El 8º retazo de Álvaro; y stop.

Los retazos de Álvaro, todos pinchando aquí.

Jacinta se alegró de que vinieran.

Almu y Jordi.

– Voy a aprovechar para tomar un café – les dijo al poco, con esa sonrisa, con esa mirada.

Almu y Jordi se miraron incómodos.

– Es que…

– Serán diez minutos – dijo Jacinta, con esa sonrisa, con esa mirada… – estás muy guapo, Jordi.

Jordi se puso colorado.

En realidad Jacinta les mintió: iban a ser 30, porque pensaba aprovechar para comer un bocata de jamón york, con lechuga y tomate, y unas virutas de atún en lata, y quizás con un poco de mahonesa, o mayonesa, que nunca había sabido como llamarla.

Y una coca-cola.

A Jacinta le gustaba la coca-cola.

Jordi y Almu se quedaron en silencio. Incómodos.

– ¿Y quién es esa mujer? – Almu.

– Era su niñera hasta los quince.

– Huy, niñera, el chulito de Alvarito con niñera hasta los quince – Almu se tronchaba.

Jordi no se reía: la tuvo hasta los 16.

– Es una buena mujer.

– Es boba. ¿No la has visto la cara? ¿Y qué hace aquí?

– Pues cuidarlo.

– ¿Y quién le va a pagar?

– Aunque no te lo creas, Almu, hay personas que hacen las cosas por cariño.

Almu puso toda su intensidad en la mirada para mostrar su incredulidad al respecto.

– A Álvaro no lo quería ni su madre. Que ni siquiera era su madre, pobrecito.

– No digas eso.

– Es la verdad.

Se quedaron callados.

– A lo que venía.

Almu había levantado las sábanas.

Jordi miraba.

Almu le subió el camisón.

Almu sacó su iphone.

– Pero ¿Qué haces?

– Ojo por ojo.

Y mientras decía eso, le sacó un montón de fotos.

– La peña se va a tronchar. El picha-corta.

– Estás loca, borra eso. Vas a hacer el ridículo. Con sonda y tubos… ridículo.

Jordi intentó quitarla el móvil, pero ella lo empujó y, cogiendo su bolso, se fue hacia la puerta.

– Hola.

Un hombre le tapaba la salida. Unos 50. Barba entrecana. Expresión seria. Mano extendida hacia el móvil.

– ¡Papá! – Almu estaba sorprendida.

– El móvil.

Almudena se lo alargó.

– Ya las he enviado a todos – tono suficiente y despectivo.

– Serás imbécil – su padre con cara de pocos amigos.

– ¡Ah! Mejor vuelvo luego.

Una chica nueva.

– ¡Carmen! – Jordi saludó sorprendido.

– Jordi, cariño, no te había visto. ¿Cómo está? – señaló con la mirada hacia la cama.

– Cuanta gente interesante de repente.

Jacinta los miraba a todos. No sonreía de esa forma, y no los miraba de esa forma.

– ¡Cuántos secretos! ¿Os remuerde la conciencia y habéis venido a buscar calma?

Todos clavaron la mirada en el suelo.

A Carmen se le escapó una lágrima.

A Jordi le vino un mareo y se tuvo que sujetar a la pared para no caerse.

Almu puso cara de fastidio.

El padre de Almu, afirmaba lentamente con la cabeza.

Un pitido empezó a sonar en una de las máquinas que había en la habitación, rompiendo el silencio opresivo que les llenaba a todos.

Una enfermera.

Dos.

Un médico.

Otra enfermera.

Un enfermero con otra máquina.

– Por favor, esperen fuera.

Y la puerta se cerró.

____

Nota:

De momento paramos.

La historia queda ahí.

Puedes escribir otro retazo.

O varios.

Cuando acabe la semana del libro, Álvaro volverá.

Aprovecho para recordaros que podéis enviarme vuestras reseñas. Las podéis hacer de cualquier libro, de cualquier tema, con el formato que os apetezca. No importa que tengáis 20 años, o 35 o 78. No es una competición. Se busca compartir el gusto por leer.

Mi correo en el lateral.

6º retazo de la vida de Álvaro. Y el 7º, también.

Todos los retazos , pinchando aquí

6º retazo. Autor: Peace for ever.

Notó unos dedos cálidos sobre su yugular y como le cubrían con una manta. Recordó la sensación que le producía cuando su madre le arropaba por las noches cuando empezaba a conciliar el sueño. Esperó la dulce sensación del beso que le daba su madre en la frente antes de irse; lo que sintió era que alguien le sacudía suavemente el hombro. Abrió los ojos.

– ¿Estás bien? -Le pregunto un hombre de uniforme.

– Tengo mucho frío.

– ¿Quieres que te llevemos a un albergue municipal?

– ¿Y eso qué es?

– Un centro donde te pueden acoger mientras no encuentras un techo, pero tiene unas normas muy estrictas…

– Te obligaran a ducharte y cambiarte de ropa…

Se quedó con aquellas palabras, ropa limpia, una ducha

– ¿Con agua caliente? – preguntó.

– Sí claro.

– Pues ¿a qué esperamos?

El policía municipal le ayudó a incorporarse y lo acompañó hasta el coche patrulla.

7º retazo.

No lloró, no. No lloró en el entierro, ni después, ni antes. Ahora sí lloraba.

No lloraba por sus padres, ni entonces lo dejó de hacer por que fuera fuerte. Ya daba igual, estaba cansado de fingir. No lloró, porque sus padres le importaban una mierda. Y él a ellos. Viajaban, hacían su vida, pagaban las facturas, él hacía su vida, se divertía y gastaba. “Hola” “Hola” si se cruzaban en la escalera. “Vienen los Camacho a cenar con Inés. Es a las 9. Ponte el traje azul”. “No cojas el Mercedes”.

Jacinta fue su niñera.

Jacinta estaba sentada en la cama, a su lado.

– Tranquilo, Álvaro.

Jacinta era una señora bonachona y trabajadora. Cariñosa. Había sido su madre y su padre hasta los catorce. El día que cumplió, quince, sus padres la despidieron.

– Eres un hombre, Álvaro, no necesitas niñera.

Pero nadie se preocupó de que necesitaba a una madre y a un padre.

Álvaro no lloró ese día: su padre lo miraba con esa cara que indicaba que no lo debía hacer. Su única misión como padre, había sido enseñarle que tenía que ser fuerte, porque “Eres un Martínez-Del Pino, no lo olvides”. Un día lo olvidó y su padre le cruzó la cara delante de sus amigos. Ya no volvió a olvidar.

– ¿Cómo estás cariño?

Esa mirada, esa sonrisa… Jacinta… un espasmo de llanto le recorrió todo el cuerpo empujando a un reguero de lágrimas que bajaban por sus mejillas… tantas cosas quería decirle…

– ¿Por qué saliste así, corriendo del albergue?

¿Correr? ¿Albergue?

No recordaba nada.

Intentó explicárselo, pero… quería hablar, pero…

– Tranquilo – le dijo… mientras le secaba las lágrimas con un pañuelo, y sonreía… de esa forma… – descansa…

Cerró los ojos y se durmió al instante. Jacinta estaba a su lado.

____

Nota:

¿Vas a seguir tú?

¿Vas a ser el siguiente a Peace for ever?

¿Vas a contarnos otro retazo de Álvaro?

Con los libros empezamos ya. Apresúrate también. Da igual el libro, tu edad, tu condición sexual.

Más fácil no lo puedo poner…

El 5º retazo de la vida de Álvaro.

Todos los rechazos. Pincha.

5º retazo.

Hacía frío. Vaya qué sí. Cuando le echaron de la casa, ya podría haber cogido algo más de abrigo. De abrigo, y algunos calzoncillos, o calcetines, o quizás… pero no estaba acostumbrado a pensar en esas cosas.

Se arrancó del pómulo la última lágrima que se había quedado helada.

Intentó cerrar los ojos, por si así evitaba que se escaparan más, pero sintió una torta en su mejilla, un buen sopapo en realidad, y no le quedó más remedio que abrirlos. Y mucho, por la sorpresa y el canguelo.

– Estúpido, va a llover, ¿no lo ves?

Un señor enjuto, con barba de ni se sabe, rasca, rasca, y mirada libidinosa, se inclinaba sobre él con cara de malas pulgas. Y daba miedo… la mirada y su apostura. Y en realidad no tenía ni media hostia, pensó Álvaro.

– Mierda de crío, la palmarás y luego vendrá la pasma y su puta madre a tocar los cojones.

– Yo… – balbuceaba Álvaro sin sentido.

– ¿Me haces una mamada?

El hombre lo miraba con la cabeza de medio lado y una sonrisa socarrona en los labios.

Álvaro se echó hacia atrás, acurrucándose más si cabe, apretando sus piernas sobre su pecho y cerrando con sus pies descalzos.

– No soy de esos – murmuró con pánico.

– Yo tampoco niñato, pero cojo el sueño mejor.

Y se rió a carcajadas.

Nota:

Que esto queda ahí por el finde. Pero que otro día, el lunes por ejemplo, llegará el 6º retazo. Quizás lo vas a escribir tú.

O tú.

Venga.

Recuerdo de nuevo la semana del libro. Y pensando la del cine.

Se os acumula el trabajo… y no me vengáis con timideces tontas.

hummmmmmm.

Álvaro y su historia a retazos: 4 retazos ya.

Todos los retazos, pinchando aquí

 

1º retazo:

Una lágrima se escapó. Del ojo de Álvaro.

Se acurrucó en la esquina para resguardarse del viento frío y húmedo que recorría las calles a su libre albedrío. De vez en cuando se pellizcaba, para comprobar que no era un sueño.

Dolía, no era un sueño.

2º retazo:

Esa primera noche que había pasado durmiendo en la calle, había sido… no… no sabía ni… su mente estaba embotada. Quizás era porque sus pies estaban helados… ¿Quién le habría quitado sus Nike mientras dormía?

Sacó su móvil del bolsillo, e hizo el enésimo intento de llamar a algún amigo. Quizás Merche le cogiera; o a lo mejor Jordi, o quizás lo haría Casi.

Almudena seguro que no. La trató muy mal el otro día en esa fiesta tan cool. Y no estuvo bien esas fotos en las que estaba desnuda y que fue enseñando a todos en la fiesta. Hasta que decidió mandarla por mensaje a todos sus contactos, y estos las reenviaron… No, Almudena definitivamente no era una opción.

Quizás Casi, tampoco; era muy amigo de Almu.

Diego, llamaría a Diego. Es un buenazo, aunque le hizo la puñeta cuando le pilló con ese otro chico, Ubaldo, y se lo contó a su novio Felipe. Felipe le dejó… pero no tardó ni cinco minutos. En realidad tampoco fue para tanto, porque Diego estaba intentando quitárselo de encima, el pesado de Ubaldo lo perseguía y perseguía… no entendía que tenía algo con Felipe que le interesaba… Pero a Álvaro le pareció divertido.

Otra lágrima. Se escapó también. Se fue la jodida en busca de esa última fiesta…

Esa fiesta… la mejor fiesta del mundo.

Pero al día siguiente, todo cambió. Fue como un shock.

Sus padres murieron. Un accidente. Un camión que se saltó un stop… y todo se derrumbó.

No lloró. Fue fuerte, como le habían enseñado. Él siempre era fuerte. 20 años de fortaleza. Aunque cuando hubo acabado la ceremonia y se vio solo a la puerta de la funeraria, algo sí que se quebró dentro de él. Ni el empleado de la funeraria se había quedado por si necesitaba algo.

Carmen tampoco se quedó, ni siquiera ella. Estaría dolida por la forma en que la dejó el día antes de la fiesta. Hasta ese momento había sido su novia.

Y Tomás… tampoco se quedó, con lo amigos que habían sido.

3º retazo por Pucho.

De pronto recordó la noche anterior, en aquel pub del Arenal al que nunca había ido antes, y recordó como había estado solo, bebiendo una copa tras otra, hasta se le acabó el dinero, y recordó aquel momento de ponerse de pie, cuándo se dio cuenta de que había bebido demasiado, tanto que el local entero bailaba a su alrededor mientras él giraba y giraba intentando encontrar la puerta de salida a la calle. Fue entonces cuando se dio cuenta de que alguien a su lado le miraba, le habló pero no pudo escuchar su voz , después nada, hasta que abrió de nuevo los ojos y una luz incandescente intensa le obligó a cerrarlos de nuevo.

4º retazo por Peace for ever.

Recordó al abogado del banco cuando le comunicó, que debía abandonar el piso donde había vivido con sus padres. Ellos no habían satisfecho los pagos de la hipoteca y el banco se había quedado con el piso además de embargarles el poco dinero que había en la cuenta corriente. Sus tarjetas de crédito y de débito habían sido anuladas. No tenia más dinero que el que llevaba en los bolsillos, quince euros y 20 céntimos. Su ruina era total.

Nota modificada:

Ya son cuatro retazos. Pueden ser más.

Pero el 5º me lo pido yo, para mañana por la mañana.

Y os lo dejo todo el finde para que penséis el 6º retazo, y para que me enviéis por correo vuestra crónica de un libro. O de dos, o de tres.

Si queráis poner música, por favor, enviadme el enlace correspondiente de youtube. Y por favor, las fotos a parte del texto. No hago más que pedir ¿eh?

La nota ha cambiado, pero… la acabo igual:

¿Jugamos?

(Vale, le he cambiado el color).

Álvaro y su historia a retazos. 2 retazos ya.

1º retazo:

Una lágrima se escapó. Del ojo de Álvaro.

Se acurrucó en la esquina para resguardarse del viento frío y húmedo que recorría las calles a su libre albedrío. De vez en cuando se pellizcaba, para comprobar que no era un sueño.

Dolía, no era un sueño.

2º retazo:

Esa primera noche que había pasado durmiendo en la calle, había sido… no… no sabía ni… su mente estaba embotada. Quizás era porque sus pies estaban helados… ¿Quién le habría quitado sus Nike mientras dormía?

Sacó su móvil del bolsillo, e hizo el enésimo intento de llamar a algún amigo. Quizás Merche le cogiera; o a lo mejor Jordi, o quizás lo haría Casi.

Almudena seguro que no. La trató muy mal el otro día en esa fiesta tan cool. Y no estuvo bien esas fotos en las que estaba desnuda y que fue enseñando a todos en la fiesta. Hasta que decidió mandarla por mensaje a todos sus contactos, y estos las reenviaron… No, Almudena definitivamente no era una opción.

Quizás Casi, tampoco; era muy amigo de Almu.

Diego, llamaría a Diego. Es un buenazo, aunque le hizo la puñeta cuando le pilló con ese otro chico, Ubaldo, y se lo contó a su novio Felipe. Felipe le dejó… pero no tardó ni cinco minutos. En realidad tampoco fue para tanto, porque Diego estaba intentando quitárselo de encima, el pesado de Ubaldo lo perseguía y perseguía… no entendía que tenía algo con Felipe que le interesaba… Pero a Álvaro le pareció divertido.

Otra lágrima. Se escapó también. Se fue la jodida en busca de esa última fiesta…

Esa fiesta… la mejor fiesta del mundo.

Pero al día siguiente, todo cambió. Fue como un shock.

Sus padres murieron. Un accidente. Un camión que se saltó un stop… y todo se derrumbó.

No lloró. Fue fuerte, como le habían enseñado. Él siempre era fuerte. 20 años de fortaleza. Aunque cuando hubo acabado la ceremonia y se vio solo a la puerta de la funeraria, algo sí que se quebró dentro de él. Ni el empleado de la funeraria se había quedado por si necesitaba algo.

Carmen tampoco se quedó, ni siquiera ella. Estaría dolida por la forma en que la dejó el día antes de la fiesta. Hasta ese momento había sido su novia.

Y Tomás… tampoco se quedó, con lo amigos que habían sido.

Nota:

Ya son dos retazos.

Si miras dentro de unas horas, quizás veas por qué Tomás ya no era su amigo. O mejor, quieres continuar tú. Si es así, los comentarios están para eso, o… puedes enviarme un correo. Decídete. Deja volar tu imaginación, dale un sentido a esas 4 líneas. Luego, quizás lo continúe yo, o quizás… lo haga otro. No hace falta ser muy extenso.

Este post va a ir cambiando a tu ritmo, si tu quieres.

¿Jugamos?

Mira todos los retazos que llevamos hasta ahora.