paso, entérate de si el embajador ha cobrado por organizar el curso. Suéltalo de improviso. Dalo como un hecho comprobado y que solo queremos saber la cantidad que se ha metido en el bolsillo. Tanto Jorge como Dani estaban convencidos de que algo de eso hay, por las miradas de las mujeres al embajador y a sus maridos.

-¿Has sabido más de esa reunión que iba a tener uno de los compañeros de mesa de Jorge con representantes de Anfiles? Al fin y al cabo has montado todo ese tinglado para evitar esa reunión.

-No. Bueno, un detalle: había una sala pequeña reservada. Para todo el día. La reservó un hombre al que no se le ve en ningún momento la cara en las cámaras del restaurante ni de los alrededores. Pagó en efectivo una cantidad abusiva, solo por tener la sala a su disposición. Y entre los comensales que ya habían abandonado el restaurante, hemos detectado a una pareja francesa interesante. Son directivos de una sociedad francesa que se dedica a los parques de atracciones. Y tienen tratos con Uremerk. Los chicos de Tere lo han descubierto hace un momento.

-Uremerk. Cada vez sale más esa empresa. Trabaja allí Galder ¿No? – Álvar se arrepintió de la pregunta nada más hacerla. Cambió de tema sin esperar respuesta de Javier – ¿Alguna idea de a quién fue a ver?

-Sí. Eso no puede ser casualidad. A ver como se desarrolla todo. Estoy casi convencido de que iban a reunirse con Paula Freire y quizás a alguno de sus compañeros de mesa. Por eso no les hemos dicho a Dani y Jorge que estaban en el restaurante.

-¿Y Carlota?

-Es otra posibilidad. También estaba en el restaurante. Pero eso no se lo podíamos ocultar, porque se cruzó con ella. Jorge no dijo nada, ni siquiera reaccionó cuando se cruzó. Pero la reconoció. Ya lo vamos conociendo. Lo hemos visto en las cámaras.

-Creo que esa Carlota está más implicada de lo que parece.

-He puesto a Bruno a investigar a Paula. Su pasado. Paula y Carlota. Y Nadia, claro.

-El pobre …

-Espero contar pronto con un par de guardias que le ayuden. Raúl cada vez está más liado con otras cosas.

-Si Olga convence a Ventura de volver, sería un buen fichaje. – opino Álvar.

-Tuvo muchos problemas. No creo que … quiera volver.

-Lo conocí un poco. No creo que sea feliz en Estados Unidos. Es un tipo muy perspicaz. Inteligente y trabajador. Y muy defensor de las víctimas.

-Pero es como nosotros. Es policía por vocación. Y aquí no podemos asegurarle que no se encuentre con esos que le hicieron la vida imposible. Y eso siendo hijo de quien es. De hecho, posiblemente llegue el momento de enfrentarnos a ellos, a sus ex-compañeros. Y él estaría en la movida.

-Pero el padre de Ventura es de los que no salen en la prensa. Aunque tenga mucho más poder que los que lo hacen. No le gusta hacer ostentación de su posición. Puede pasar desapercibido para la mayoría.

-Pero con todo el poder que tiene, no ha movido un dedo para destruir a aquellos que pisaron a Ventura. No se lleva bien con él, vale. Pero es su hijo. Lo único que consiguió es que recalara en el FBI. Y para eso, tuvo que mover muchos hilos, cuidado. Voy a intentar quedar con él.

-¿Que le vas a decir?

-No estoy seguro, te soy sincero. Intentar tenerlo de nuestro lado. Al menos quitarle del lado de ellos, si es que lo está, que lo dudo.

Álvar se quedó unos segundos pensando, antes de seguir con la conversación.

-Me da que sabes más cosas del padre de Ventura de las que reconoces. ¿Quedar con él? Eso quiere decir que lo conoces.

Javier sonrió. Pero era una sonrisa triste.

-Nos conocemos. Pero no te puedo hablar de ello.

-¡Ah!

La mente de Álvar empezó a trabajar. Conocía a Javier y sabía que si ocultaba ese tema, estaría relacionado con temas delicados.

-Haz una envolvente. – dijo de repente Álvar para centrar la conversación de nuevo – Con lo de Ventura. Habla con tu amigo Peter Holland. Que lo mande a España investigar algo relacionado con Anfiles. O de incrustado en la Unidad para chivarle datos.

-Ya tiene a alguien.

-No fastidies. ¿Sabes quién es?

-Tengo candidatos. Pero no lo sé con certeza. Pero es algo que puedo intentar si Olga no consigue convencerlo. El FBI está muy interesado en esta investigación. Saben más de algunos aspectos que nosotros mismos. Olga ha tenido una revelación. Piensa que todos los movimientos de Peter Holland respecto a su viaje para dar el curso en Quantico, han sido cuidadosamente medidos.

-¿Ha llegado a alguna conclusión?

-Tiene la sensación de que quiere que Ventura deje el FBI. Que se vuelva con nosotros, vaya.

-Eso suena maquiavélico.

-No sabemos sus motivos. Pero lo que tengo la seguridad, es que sabe mucho de nuestro caso. Y no lo va a compartir por iniciativa propia. En todo caso, si le preguntamos, puede que conteste. O si le pedimos ayuda en temas concretos.

-Piensa entonces que Anfiles está relacionada con la droga y con el tráfico de armas a gran escala. Para interesarle al FBI, debe ser algún tema de esos.

-Estoy casi seguro de ello. Pero no hemos dado con esa parte de la organización. En realidad, hay muchos Anfiles. Muchas secciones independientes. Y algunas con intereses contrapuestos. Esa competición entre ellos, a veces juega a su favor, aunque parezca contradictorio. Nos despista. La cabeza que está al frente, le encanta esa competición. Eso le renta a él mayores beneficios. Y hace que esas mismas secciones, hagan de vez en cuando, limpieza.

-Este café en lugar de espabilarme, me está derrotando. Me acabo de perder en tu razonamiento.

-Vete a la cama anda. Es un tema complicado que además, por mucho que tengamos prisa, ni esta noche, ni en ninguna de los próximos años, creo que lo acabaremos desentrañando del todo.

-¿Y tú? ¿No te vas a dormir?

-No puedo. Se ha complicado lo de Vecinilla. Se ha complicado hasta decir basta.

-¿Tan malo es?

Javier asintió con la cabeza apurando su café. Le hizo un resumen a grandes rasgos.

-¿Quieres que me acerque? ¿Te puedo ayudar en algo?

-No. Prepara eso que has pensado. Habla con tu madre. Y organizaros. Hay que avanzar en otras líneas. Y necesito que descanses. Puede que mañana debas tomar las riendas de parte de todo este tinglado. Debes medir tus fuerzas. Ya has estado ayudando a Patricia hasta ahora.

-Si necesitas algo, me lo dices.

-Claro.

-Voy a intentar quedar también con Elodie, la madre del chico fallecido.

-¿Fuera aparte de lo de las otras mujeres?

-Sí. Me da la impresión de que las mujeres mayores iban por otro camino.

-¿No será peligroso al ser amiga de Marguerite?

-Es que ella me dio la impresión de que … Hubo un par de miradas que le lanzó a su hijo … me da que el embajador la utiliza a veces, pero no creo que siempre esté de acuerdo. Ella creo que es de otra pasta.

-Pero es su madre.

-Ya. Pero Jorge es Jorge. Y esa mujer ha leído con mucha atención sus libros. Te repito: con mucha atención.

-Organízalo todo como consideres. Me parece bien tus propuestas. Si necesitas a alguien, lo dices. Creo que de todas formas, deberías pensar en ir con alguien siempre.

-Admito sugerencias.

-Ya pensaremos. Ahora no tengo la cabeza para eso.

-¿Qué les habéis contado a Dani y Jorge? Con el escritor no he tenido contacto casi, pero con Dani sí. A veces quedamos a tomar una cerveza. No quiero meter la pata.

-Lo que has visto en la entrevista. Luego no le he dicho nada más. La versión oficial del desalojo es la que les diste cuando llegabas. De lo de Olga, no saben nada. Solo que el hermano de Carlota está en Estados Unidos en paradero desconocido. Ni de que en el restaurante estaba Paula con sus amigos y Justo Ríu.

-¿Ya habéis descubierto qué libros ha publicado Jorge con otro nombre?

Javier se echó a reír.

-No voy a perder el tiempo buscando esa información. Si un día me pica la curiosidad, le llamo directamente y se lo pregunto. – se arrepintió de su respuesta nada más darla – Ventura nos ha hecho el trabajo en ese sentido. Mañana te paso el nom de plume para que vayas a comprar sus novelas. Sé que lo preguntas porque quieres leerlas.

-Puede tener su relevancia en la investigación. – el gesto de Álvar era el de un niño pillado en renuncio. Javier se echó a reír.

-¡Ah! Estás aquí. – Patricia acababa de aparecer en la sala de descanso. – Estamos apunto en Vecinilla. Deberías ir a la sala. Y tú deberías irte a la cama. Estás derrotado. – se acercó a Álvar y le dio un beso en la mejilla a la vez que le susurraba un “gracias” muy sentido.

-Vamos, sí. – Javier se levantó con fuerzas renovadas – Y tú vete a descansar. ¿Quieres ir a mi casa? Está más cerca. – Javier sacó las llaves para apoyar su ofrecimiento.

-No, no, tranquilo.

-Pues tú a la cama directo. No juegues con tu salud, joder. – Patricia le amenazaba con el dedo.

-Ya estoy bien.

-No te has mirado al espejo. ¡¡Lárgate!!

-Vale. No te pongas así – Álvar sonreía a Patricia. Esta se acercó y le dio otro beso en la mejilla.

-Hazla caso. – dijo Javier.

-Pongo en marcha mañana lo de esas mujeres.

-Si necesitas algo, me dices.

-No, me dices a mí. Otro que … mañana a ver quien te aguanta Javier.

-Tú. ¿Quién va a ser? – Javier se echó a reír.

-Vamos, anda, tira a la sala. Nos vamos a perder el festival.

Javier se levantó y siguió a Patricia, a la vez que le hacía a Álvar un gesto con la mano para despedirse. Aunque de repente a éste se le ocurrió una cosa.

-¡¡Javier!! Se me acaba de ocurrir. ¿Por que no mandas a alguien a registrar esa sala? Puede que se hayan dejado algún mensaje. Puede que todo fuera para recoger un pen pegado en la mesa o una carpeta con un expediente.

Javier se quedó pensativo.

-Me encargo yo, no te preocupes. – se ofreció Álvar.

-No, no. Tú descansa. No tengas prisa por levantarte mañana. Ya mando a alguien. Conviene hacerlo a primera hora. Patricia ¿Te encargas de pedir una orden?

-Ya la tenemos. La pedimos por si acaso. No la usamos. Así que mañana quien consideres, puede hacerla efectiva.

-Bien visto. Pues encárgate de que alguien de confianza lo haga.

-Me encargo, tranquilos. ¡¡¡Qué te largues, Álvar!!! O llamo a tu padre a que venga a recogerte.

-¡¡Qué carácter!!

-Y lo malo, lo que le asusta a Álvar, es que su padre vendría – bromeó Javier.

Álvar se fue camino de su mesa para recoger sus cosas. Levantó la mano a modo de despedida, sin darse la vuelta, aunque estaba seguro que tanto Patricia como Javier lo estaban mirando. Estos se sonrieron y a su vez se fueron en sentido contrario, camino de la sala de reuniones, en donde tenían montado el gabinete de crisis de esa noche. La comitiva falsa estaba camino de la finca. Era la hora de la verdad.

Jorge Rios.

Necesito leer tus libros: Capítulo 92.

Capítulo 92.-

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Aritz no estaba convencido de dejar a Javier solo en la Unidad. Solo no iba a estar, había tres inspectores de guardia, a parte de otros miembros del equipo que se estaban encargando de las investigaciones del asalto a la casa de Álvaro Cernés. Pero lo conocía bien y sabía que a veces, que estuviera cerca una de sus personas de su círculo íntimo, le venía bien. Olga estaba lejos, Matías se había vuelto a marchar a Murcia para cerrar el caso que le había ocupado los últimos días, Carmen se había ido a la cama obligada por Javier … seguro que Carmen no sabía que Javier pretendía quedarse toda la noche perfilando el caso de Álvaro.

En eso iba pensando mientras conducía camino de la casa de ese Rubén. El GPS le anunció que había llegado a la dirección que le había dado Javier. No era mala calle y la casa tampoco parecía de gente humilde, más bien de clase media-alta. Si ese joven estaba perdido en sus noches de juerga y su tía decía que había dejado prácticamente su trabajo como diseñador, no le acababa de cuadrar. Su nivel económico no debía ser malo. Dio una vuelta a la manzana para encontrar sitio para aparcar. No tuvo suerte. Al final hizo lo que le había visto hacer a Carmen muchas veces: lo subió en la acera, en una calle perpendicular, puso los rotativos sobre el salpicadero y el cartel de policía.

En el momento en que iba a salir del coche, escuchó un toque de sirena en la calzada, justo detrás de él. Se giró para ver quien era: era una patrulla de la Local. Se abrió la ventanilla del copiloto y una cara sonriente le saludó. Aritz la reconoció enseguida.

-Susana, anda que … tener que encontrarnos aquí hoy …

El conductor del coche de la Local giró para aparcar al lado del coche de Aritz. Susana se bajó y se saludó con Aritz con dos besos.

-Esta es la calle donde vive el chico ese de la agresión de hace unas semanas. Me da que no estás en esta zona por casualidad ¿No?

Aritz sonrió.

-He venido a echar un vistazo a su casa. Ese joven es un misterio. ¿Ha pasado algo?

-Damos algunas vueltas de vez en cuando. Carmen lo pidió a nuestro jefe. Lo hacemos nosotros, los compañeros de Proximidad … Antes ha llamado un vecino que estaba asustado porque había dos personas rondando el portal de ese joven. Dos o tres. Según este vecino, los ha visto desde primera hora de la mañana. En un coche, parados hablando al lado de un árbol echando un cigarrillo … tomando un café en aquella terraza … siempre mirando hacia el edificio. Ha dicho que en una ocasión, con el pretexto de ayudar a una señora con la compra, han entrado en el portal. Aunque han vuelto a salir enseguida.

Aritz puso cara de extrañeza.

-Ya veo que no vienes por eso.

-Venía a echar un vistazo a su casa con tranquilidad. Hay demasiadas cosas que no cuadran y Javier quiere ya algunas respuestas. ¿Habéis visto algo?

-Cuando hemos llegado la primera vez, un coche ha salido nada más llegar nosotros. No es nada raro, quiero decir, un vecino que ha cogido el coche para ir a trabajar, por ejemplo, justo cuando hemos aparecido. Hemos preguntado por la matrícula y no había nada raro relacionado con ese coche.

-Pero … te has quedado con la mosca detrás de la oreja.

-Nos hemos ido, pero al poco hemos vuelto, esta vez con los distintivos apagados. Hemos aparcado y hemos dado un paseo con calma. El coche volvía a estar justo en el mismo sitio del que había salido. No hemos visto a sus ocupantes. El dueño del coche, no vive por esta zona. ¿Sabes de estas veces que no ves a nadie ni nada raro … pero tienes una sensación extraña?

El compañero de Susana se había bajado también del coche. Aritz chocó puño con él.

-Es que lo que dice Susan, lo hemos sentido los dos. – abundó Antonio. – Hemos ido al bar ese dónde les habían visto y nos hemos puesto en la terraza a tomar un refresco. El dueño se había fijado también en esos tipos. No son de los habituales. Parecían pendientes de algún portal de la zona.

-Ha sido una pena que no se ha dado cuenta si han venido en coche. – abundó Susana.

Aritz que estaba acostumbrado a hacer caso a esas sensaciones de ir tanto tiempo junto a Javier, instintivamente se apartó la cazadora para tener su arma más accesible.

-He dicho a la Central que estabas por aquí y que hemos parado para apoyarte. Mandan otro coche que se queda pendiente. Nos sirve de apoyo si quieres que entremos.

-¿Y exactamente que ha dicho ese vecino?

-Que llevaban toda la tarde rondando por la zona. Y que parecía estar observando el portal e incluso miraba la fachada. La casa de ese Rubén da a esta parte. Y el coche en cuestión, está aparcado ahí. – Antonio señaló un Hyundai Tucson de color blanco.

-El vecino se piensa que están estudiando el edificio para entrar a robar a las casas. – apuntó Susana.

Aritz sacó el móvil y llamó a Javier. Le explicó la situación.

-Son Susana y Anto, no son dos recién llegados. Son de confianza.

-Dales recuerdos a los dos. ¿Qué vais a hacer?

-Sería conveniente que alguien eche un vistazo a las cámaras de los alrededores. Viene otra patrulla de la local para cubrirnos las espaldas. Pensaba subir a ver que encontramos.

-Me encargo. Te mando a Tere y a Elías. Al menor atisbo de problemas, pulsa el botón de emergencia. Alerto a la UIP y a los GEO de Jose. Está de guardia él.

-Esperemos que no haga falta. Lo más probable es que no sea nada.

-Tened cuidado. Ya sabes lo que pienso de esos pálpitos de los policías competentes y experimentados. Susan y Anto lo son.

-¿Vamos? – les dijo cuando colgó.

-Mira, ya están los compañeros.

Otro coche de la Local se había situado en la esquina contraria a la que estaban ellos. Hicieron una señal con los faros pero no salieron del coche. Apagaron también los distintivos y se quedaron a la expectativa.

Aritz se palpó los bolsillos en busca de las llaves de la casa de Rubén. Cerró el coche antes de encaminarse los tres hacia el portal.

-Esa cerradura es muy fácil de abrir – comentó Antonio.

Aritz afirmó con la cabeza. Introdujo la llave correspondiente y la puerta se abrió sin problemas. Los tres policías se habían puesto guantes de látex. Aún así, tuvieron cuidado de no tocar demasiado la puerta.

-Puede que todo sea … una tontería.

-Mejor si lo es. Pero si no lo es, no nos pillarán en bragas.

Era un portal amplio y largo. Los ascensores estaban al fondo. Las escaleras estaban justo antes de aquellos pero en frente. La escalera era independiente, no caracoleaba alrededor de los ascensores. Aritz encabezaba la comitiva. Andaba despacio, intentando no hacer ruido. Sus dos compañeros hacían lo mismo. Los tres llevaban su mano dominante sobre el arma.

-¿Tienes la misma sensación que nosotros? – preguntó Susana.

Aritz afirmó con la cabeza. Señaló las escaleras. Le había parecido percibir el rumor de una prenda de ropa al rozarse con la pared.

Empezaron a subir lentamente. Aritz iba primero, luego Susana y para cerrar, iba Antonio. Subían separados por dos metros y pegados a la pared. Antonio había desenfundado su arma.

Cuando llegaron al segundo piso, Aritz se detuvo. Les indicó que se mantuvieran en silencio y que escucharan. Enseguida los tres percibieron lo que les parecieron los pasos de dos personas y de nuevo, el ruido de un impermeable al deslizarse su dueño pegado a la pared. Aritz no se lo pensó, sacó el móvil y pulsó el botón de peligro. Ahora, Tere y Elías sabrían lo que había y Javier estaría alerta. Y llegarían unidades de apoyo de la Ciudadana y de Intervención.

Otros policías hubieran esperado a que llegara esa ayuda, pero ni Aritz ni los agentes de la Policía Local eran de esos. Los tres parecían sentir el mismo pálpito que les hacía tener la certeza de que había prisa por encontrar a esos asaltantes.

A mitad del tramo de escaleras entre el segundo y el tercero, Susana le puso a Aritz la mano en la espalda para que se parara y volviera a escuchar. Alguien estaba llamando al timbre de una casa. La mujer entendió lo que pretendían.

-¡¡¡¡Policía!!!! ¡¡¡¡Policía Local y Nacional!!!! Que nadie abra las puertas de casa. Repito, que nadie abra las puertas de casa. ¡Apártense de la puerta! ¡Repito: apártense de la puerta! Les habla la Policía.

Aritz aceleró el ritmo de subida, sin descuidar la seguridad.

-¡¡¡Policía!!!

-¡¡¡¡Les habla la Policía!!!! ¡¡Por favor, que nadie abra las puertas de casa!!!

-¡¡¡¡Policía!!!! ¡¡Apártense de la puerta!!

Antonio había llamado a sus compañeros por su sistema de comunicación para que se pusieran delante del portal con las luces encendidas. Enseguida vieron el reflejo de los rotatorios que se colaba por el cristal de la puerta del portal. Cualquiera de lo vecinos que se asomara a la ventana, vería el coche. Y al menos, en los pisos bajos, el reflejo de los rotativos anunciarían su presencia. Pudieron escuchar también a otras patrullas acercándose.

-¡¡¡Les habla la Policía!!! ¡¡¡Qué nadie abra las puertas!!! ¡¡Apártense de la puerta!!

Pudieron escuchar un puño golpeando con rudeza una puerta. Aritz echó a correr escaleras arriba. Susana y Antonio le seguían, ahora ya los tres con sus armas empuñadas. Pudieron escuchar a otros compañeros entrando en el portal. El teléfono de Aritz sonó en silencio.

-¿Dónde?

-Tercero y subiendo. Te dejo las llaves de la casa de Rubén. 3ºF. Seguimos subiendo. Hay alguien. Están intentando que los vecinos les abran la puerta.

-¡¡¡Policía!!! ¡¡¡Deténgase!!! ¡¡¡No tienen salida!!!! – gritó Susana.

-¡¡¡Policía!!!! – gritó su compañero.

Se escuchó un disparo. Ninguno de los tres se paró ni se cubrió. Sabían que los que fueran estaban intentando entrar en una casa para tener rehenes. Era su única escapatoria.

Se escuchó otro disparo.

-Sexto piso. – gritó Antonio. Había visto el reflejo del choque de la bala contra la cerradura.

-¡¡Alto!!

-¡Suben los GEO! – le indicó Teresa a Aritz por el móvil.

Pero Aritz no se detuvo. Los tres escuchaban claramente como esos hombres cargaban con el cuerpo contra la puerta. Los tres echaron a correr escaleras arriba. Estaban en el último tramo de escaleras y uno de los hombres se giró y disparó contra ellos. Uno, dos, tres, cuatro disparos. Aritz se resbaló al pisar algo de líquido que se había vertido en un escalón y estuvo a punto de caer. A pocos centímetros de su cabeza, en la pared, se estrelló una de las balas que había disparado ese hombre. Susana no se lo pensó y disparó ella a su vez. El otro hombre hizo el gesto de girarse con un arma en la mano, pero uno de los disparos de la mujer le dio. Antonio disparó a su vez y dio al otro hombre. Aritz se incorporó y anduvo con el arma empuñada con las dos manos, con el cuerpo en tensión y agachado.

-¡¡¡Arma!!! – gritó Antonio.

Aritz también había escuchado el ruido al amartillar una automática, se giró hacia el sonido y disparó. Fueron los tres hechos casi en el momento: el aviso de Antonio y Aritz girando y disparando. Escucharon un gemido. Aritz siguió hacia arriba con Susana pisándole los talones. Antonio se quedó en el descansillo del sexto para indicarles a los compañeros que ya estaban allí. Los GEO se ocuparon de desarmar a los dos individuos y de registrarlos en profundidad. Aritz alcanzó al tercero que yacía en un pequeño rellano que había entre pisos. Apartó la pistola que todavía tenía a mano y le registró someramente. Le sacó otra pistola que llevaba en una pierna y una navaja de dimensiones interesantes que llevaba en la espalda.

-Quítale los zapatos y ten cuidado, no vaya a tener sorpresas. – le indicó Aritz a Susana.

-Las tiene.

Susana le mostró el zapato que tenía una especie de pincho en la puntera y en el tacón.

-¿Estáis bien?

Jose Oliver, el jefe de los GEO acababa de llegar a su altura con dos de sus agentes.

-Clara, Miri ¿Os ocupáis de éste?

-Desde luego, jefe.

-¿Estáis bien? No me habéis contestado.

Aritz estaba sentado unos escalones más arriba. Estaba frotándose la rodilla de la pierna con la que había parado el golpe al resbalarse. Hasta ese momento no había notado el dolor.

-Se ha resbalado – le explicó Susana a Jose.

-Menos mal que aquí nuestra amiga, estaba al loro y se ha cargado a uno de los de abajo. Y Anto al otro. Si no, no lo cuento. – el policía miraba agradecido a Susan y Anto que hicieron un gesto para quitarle importancia.

Aritz se apartó para dejar pasar al resto del equipo de los GEO que iba a recorrer todo el edificio para asegurarse de que todo estaba bien en cada vivienda.

-¡Policía! ¡Abran la puerta!. Queremos comprobar que todo está bien.

Varios agentes de la Unidad de Proximidad subían detrás para tomar declaración a cada vecino y revisar que todo estuviera en orden.

Tere llegó dónde Aritz y lo primero que hizo fue abrazarlo. Aritz le agradeció el gesto besándola en la mejilla.

-Cuando he escuchado los disparos se me han puesto de corbata – dijo Tere. – Casi pierdo las llaves de la casa de Rubén.

-¿Han entrado?

-No. Casi. Estaba la “llave maestra” en la cerradura. Les habéis pillado justo a tiempo.

-De todas formas el piso huele todavía a pota de borracho que echa para atrás. – apuntó Elías que le tendió el puño a Aritz para saludarlo.

-Habrá que echar un vistazo – dijo Aritz.

-Nos encargamos Elías y yo – le dijo Tere – Tú te vas a que te miren esa rodilla. Menos mal que haces caso a Javier y llevas el chaleco. ¿Ya les has dicho que se vengan con nosotros? No se pierden ningún fregao de los nuestros.

Tere se refería a los agentes de la Local. Susana se abrazó a Tere y lo mismo hizo Antonio. Al igual que Aritz, se conocían de hacía tiempo.

-Éste es Elías, uno de los dóberman famosos de Pati. – presentó Tere.

-Tenía ganas de ponerte cara – le dijo Antonio.

-Y yo a ti. Hemos hablado tantas veces …

-Anda, dejad las relaciones sociales y quitaros de en medio – les recriminó sonriendo José Oliver – Javier me deja de jefe supremo. Tiene lío en la Unidad. Así que a la puta calle.

-Jefe, no contestan en este piso. El de los disparos. Han atravesado la puerta.

-Seguid intentando. Dile a Juan que suba la cámara. Cabe por ese agujero. Comprobemos que todo está bien.

-Bajamos en ascensor – propuso Susana – abajo te espera una ambulancia. Me lo acaban de anunciar.

-No hace falta.

-Que te la miren y te pongan al menos algo de hielo – le reconvino Teresa – Yo me encargo de echar un vistazo a la casa de Rubén. Si es necesario llamo a Jorge para que venga a ayudar. Él la conoce mejor.

-Alguien tendrá que ir con estos al hospital.

-Quiñones se encarga. Javier no suelta el teléfono. Llámale cuando estés abajo.

-Mira, el jefe. – dijo Aritz mostrándoles la pantalla de su móvil donde aparecía su nombre. – Javitxu, ondo nago, ez kezkatu. Eskaileretan zerbaiten gainean irristatu eta belauna jo nuen. (Javitxu, estoy bien, no te preocupes. Me resbalé con algo en las escaleras y me golpeé la rodilla.)

-Ziur? Zoaz ospitalera zu begiratzera. Erregutzen dizut, mesedez. (¿Seguro? Vete al hospital que te miren. Te lo pido, por favor.)

-Handik deituko dizut, ez kezkatu. eta ez duzu joan beharrik, ezagutzen zaitut. (Te llamo desde allí, no te preocupes. Y no hace falta que vayas, que te conozco.)

-Ikusiko dugu horretaz. uzten zaitut. Tere Rubénen etxea zaintzen du. (Eso ya lo veremos. Te dejo. Tere se ocupa de la casa de Rubén.)

-Juan, mira esa es la puerta. No contestan. No vaya a ser que los disparos le hayan dado. – dijo Jose Oliver al compañero que se acababa de incorporar.

-Meto la cámara y lo miramos en un momento.

Javier nada más colgar a Aritz, llamó a la unidad que estaba de guardia en el hospital cuidando de Rubén.

-Atentos. Que nadie entre a verlo sin identificarse. Han intentado asaltar su casa hace unos segundos. Tres personas. Han caído heridas.

-Estamos en alerta. Tranquilo. Hay personal nuevo.

-Pues uno que se dedique a sacarles fotos. A todos. Y nos las mandáis. ¿Casualmente hoy llega personal nuevo? Que no entre nadie. Os mando refuerzos.

Javier empezó a escribir instrucciones en su móvil. Una unidad de Intervención se dirigía ya hacia el hospital.

-Javier, ha llegado Rodrigo Encinar. ¿Quieres que les diga a Ramón y Pedro? – Patricia había entrado como una exhalación en su despacho. Se lo quedó mirando con muda pregunta.

-Si, por favor. De todas formas voy a saludarlo. Luego me uno a ellos. Y no te preocupes, Aritz y Susana y Anto están bien. Aritz se ha resbalado y se ha hecho daño en la rodilla. Pero el tropiezo le ha salvado la vida. Me dice Jose que al caer, una de los disparos de esos ha dado en la pared a su altura.

-¡Joder!

-Él no parece consciente de ese detalle. Jose porque estaba un par de pisos abajo y lo ha vislumbrado.

-Sube en el ascensor – le contestó Patricia a su muda pregunta sobre la visita que esperaban.

Javier salió de su despacho y fue con paso decidido hacía allí.

Cuando se abrió el ascensor, enseguida reconoció al actor. Era cierto lo que le había dicho Jorge: había trabajado mucho con Carmelo. Se encaminó decidido a su encuentro. Él también pareció reconocerlo porque sonrió.

-Te vi una vez con Carmelo. Luego me dijo que eras el jefe de la Unidad.

-Encantado Rodrigo. Mira – Pedro y Ramón se había acercado a ellos – te presento a mis compañeros. Ellos van a charlar contigo. Luego me uno a vosotros. Ha surgido un problema y tengo que ocuparme.

-¿Grave? ¿Es sobre Álvaro?

-No, tranquilo. Álvaro está bien en su casa antigua. Están dos compañeros nuestros con él. No le van a dejar en toda la noche. Y se van a ocupar de que mañana acabe su publicidad sin ningún contratiempo.

Rodrigo pareció relajarse. Al escuchar a Javier, se había asustado. Y por el gesto serio del personal que estaba trabajando y su actividad frenética, parecía que el problema era grave.

-Tranquilo, Rodrigo. Los policías somos muy intensos. No ha habido muertos y hemos frustrado a los malos. ¿Qué tal el viaje?

-Como ahora los aviones van medio vacíos, al menos puedes estirar las piernas. Bien. Sin problemas. ¿Álvaro me aseguras que está bien? No me he atrevido a llamarlo por no meter la pata. Estoy muy sensible con todo esto. Menos mal que me he enterado al acabar la función.

-Mejor no le llames hasta mañana. No quiero que nadie se entere de que estás aquí.

-Nadie lo sabe. El viaje ya estaba programado así. Algún compañero tenía que rodar por la mañana a primera hora. Y yo tengo reunión para hablar de mi papel en Tirso. Me llamó el otro día Carmelo. La reunión no es con él, es con Rodrigo el director, la directora de producción y mi representante.

-Me alegro que estés en ese proyecto. Pasa por aquí.

Javier estaba guiando al actor hacia su despacho. Pero Ramón le detuvo.

-Usamos mejor la sala pequeña de reuniones – propuso Pedro. – Tú vas a necesitar tu despacho. Y no pasa nada si te echas una cabezada en el sofá. Nosotros nos ocupamos.

-Te dejo entonces con mis compañeros – dijo Javier.

-Sin problema.

Javier observó a sus compañeros llegar a la sala de reuniones e ir bajando todas las persianas. Ramón cerró entonces la puerta no sin antes guiñarle el ojo al comisario. Le sacó de sus meditaciones la enésima llamada de la noche:

-Javier, tenemos malas noticias – era Jose Oliver – en el piso que no contestaba, hemos metido la cámara. Hemos visto el cuerpo de un hombre. Hemos abierto la puerta pero no se ha podido hacer nada. El disparo le ha atravesado el cerebro.

-Joder. Vale. ¿Quieres que vaya?

-Tranquilo, me ocupo de todo. Acaba de llegar Raúl.

-Que se ocupe de la familia de ese hombre.

Javier se sentó un momento en su despacho. Esa última noticia le había tocado el alma. No había preguntado por como era la víctima. Debería interesarse por ella. Volvió a sonar su móvil.

-Dime Fernando. ¿No librabas hoy?

-He recibido un mensaje de SOS. Creo que es de uno de los músicos de Burgos.

-¡No me jodas!

-Acabo de recibir otro, espera que lo lea… “Por favor, ayuda”.

-Mándame el número. Le digo a Bruno que lo localice.

-Ya está. He llamado a Aitor. Está en una finca de Vecinilla, un pueblo cercano a Concejo.

-Vete para allá. No vayas solo. Mándame de todas formas la ubicación para tenerte controlado.

-He llamado a Raúl. Helga está en la casa de Jorge de Madrid … va a sustituir a Efrén.

-Raúl no va a poder ser. Ha habido una desgracia y se va a ocupar de la familia de una víctima.

-¿Tiene que ver con Aritz? Algo me ha llegado.

-Sí, lo tiene que ver todo.

-¿Aritz está bien?

-Está magullado. Pero está vivo. El resbalón le costará la rodilla fastidiada unos días pero le ha salvado la vida. Le ha librado de un disparo en la cabeza. No se lo digas ¿eh?

-¡Joder! Tranqui. No tenemos mucha confianza.

-Hablo con el Comandante Garrido para que os mande apoyo. Le doy tu teléfono.

-No hace falta. Ya nos conocemos. A lo mejor es una broma

-O a lo mejor es una trampa. Tenlo presente.

-No lo había pensado.

-Me vas contando. Llama tu a Helga. Tengo la noche muy agitada.

Iba a colgar, pero no pudo evitar una última recomendación:

-Así que al loro esta noche. No quiero más sustos. ¡¡Espera!! Me acaba de mandar Jorge una foto.

Javier se quitó el teléfono de la oreja. Pinchó el mensaje para verla mejor. Abrió mucho los ojos.

-No hagas nada de momento – le dijo a Fernando. – Espera que te llame. Bueno sí, mándame la ubicación de ese móvil.

Tere entró con cautela en la casa de Rubén. Su compañero Elías había definido con acierto el olor que se sentía al entrar. Parecía mentira que un vómito de borracho de hacía ya semanas, pudiera seguir oliendo así. Quizás la falta de ventilación había ayudado. O que la pota fuera más reciente, en cuyo caso, habría que buscar a quién correspondía.

Encendió las luces de la casa. No parecía especialmente desordenada, aunque tampoco parecía lo contrario. Echó un vistazo general y vio en la cocina, sobre la mesa, un pescado que pudiera ser el origen del olor nauseabundo que había en el piso. Lo habría sacado del congelador para que se descongelara. Y ahí se quedó. Eso no cuadraría con las últimas teorías que tenían al respecto de la agresión de Rubén, porque supondría un indicio de que esperaba volver a la casa. A no ser que alguien más tuviera llaves y que a veces se alojara allí. El pescado pudriéndose, de todas formas, no explicaba por si solo el olor de la casa. En una esquina vio un charco de vómito. Y no le pareció que fuera de hacía dos meses. Con suerte de hacía un par de días. Se alejó de ese rincón: no soportaría olerlo de cerca.

La inspectora escuchó un suave toque con los nudillos en la puerta. Fue decidida a abrir. Era Elías que se había entretenido un momento con una petición de Patricia. Nada más entrar, se llevó la mano a la nariz y la boca a la vez que le daba una arcada.

-Si no te importa, abro un momento una ventana. Este olor me repatea. No puedo con él.

-Abre un par de ellas para que haya corriente. No creo que yo aguante mucho sin empezar a tener arcadas. No me gustaría acabar la noche limpiando mi propio vómito.

Elías se encargó de las ventanas mientras Tere seguía parada en medio del salón. Miraba desde esa posición toda la casa. Quería hacerse una idea. Esa manera de proceder se la había copiado a Javier. No sentía las mismas cosas que él, pero era una forma de grabarse en la cabeza como encontró el escenario. Y también le servía para imaginarse las últimas horas de las persona que vivían en el sitio que tocara.

Esa casa le generaba ideas contradictorias. No era lo que se esperaba de alguien que sale de casa pensando en volver en unas horas, ni tampoco de la opción contraria. No habían determinado todavía a qué hora había salido Rubén de casa el día de la agresión. Las cámaras de los alrededores no estaban bien situadas para seguir el rastro de cualquiera que viviera en ese edificio. Chascó la lengua molesta, porque no se quitaba la idea de que había dos personas involucradas. Jorge no había dicho nada de que pudiera vivir nadie con Rubén. ¿No coincidiría o había decidido guardarse esa información? Había que pensar que si había acompañado a Rubén en estado de completa embriaguez su atención estaría centrada en ello. No debía haber sido fácil, ni aún teniendo la fuerza que todos decían que tenía, y que a Tere le parecía una exageración, manejar a Rubén, desnudarlo, bañarlo y meterlo en la cama. Y más si iba vomitando por las esquinas. A todos los efectos, cualquier persona era un peso muerto en esas circunstancias.

Elías miraba a su compañera con paciencia. Después de abrir las ventanas se había sentado en una silla con ruedas que había frente al escritorio en el que estaba instalado un ordenador. Parecía el rincón de trabajo del dueño de la casa. Abrió algunos cajones y vio que estaban casi todos llenos de papeles. No los tocó. Sabía que a Tere le gustaba revisarlos a ella misma con tranquilidad.

-Deberías empezar por estos cajones, Tere. – cuando habló Elías acababa de cerrar el último de ellos.

-Echa un vistazo a las habitaciones. Intenta sacar fotos de todo. Con detalle. No dejes ningún ángulo sin sacar. Me da que nos vamos a tener que ir enseguida. La noche está movidita. No dejan de llegar mensajes anunciando movidas.

Tere ocupó el lugar de Elías en la silla y empezó a abrir los cajones. Arrugó la frente al sacar el primer montón de documentos. Cuando Elías le había dicho que los cajones estaban llenos de papeles, pensó en que estarían relacionados con el supuesto trabajo de Rubén como diseñador gráfico. De repente se le ocurrió una cosa.

-¿Has visto por algún lado un ordenador potente con una impresora profesional, un plóter o una de esas tabletas para dibujar? Un panel como los que tenemos en la Unidad para ir poniendo toda la información de los casos … algo que sea característico de un rincón para trabajar. Algo profesional.

Elías asomó la cabeza por la puerta del cuarto que estaba fotografiando.

-No lo hay. A no ser que esté en un cuarto secreto. Eso debería ocupar bastante. En uno de los dormitorios hay una tablet, pero tamaño normal. Ahora la enciendo por ver que software tiene instalado. Enciende el ordenador de la mesa y miramos lo mismo.

Tere negaba con la cabeza.

-Si encuentras llaves de otro sitio, casa, almacén, trastero, cógelas.

-Miro en los cajones. En esos no había nada – Elías señaló los que estaba mirando Tere. – Mira en esos cubiletes de encima de la mesa, que no he mirado yo.

Tere se medio incorporó y los miró, incluso alguno que tenía un montón de cosas los volcó al lado del ordenador, pero no vio nada parecido. En uno de ellos vio un pendrive de Coca-Cola. Sacó una bolsa de pruebas y lo metió en ella.

-Si encuentras pendrives, los metes en bolsas y nos los llevamos.

-Esta tablet no tiene software de diseño gráfico. Ni programas de dibujo, a parte del Paint.

-El ordenador tarda en iniciarse. Mete la tablet y nos la llevamos. ¿Tenía contraseña?

-Sí. “Dilan”.

-Eso parece un homenaje más que una contraseña.

-Eso he pensado yo – dijo sonriendo Elías. – No tenemos muchas bolsas de pruebas.

-Dile al comisario Oliver. Seguro que llevan en su equipo.

-Sería mejor que nos lo lleváramos todo. El ordenador incluido.

-Pídele un par de cajas. Hay muchos papeles. Parecen contratos. Firmados por Gabriel Ríos.

-¿El hermano de Jorge?

-Coño, seré boba. Tanto llamarlo Gaby … que boba.

-¿Contratos de qué? – Elías se había acercado a ella.

-De relatos de Jorge. No los cobraban mal. Para no ser un profesional. Es de mucho antes de que publicara su primera novela. Sería poco más que un adolescente.

-Mira la última cláusula de ese contrato . Los cobra bien porque se supone que los van a publicar. Al menos da ese permiso. Esos que tienes ahí, son para trabajos de clase. Esos son baratillos.

-Me pregunto si antes de vender estos relatos o novelas, he visto al menos dos, Jorge las registraría.

-Eso, pregunta a Jorge.

-De momento Javier no quiere que comentemos al escritor nada de esto ni de lo que ha descubierto Olga en Estados Unidos. Mira, el libro de los relatos de Jorge del que nos ha hablado Olga. Hay un post-it que dice “relatos de Jorge Rios”. Tenemos que encontrar los contratos de los relatos de este libro.

-Lo que me alucina es el autor: JR.

-Bonifacio Campero quiso de alguna manera que se le reconociera a Jorge la autoría. Un homenaje – dijo con mucho humor, recordando lo de la contraseña de la tablet.

Llamaron a la puerta. Tere se levantó para abrir. Era Jose Oliver.

-Tere, Elías, sería mejor que dejarais esto para otro momento. El vecino al que llamaban esos malnacidos, está muerto. Acabamos de abrir la puerta.

-¡Mierda! ¿Te importa mandar a alguien con algunas bolsas de pruebas y un par de cajas? Guardamos lo que tenemos entre manos para llevárnoslo y somos todo tuyos.

-En nada sube Miri. Que os lo recojan ellos y que hagan la cadena de custodia a la Unidad y al laboratorio. Les explicáis lo que queréis llevaros. Vosotros vais al piso de ese pobre hombre. Raúl está hablando con los vecinos. No encontramos documentación de ese individuo. No sabemos quien es, salvo por el nombre que pone el buzón.

-De acuerdo. Eso es raro ¿no? – comentó Teresa.

-Hablando de eso. ¿Has visto por ahí la documentación de Rubén? – preguntó Elías a Tere cuando el comisario se fue.

Ésta negó con la cabeza. Hizo un gesto de extrañeza.

-Solo llevaba la tarjeta sanitaria en la cartera. Tampoco he visto dinero ni tarjetas de crédito. Y tenía al menos cuatro. Una Master, una Visa electrón y dos Visas clásicas, una de ellas Oro.

Volvieron a tocar en la puerta. Esta vez fue a abrir Elías.

-¿Qué os guardamos? Certifico la cadena de custodia, si te parece Tere. Os lo llevamos a la Unidad para que Patricia se haga cargo. Y lo que sea del Laboratorio, lo llevamos allí.

-Claro. Sería una gran ayuda. Mira, nos llevamos el ordenador. Esas cosas que tiene ahí Elías embolsadas y los papeles de estos cajones. Y si veis algo que pueda ser interesante, lo incluís también.

-Y si no te importa, toma muestras de ese vómito y de ese otro. – le indicó Elías.

-Y el pescado de la cocina. No me creo que sea de hace dos meses.

-Esta pota son dos distintas – Tomás, el compañero de Miri se había agachado a coger muestras.

-Pues toma varias. Fotografía de dónde las coges.

-Acabamos nosotros. Hacemos fotografías de todo. El jefe Oliver quiere que subáis rápido. Quiere que habléis con dos vecinos, a parte de echar un vistazo al piso de ese hombre. Es otro misterio en sí mismo. Raúl se ha ido a buscar a un tipo que algunos han visto a veces con ese hombre.

-¿Por?

-Nadie sabe en el edificio ni como se llama. No se trataba con nadie. Y no hemos encontrado documentación.

Tere miraba la pantalla de su teléfono.

-Y Fernando ha recibido un mensaje pidiendo socorro. De uno de esos músicos. Menuda noche nos espera.

-No os olvidéis de cerrar las ventanas y la puerta. – pidió Elías a Miri.

-¿La sellamos?

Tere se quedó pensativa.

-Sí. Me imagino que eso disuadirá a algunos de venir a investigar por su cuenta. Elías, vamos. Subamos a ver ese nuevo escenario.

Jorge Rios.”

Necesito leer tus libros: Capítulo 88.

Capítulo 88.-

.


 Jorge sintió el mensaje de  Javier en el móvil. Le susurró algo a Carmelo  y salió del bar.

Javier lo esperaba en la esquina de las confidencias, como empezó a llamarla Jorge para sus adentros. Era claro que todos sabían que era discreta y que era fácil de vigilar. Jorge se dio cuenta también que era uno de los pocos puntos en los que no estaban a tiro de ninguna ventana o tejado.

-Me has dejado preocupado. – le saludó Javier.

-No es para menos – respondió el escritor al sentarse en frente de él.

Jorge le contó con detalle la conversación con Jorgito.

-Tiene miedo de que lo maten. – resumió cuando acabó su relato.

Javier levantó las cejas. Traslucía las dudas que tenía en como afrontar el tema. Al final se decidió a confiar en Jorge.

-Algunos de los presos que están cerca de él lo protegen. Y un par de funcionarios que no son de la cuerda del Director. Y lo mismo hacen parte de los guardias civiles destinados en esa prisión. No tiene nada que temer. Luego te doy el teléfono de uno de ellos por si quieres hablar con Jorgito o avisarle de algo.

Jorge miró sorprendido a Javier. Era claro que aún estando en baja forma, intentaba prever todas las contingencias.

-Ese Director …

-Un mal tipo que le llegará su turno. Hay que tener calma con él. Dime las sensaciones que te ha producido la llamada de Jorgito, a parte de que tenga miedo. Por cierto, no le digas nada de que está protegido. Es preferible que esté medio asustado. Así estará siempre alerta y no cometerá errores. Y sobre todo, no destapará a nuestros colaboradores. Nos hacen falta para otros temas, incluido hacer que caiga el director de la prisión.

Jorge asintió con la cabeza mientras ordenaba sus ideas.

-No me cuadra que Dimas fuera el que dijera eso de Rubén. Según me he dado cuenta poco a poco, el que manda en esa familia es ella. Es casi una la jefa de una mafia. Por eso el fundador de mi editorial le hizo divorciarse de su propia hija y se casó con Rosa.

-¿Y eso de que fue hace meses?

-Yo creo que se habrá equivocado. Estar en la cárcel, puede que el tiempo le parezca ahora enorme. Que un día es una semana. Es como con la pandemia, que el tiempo tomó otra medida.

-Supones que Rosa entonces, entró en la familia para proteger a “la familia”.

-O para potenciar su línea de trabajo. No se trata de familia, se trata de … negocios. Vale, perdona, te refieres a “familia” como asociación mafiosa. En esa “línea de trabajo” entra el tema de mis libros y el beneficio extra que sacan de ellos. Dimas, según me voy enterando, es un perfecto inútil, vago y que lo de leer no es lo suyo. Alguien me ha dicho que ni siquiera lee las obras de sus autores. Ese trabajo lo hacen los demás. Le pasan un brief y eso es lo que sabe de las obras de sus escritores. Parece ser, y me lo ha contado alguien que sabe del mundo editorial, en mi caso, decidió publicarme Bonifacio Campero … – hizo una parada dramática antes de decir su segundo apellido – Valbuena.

Javier reaccionó de inmediato. Se lo quedó mirando.

-Sí, sí, como diría Gomaespuma, de los Valbuena de toda la vida.

-¿Conociste a ese Bonifacio? La verdad no hemos encontrado ninguna relación entre Bonifacio y el abogado Valbuena. Su yerno RoPérez, sí, porque su abogado es de su bufete, un tal Josua Pino. Es el que tramitó la adopción de Rubén. Pero relación personal o cercana entre ¿Estás seguro de que son familia? No era ni su abogado, si nuestros informes no están equivocados.

-Me resulta curioso cuando menos. No tengo constancia de ese vínculo. Si no lo encuentras … puede que fueran primos lejanos o que no tengan nada que ver, vete tú a saber. Que yo sepa no he tratado con ese Bonifacio. Es más, hasta que me comentó Ovidio su importancia en que yo acabara publicando y luego me lo corroboró Óliver, no era consciente de su existencia. En todo caso, lo saludaría en algún evento. Como si me presentan al director de Antena 3 o al CEO de Iberdrola. Tener una charla a solas o que me hablara de su opinión sobre mis novelas, no, desde luego. Ni que nadie me hablara de él para que tuviera cuidado porque era el amo del cortijo. Dimas no lo citó nunca en todos nuestros años de relación. Pero fue, según me contaron Ovidio y Óliver, el que habló con los libreros para que leyeran mi novela, antes incluso de aceptar publicarla. En aquel entonces, estuve unos días dudando sobre si lanzarme a publicar o no. Me entró el miedo. Y bueno … lo utilicé para acercarme a Nando. Pensaba entonces que lo quería. Quizás solo porque se había preocupado por enviar mi novela a una editorial. O su madre. Puede que fuera ella la que conocía a alguien en la editorial. Eso tengo que hablarlo con Juana. No lo tengo claro. Hay cosas que las tenía como verdades absolutas y que cada vez, según pasan los días, me parecen irreales, como si fuera una historia que me aprendí en su momento porque me venía bien o porque me interesaba para quitarme un poco de ansiedad. Quizás deba tener una conversación de nuevo con mis amigos de entonces. Creo que el principio de mi historia con Nando lo había idealizado un poco. En aquella visita primera que hice al barrio, algo me dejaron caer, pero ciertamente estaba tan … centrado en volver a reencontrarme con algunas personas que me ayudaron mucho cuando era joven …  me perdí un poco en los sentimientos. Me anuló completamente mi ímpetu investigador. Fui un mal detective.

-¿Y los de tu pandilla?

Jorge hizo una mueca de pesar.

-Con los que más me veo es con Helena y Pol. Y no entramos en profundidades. Evitan los temas que me puedan hacer daño. Con Aiden, que sería la otra opción, después de su aparición estelar de la mano de Finn, un crápula de principio a fin, me ha hecho ser precavido de momento respecto a él.

-A lo mejor deberías ir a pasar una tarde con ese matrimonio, Helena y Pol y plantear tú los temas que te interesan. ¿Y el otro día cuando fuiste a ver a tus nanas?

-Tengo que pensar. Yo creo que sobre algunas cosas, mis nanas … ya son mayores. Y me pasó como el primer día que te decía antes, fui mal detective.

-No te flageles por eso, es normal. Ese reencuentro con tus seres queridos te vendrá bien a la larga. Y respecto a tus nanas, yo no pensaría de primeras que son mayores. Por lo que me dicen Fernando y su equipo, ninguno notó nada en ellas que hiciera pensar en esa posibilidad. Flor también es de esa opinión. Estuvo mucho rato hablando con ellas esa tarde. – Javier hizo una pausa antes de volver a lo que le preocupaba. – Ese Bonifacio … actuaba, como un capo. Organizando hasta el matrimonio de su hija. Es algo alucinante. Ella no lo reconoce, claro. Pero cuando llamó florero a su marido, lo dejó patente. Y cada vez tenemos más determinado que hacen vidas separadas, salvo cuatro apariciones públicas y otras cuatro reuniones con amigos. Cada uno vive en una parte de la casa. Hasta tienen entradas independientes. Estos detalles que cuentas hacen que algunas cosas tengan algo de sentido y abre un ciento de interrogantes.

-Las personas que me han hablado de él, me dicen que era todo un carácter. Muy pocos se atrevían a toser delante de él, por si acaso. Mis nanas dicen que tenía a su hija firme. Ellas eso sí, dicen que le cogieron el punto y que a ellas las respetaba. Es que mis nanas son todo un carácter, sobre todo defendiendo a su gente y sus principios. Y entre estos últimos está el no dejarse pisar por nadie, sea ministro o el yonqui del barrio. Y eso de que Nadia y ella fueran compañeras de clase y amigas … me ha descolocado.

-Eso lo comprobaremos con calma. De todas formas, te diría que no minusvalores a Dimas. Puede que sea vago y que no le guste leer aunque trabaje en una editorial. No creo que las trampas en tus ventas, las haga la editorial, al menos todas. Una parte es en su único beneficio. Es él, solo él. Tiene varias cuentas a parte de las comunes con su mujer. Esas cuentas son discretas y en ellas hay ingresos regulares provenientes de todos los países donde publicas oficialmente.

-O sea que con todos tiene acuerdos … con todas las editoriales que publican a lo largo del mundo. Pero no me creo que en España …

-Tendrá el mismo acuerdo con tu editorial matriz. Ahora no te puedo decir con seguridad si en esas cuentas ingresa tu editorial en España. Es difícil de seguir, son ingresos pequeños. Muchos, pero pequeños. Algunos incluso por cajero. Tengo la impresión de que esa parte que te sisan en las ventas donde publicas oficialmente, es un tema de Dimas. Lo de los países en los que no publicas oficialmente, es de la editorial a través de otra sociedad pantalla. Y esos actos o colaboraciones con medios que haces y que tú crees que son sin cobrar, los beneficios que reportan son de la editorial. Las conferencias, los cursos a parte de los de la Universidad, las colaboraciones con “El País”, todo eso se lo quedaba la editorial.

-Eso me pasa por no hacer caso a Sergio Romeva que hace siglos se ofreció a representarme.

-Yo creo que no te interesaba, a parte de que pusieras como excusa a Nando. Tenías a todos contentos. Quitabas el foco de ti. Te dedicabas a escribir, que es lo que te gusta.

-No acabo de entender como has llegado a algunas de esas conclusiones.

Javier levantó las cejas y se encogió de hombros a la vez que sonreía.

-No están basadas en pruebas fehacientes. Es una interpretación con más o menos toques de imaginación de los pocos datos que de momento hemos podido recabar. Esos temas son farragosos. Y muchas de esas investigaciones las deberá practicar tu abogado. Será quien deba encargarse de la reclamación del dinero que no te han ingresado. Y si te refieres a mis afirmaciones sobre ti y tu forma de comportarte esos años, luego si quieres profundizamos. Me temo que volveremos a ellas.

-¿Y qué tanto por ciento me chinga?

Javier se sonrió. Jorge no quería entrar en ese último tema planteado.

-Eso ya te he dicho que se lo dejo a Óliver. Dile que llame a Tere que le dará los datos pertinentes. O mejor dicho, las estimaciones que ha hecho hasta el momento.

-Ya se lo he dicho. Me comentó algo el otro día Fernando. Creo que esperará a tener un esquema aproximado de la situación. Ya me ha dicho que hay días que se siente un inútil redomado.

-Tere consultó unas cosas a Fernando es cierto.

-Así que mi negativa estos años a publicar, ha jodido a Dimas por partida doble: le jodo su comisión como editor mío y le jodo lo que me roba de las ventas oficiales. Me alegra al menos tener ese robo confirmado.

-Ahora solo hay que documentarlo convenientemente. Y que Óliver saque las cuentas. Tendrá que hablar con todos los editores extranjeros. Ten en cuenta que … el dinero que ingresas y que supongo que es lo que la editorial considera tu parte, suma bastante. Creo que me comentó Tere que puede que supere los tres millones de euros en los cinco últimos años. Pero Tere ha echado las cuentas buscando datos de ventas en alguno de esos países y luego extrapolándolos a todos.

-Cinco años de no publicar. Imagina de ser cinco años de ir publicando a un ritmo normal, una novela por año.

-Me han comentado que en muchos países han hecho ediciones especiales. Y que se han vendido bastante bien.

-No me suena haber firmado nada de eso. Puede que yo no haya visto un duro de ellas. Óliver tiene mucho trabajo. Cuando entre de vuelta al bar, le cojo un momento y se lo comento de nuevo. Está con sus padres. Pero entonces no acabo de entender ese movimiento de Bonifacio de obligar a Dimas a divorciarse de su hija y casarse con Rosa. Ya lo tenían todo controlado. Cada uno con su parcela de beneficio a cuenta del tonto del pueblo, yo.

-¿Y si Rosa en realidad su misión era protegerte a ti? Que esos negocios de Nando y tu afán por proteger a los chicos víctimas de Anfiles y tus actuaciones en ese sentido, no te pusieran en peligro. Si lo miras de otra forma, eres una mina de oro para ellos. Mantienes su alto nivel de vida. Y mantienes a la editorial. Y yo, tras tu última entrevista con tus nanas y el tema de los relatos y trabajos que vendías ¿Y si Bonifacio te compró algunos de ellos? Si no entendí mal a mis compañeros, vendiste hasta novelas.

-¿De qué o de quien me tiene que proteger Rosa? – Jorge parecía no haber escuchado nada sobre sus relatos y libros vendidos. A Javier le dio la impresión de que no le interesaba entrar demasiado en ese tema. Estaría procesando esos nuevos recuerdos aflorados por su cambio de actitud ante la vida. Su vida.

-De Dimas. De Nando. Protegerte para que siguieras escribiendo sin que te robaran demasiado. Para hacer a la editorial Campero una editorial potente. – Javier decidió continuar con otros temas y respetar el silencio de Jorge. – Protegerte, ya te he dicho, de Anfiles. Por cierto, hasta ahora no nos hemos dado por enterados del nombre de esa asociación. Procura no citarla cuando hables con terceros. Siempre se me olvida advertirte.

Jorge asintió con la cabeza. Pero él tenía en la cabeza otras cosas. Y retomó la conversación en una de ellas.

-Si al menos pudiera hablar con Narcís Terragó, me sacaría de algunas dudas.

-Pues parece que está de viaje. Eso nos dice su mujer. Y no creo que te sacara de ninguna duda. Lleva relativamente poco en la editorial, pero lo puso Bonifacio. Ese Terragó, está entregado a la causa. Lo único que buscaba Bonifacio era una mejor gestión de los recursos y de los autores. Algún testimonio que hemos recabado, dice que ha querido echar a Dimas de la editorial varias veces, porque pensaba que en él convergían todos los problemas de la editorial. Pero Bonifacio no le dejó. Parece ser que lo consideraba un mal necesario.

-¿Terragó estaba casado? No sabía.

Esa revelación despistó a Javier que lo puso de manifiesto con el gesto de sorpresa que se le instaló en la cara. Y también volvió a tener claro, que Jorge esa noche no estaba receptivo a según que noticias. Seguramente al cabo de unos días las procesaría adecuadamente. Javier tuvo la certeza de que muchas de las preguntas o cuestiones que le sacara se iban a quedar sin respuesta.

-No me mires así. No lo sabía. Efectos secundarios de las drogas. Tampoco es que fuéramos amigos, vaya. Y si me vas a preguntar, no tengo constancia de conocer a su mujer. Y si ahora me dices que la conozco, me caigo de la silla.

-Secundarios y primarios, me parece a mí. Ese era uno de los objetivos de tomarlas – dijo Javier mirando fijamente a Jorge. – No te voy a decir que conoces a la mujer de Narcís Terragó. No tenemos constancia de ese hecho. Pues mira por donde, Rubén, está confirmado que es hijo adoptado de Carlota, la ex-mujer de Dimas, y su nuevo marido. La adopción es cuestionable a todas luces. El proceso de adopción, quiero decir. Los documentos que figuran en la misma son falsificaciones, a eso me refiero. La misma filiación de Rubén es falsa. En el expediente figura una partida de nacimiento falsa. No pongas esa cara, es falsa, sí. Hemos podido encontrar su partida “verdadera”, en papel, porque en el sistema no figura. La de su hermano y también la de Nabar. Hasta ahora, lo que nos contó ese joven, todo se va confirmando. Nos está costando encontrar las evidencias, porque alguien se ha entretenido en borrar, destruir, quemar y demás. Pero parece ser que el tema lo llevó Bonifacio Campero. Vamos, llevar, lo propició y lo organizó. Un proceso raro. Han intentado cargarle el muerto a Óliver Sanquirián, como abogado encargado. Era una lección que tenían bien aprendida Carlota y su marido. Poner siempre el nombre de Óliver. Pero ante las fotos que les mostró Carmen, no pudieron decir quién de ellos era tu abogado. Ellos debían saber que era pelirrojo y ya. Porque, ya te digo, todos los papeles del expediente son falsos. La documentación de Rubén es falsa. Parece que ya hemos acreditado pagos de sobornos a dos funcionarios. Y el abogado que efectivamente lo llevó, Josua Pino, ya está apartado por el colegio de abogados de practicar la abogacía. Y puede que en breve acabe en prisión.

-¡Anda! Rubén sería nieto del dueño de mi editorial. – Jorge se calló de repente – ¡Qué bobada acabo de decir por evidente! Y de alguna forma, sería primo de Jorgito.

-Casi más bien hermanastro. Un poco forzada la relación, pero … es hijo de la ex-mujer de Dimas. Pero la gran pregunta: ¿Por qué? ¿Cuál era el objetivo de adoptarlo? ¿Y Lazona? En esa partida de nacimiento falsa, figura Fausto Lazona como padre biológico. Y como madre, una señora que hacía la limpieza en su casa y que murió hace años.

-No tengo recuerdos de “Fausto” de tan antiguo. No creo que en aquel entonces, veintitantos años … él pudiera pagar una gestación subrogada. Y tampoco creo que pudiera pagar una compra de un niño. O dos, si tenemos en cuenta al hermano de Rubén. Y hasta donde yo sé, su gusto por las mujeres fue … igual o menor a cero. Eso lo amañó de alguna forma. Si figura él como padre en su partida de nacimiento, es falsa. ¿De quién te dijo Nabar que eran hijos los gemelos?

-Ya, pero luego los documentos no dicen eso. Según él, eran primos. Y sus madres, gemelas. Serían hermanas de Fausto Lazona. No hemos encontrado nada de esas hermanas gemelas, hermanas de Lazona. Lo poco que tenemos claro es que la adopción posterior por el matrimonio RoPérez y Campero fue todo un fraude. – Javier había abierto los brazos para mostrar su impotencia – Bonifacio puso a su hija y su marido como los padres, porque él era demasiado mayor para adoptar. Pero ellos no tienen ninguna relación sentimental con él. Ni sentimental ni de ningún tipo. Yo creo que están a la expectativa para quitarle todo lo que fuera que le dio su “abuelo”. Por eso toda esa pantomima de aparecer siendo su tía y muy preocupada por las andanzas de Rubén. Por un lado dicen que no saben nada, pero por otro, parece que o alguien les informa o directamente tienen alguien siguiendo al chico. Todo esto es lo que dice la documentación que presentaron en la adopción por parte de Carlota y su marido. Pero sabemos que Fausto Lazona era tío biológico de Brenan y Dilan. Por alguna causa, cuando los “hizo” sus hijos, lo hizo de esa forma. Amañando los documentos de nacimiento. ¿Para que no apareciera su hermana? ¿Será que está viva? Nadie dice claramente, pero parece que se da por supuesto que falleció. Y de la madre de Nabar, de esa sí que no hay nadie a parte del interesado, que la nombre siquiera.

-A no ser que en realidad Nabar y Brenan y Dilan sean hermanos y las hermanas gemelas sea un caso de trastorno de personalidad disociativo u múltiple. Me ha despistado un tema. Otilio Valbuena como hemos dicho al principio de la conversación, no era el abogado de Bonifacio. ¿Por qué se ocupó de esa adopción?

-¿Porque el abogado oficial no quiso hacerlo? – Por el gesto que puso Javier, su afirmación era solo una conjetura.

-¿Y por qué esa Carlota aceptó ese chanchullo? ¿Necesitan dinero? Habrán heredado la fortuna de Bonifacio.

-Recuerda del carácter que se dice que tenía Bonifacio. Me imagino que su hija se plegaría a sus designios sin rechistar. La herencia. Ese es otro … misterio. No sabemos que ha pasado con la herencia. Hace años, antes de lo de Rubén, Bonifacio Campero hizo una donación a sus hijos. Le dejó claro que era todo lo que iban a ver de su fortuna. Eso al menos declaró la hija ante Carmen y Kevin. Cuidado, que la donación fue de casi treinta millones de euros. Y la tal Carlota, había heredado de su madre todo su patrimonio. Su hermano en el caso de la madre, no heredó nada. Y eso le supuso casi doscientos millones más y la casa. Y sigue cobrando de un fondo fiduciario. Casi un millón al año. Trabaja como relaciones públicas de una Fundación de una entidad financiera, por lo que cobra también casi cien mil al mes. El marido tiene un puesto en una multinacional con sueldo de cerca de los trescientos mil. Nadie lo conoce allí. Pero cobra.

-Todo eso de sus ingresos es muy interesante, pero perdona, me he quedado con lo de que Carlota tiene un hermano. ¿Es cierto eso? El otro día me lo dijeron las nanas, pero no acabo de

Javier se lo quedó mirando. Jorge hizo un gesto con la cabeza negando. Ese tema le desconcertaba. Lo había desechado.

-No puede ser que sea Tirso. Yo creo que mis nanas se equivocan. No encontraron una redacción que dijeron que le habían confiscado a él, como la que quitaron a su hermana. Yo vendía trabajos y redacciones. Gaby era el negociante. Yo las escribía. Yo creo que mis nanas se equivocaron con la novela. Se confundieron, vaya. La redacción de Carlota la encontraron.

-Pero ese “hermano” era mucho más joven, Jorge. Es mucho más joven, que no le ha pasado nada. No le pudiste vender relatos ni trabajos, porque tú ya publicabas. Ya no vivías en el barrio ni apenas tenías relación con tu gente de siempre. Hacía muchos años que eso era así. Ya no vendías trabajos de clase. Lo que pudo haber pasado es que el chico imitara tu forma de escribir porque te leía. La casa de Carlota tenía todas tus novelas. Ella dijo que serían de su padre. Puede que ese Tirso las leyera y le gustaras y te imitara. Eso pudo confundir a las nanas. Y pudieron confundir las fechas. Pero eso lo arreglas yendo a tomar un arroz con leche a su casa. Seguro que ellas están encantadas de hacerte diez o doce litros.

-Que exagerado eres. Doce litros de arroz con leche.

-¿Que no te lo comerías?

-De una sentada, no.

-Pero de dos sentadas

Jorge hizo un gesto con la mano desechando la posibilidad. Aunque Javier detecto que había empezado a salivar, solo pensando en esa posibilidad.

-Perdona – Jorge volvió al tema – El que estoy un poco confundido soy yo. ¿Por qué no heredó de su madre? Y si se llevaba tantos años, ese hombre debe ser adoptado. ¿O no?

Javier se sonrió. La sonrisa era de resignación, porque no quería que Jorge hubiera llegado a esa conclusión. Se arrepintió de haber dicho nada que tuviera relación con el hermano de Carlota.

-¿La conociste entonces? A Carlota me refiero. Por los trabajos que la vendiste. – Javier cambió de tercio para apartar a Jorge del tema del Tirso hermano de Carlota.

-Yo no lo creo. En todo caso sería Gaby, mi hermano, que era el que vendía. Yo solo escribía. Creo que eso ya te lo he dicho antes. Debo pensar en serio en tomarme unos días de relax. Eso del hermano no me acaba de

Javier miró al cielo resignado. No había conseguido su propósito de apartar al hermano de la conversación.

-Un hermano tiene, desaparecido en Estados Unidos. No tienen contacto. Es lo que nos dijo Carlota Campero.

-Define desaparecido.

-Nadie aquí sabe dónde se estableció. No está muerto, ni ingresado en la cárcel o en una casa de reposo.

Jorge arrugó el entrecejo. Su cabeza estaba funcionando a toda máquina, pero no acababa de llegar a ninguna conclusión que le satisficiera.

Javier no estaba cómodo ocultando a Jorge que Olga lo había encontrado. Pero quería saber con detalle lo que ese Tirso falso tenía que contar. Tampoco le confirmó que ese hermano de Carlota, era adoptado. Y que olía a que fuera un chico salido de esa organización. Ya habría tiempo, dependiendo de lo que sacara Olga de la entrevista y de la investigación posterior para ir poniéndolo al día. La tercera razón era que Javier pretendía que Jorge sacara sus recuerdos sin estar condicionado por la realidad que estaban encontrando en esa parte de la investigación.

-¿Hermano de sangre?

Javier suspiró. Decidió soltar otro bombazo, a ver si apartaba a Jorge del tema del hermano de la Campero.

-La que es hija adoptada es Carlota.

-¡La hostia puta! Me voy a tener que hacer un esquema. ¿Y el supuesto hermano es biológico? No me cuadra.

-Parece. – mintió Javier. – Aunque no podría la mano en el fuego. Estamos buscando partida de nacimiento. No tiene libro de familia. Y en todo caso, parece que no se llamaba Tirso. Parece que Bonifacio le cambió el nombre.

Todo eso se lo acababa de inventar Javier. Aunque le había salido una mentira un poco floja.

-¿Y no se trata la amiga Carlota con su hermano?

-Enfadados también. Me imagino que por el dinero. A Carlota me da que no le hizo nada de gracia compartir el dinero y a su padre con Tirso. El Príncipe destronado.

-Lo mismo que con Rubén. Aunque bien mirado, si dices que sacó de la madre doscientos millones para ella, y sigue cobrando de ese fondo y su trabajo le renta una buena cantidad, creo que llegará sin problemas a fin de mes.

-Ese es claro que no es santo de su devoción. Y eso que ya se ha llevado gran parte del patrimonio de la familia.

-¿Con alguien no está enfadada Carlota y su marido? ¿Tiene relación con alguien? Todos los que pueden aportar algo, o de los que puede aportar algo ella, “no tengo relación” “NNNNos importa una mierda lo que haga mi hijo”. “¡Hhhhuy! Pero mira, vamos a buscar al gilipollas de Jorge Rios para que nos cuente lo que hace por la noche, no vaya a ser que se fume un porro o se pula el dinero del abuelo. Y si le pasa algo al chico y no tiene testamento, pues heredamos y todo queda como debería ser, en manos de la hija pródiga.

-La mitad, la otra sería del hermano.

-Si no se entera porque no pueden contactar con él, y con la práctica que tienen en falsificar certificados de todo tipo, no creo que les cueste mucho que alguien les haga un pertinente certificado de defunción. O de renuncia a la herencia.

-Es un buen argumento – bromeó Javier.

-Dime con quién se lleva bien esa Carlota Campero.

-Con sus amigos importantes. Con esos no están enfadados, dicen. Con los que nos van a dejar sin trabajo si vamos a preguntarles.

-¡Que originales! Os amenazaron con que ibais a dirigir en tráfico. O al paro directamente. ¿Vais a ir a hablar con esos amigos?

-Carmen mañana se entrevista con tres. Y yo dentro de unos días, lo haré con un par más de ellos: El jefe de personal de esa multinacional y el presidente del consejo de administración. Si luego nos echan de la policía, espero que al menos nos des un plato de lentejas para comer.

-Contad con ello. Incluso algún día, garbanzos. – Jorge había dicho esa frase con gesto serio. Luego guiñó el ojo al comisario.

-Si tienen solucionada la vida, – siguió exponiendo Jorge su visión de la situación – no entiendo que necesiten más dinero e intriguen sobre el resto de la herencia. Sobre lo que le pudiera dejar a Rubén. Que tiene dinero, bastante, es cierto, solo su casa no es que fuera lujosa ni del tamaño de la de Álvaro, pero valdrá sus buenos centenares de miles de euros. Está en buena zona. Es un buen barrio. Pero al lado de todo eso que dices de sus padres … son minucias.

-Por experiencia, quien tiene, suele querer más, aunque no necesite. Es una cuestión de amor propio. Esa Carlota considera el dinero de sus padres de ella. El matrimonio no tienen gastos excesivos. Viven bien, viajan, pero no son unos manirotos. Según Teresa, no llegan a gastar lo que ingresan cada mes. Ni si se van de vacaciones.

– Al menos, esto de la adopción nos indica que era menor de edad. Si no ¿Para qué meterte en todo ese follón?

-Sí. No, en realidad no lo era. – Javier se corrigió rápidamente; algunos de esos nuevos datos descubiertos a raíz de su entrevista con Nabar, no los tenía interiorizados. – Aunque no pondría la mano en el fuego. No nos cuadran luego esas fotos …  las del álbum familiar de los RoPérez, ni las que te dio Martín  sacadas del de su familia. Si te digo la verdad, he mandado certificar que esas partidas de nacimiento y todas las de ese Concejo gallego, son reales y verdaderas. ¿Por qué fingir que el chico es menor de edad, si siendo mayor, puede decidir él de quién es hijo? Con ir al juez y hacer una declaración los padres y el chico, solucionado. Una precisión: en el expediente de adopción, consta esas declaraciones: por escrito y en vídeo delante del juez. O sea, que en realidad, no sería impugnable el resultado del proceso de adopción. Ahí me da que su abogado estuvo fino. O sea que debería saber que Rubén  era mayor de edad. Pero organizan todo este follón para adoptar como menor a alguien que si esa partida de nacimiento es cierta, tenía los diecinueve años bien sobrepasados cuando se inició el proceso. Porque es una cosa curiosa, en la partida de nacimiento falsificada, no respetaron ni la fecha que supuestamente es la real de Rubén. Ni el día, ni el mes, ni el año, claro.

-En esa red, los menores tienen un caché muy superior. Los de dieciocho son ya viejos. – afirmó Jorge. – Las fincas de esa gente está llena de tumbas de chicos ya “viejos” y que decidieron que estorbaban.

-Esa afirmación es chunga. – afirmó Javier en tono serio. Era la primera vez que oía comentar algo parecido.

Jorge se encogió de hombros pero no la matizó.

-¿Quería a Rubén entonces para ganarse adhesiones? ¿Para protegerlo? ¿Fue un favor a Lazona? ¿Para prostituirlo sin pagar el servicio?

-Pero Lazona …  no lo adoptó.

-No lo necesitaba, si figuraba como hijo biológico. ¿Por qué usa entonces su apellido? Aún ahora. Y si se enfadó con su padre por no defender adecuadamente a su hermano de esa agresión, es incongruente que siga llevando su apellido.

-Es el de su madre también.

Jorge abrió los brazos para exponer su perplejidad y sus dudas.

-Piensas que puede estar cambiando unos datos falsos por otros. – preguntó Jorge.

-En esto, no me fio de nada.

-¿Cómo descubristeis que esa Eva, la tía, era la misma Carlota?

Javier le contó a grandes rasgos como Carmen lo había descubierto al verla y reconocer una pulsera que llevaba en su muñeca izquierda y un pequeño tatuaje que fue lo único que pudieron recuperar de las imágenes del hospital y de su encuentro fugaz en un pasillo. Javier aprovechó y le enseñó una foto de ella.

-Es cierto. Es ella. Todo mentira. Debo tener en la cara escrita la palabra “bobo”. Y yo haciéndome el sabelotodo y el descubridor de mentirosos. Presume de algo, que luego la vida se encargará de reírse de ti a la puta cara. Y no me suena de mi época de estudiante. Ten en cuenta, de todas formas, que Nadia y yo no fuimos al mismo curso. Y yo entonces ya, para que negarlo, me fijaba en los chicos, no en las chicas. Puede que me cruzara con esa Carlota en el patio. Pero para mi en esa época de descubrimientos, las chicas eran invisibles.

-Esas drogas en las que te escondías …

-Yo no me escondía – se defendió Jorge con vehemencia. – No sé que os ha dado para decir eso a cada momento. Me las daban y no me enteraba. Y desde luego, en el colegio, no tomaba.

-La droga de los chicos – bromeó Javier.

-Una droga visual, en todo caso.

Javier no dijo nada, pero su mirada era clara: “no te creo, Jorge. Sabías lo que tomabas y lo hacías porque te interesaba y cuando querías”.

-Por cierto, Nadia y la tal Carlota han seguido en contacto durante todos estos años. Su relación de amistad y cercanía sobrevivió al colegio y al instituto.

-Lo que me hacía falta saber para mejorar mi humor. Todavía tenía la esperanza de que se habían reencontrado en ese gimnasio.

-Fueron varias veces de vacaciones juntos. Su álbum de fotos es … concluyente.

-¿Quién más? Intuyo que me quieres dar la puntilla anunciándome que son íntimos de algunos de mis “amigos” … de esos que siempre han velado por mi bienestar. Acabas de poner la misma cara de socarronería que pone Nuño.

-Paula y Laín. El agregado cultural de la embajada francesa. Dimas, su mujer y los niños. Toni Fresno …

-Vaya, parece que Dimas se lleva bien con su ex. Todos bien juntitos. Sus dos mujeres, los niños … Ahora dime que Dimas y esa Carlota, divorciados, son amantes.

-De momento no te lo puedo decir. Pero me apunto el argumento.

-Y ese capullo de Toni sale mucho últimamente. – dijo Jorge enfadado sin hacer caso del intento de broma de Javier. – Me jode pensar que estuvo a cargo de los asuntos de Dani. Dani casi lo ha apartado de su memoria. Eso me extraña también. Alguna razón tiene que haber.

-Tiene un gran patrimonio. Parece que es un rentista. Le alquilan sus propiedades …

Jorge se quedó inmóvil. Algo parecía haber aparecido en su cabeza.

-Todo fachada. Id a ver cada una de esas propiedades. Serán alquileres cortos pero caros. Lava dinero. No se adecuan al alquiler. Habrá grandes reformas de esas propiedades. Y todo estará hipotecado. Será el contratista de esas obras a través de testaferros. – se calló un momento – Perdona por el desorden. Lo he soltado según me venía a la cabeza.

-¿Cómo lo sabes?

Jorge hizo un gesto para indicar que no acababa de tenerlo claro.

-Tengo la sensación de haber escuchado una conversación que no debí escuchar. Comentaban esos temas. Si buscáis a los usuarios de esos alquileres, veréis como están muertos la mayoría o son indigentes o pobres empleados del servicio de limpieza de cualquier pedanía perdida en el monte.

-Menchu, una compañera, el otro día se enfadó un poco, porque se quejaba de que cada dato que nos daba, le procuraba otros veinte para descubrir. Hoy la entiendo perfectamente. Cada cosa que te digo, me abres un ciento de interrogantes. Quisiera que me ayudaras a responder preguntas, no a que me haga más.

-Tú lo tienes fácil: le pasas la pelota a Carmen o a Patricia o a Olga … y ellos lo pasan a otros … no me das pena Javier. Me da pena esa Menchu, que será la que reciba el encargo. O Raúl cuando está en la oficina, o ese Bruno que me hablan a veces de él y que es un genio desde su mesa y que muchos días me acompaña a través de los auriculares. O los dóberman de Patricia o los acólitos de Tere.

-Debería darte pena yo – se quejó Javier sonriendo – Pero sigue descubriéndonos tus recuerdos cuando aparezcan. Nos abres mucho la mente y el arco de posibilidades, algunas de las cuales no se nos habían ocurrido.

-Ojala pudiera acordarme de todo lo que …

-A lo mejor lo has escrito.

-Lo malo es que tampoco me acuerdo de todo lo que he escrito. Es tanto … el ochenta de esas historias no las recuerdo. No recuerdo ni por qué las tengo en unas carpetas o en otras. Muchos de mis “episodios nacionales” los tengo en la carpeta de desechados. Hasta Martín descubrió cientos de relatos nuevos que yo no tenía presentes y que él no había visto hasta ese momento. Y los sigo sin tener. Martín el otro día me entresacó unos cuantos, y no he podido leerlos. Tengo reparo. Me da miedo, te lo juro.

-¿El día que se unieron Helga y Raúl en Concejo?

-Sí. No recordaba más que uno de los relatos que me seleccionó Martín. Y hasta descubrió varias carpetas que ni él había visto. Creo que está poniendo etiquetas ahora. Ha empezado por los relatos que tiene presentes. Pero para leer todo eso y etiquetarlo y poder luego encontrar algo …

-A lo mejor le podías decir a Fernando y Raúl que te ayuden. Confías en ellos. Si se lo reparten con Martín, y Helga … me olvidaba de ella … puede que tengamos una visión más … algunos de esos relatos puede que nos iluminen.

-Siempre digo que lo que no quieres que se sepa, no lo digas en voz alta …

-… y no lo escribas o lo subas a tus redes sociales. Pero tú, algunas de esas cosas, sí las escribiste. Mira ese Jordi, del refugio de ese pueblo de Burgos. ¿No te fijaste luego que no tiene ni un solo teléfono apuntado en su móvil?

-Aluciné. Que pedazo de memoria debe tener. Y cuanto miedo. Deberíamos acercarnos a verlo.

-Cierto. Tenemos que buscar un día y vamos los dos. ¿Y eso que te he dicho de que te ayuden …?

-Pero no quiero quitarles más tiempo … ya van a husmear al hospital de Rubén … buscan a esos músicos … me da palo meterles en este asunto también. Pero algo tendré que hacer. Había pensado en Ely pero me lo quitaste de la cabeza el otro día.

-Si no pueden o están cansados, te lo dirán. Tienen confianza contigo. Además, eso lo pueden hacer en cualquier lado. Hasta viendo el fútbol.

-¿A ti no te molesta?

-Mientras no me pidan horas extras … – Javier le guiñó el ojo. – Puede que nos ayude a encontrar respuestas. Si me molestara, no te lo estaría diciendo.

-¿Y Lazona?

-Veremos. Vamos a empezar un cribado entre los vecinos de su última residencia conocida. No figura como fallecido. Y tampoco parece haber salido de España. Aunque puede estar en cualquier país de la Unión Europea. Está también entre las amistades de Carlota. Y en las fotos parecen muy … cercanos. Ella hasta ahora lo niega. Justifica las fotos como … encuentros fortuitos. Dice que le dio otro nombre.

-Casualmente adopta a uno de sus hijos. ¿Del hermano o hermana dice algo?

-Nada. En alguna de las fotos hay dos chicos que no se les ve bien, que podrían ser ellos. O lo mismo pueden ser tus sobrinos. O los hijos del agregado cultural. Las fotos de Martín son más esclarecedoras. Ahí se les ve a los dos. Dos chicos claramente. Y esa pequeña cicatriz de Rubén es la única forma evidente de diferenciarlos. Y como sueles decir tú, la forma de estar. Es distinta también. Esas fotos en casa de sus padres, evidencian de forma palpable su relación. Creo que falta poco para charlar con Paula y Laín oficialmente.

-Puede haber cambiado de identidad. Lazona.

-Pero ¿Por qué?

-Miedo. Vergüenza. O que tiene mucho que ocultar.

-O que callar.

-Entonces volvemos al miedo.

Jorge hizo un gesto con la cabeza dándole la razón a Javier.

-Y nada … todo esto dicho con muchas reservas. La identidad de Rubén es todavía una incógnita. Fíjate que lo que tengo … si te digo que voy a hablar mañana con el comandante Garrido para que vea si su gente de allí, de ese pueblo de Galicia puede preguntar por esa secta que pasó allí un tiempo. Y por esos nacimientos.

-¿A parte de pedir certificación de la autenticidad de los documentos?

-Y a parte de buscar al funcionario que los firmó. Y a todos los que estaban por allí en el registro y en la parroquia. Estoy buscando hasta al cura. Hasta la señora que cuidaba del cura. Y todos esos papeles los va a estudiar un perito caligráfico. Y cotejaremos los resultados con los falsificadores que tenemos documentados.

-El cura es un personaje importante en esos pueblos pequeños. Y más si hablamos de hace veinte años.

-Todavía nos queda ir desentrañando las dos o tres identidades que ha tenido antes de esa. Y el motivo del interés del abuelo Bonifacio en Rubén. Y lo que más me extraña, es que su pariente abogado, no … trabaje para su editorial. Si es que es pariente. Pero se ocupa de la adopción.

-¿Dos o tres identidades? No me jodas. Ahora que pienso, los asuntos de la editorial los suele llevar el bufete de Noé Freire. Si son parientes, no se llevan muy bien.

-Carlota, la hija, si parece que se lleva bien con Otilio. – a Javier casi se le escapa que los dos charlaban en el Intercontinental mientras ellos comían con el embajador y sus amigos.

-Les unirán intereses comunes. No creo que sea una relación tío – sobrina. Además, si dices que el tema de la adopción de Rubén lo llevó uno de sus abogados … Una cosa, ahora que pienso. ¿El Otilio ese no ha hecho movimientos para sacar a su pupilo del atolladero? ¿No ha llamado al Presidente del Tribunal Supremo o al mismísimo Presidente del Gobierno?

-No. Al revés. El abogado que le defiende no es de su bufete y se lo paga él. De hecho, me comentan que están preparando el despido.

-Ya lo contratará algún amigo. Seguro que no pasa como con Óliver que Otilio  fue llamando a todos los bufetes importantes para que no lo contrataran.

-Creo que ahora, al contratarlo tú, le han llamado de alguno.

-No me ha contado. Y he hablado hace un rato con él de algunos temas.

-Ha sido hace un par de días. Se lo comentó a Luis, el Guardia Civil. No les dejó ni exponer sus condiciones. Parece que está contento con la vida que le has proporcionado. Yo creo que según se lo propusieron, lo ha apartado de su cabeza.

-Sería interesante saber que bufetes son los que le han llamado de repente para interesarse por sus servicios. Que bufetes quieren estar al tanto de mis asuntos. O de los de esos otros clientes que ha recuperado en los últimos tiempos.

-Podías preguntarle.

Javier sonrió guasón. Jorge se echó a reír.

-No me perdonas que te insinuara la conveniencia de tener una charla con los RoPérez y con el chico, Nabar.

-No. No te lo perdono. De hecho, no te lo perdona nadie en la Unidad. Les has dado trabajo para semanas enteras.

-Me da que cada paso que demos … como decías antes, nos va a dar un montón de preguntas y pocas respuestas. Estamos todavía lejos de que la dinámica cambie y encontremos más respuestas que nuevas preguntas.

Javier se encogió de hombros resignado.

-Todo alrededor de ese chico es raro. Teresa está perdida en el maremágnum que se ha encontrado en ese tema. En este rato que llevamos hablando hemos encontrado más incongruencias. Cada cosa que descubrimos, cada detalle, cada relación, lo complica todo. Según hablo contigo, me doy cuenta que mi relato es confuso. No lo tengo claro. Voy a tener que dedicar un día a hacerme un esquema en una de mis pizarras.

-Y ese desconocido con mil identidades, el “nieto” supuesto de Bonifacio Campero, va a la puerta del colegio de Jorgito y se presenta. “¡Hola, soy tal, amigo de Jorge! Me ha hablado mucho de ti.” Es muy raro. De forma indirecta pero se podía decir que son familia, como hemos comentado antes.

-Eso es una forma de verlo interesante. Quizás por eso lo buscó. Porque sabía también de su cercanía contigo. ¿Y si había leído tus cuentos? Los que le escribiste

-Rubén ha leído todas mis novelas, eso no hay duda. Y con atención. Los cuentos … no te diría que no. Muchos del círculo cercano de Dimas lo hicieron. Clarita y su padre se dedicaron a presumir de ellos con todo el que se puso a tiro. Y cada vez parece más claro que Dimas y ese Lazona son cercanos. Lo que me jode de verdad es lo de Laín y Paula. Eso me pudre … y mañana voy a verlos … y te juro … no sé como voy a conseguir disimular la mala hostia.

-Si te ves mal, es mejor que pongas un pretexto y te largues. No es conveniente tenerles prevenidos. Carmen quería ir a hablar con ellos después de que me mandara Raúl las fotos que había encontrado Martín en su álbum familiar. Tenemos que tener muchas más cosas …

-Te lo juro … me dan ganas de …

-Te afecta más porque están Martín y Quirce por medio.

-Sí, pero … no sabes el puñetazo que me dio Martín el otro día cuando me dijo que … me ponían a parir desde aquello de Dani, cuando la paliza aquella. Como si les hubiera jodido la vida por salvar al chico. Y ni siquiera les trataba entonces. Es una evidencia más que se acercaron a mí por el interés. ¿Qué buscaban entonces? Ni idea. Pero es que les daba igual el estado de Dani. Y luego van presumiendo de ser amigo suyo. Incluso con alguna gente, presumen de que han apoyado y defendido a Dani cuando ha hecho falta. Y Dani tiene esa idea metida en la cabeza. Si algo lo escuchas cien veces, piensas que es verdad. Me indigna. Según lo que le entendí a Martín, todo era porque les fastidiaba a ellos no sé qué cosas.

-En esa reacción hay temas que desconocemos. Tuvo que haber algo que tu acción … ellos tendrían algún interés que pudo verse afectado porque tú sacaras a hostias a Dani de esa fiesta.

-A lo mejor no es mala cosa que Carmen vaya a hablar con ellos de esa época, pero sin … digamos … que se sientan acusados de nada.

-De momento acusar … solo podemos decirles que son unos cabrones que te han traicionado durante once años o los que sean que dura tu amistad. Pero eso de momento, no es delito.

-¿No lo es? – Jorge lo miró extrañado. Javier empezó a negar con la cabeza y a sonreír – Pues debería serlo – dijo Jorge a la vez que le guiñaba un ojo. Pero enseguida se puso serio – Javier escucha bien lo que te digo: llegará un día en que tú o Carmen o quién determinéis, detendréis a uno o a los dos.

Javier se sonrió. Carmen y él habían llegado a la misma conclusión cuando hablaron de ello.

-El tema de los padres de Martín ya llegará en su momento. No has comentado nada del tema de que Martín conozca a Tirso.

-Otra vez Tirso por medio. Si está en USA, no puede ser el mismo con el que queda Martín. Digo. ¿O sí? ¿Bilocación? Escribí un relato una vez en que yo era capaz de eso. Todavía estoy procesando la noticia. Y esperando a encontrar un momento adecuado para repreguntar. Martín no parece que quiera hablar de nuevo del tema.

-Cuando vuelva Olga de Estados Unidos, le decimos que se haga la encontradiza. Al fin y al cabo, ella conoce a Tirso también.

-¿Y se ven?

-¿Tú lo sabes? Pues yo tampoco. Es uno de los secretos de mis amigas. Y yo los respeto. Tampoco me quedan muchas opciones. Ellas también respetan mis secretos.

-Vaya. Tienes secretos. No me lo esperaba – Jorge volvió a poner su gesto de marcar ironía.

-No como tú, no te jode. Eres el hombre con más secretos que conozco.

-¿Yo? ¿Yo? Pero

-No cuela tu momento drama-queen.

-¿No? – Jorge se echó a reír.

-Volvamos a Rubén. – Javier retomó la seriedad de la conversación – Sobre todo deberíamos determinar la cronología de toda tu historia con él. Hemos revisado las cámaras de los alrededores del colegio de Jorgito las dos semanas anteriores de su altercado con Rubén. No aparece éste. Ni buscando y encontrando a Jorgito, ni explorando el terreno. Lo normal, dicho también entre comillas, es que se acercara antes a echar un vistazo. Está claro que no quería abordarlo en su casa. No solo hemos buscado en los horarios de la clase de gimnasia, sino en las salidas y entradas. Rubén no aparece.

-Pocos días antes se presentó Rubén delante de mí. Espera un segundo, se me acaba de ocurrir … Carmelo me dijo … ¿Te importa que le diga que se una a nosotros?

-No. Pero no podéis estar los dos … perdidos. Sois los protagonistas. Si desaparecéis al final saldrán a buscaros y no quiero que nos vean hablar. Luego los comentarios serían ingobernables. Y eso no nos interesa. Prefiero que nadie sepa que estoy aquí hablando contigo.

-Chico, esa pareja tan buena que hacemos, hemos tenido una necesidad incontenible de morrearnos en intimidad. Y además, está Cape de guardia. Ya que se va a dar el piro, que haga un esfuerzo los días que le queden. Que creo que no van a ser mucho más de dos.

-¿Ya te ha dicho Cape que se va?

-Me ha anunciado una charla para luego o mañana, no sé. Era evidente desde hacía semanas. Por lo menos para mí. Dani no ha dicho nada, pero … él lo conoce mejor. Le va a costar asumir su falta, ya lo verás. Aunque la espere. Pero me jode que lo sepáis vosotros y que a él no le ha dicho ni mú.

-Pareces enfadado con él.

-Lo estoy. He cambiado de parecer respecto a él. Ahora a todo lo que hace o dice, le saco faltas. Casi te diría que es un alivio que se quite de en medio. Creo que acabaríamos discutiendo a lo grande. Creo que en el fondo, le ha hecho mal a Dani.

Javier no pudo reprimir una carcajada. Jorge, sonrió y mandó un mensaje a Carmelo. No tardó nada en presentarse.

Carmen decidió volver caminando a la Unidad. A la entrevista con el programador de la Filarmónica Altamira, le había llevado Lerman, uno de los compañeros que se encargaba de proteger a Javier en la distancia. Sintió su móvil vibrar. Lo sacó y se sorprendió al ver el nombre de Dídac en la pantalla.

-¿Algún problema con Juan Ignacio?

Carmen se sonrió. Era claro que Dídac no perdía el tiempo en saludos o conversaciones intrascendentes.

-No. Ha ido bien. En el fondo es un buen hombre a pesar de que se haya dejado manipular por ese hijo de puta. Le he dicho cuando puede ir a escuchar a Sergio. Creo que piensa llevar a su mujer.

-Pensaba que estaba mal.

-Lo está. Pero le gusta la música. Y le he dicho que escuchar a Sergio puede ser una experiencia maravillosa. Un paseo aunque sea en silla de ruedas, le puede venir bien.

-No sé que decirte. Ellos sabrán mejor.

-Es una mujer luchadora. Que nadie la de por derrotada antes de tiempo. Eso me ha venido a decir luego, con un toque de orgullo en la voz.

-Ojalá tengas razón.

-Escuchando a ese hombre, me ha dado pena.

Dídac resopló al otro lado del teléfono. Era su forma de demostrar que no tenía opinión.

-Quiero contarte lo que Juan Ignacio esconde. Por lo que de verdad acepta el chantaje de Mendés relativo a esa relación que tuvo durante meses. Él dice años, pero solo fueron unos meses.

-Dime.

-Una vez cogió dinero de una Fundación que dirigía. Su hijo Ramiro, el mayor, tuvo un problema médico. Un problema serio. Corría el peligro de quedarse parapléjico. Necesitaba ir a una clínica de Estados Unidos a tratarse.

-Vaya. ¿No lo descubrieron?

-Tapó bien el tema. Luego, además, lo devolvió. La mujer de Mendés tuvo mucho que ver en eso. Ya te habrá contado que tiene un gran patrimonio. Hablando con su amiga Claudia, sacó sus conclusiones. Y se lo dijo a cara de perro. Ella les adelantó el dinero. Todo se cuadró a la perfección.

-Pero mantiene la duda de si Adela lo sabe, no hubiera podido enterarse el marido.

-Algo de eso. Podías ir ese día a escuchar a Sergio tú también.

-No sé si me dará la vida.

-Creo que sería bueno que fueras.

-Voy a decir a Jorge que vaya también. Algo estás tramando.

-Eres una buena tipa, Carmen. Te dejo. Te mando la hora y el día por mensaje.

-Pero …si ya sé cuando …

Carmen se sonrió. Se había quedado hablando sola. No había tenido mucho contacto con Dídac hasta hacía algunos días. Pero lo que le contaban de él, se confirmaba.

Jorge Rios.”