Necesito leer tus libros: Capítulo 63.

Capítulo 63.-

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-De todas formas, vamos a empezar a prepararlo todo.

Carmelo y Jorge estaban en la cama. Había sido una noche de descanso, pero también de amor y pasión. Al despertar ambos, a ninguno le había apetecido dejar de tocar la piel del otro. Jorge había recostado su cabeza sobre el pecho de Carmelo. Éste le acariciaba suavemente con la yema de sus dedos. Jorge levantó un momento la cabeza y buscó los labios de Carmelo. Le besó suavemente.

-Escucho a tus neuronas rular, escritor. Y me temo que no es que estés maquinando tu próxima novela. Y tampoco estás pensando en lo que te he anunciado sobre la merienda como agasajo al equipo de Pasapalabra. Estoy seguro que ni me has escuchado.

-A lo mejor te necesito. – Jorge salió de su abstracción de repente. Carmelo se reafirmó en su convencimiento de que el escritor no le estaba prestando demasiada atención.

-Dime. – se ofreció poniendo una sonrisa tierna.

-¿Te vienes conmigo de viaje?

-¿Cuando?

-Ahora.

Jorge le contó por encima las novedades del caso de Sergio. Y la preocupación que les había entrado a Carmen y Javier sobre su estado. Sobre la posibilidad de que sus padres le intentaran anular mental y emocionalmente.

-Eso no hacen los padres normales. Son cuatro casos los que son así de manipuladores y castrantes. Ya superamos esa media ampliamente en nuestro entorno. Un caso más sería… sería como si tuviéramos imanes que atrajeran a padres de ese tipo. Y además, si solo lleva un par de días allí.

-Ya. Pero ayer en la misma mesa, Javier y Carmen estuvieron con dos cuyos padres tomaron la misma decisión al ver los vídeos que les enviaron de sus retoños teniendo sexo con hombres. Ni quisieron escuchar sus explicaciones. En el caso de Yura, ni siquiera le preguntaron si era homosexual. Lo dieron por hecho. En el caso de Jun, no lo es. Pero les dio igual. Según ellos, había humillado a su familia. Encima que todo lo había hecho buscando el triunfo que le reclamaban sus progenitores. Tenemos a tus padres. Tenemos los míos. Está claro que para que Mendés u otros parecidos decidan elegir a ciertos chicos, quiere decir, con toda probabilidad, que los ha investigado antes, a parte de que sean de su gusto físicamente. A parte de otras consideraciones en el caso de Sergio que no podemos demostrar, pero que Carmen y Javier parecían dispuestos a tomar en consideración. La decisión del padre de preferir a Mendés en lugar del profesor austriaco… es cuando menos sorprendente.

-No entiendo como ese Mendés puede echar por tierra a músicos prometedores. Lo entendería si cogiera a músicos sin futuro, mediocres y que los convenciera de que no tiene nada que hacer en la música, salvo agasajar a los maestros y que estén felices para satisfacer el ansia de arte que tiene el mundo.

-¿El mundo tiene hambre de arte? – Jorge imprimió a sus palabras toda la ironía de la que fue capaz.

-Es una forma de hablar. Si somos estrictos a lo mejor no entraríamos ni tu ni yo.

-Tus películas no son del estilo de Bergman, ni Truffault, ni mis novelas van firmadas por Victor Hugo o por Lope de Vega. Pero creo que no desmerecemos mucho. Al menos tú que eres multipremiado. Goyas, Césares, Mejor actor europeo, mejor actor en Cannes, en Venecia, en Valladolid… y tus interpretaciones siempre son apabullantes. Y un puñado de ellas, magistrales. Y puñado grande a fuer de ser sincero.

-Eso para los puristas no tiene importancia.

-También has hecho teatro.

-Pero no a Valle Inclán o a Lope.

-Has hecho dos Shakespeare.

Carmelo se encogió de hombros. Era su forma de decir que para algunos, no había dado la talla en sus interpretaciones. Aunque siendo sinceros, él tampoco estaba satisfecho con su trabajo en esas obras.

-Entonces yo que no he ganado nada…

-Tienes el favor del público. Te parecerá poco. No es que seas un vendedor de best sellers. Solo al menos. La repercusión que tienen tus personajes en tus lectores es… no te lo digo porque seas el amor de mi vida, pero, no creo que nadie pueda presumir de llegar a ese nivel de… identificación. Quizás Arturo y Ernesto. Y a parte, tienes la admiración de esos jóvenes. “Los chicos de Jorge”. Eso vale más que cualquier reconocimiento. Tus libros los ondean como sus banderas de vida y redención. Banderas de esperanza.

-Ahí has estado bien – Jorge volvió a besar a Carmelo. – Y si el Mendés ese lo hiciera con malos músicos ¿Estaría justificado?

-Nunca está justificado. Quiero decir, que para su prestigio como profesor, sacar a un Sergio adelante y que en su biografía diga que ha estudiado con él, le daría más crédito. Y podría plantearse hasta cobrar más. Pero en cambio, para un gran músico que cae en sus manos, lo destroza.

-Es una forma de verlo, sí. Pero en este mundo de… orgullos desmedidos, de poder… la razón del común de los mortales no parece a veces… razón. Y la sin razón, se convierte en razón. Para ellos, quiero decir.

-¿Serías capaz de repetir eso que has dicho? – Carmelo imprimió a su pregunta todo el sarcasmo del que fue capaz.

-Ni por asomo. Confío en ti para que me lo recuerdes luego y lo escriba.

-No estaba atento. – siguió con la broma. – No me pellizques, cabrón.

-¿No me haces ni caso?

-Como tú antes. Has pasado de mi culo. No te has enterado de nada de mis planes para la merienda de Pasapalabra. Y eso que yo no fui. Que lo hago para que tú y tus “amiguitos” quedéis bien.

-No vas a Pasapalabra porque no quieres. Y de todas formas, todos saben que la merienda la vas a preparar tú. Y perdona, mis “amiguitos” que me presentaste tú, porque antes de ser míos, fueron tuyos. Y lo siguen siendo. Ya veríamos en caso de que nos separáramos, de todos ellos, los que seguirían en contacto conmigo.

-Ya vas con tu “amiguito” Álvaro a Pasapalabra. Álvaro ha pasado de ser mi amigo a ser conocido por ser el amigo del escritor.

-Celoso. ¡Estás celoso!

-A mucha honra. Y ahora dime por qué quieres que te acompañe en ese viaje.

Jorge alargó el brazo y cogió su teléfono de la mesilla. Buscó algo y le tendió el móvil a Carmelo. Éste lo cogió y nada más ver la pantalla, levantó las cejas sorprendido al ver quién era la persona de la foto.

-Nati Guevara. Ni sé la de tiempo que no sé de ella. Ni falta que hace, por otra parte. ¡¡Joderrr!! Y yo que pensaba que me había librado de ella para siempre.

-Es la madre de Sergio.

-No me lo puedo creer. Hay que reconsiderar lo de que seamos imanes para … indeseables como esa. No me lo puedo creer. Esto no puede ser cierto. No nos puede estar pasando. ¿Esta cabrona la madre de Sergio el de Javier? Increíble.

Carmelo le devolvió el móvil a Jorge. Se tumbó de nuevo en la cama mirando al techo. De vez en cuando resoplaba. Jorge estaba de medio lado, observando a su novio. Ver la foto de esa mujer, le había afectado. No era para menos. Esa mujer era… dejaba huella en todos los que habían tenido la desgracia de tratar con ella.

-A lo mejor no te apetece enfrentarte a ella.

-No la tenía miedo cuando era un adolescente. Menos ahora. Eso no quiere decir que me esté muriendo de ganas de echármela a la cara.

-Te negaste a trabajar con ella una vez.

-Cierto. Si puedo elegir, prefiero trabajar con buena gente. Ella no lo es.

-¿Y?

Carmelo apartó la ropa de cama y se levantó de un salto.

-Vamos. ¿No decías que nos íbamos de viaje?

Carmelo salió enfadado de la habitación camino del baño. Jorge empezaba a arrepentirse de habérselo pedido. Descubrir esa noche quién era la madre, le había roto los esquemas a él también. Carmelo se había negado a trabajar con ella, justo antes de que Nati decidiera retirarse del cine para cuidar de su familia. Pero él también había tenido con ella sus más y sus menos. Habían llegado a discutir de forma muy intensa. Alguna vez el tema de la discusión, si no recordaba mal, había sido Carmelo. Mucho antes incluso de que ellos se conocieran. Ella le demostró todo lo que lo despreciaba y él, a cambio le enseñó lo ruin y despreciable que era, a parte de ser una inculta supina, aunque se las daba de ser una entendida en cualquier materia de la que se hablara delante de ella.

Carmelo volvió sobre sus pasos. Se apoyó en el marco de la puerta.

-Creo que te equivocas en que vayamos lo dos. Si conseguimos que Sergio venga, va a perder a sus padres para siempre. Su marido era un calzonazos. No podemos ponerlo en esa tesitura. Esa mujer nos odia a los dos. Nos desprecia, más bien.

Jorge asintió con la cabeza. Estaba de acuerdo con la última parte de las aseveraciones de Carmelo. No lo estaba tanto con que su marido fuera un calzonazos.

-Debemos jugar la baza de que la conocemos. Y que no nos puede engañar.

-Eso lo dudo. Era una refinada manipuladora y mentirosa recalcitrante. De muchas de sus mentiras y manipulaciones me di cuenta mucho después.

-Y buena actriz.

-Eso es cierto. De hecho, estaba actuando permanentemente. Enlazaba un papel con otro. Y hay que reconocerla que era trabajadora. Y también hay que poner en valor que conseguía que todos los rodajes en los que estaba, se convirtieran en un sitio insufrible del que todos salían despavoridos en cuanto tenían ocasión.

-Pero era buena actriz.

-Sí, joder, lo era. – Carmelo no podía disimular su enfado – Lo uno no quita lo otro. Es más, estaría por asegurar que estaba entre las tres mejores actrices de su época. Y … reconozco que en pantalla, con pocas actrices o actores he tenido la complicidad y facilidad para entendernos como con ella. Daba igual que hubiéramos discutido a lo grande antes de la claqueta. Una vez la escena en marcha, todo funcionaba como un engranaje perfecto. Hablaban nuestros personajes. Sentían ellos. Pero… no hay quien la aguante.

-Nadie quería enfrentarse a ella, pero tú la rechazaste. Con dieciséis años. Y ganaste el pulso. Los productores se decantaron por ti.

Carmelo se encogió de hombros.

-Fue la primera cosa de la que se ocupó Sergio en lugar de Toni. ¿No?

-Otra vez Toni. Que manía te ha entrado con él. Si me lo cruzo por la calle, ni lo reconocería.

-No te enfades. Era un comentario.

-Creo que es mejor que no vaya.

-¿Y si te lo pido de rodillas?

Carmelo hizo un gesto con la mano de desesperación.

-Es imposible discutir contigo. Te la suda lo que opine. ¿Quieres que vaya? Pues voy. Luego no te quejes del resultado. Va a ser un puto desastre. Y tú lo sabes. Pero nada, insistes. Pues me voy a duchar. No se puede razonar contigo. Te importa una mierda lo que piense.

Jorge suspiró. Se levantó de la cama con intención de seguir a Carmelo al baño y decirle que no hacía falta que fuera. Pero se lo pensó mejor, volvió sobre sus pasos para coger el móvil que se había quedado sobre la cama y se fue a la cocina. Marcó un teléfono.

-Eres la primera persona que me llama hoy con la que me apetece charlar un rato.

-Madre mía. Y te puedo asegurar que es la mejor respuesta a mis llamadas en muchos días. ¿Cómo estás?

-No me quejo. Hoy no hay grandes problemas entre mis clientes, la cosa empieza a moverse para todos, no solo para unos pocos agraciados… ya hemos acabado de poner al día tu agenda, y todo el mundo sabe ya que salvo para cuestiones meramente promocionales en los que se sigue encargando tu editorial, todo lo tuyo depende de nosotros. Por cierto, y esto es lo último, ya hemos convocado tu charla para lectores jóvenes. Tu amiga la librera ha puesto todas sus redes a tope. Y nosotros las nuestras, incluidas las de Carmelo. ¡Ah! Y antes de que se me olvide: ayer hablé con Fidel y te manda recuerdos. Me dice que te diga que cualquier día de estos te llama para charlar. Te echa de menos.

-¡Joder! Que alegría me das. Fíjate, el otro día pensé en él. Pero no he encontrado el momento de llamarlo.

-Si un día te pilla bien, te pediría que lo hicieras. A lo mejor él no se atreve. Sigue tus novedades. Estaba un poco preocupado.

-Tranquilo. Le llamo. No te preocupes. ¿Está bien?

-Sí. Está todavía aclimatándose. Ya sabes que ha cambiado de casa y ha acabado los cursos a los que se apuntó. Ahora le toca hacer contactos. Ya ha abierto nuestra sucursal el Los Ángeles. Estoy orgulloso de él. Ya tiene propuestas para alguno de mis clientes.

-Aquella película que hizo Carmelo antes del confinamiento…

-Sí. Se encargó él. Pero bueno, Carmelo ya sabes que se vende solo.

-¡Oye! Porque sea tu hermano, no le quites mérito.

-Tienes razón. Lo hizo bien, y eso sin tener oficina abierta todavía como tal.

-Me gusta eso de que te encargues de mis cosas. Siempre lo has hecho, aunque ahora sea un poco más oficial. Al menos ahora sé que estaréis pendientes de todo. No sabes la tranquilidad que me da eso.

-Por cierto, tu abogado, bien. Me gusta. Está al loro, es trabajador, y es competente. Has hecho buen fichaje. Y es otro lector fiel. Creo que entre los dos, poco a poco vamos a desentrañar esa maraña de asuntos que tienes enquistados. Esto lo tenías que haber hecho hace ocho años, cuando te lo dije.

-Tienes razón. Pero en aquella época todavía vivía Nando y no me apetecía… enfrentarme.

-Ahora dime, que me imagino que tendrás algo que contarme.

-Pues sí. Y me temo que no te va a gustar.

-¿Ha pasado algo? ¿Carmelo…?

-Carmelo está bien. Está jurando en hebreo mientras se ducha, pero es por mi culpa. Le he pedido que me acompañe a ver a una vieja amiga. Y no me ha sabido decir que no. Y está echando pestes.

-Me temo que esa vieja amiga, también lo es mía. Te conozco escritor. Y no te refieres a tu amiga la librera, que no se ha mostrado muy ilusionada porque ahora tenga que tratar conmigo de vez en cuando.

-Aquella firma de libros, seguro que la tiene grabada a fuego y sangre.

-Sobre todo porque al año siguiente la Organización la vetó en la Feria. Y porque calculó tan mal que no vendió ni la mitad de lo que pensaba vender con la encerrona que te hizo.

-Se le nubló la vista. Pensó que lo que había vendido el día anterior, sin estar previsto… pensó que si lo anunciaba iba a vender libros a cientos.

-Pero al anunciarlo, la gente estaba prevenida y se llevó el libro de casa.

-Exacto. Aún así vendió muchos libros.

-Y si no es tu librera, ¿Quién es nuestra vieja amiga?

-Nati Guevara.

Jorge pudo escuchar claramente un suspiro de contrariedad y un par de imprecaciones. Sergio Romeva parecía dudar sobre lo que decir o hacer.

-Un segundo, Jorge. Dame un segundo.

Éste pudo escuchar como Sergio se levantaba de la silla de su despacho y avisaba a su secretario de que no estaba para nadie en la siguiente media hora. Y recalcó que nadie era nadie. Aun tardó un rato en volver a coger el teléfono. Jorge estuvo seguro que se estaba tomando unos segundos para pensar en como afrontar el tema.

-¿Estás en Madrid? – preguntó Sergio al volver a coger el teléfono.

-Sí.

-En “El Trastero” en media hora. Aunque esté mojado, tráete a Carmelo. Es hora de que se entere de algunas cosas. Prefiero que lo sepa por nosotros, que no por cualquiera que se acerque un buen día y le susurre al oído. Si esa mujer está rondando, cualquier cosa es posible. Llamo para que nos pongan una mesa discreta.

Jorge no perdió tiempo. Fue al baño. Carmelo estaba todavía en la ducha.

-Vístete, anda.

Jorge abrió la mampara de la ducha y cerró el grifo. Como esperaba, Carmelo estaba solo dejando correr el agua por su cuerpo.

-¿Me puedes explicar que pasa ahora? – Carmelo seguía enfadado. Su tono no engañaba a nadie.

-Dani, por favor. Hazme caso.

Jorge se acercó a él y le dio un beso en los labios.

-Te quiero, ¿Lo sabes? Eres mi vida, Dani: vístete y nos vamos. He quedado con Sergio Romeva en “El Trastero”. Quiere que vayas tú.

Carmelo salió de la ducha y empezó a secarse. Tenía ganas de discutir y negarse a plegarse a las peticiones de su novio, pero no le salía. Y quería despotricar y enfadarse por todo, pero… ese “Te quiero ¿Lo sabes? Eres mi vida Dani”, lo había desactivado todo. Nadie le llamaba Dani como Jorge. A lo mejor era por las pocas veces que utilizaba su nombre real. O el tono con que le decía esas cosas y todo en general.

Cuando Carmelo entró de nuevo en la habitación, Jorge ya estaba completamente vestido. Volvió a besarlo en los labios y a darle una palmada en su culo desnudo. Mientras el actor se vestía, Jorge avisó a sus escoltas de su inminente excursión.

-Luego a lo mejor nos vamos a Salamanca.

-¿Los dos? – preguntó Flor.

Jorge hizo una mueca para mostrar sus dudas.

-Está todo en el aire.

-¿Qué ha pasado desde anoche? Ibas a ir tú solo. Carmen viene para unirse a ti.

Por la cara que puso Jorge, Flor supo que no le había avisado.

-Llámala, si me haces el favor, y la dices que se una a nosotros en “El Trastero”. Y no estaría mal que llamaras a Olga y tantearas la posibilidad que se una a nosotros en videoconferencia. Es una hora intempestiva allí, pero…

Carmelo apareció detrás de Jorge ya preparado. No tenía gesto amigable. Jorge volvió a besarlo y a acariciarle la cara con sus manos.

-Gracias Dani.

El aludido no pudo decir nada. Jorge sabía las armas que utilizaba contra su enfado. Jorge cogió sus cosas, sus llaves, su teléfono y agarró de la mano a Carmelo. Entrelazó sus dedos y le sonrió.

-Eres un cabrón – dijo medio sonriendo el actor. – No puedo contigo.

-Porque me quieres. Y no sabes la vida que me da eso.

El viaje en coche apenas duró diez minutos. Sergio ya estaba en el bar. Los camareros les indicaron con un gesto la mesa en la que estaba esperándolos. Estaba apartada y un biombo les ocultaba de la vista del resto de clientes.

-Me he tomado la libertad de pedir unos chocolates y unas porras.

-Como nos conoces – dijo Carmelo abrazando a su representante. – Ya nos dirás a qué viene tanto misterio.

Jorge sacó un dispositivo de anti-escuchas y lo puso en medio de la mesa. Todavía recordaba los consejos de Javier la noche anterior.

-Vienes preparado.

-Si no quieres hablar por teléfono, a mi modo de ver quiere decir algo.

-Esas cosas del pasado, sabéis que son complicadas. No me apetece que nadie conozca esos detalles. ¿Me dices como ha aparecido la Guevara en vuestras vidas? ¿Ahora precisamente?

-Esa que viene por ahí es Carmen Polana ¿No? No será casualidad me imagino. – dijo Carmelo mirando resignado a Jorge.

-Culpa mía. – Jorge levantó el dedo, como si estuviera en una clase de primaria.

Carmen saludó a Sergio con dos besos. Ya habían tenido la ocasión de conocerse hacía unos años y habían coincidido en numerosas ocasiones. Lo mismo hizo con Carmelo y con Jorge.

-Tal y como has pedido a Flor, Olga nos llama en un rato. Está buscando sitio adecuado. Mira, ya lo ha encontrado.

Carmen puso la tablet sobre un soporte y la colocó en un lado de la mesa.

-Buenos días a todos. – saludó.

-Que bien te sienta madrugar, querida – le saludó su amiga.

-Trasnochar, querrás decir. ¿Qué ha pasado?

Sergio y Carmen miraron a Jorge. Carmelo se había cruzado de brazos y miraba a ninguna parte.

-Muy sencillo: Nati Guevara ha entrado por la puerta grande en nuestras vidas. Y no nos habíamos enterado. – resumió Jorge.

Carmen y Olga intercambiaron miradas a través de las cámaras.

-¿Y de qué forma ha aparecido?

-Es la madre de Sergio, el novio de Javier.

Carmen resopló y se recostó en la silla. Olga parecía enfadada.

-No me puedo creer que esa tipa … ¿La madre de Sergio? Joder. Iros a sacarlo de allí, joder. Si sabe que está con Javier… le estará lavando la cabeza. Se las tuvo tiesas con JoseMari, su padre.

-Y contigo – le recordó Carmen a Olga.

-Eso íbamos a hacer. Pero… no me decido por una estrategia. – empezó a explicarse Jorge – La idea era ir y convencer a Sergio de dar una sorpresa a Javier por su aniversario en la consecución de su ascenso a comisario. Pero… yo tuve un encontronazo fuerte con su madre. Y…

-Yo la veté en un rodaje. – Carmelo habló en tono rotundo.

Sergio afirmó con la cabeza.

-Pero hoy todos en esta mesa, conocemos una parte de Nati. Conocemos una parte de esos encontronazos. Pero ninguno sabe… toda la historia.

-Por cierto Sergio. Antes de que se me olvide. ¿No conocerás a algún representante que se dedique a llevar a músicos de clásica? Tu tocayo es… un gran violinista que ha caído en las garras de Mendés… un tipo despreciable que…

Ahora fue Sergio Romeva el que resopló y se recostó sobre el respaldo de la silla. Jorge se calló porque era evidente que su amigo no necesitaba más explicaciones.

-Esto no puede estar pasando. No me fastidies. ¿Su propio hijo? Tenía tres hijos ¿No? ¿Con Mendés? ¿Lo ha enviado a estudiar con ese? La historia se repite de nuevo. Con distintos actores. No puede ser. Mendés es lo peor. Ese pobre chaval… si es el que ha elegido de su hornada para…

Lo es – Jorge le interrumpió en tono rotundo. No quería que de primeras, dijera más de lo necesario. El representante volvió a maldecir entre murmullos.

-Una chica, la mayor, que trabaja en los negocios de su padre, y dos chicos. Sergio es el pequeño. Su hermano creo que está en Estados Unidos estudiando. – explicó Carmen. – La zorra de ella usa el apellido de su marido. Por eso no me ha dado el cante. Es que Sergio se parece a su madre, ahora lo veo. Tiene gestos de ella. No se me ocurrió pedir fotos de los padres. Y ni Patricia ni Teresa saben nada de la Guevara. No les llamó la atención. Para ellas es Nati Plaza, de profesión, sus labores.

-Me encargo de que el FBI le eche un vistazo al chico que está aquí, no vaya a ser que haya sorpresas. – dijo Olga. – ¿Su nombre?

-Espera que lo miro… no lo recuerdo – dijo Carmen repasando el informe que le habían hecho Teresa y Patricia – Guillermo. Guillermo Plaza.

-Pero todo esto… ¿No se os está yendo el argumento? – le dijo Carmelo mirándolos uno por uno. – ¿De que va todo esto? Era una tipa que le gustaba joder a sus compañeros en los rodajes. No es para tanto. Como si fuera la última o la única. No creo que ponga a su hijo abierto de piernas para que unos cerdos babosos le metan la picha en el culo mientras él ladra como un perro y rasga las cuerdas de su instrumento con el arco tocando una sonata de Vivaldi.

-Va de poder. Es lo que siempre ha querido Nati Guevara. Lo podía haber tenido todo en el mundo de la actuación, porque era buena. Pero eso no le bastaba. Quería que todos bailaran a su alrededor. Quería ser la reina en todos los saraos. Y todo lo que hacía era… para conseguir eso. Los rodajes en los que participaba, eran un infierno. Desde el primer día hasta el último. Hubo muchos técnicos, actores, guionistas… que si sabían que estaba ella en el reparto, se negaban a trabajar, no aceptaban el trabajo. Y aquellos años no es como ahora, que con las plataformas hay trabajo para casi todos. Suponía para muchos técnicos estar unos meses parados. Daba igual. A muchos no les compensaba tener que ir a terapia después de salir del rodaje cada día o medicarse para poder conciliar el sueño o acabar teniendo problemas familiares por su humor al salir del rodaje. Tú trabajaste con ella en una película antes de tu “olvido”. En la última parte Olga te cuidó. No lo recuerdas pero como me has contado, sentiste a Olga cuando te reencontraste con ella. Olga tuvo que emplearse a fondo para protegerte de esa alimaña. Se alió con tus padres. Ella quería que te despidieran. Tus padres no perdían nada, porque cobrarías igual. Y el dinero se lo quedaban ellos, por aquel entonces. Fue… digamos… que la versión oficial para el mundo de fuera del rodaje, era que te metiste en una pelea que no podías ganar y saliste… con el cuerpo muy, muy magullado. Nos inventamos algo de que habías acudido en defensa de unos jóvenes extranjeros que estaban siendo acosados por unos nazis. Aunque esa versión pasó desapercibida y lo que todos los ajenos a la situación pensaban es que en uno de tus arranques de mal genio, la habías pagado con gente que peleaba mejor que tú. En realidad, todos los del mundillo, sabían lo que te había pasado. Pero a nadie interesaba darse por enterado. Como no había nada en la trama de la película que rodabas que justificara ese estado de tu personaje, tuvieron que cambiar todo el argumento para… que pudieras salir en tu estado en pantalla. Eso convirtió la película en otra completamente distinta. Pero tanto los guionistas como el director, acertaron en los cambios. Hicieron un nuevo argumento creíble e interesante. Y lo más importante para los productores: sin tener que desestimar lo rodado hasta ese momento. O al menos, gran parte de ello. Consiguieron, repito, un argumento estupendo. Casi más interesante que el original. Algo tuviste tú que ver Jorge, aunque no quisiste salir en los créditos. Ni siquiera cobraste. De ahí viene en parte tu fama de que cuidarías a esos chicos hasta las últimas circunstancias. No eras guionista, no habías querido trabajar al alimón con nadie hasta ese momento, pero por defender a Dani, te implicaste.

-Y no solo echándote a la espalda cambiar el guion, sino discutiendo con quien pudiera poner en duda que Dani podía seguir con la película. – apuntó Olga.

-Es que no había forma de disimularlo. Las heridas con maquillaje… pero tenías la cara que parecía un globo de lo hinchada que estaba – Sergio había retomado el relato. – Y el pecho. Estabas morado completamente. Hinchado. Tu aspecto era verdaderamente deplorable. De resultas de ese cambio en el argumento, el papel de Nati se vio reducido. De eso te encargaste tú – le dijo a Jorge. – E inició un acoso y derribo de Carmelo del Rio. El resto de actores se plegaron a los cambios, porque no querían que encima que te habían molido a palos, perdieras el papel. Y claro, si eso implicaba joder a la Guevara, pues miel sobre hojuelas. Ellos sabían además que tu personaje era tres cuartas partes de la película. Y como siempre, habías estado muy acertado en tu interpretación. Y luego, a pesar de tu estado lamentable, fue apoteósico. Uno de los pocos actores nominados a mejor interpretación masculina en los César, que no trabajaban en una película en francés. Pero el productor de tus primeras películas en Francia siempre ha querido participar en las siguientes tuyas. Y lo sigue haciendo, de hecho.

-Quisiera hacer una precisión: el que la Guevara perdiera parte de su protagonismo, no fue algo hecho a posta. Pero Cabrales y yo no vimos otra manera. Otros personajes también lo perdieron. Uno, hasta desapareció por completo. Había que explicar muchas cosas y el productor no quería irse a una película de dos horas y mucho. Aún así, por mucho que no me cayera bien esa mujer, tenía su público. Y tampoco podemos negar que con Carmelo, aunque no se soportaran, tenía química en pantalla. Es raro, pero era así.

-¿Cabrales? ¿Fernando Cabrales trabajó contigo en ese guion? Yo creía que no lo conocías hasta que os presenté el otro día.

-No lo recordaba – Jorge intentó mitigar la mentira que hasta ahora había mantenido en ese tema. Fue algo que acordaron los dos para no tener que hablar de ese tema en su momento. Para proteger a Carmelo.

-Había un rumor en el set – Olga decidió tomar el relevo para desviar al atención – Que en realidad la fiesta en la que te jodieron vivo en todos los sentidos, había sido provocada por Nati. Quería que tu papel se lo dieran a otro actor. Se aprovechó de que Tirso estaba en Portugal, para meter en esa fiesta a un tipo que aquel tenía vetado por ser una bestia parda y que además tenía una querencia desmedida por ti. Y acabaste con esa bestia que …

-¿Qué actor? – preguntó Carmelo.

-Da igual…

-Quiero saberlo, Sergio.

-Biel Casal – contestó Olga – Nati y la madre de Biel eran… colegas.

-Aliadas, joder. Aliadas para joder a todo el mundo. La madre de Biel por estar frustrada por no haber sido la gran actriz que hubiera querido, y la tal Nati, que nada era suficiente para satisfacer su ego. – atajó Carmen verdaderamente enfadada. Seguía dándole vueltas a como se le podía haber escapado ese detalle tan importante: que Nati Guevara fuera la madre de Sergio.

-Biel tardó años en lograr desligarse de su madre. – empezó a explicar Sergio – Es como Nati, una gran manipuladora. Controlaba de Biel todo lo que comía, lo que bebía, le obligaba a hormonarse para tener más músculo, para lucir bien en pantalla; obligaba a los productores a sacarlo desnudo o al menos enseñar el pecho en cada capítulo de serie o en cada película… actuaba como su representante. Pero es el tipo de representante que metería en la cárcel por maltratar y vender el cuerpo de su cliente. Y más siendo menor de edad. Lo que le ha llegado a obligar a hacer… ni se te ocurra decirle nada a Biel. Le saca de quicio recordar esas cosas.

-Pues dirás lo que quieras. Yo a los dieciocho, no es que le hubiera mandado un burofax. Hubiera pedido orden de alejamiento. Y Biel, sigue hablando con ella. Y no sé ahora, que Jaime le… sirve de parapeto. Pero por no llevarla la contraria, a veces se pliega a sus… idioteces.

-Lo que se dice, una madre que mira por la salud de su hijo por encima de todo – se jactó Jorge. – Pero es su madre. Y… para él… si lo miras de otra forma, solo tiene esa familia. Su hermano es…

-Un aprovechado que vive de Biel. ¡Que vive de él, Jorge! No pongas esa cara. Ahora empieza a tener un poco de … carácter y le corta en algunos temas. Pero… por cada uno que le corta… anda que no le cuesta pasta todos los meses.

-A los 18, el mismo día que los cumplió, – Sergio empezó a explicar parte de lo que había dicho Carmelo, porque el resto no sabían de que hablaba – Biel le envió a su madre un burofax anunciándola la ruptura de su relación contractual. Lo estuvo preparando con un colega, con Andrés, su actual representante. En un principio vino a mí, pero siendo tu representante, no quise hacerlo. No quería que si algo salía mal, acabaras pagando tú de alguna forma.

-Aún así, sigue metiendo mano en la carrera de Biel, cuando tiene ocasión. Discutieron la última vez hace dos meses a lo grande. Biel le ha prohibido hablar de él en ninguna circunstancia. – precisó Carmelo.

-Esa es la amiga del alma de Nati Guevara. – resumió Sergio. – A ver. Contadme lo del hijo de la ínclita Nati.

Jorge se encargó de hacerle un resumen de lo que sabían hasta el momento. Sergio parecía conocer al menos de oídas a parte de los actores de esa trama.

-Ahora que pienso, a lo mejor nos podías ayudar a que Sergio recupere su carrera. A parte de ayudarnos a buscar representante.

Fue Carmen la encargada de contarle lo que le habían dicho los antecesores de Sergio en las clases especiales de Mendés al pedirles Javier algún consejo.

-Bueno. A ver. Lo del representante, si queréis nos encargamos nosotros. Bastian, uno de mis colaboradores, trabajó antes en ese campo. No ha perdido contactos. Llevamos a un par de músicos que son amigos suyos de aquella época. Ludwin, el profesor ese… puede que conozca a alguien que tiene acceso a él. Si lo consideró para darle clases es que ese joven es un gran músico. Sería interesante grabarlo con una cierta calidad. Aunque sea en la calle. Si sabemos cuando va a tocar, se puede preparar. Para que el maestro Ludwin pueda comprobar que sus habilidades siguen intactas. Una vez que eso suceda, intentaré que alguien que tiene una cierta influencia sobre él, le comente. Es orgulloso, pero… al menos se puede intentar.

-Chistian se puede encargar de grabarlo. Va a hacer Tirso. Es el mejor técnico de sonido. Y trabajó un tiempo haciendo las transmisiones de Radio Clásica desde el Monumental y el Auditorio Nacional. Me encargo de llamarlo, si queréis.

-Habría que convencerlo para que lleve el violín de Nuño. – dijo Olga – Su sonoridad es incomparable a otros violines.

-De eso me encargo yo. Y si es necesario, me comprometo a convencer a Nuño a que se acerque al Real y lo escuche. – afirmó Jorge en tono seguro.

-Si consigues que vaya, te invito a cenar dónde quieras – le dijo Olga. – Y si consigues que se una y toquen los dos juntos, me comprometo a que recuperes tu abono de la temporada de ópera.

-¿Os referís a Nuño Bueno? – preguntó Sergio; Jorge y Carmen asintieron con la cabeza. – Pues sería un puntazo. Pero me han dicho que está enfermo. No sé como lo vas a conseguir, Jorge.

-Si ha conseguido que yo esté hoy aquí sentado, y todavía no he mordido a nadie, puede conseguir cualquier cosa de cualquiera – Carmelo tenía una mueca de reproche, revestida de un halo de amor.

-Pero hay una diferencia, Dani: tú amas a Jorge con todo tu ser. Y Nuño… es un desconocido.

-Le lee, Olga. Vas a perder la apuesta. Tú no le has visto con “sus chicos”. Esos sí son difíciles.

-Si puede contigo, los demás son pan comido – bromeó Sergio. Carmelo le sacó la lengua.

-Ya te diré dónde cenamos. ¿Cuando se acaba tu curso en Estados Unidos? – dijo Jorge muy seguro de si mismo. – Me iré a comprar ropa adecuada para ir de nuevo a la ópera.

-Parad un momento. Que es guay lo de Nuño, lo de Jorge que nos tiene cogida la medida a todos… vale, al menos a mí, no me mires con esa cara, Carmen. Te diré que crees que no es así en tu caso, no quiero sacarte de tu error. Ya te darás cuenta cualquier día. Mira Sergio como asiente con la cabeza. Se os olvida algo. Hay que conseguir que Sergio vuelva a Madrid. Y para eso, tenemos que ir a Salamanca a convencer a sus padres. – dijo Carmelo.

-Yo evitaría el enfrentamiento directo con esa mujer. – opinó Sergio. – Es una mala víbora. Y Sergio es mayor de edad.

-Jorge, nos vamos a Salamanca – dijo Carmen resuelta. – Ya te digo un bar en el que puedes quedar con él. Escríbele. Dile que lo necesitas. Que es urgente. Javier ha vuelto a caer en…

-Su pasear perdido por las calles de Madrid. – añadió Jorge sacando el teléfono.

-A ver quién es más manipulador – se rió Olga.

-Yo, por supuesto. – respondió Jorge resuelto. – Y ella lo sabe.

-Sabes que se va a enterar de que Sergio queda con vosotros – avisó Olga.

-Con eso cuento. Yo me encargo de ella, tranquilos. Carmelo, te libero de venir conmigo a Salamanca.

Comment ça va, mon ami?

Era el embajador.

-Très bien. E vous?

-Todavía un poco impresionado por lo del otro día.

-Eso es…

-No me refiero a lo de… a lo que le hicieron a ese chico. Me refería a ti. Como te enfrentaste a esos delincuentes. Y como te pusiste al chico sobre el hombro y te lo llevaste. Alucinante. El tipo era algo pesado. No es que estuviera gordo, pero tampoco era un saco de huesos.

-La adrenalina hace milagros. Todavía tengo agujetas, – mintió Jorge – es señal de que fue algo del momento.

-¿Tienes novedades? – preguntó Damien.

-No. Esperaba que las tuvieras tú. Te recuerdo que me has llamado.

-Es que ya me pongo nervioso solo de recordarte en esa… misión.

-Anda, anda. Me voy a creer 007 – bromeó Jorge

-El joven al que encargué esas pesquisas, me dice que esas personas en realidad están entre los invitados fijos desde mucho antes que yo llegara a este destino. No se trataba de una cosa del agregado cultural ni del comercial, que también dudé de él. Se les manda invitaciones para casi todos los eventos. Y también se envía invitación a la policía. Por eso entró el joven como tal.

Jorge levantó las cejas.

-O sea que esos tipos van siempre invitados.

-No siempre. Depende del número y de otros compromisos. No siempre se invita a toda la lista.

-¿Me podrías conseguir en cuales otras circunstancias…? Perdón, estoy de viaje y … a veces se me van las ideas… ¿Cuáles son las últimas fiestas que se les ha invitado? Y que hayan asistido.

-Me creo que hace años que no venían.

-¿Te crees o estás seguro?

-Le preguntaré de nuevo a mi encargado de las pesquisas.

-Bueno. No te olvides. Es importante para mí. Y si ese joven que fue como policía, también ha ido más veces.

-Necesitaré tiempo.

-Una cosa, Damien. Antes de que se me olvide. Perdona que sea tan brusco. ¿Conoces a un tal profesor Mendés? Es un maestro de violín. Tú que te mueves mucho por esos ambientes.

-Pues ahora no recuerdo. ¿Es profesor dices?

-Sí, una especie de maestro que da clases a violinistas que destaquen. Cobra una pasta por clase.

-¿Medés, dices que se llama?

-Mendés. Con “n”.

-Que yo recuerde no, la verdad.

-¿No ha trabajado nunca para vosotros? En algún evento o algo. A lo mejor os ha llevado algún cuarteto de cuerda para amenizar alguna velada…

-Que yo sepa no. Si necesitamos música clásica, cursamos una petición a Radio Francia. Ellos se ocupan. Y normalmente si hay actuaciones, suelen ir en consonancia con alguna promoción de la cultura francesa. Ya sabes. Para mi desgracia, se suele promocionar más la música joven. Grupos de rock y cosas así.

-De todas formas si te enteras de algo, te agradecería que me dijeras.

-Recuerda que tenemos la comida con mi madre y unos amigos dentro de nada.

-No te preocupes. Mi agencia lo tiene bien apuntado. Te dejo, que vamos a entrar en un túnel.

Jorge Rios.”

2 pensamientos en “Necesito leer tus libros: Capítulo 63.

  1. Quousque tandem abutere, Tatojimmyi, patientia nostra? Como disfruto de tus narraciones. Gracias por hacernos gozar de tus bellas narraciones. Las espero como migas cada dia.

    • Siento no poderte dar una miguita cada día. Espero que no me tengas en cuenta que sean cada tres o cuatro días.
      Me animan mucho tus visitas y tus palabras de aliento.

      besos.
      muchos.
      envueltos.

Sería interesante que nos dijeras algo. ¡Comenta!