El concierto – Capítulo 2-XIII (epílogo)

– ¡¡¡Pero serás capullo!!!

– …

– ¡¡¡¡Me has matao!!!!!

Ramón miraba a Javier con la boca abierta.

– Es algo literario. Ya sabes que los finales dramáticos venden más…

– ¡No te jode! Eso me parece cojonudo, pero haberte pegado un tiro tú…´

– Bueno, no te enfades… – Javier le miraba con una sonrisa socarrona.

– Hummmmmmm, Pero… ¿Cómo no quieres que me enfade? Mañana nos vamos a casar, y me entero por casualidad, que, en el relato que has hecho de nuestra historia, me matas…

– Desde luego mira que eres dramático… Ramón, mi amor…

– Mi amor, mi amor, mi amor… ¡Qué leches! Mi amor… ¡muerto!…

– Pero mira que eres…

– No, no… no soy nada. Yo solo se que por casualidad leo tu relato…

– Por cierto, esto… Ramón… ¿Por casualidad?

– Pura casual…

– Ramón el relato estaba en el cajón de mi mesa. Bajo una carpeta gorda, con los papeles de la casa, el gas y esas cosas.

– No me cambies de tema…

Javier se levantó del sofá en el que estaba sentado, y se fue acercando a Ramón, que estaba en la puerta al pasillo. Iba con sus manos en la espalda, y echando hacia delante su cuerpo… ligeramente. Seguía teniendo una expresión algo socarrona en su cara…

– Si estamos en el mismo tema. En el tema de que tú estás enfadado porque has cogido una copia de mi relato que versa sobre nuestra historia juntos, relato al que le he dado un  toque dramático al final. Bueno, y algún otro por en medio. Ejem. Para producir la emoción del lector, y que acaben llorando a moco tendido. Pero el caso es que tú has mirado en ese cajón… en el fondo de ese cajón… ¿Qué buscabas Ramón?

– Yo, yo… nada. No, no te acerques más… que me das miedo… Javi… – Ramón ponía sus manos por delante como para protegerse – Javi – Ramón dio un paso atrás – Javier… que no me caso mañana… Javi… No… no… ¡Javier! No… cosquillas no… Javi que estás poniendo esa cara… sí, sí, esa cara de sádico… Javi…

Y Ramón finalmente echó a correr por el pasillo, seguido por Javi, que aceleró su paso…

– Javi, Javi, Javi…aléjate… cosquillas no… no… no…

– Reconoce pues que me estabas espiando truhán.

– Que dices… ¡una mierda! Yo no recono… no… Javi… esos dedos…. ¡¡Mamón!!

Javier había acorralado a Ramón en la habitación del fondo, en la que ocupaba Rodrigo, su hermano. Habían acabado sobre su cama. Ramón echado de espaldas, y Javi sentado a horcajadas sobre él. Con sus dedos hurgando a la altura de sus riñones. Y Ramón retorciéndose de risa, mientras in tentaba quitarse de encima a Javi.

– Javi, para, para… esto debe estar prohibido expresamente por las  Naciones Unidas, por el Consejo de Seguridad ese… ¡¡¡Javier!!!

Ramón intentó escapar, con tan mala suerte que cayó al suelo, arrastrando a su chico.

– ¡Serás capullo! Mira que eres – Dijo Javi, mientras se levantaba. – No sabes ni aguantar unas pocas cosquillas.

– …

– Venga anda, levántate.

– …

– Ramón no seas bobo…

– …

– ¿Ramón?

Javi le empujó con el pie. No hubo resistencia del cuerpo de Ramón. Se quedó unos segundos dudando… creía que Ramón le estaba tomando el pelo… Volvió a empujar con el pie…

Se asustó. Rápidamente se agachó y le dio la vuelta. Puso su oído sobre sus pulmones…

– ¡¡Susto!! – Gritó Ramón levantándose de repente.

Javi se echó hacia atrás… le miraba con cara de miedo… de susto… de angustia… y de alivio, al comprobar que era una broma. Ramón le miró y se arrepintió. Vio tantas cosas en esa expresión. Vio el miedo que había sentido Javi al pensar siquiera por esos instantes que le hubiera perdido. Vio tanto amor, tanto dolor por la posibilidad de que Ramón se encontrara mal, le pasara algo…

Ramón se abalanzó sobre Javier. Le abrazó. Se pegó a él como una lapa.

– No pasa nada, Javi. Perdón, perdón, perdón… Javi… era una broma estúpida… estoy aquí Javi… mi amor… Le dio besos, y más besos…. Por toda su cara. Habla, Javi… habla…

– Joder, Ramonchu… en la puta vida me vuelvas a hacer esto… Ramón, Ramón… te… te mato como me vuelvas a gastar una broma así… eres mi vida… no podría soportar que te pasara algo, y menos por un juego estúpido…

Javi apretaba el cuerpo de Ramón, como si le fuera la vida en ello… como si necesitara estrujarle para comprobar que esos instantes anteriores habían sido solo un mal sueño…

– Hazme las cosquillas que quieras, Javi… y mátame en tu relato todas las veces que quieras… perdón, perdón… soy un niñato estúpido… no te merezco.

– No me hagas enfadar encima. Sabes que no me gusta oírte decir que eres un niñato. Y que mierda de cosquillas quieres que te haga si te dejas. La emoción de las cosquillas es que te resistas…

– A pues me resisto…

Se levantaron del suelo. Ramón se separó de Javi, pero éste no dejó de rodear con los brazos su cintura.

– Ahora no me apetece. Solo quiero tenerte así… cerca… ¿Y que coño buscabas en el cajón? ¿Eh?

Ramón apoyó su cabeza en el hombro de Javi.

– Es una bobada. Buscaba eso que vas a leer mañana en la ceremonia. Me entró curiosidad…

– No está escrito, Ramón… está en mi cabeza. ¿Quieres que te lo diga? ¿Quieres que te anticipe lo que mañana diré a nuestros amigos y family?

– No…

– ¿No?

– No – dijo dubitativo Ramón…

– ¿Eso es un sí?

– ¡Joder! Haz lo que quieras… ya me has puesto nervioso… me gustaría… no sé… por otro lado… ¡¡Mierda!!

Javi se sentó en la cama de Rodrigo. Se recostó en ella. Alargó el brazo para acercar a Ramón hacia él. Se tumbó igualmente en la cama. Javi rodeó el hombro de Ramón, y éste recostó su cabeza sobre su pecho.

– Te lo voy a recitar, aunqu…

– Hola, hola. ¿Dónde estáis tortolitos? – era Rodrigo que acababa de llegar a casa – Que mañana es el gran día… ¡¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!

– Estamos… jajajajajaja, estamos en tu habitación – contestó Javi sin poder evitar reírse.

– ¡¡Joder!! Y estaréis tumbados en la cama. Y haciendo cositas… como si no os conociera…

– No estamos haciendo cositas, bobo – contestó su hermano.

Rodrigo llegó a la puerta de la habitación y se quedó mirando la estampa de su hermano y Javi sobre su cama.

– Pues esta noche, dormís en mi cama, y yo en la vuestra. No me gusta meterme en la cama ya usada, toda arrugada. Así que, desterrados. Además, si nos debíamos cambiar la habitación, si os pasáis más tiempo en la mía que en la vuestra. ¿Os pone mi recuerdo? ¿Mi olor?

– Sí tu olor. A pies será…

– Cuidadín que eso ya no es cierto. No levantes falso testimonio, hermanito.

– Bueno, no tengo ganas de discutir, pero por si las moscas no te quites las zapas ahora.

– Eso es una declaración de guerra… – Y Rodrigo hizo amago de lanzarse en plancha sobre ellos…

– No, no… Rodrigo, déjate que ya hemos tenido bastantes jueguecitos hoy – se apresuró a decir Javi, mientras se incorporaba un poco.

– ¿Jueguecitos? – les miró con esa cara de picaruelo que sabía poner tan bien… aunque lo que vio en su cara, le hizo desistir de seguir por ese camino – Bueno, venga… os dejaré tranquilos. Voy a utilizar vuestro cuarto de baño para ducharme. Ha venido Joel conmigo, y tenemos que apresurarnos para llegar a la fiesta sorpresa que os vamos a dar.

– ¡Mierda! Se me había olvidado – dijo Javi.

– ¿Fiesta sorpresa? ¿Y lo sabes? – Y Ramón se echó a reír a carcajadas.

– Me torturó y tuve que confesar – se defendió Rodrigo.

– Anda, anda, que fama me vais a poner los dos hermanitos. Anda bobo, vete a prepararte, que si no luego no vamos a poder poner cara de sorpresa cuando nos encontremos con la fiesta “sorpresa”.

– ¡Hola Joel!. Puedes venir a saludarnos – gritó Ramón.

– Hola… esto… bueno… no sé…

– No estamos desnudos follando

– Esto bueno…

– No le pongáis nervioso, capullos. – terció Rodrigo. – Por cierto, veo que le has enseñado el relato ¿qué te pareció hermanito?

– Calla, calla, que casi no nos casamos mañana porque se ha enfadado porque le he matado. ¿Tú te crees?

– Ya te dije que mi hermano es bobo. Pero tú como estás encoñado con él no le ves los defectos. Y ya lleváis con la tontería casi 4 años.

– Oye, Rodri, cuidado, o duermes en la calle.

– Ya llamaré a Chus para que me deje dormir en su habitación.

– Sí, sí, eso será sorteando los perros de presa que han puesto tus tíos para que no contagiemos a nadie nuestra enfermedad.

– Que exagerado eres. A mí me tratan bien.

– No te jode, porque no les has dicho que ese chico que está colorado como un tomate sentado en el salón, no es tu compañero de clase, si no tu novio. Vete dónde tus tíos y diles que Joel, es tu “novio”. Y luego me cuentas. ¡Ja!

– Ya se lo dije, y no pasó nada.

– Porque se pensaron que era una tontería tuya para solidarizarte conmigo. Joel, ven aquí, y besa a Rodrigo, así tengo una foto para mandarles a mis tíos… ¡¡la prueba del delito!!

– Javi, tenías que haberle matado tirándolo desde un acantilado o así. Ya te dije que merecía una muerte más dolorosa.

– ¿O sea que Rodri había leído la historia? Pero…

– Pero nada. Ha sido mi corrector. Sí, sí, no me mires así…

– Mi hermano y mi cuasi-marido conspirando contra mí… ¡¡y me matan!!! Esto es una conspiración para delinquir… esto es muy grave. Os pasaréis la vida entre rejas… ja, ja, ja.

– Pero que mala es la televisión – dijo riéndose Javi.

– Menos mal que al menos, el nombre que me habéis puesto me gusta más que el mío. “Daniel” me gusta.

– Por eso te lo puso capullo. Qué todavía no te has enterado que tienes un marido que no te lo mereces, que te mima y se queda con cualquier detalle que digas… y si no investiga para darte gusto… ¿Harás lo mismo conmigo, Joel?

– Eh…

– No hagas caso a nadie de esta casa, Joel. Ni caso. Rodrigo,  entre tú y tu hermano me le vais a asustar. ¿Quieres tomar algo? Vete a la nevera y tienes Pascual Tropical, y tienes pan y Nocilla en la repisa de al lado de la nevera.

– Si sabe hasta lo que le gusta a mi novio. Javi, si te cansas de mi hermano yo quiero ser el siguiente en tu corazón.

– ¿No ibas a ducharte? ¿Eh? Y ponte guapo para la fiesta sorpresa, que no quiero que me dejes en ridículo. Joel, estás guapísimo, por cierto.

– ¿Ridículo yo? ¿Yo? Flipas tío. ¿Qué te has metido hoy? Y no tires los tejos a mi novio…

– Rodri, vas a llegar tarde – apuntó Javi – ¿Le estás tirando los tejos a Joel?

–         Si tienes razón.

–         Que bobos sois los dos – dijo con cara de falsa indignación Ramón.

Y Rodrigo salió sin perder tiempo y quitándose la sudadera hacia el baño que había en la habitación de Javi y Ramón.

– ¿Has encontrado la Nocilla? ¿Joel?

– Sí, sí… no te preocupes, Javi, gracias.

– ¿Te gusta más Miguel que Javier?

– ¿Por?

– Me has cambiado el nombre en el relato por uno que me gusta más que el mío. No recuerdo haberte oído que te gustaba más Miguel que Javier.

– Quizás no hayamos hablado nunca de ello. De todas formas, me gusta mi nombre. Pero para el relato, me pareció mejor cambiar los nombres.

– ¿Borja le gusta más a Rodrigo que su nombre?

– No, solo elegí el nombre de un amigo mío al que quiero mucho. Como el de Edu, que le cambié por Axel, o el de Chus, por Silvia.

– De todas formas, aunque me hayas matado, cosa que dicho sea de paso, no estoy seguro de perdonarte nunca… pero nunca… me has descrito mucho mejor de lo que soy. No tengo tantos amigos, ni me quiere tanto la gente. Ni soy bueno en nada…

– No tengo yo esa impresión, Ramón. No es así. Creo que en muchas cosas, no te he hecho justicia. Eres muy inteligente. Y valiente. Tu hermano te adora. Chus igual. Se ha enfrentado con sus padres por no perder el contacto contigo. Edu… Eduardo daría la vida por ti. Tampoco me he atrevido a reproducir todas las cosas que me contó de ti en los muchos días que charlamos cuando tú estabas en coma. Todo lo que habías hecho por él, y como te quería. Y los chicos del grupo, Carlos, Rodrigo y Fermín. Estela te adora. Podría seguir así… el mismo Joel te idolatra.

– ¿Y tú?

– Yo…

Habían llegado al salón mientras hablaba. Joel estaba en la puerta de la cocina. Rodri llegaba del baño con una toalla en la cintura, y secándose su melena con otra. Javi cogió de las manos a Ramón. Las subió hasta su boca, y besó primero una, después la otra.

–         Yo… Ramón, yo… te amo. Podría decirte esas dos palabras gritando a los cuatro vientos. Podría decirlas en voz alta. Podría repetirlo miles y miles de veces seguidas.  Podría decírtelo en verso. O con una melodía. O susurrándotelas al oído al levantarme cada mañana. O con una mirada. O con un roce de mi mano sobre tu mejilla. Un día, no quiero acordarme de cual, porque aunque te encontré, estuve a punto de perderte, te encontré, digo,  por fin,  en medio de una carretera, con un charco de sangre a tu alrededor. Era tu sangre. Me obsesionabas desde hacía meses. Ese otro día anterior que te encontré arriba, en el escenario, después de semanas de haberte perdido, volví a revivir. Pero te perdí entonces otra vez. Soy cobarde. No era capaz de enfrentarme a ti y que me dijeras que no.

–         …….

–         Pero esta vez fue la definitiva. Quizás porque era muy evidente que necesitabas de mis servicios y mi profesión me obligaba a acercarme a ti e intentar que te recuperaras. Ahora que lo pienso, a lo mejor debería agradecer al conductor que te atropelló… no, bueno… era una pequeña broma… perdona.

–         …

–         Esos días en que estuviste dormido, me era difícil hacer otra cosa que pensar en ti, y en las posibilidades de que despertaras. A la vez tenía dudas… la razón me dictaba que era una locura… mi corazón me pedía que me lanzara al abismo contigo. No te conocía. Pero Rodrigo fue desgranando todo lo que te quería. Y luego vino Eduardo. Y Chus. Y fueron pasando por allí muchos de tus amigos… y me mostraron a un Ramón que, ni en el mejor de los sueños hubiera pensado que… fuera tan perfecto. Tan maravilloso. Tuve miedo. Yo no parecía estar a la altura. Pero Eduardo por un lado, y Rodrigo por otro, no me dejaron que me achantara. Porque decían que, tú me amabas. Que por algún misterio del universo,  no podrías vivir sin mí. Y ellos no estaban dispuestos a renunciar a ti. Fui valiente, por una vez en la vida, y te declaré mi amor. No lo escuchaste… mejor… no dije más que tonterías.  Y despertaste. Y… la primera vez que vi tu mirada posada en mis ojos… supe por primera vez en la vida,  lo que es amor, lo que se siente cuando se es amado… lo que es la felicidad.

Javi hizo una breve pausa. Cogió resuello… y siguió.

– Quisiera que tuvieras esta historia que he recopilado para ti.

Diciendo esto, se giró y cogió el libro que le acercó Carmen, su hermana. Rodrigo le miraba con una sonrisa de felicidad y de orgullo, al otro lado de Ramón. Estaba guapísimo con el chaqué que se había comprado para ser el padrino de la boda de su hermano. Javi le dio el libro a Ramón, que hacía ya tiempo que estaba emocionado.

– Ayer te dije más o menos estas palabras. Ayer viste más o menos este relato que te entrego hoy. Tranquilo, el final que leíste ayer, era solo para picarte. Siempre me has dicho que debería escribir. Este es el primer libro que escribo. Y quizás el último.  Tu historia. Nuestra historia. Una historia que ahora tienen también todos los que están en esta ceremonia. Nuestros amigos, nuestra familia. Son casi 50 páginas. Aunque, sabes Ramón… – y diciendo esto volvió a subir su mano derecha, y volvió a besarla – sabes Ramón, esos 50 folios, podrían resumirse en dos palabras: “te amo”.

Fue ahora  Ramón quién cogió las manos de Javi. Las puso sobre su corazón, y acercó sus labios hasta los de él… y le besó.

– Nunca he escuchado palabras tan bonitas, sentimientos tan profundos como los que hoy os he escuchado a vosotros – era Luis Escribano, el concejal que oficiaba la boda de Ramón y Javier, mirándoles alternativamente – Por el poder que me otorga la Ley, yo os declaro, unidos en matrimonio. Podéis besaros… todavía más de lo que ya lo habéis hecho.

– ¡¡¡¡Bravo!!!! ¡¡¡Vivan los novios!!!!

Fue Rodrigo quien inició el grito. La sala del Monasterio de San Juan de Burgos, dónde se celebraba la ceremonia, estaba abarrotada de invitados. Todos aplaudieron. Los vivas se iban repitiendo. La secretaria del Ayuntamiento que actuaba para dar fe de la unión, miraba la escena con sorpresa y alegría. El oficiante, aplaudía con los demás invitados. Le habían dicho que iba a ser una boda especial, pero, nunca se imaginó que lo iba a ser tanto.

Ramón y Javier se unieron en un abrazo. Se unió Carmen. Y Rodrigo. Subió Eduardo a la tarima, a quien a partir de leer el libro de Javier, algunos llamarían Axel, y también se unió al abrazo. Chus, Rodrigo, Carlos y Fermín, los otros miembros del grupo de Ramón, subieron también. Eloy, un amigo de Ramón. Del colegio. Joel, al final se atrevió a unirse… mientras los demás invitados, iniciaron una cerrada ovación.

– ¡¡Vivan los novios!! – gritó el oficiante

– ¡¡¡¡¡Vivan!!!!

Y volvió a sonar una vez más… “Vuela”, de Adrenalina33. Esta vez sonó en directo, no como las otras veces que sonó en un libro. “El concierto” se titulaba. El libro.

Vuela – Adrenalina33

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El concierto (I)

El concierto (II)

El concierto (III)

El concierto (IV)

El concierto (V)

El concierto (VI)

El concierto (VII) 1º final

El concierto (2-VI)

El concierto (2-VII)

El concierto (2-VIII)

El concierto (2-IX)

El concierto (2-X)

El concierto (2-XI)

El concierto (2-XII)

El concierto relato completo

El concierto – Capítulo 2-XII (final)

Hola Miguel… amor:

Hay cosas que sabes me cuestan decir en voz alta. Recuerda que al principio te dejaba cartas por la casa… y tú me las contestabas… tienes una letra horrorosa, por cierto. ¡ah! Vale… eres médico, y ya se sabe la fama que tenéis de escribir horroroso. Entendí entonces la desesperación de la farmacéutica amiga de mis padres, que se volvía tarumba cada vez que íbamos con recetas.

Como siempre, me voy por las ramas. Y no quiero. Tengo muchas cosas que decirte. y no quiero que te aburras leyendo. Que hace tiempo que no nos mandamos cartas y has perdido práctica.

Nunca te he contado qué pasó con mis padres en el hospital. Y siempre has respetado mi silencio. Pero creo que hoy, te lo voy a contar. Mis padres, en realidad, no son mis padres. Son mis tíos. Mis padres y los de Borja, murieron en un accidente. Sí, Borja es el único que es mi hermano de verdad. Silvia y los otros, los “desconocidos” como tú les llamas, son mis primos. Pero Silvia es distinta al resto. Esos días en que desperté, solo les recordé a mis “padres” que no lo eran. Qué yo era mayor de edad, y que tenía ya la potestad de decidir que hacía o qué no. Y que ya ellos, no estaban en mi plan de futuro. Aunque podría haber reclamado la custodia de Borja, quedamos en que de momento, Borja seguiría con ellos. Pero, con la condición de que me vería siempre que quisiera. Silvia. Silvia es mucha Silvia. Ella se valió sola para seguir en contacto con nosotros.

Y ese es todo el secreto. No es nada del otro mundo. Pero hasta ahora he preferido no hablar de ello. Es una tontería, pensarás. Pero a veces hay cosas que, no sabes muy bien por qué, no quieres que se digan. No, no te estoy diciendo toda la verdad. En realidad me avergonzaba de no haber dado ese paso a los 18. Y de haber pedido la custodia de mi hermano. Mis padres nos dejaron algo de dinero. Hubiera podido hacerlo. Sobre todo cuando se enteraron de que era gay. Ahí empezó un pequeño infierno, una persecución. Mis tíos son muy radicales en las cuestiones religiosas y de moral. Aunque eso es un tema muy largo. Moral, ¿qué es eso? Mi tía… mejor eso no lo digo. No les voy a pagar con la misma moneda.

Sabes, Miguel, amor, el día que apareciste después de despertarme, que venías de Málaga, cuando te vi en la puerta, desaliñado, con barba de dos días, con una cara de cansado que era patética, casi me da un ataque. Fue el mejor momento de mi vida. Y cuando te acercaste todo decidido, y me diste ese primer beso… recuerdo que te agarré el cuello para que no quitaras tan pronto los labios. Porque parecías muy seguro, pero noté como si te quemaran los labios cuando me besaste. “Éste se va a retirar a todo correr” Pensé. Y me aseguré que, aunque te ardieran, no te quitaras. ¿Sabes lo que se siente cuando se cumple un sueño? ¿Un sueño que creías inalcanzable? Fue como una sensación de felicidad, de emoción. Subía desde el estómago. Era como una bomba que estalla, y su onda expansiva  va engullendo los alrededores, con rapidez, con contundencia. Fue algo extraordinario.

Como lo fue también cuando me levantaste de la silla de ruedas, y me cogiste en brazos para entrar en casa. Y entramos… y nos recibieron esos amigos tuyos… con globos, con música… con mis amigos de Adrenalina33 que fueron a tocar para nosotros. “vuela , vuela…” me encanta esa canción. Hasta un día le dije a Eloy y Josu, si nos dejarían cantarla a nosotros…

Y nuestras discusiones. Hemos discutido mucho. Me has hecho rabiar. Pero mucho. Me has obligado a hacer tantas cosas que no me apatecían. Me has obligado a estudiar como el que más, a tocar como el mejor, a cantar, y a amarte. Y te has dejado obligar a ir de acampada, a ir de viaje sin planes, a hacer deporte, y a amarme. Y a ir de juerga hasta las mil. Y te has dejado obligar a no hacer dobles turnos. Y a escribir. Todo esto nos ha costado discusiones. Vale, también discutimos por la tapa de la taza del water. Pero al final conseguiste lo que querías, que la bajara. Pero a cambio conseguí que te hicieras socio del Burgos conmigo. Y creo que ahora hasta te gusta un poco el fútbol…

Sabes Miguel… te amo con todo mi ser… hace por lo menos un par de días que no te lo digo. Teníamos miedo al principio. Tú, médico eficiente y considerado. Yo, estudiante mediocre, y músico más mediocre. Tú 40 años. Yo, 20. Tú acostumbrado a hacer las cosas por ti. Yo, acostumbrado a que mis padres primero, y mis tíos después, me soltaran la pasta. Tú gran cocinero. Yo, apenas sabía poner la lavadora. Tú con amigos de tu edad, yo con amigos de la mía. Pero al final todo ha ido bien… estamos rodeados de buenos amigos de los dos. De tu edad, y de la mía. Y de la de mi hermano Borja. Y de los de mi prima Silvia. Hemos creado una gran familia. Lo estamos haciendo bien ¿verdad?

Ahora que lo pienso, creo que a lo mejor, el mejor día de mi vida, no es el día en que llegaste desde Málaga. El día de nuestra boda. Ese día fue… maravilloso. ¿Te acuerdas? No me mires así, ya sé que te acuerdas. Si te pasaste llorando todo el día. Axel, como te prometió, fue nuestro padrino. Y Silvia, la madrina. Borja fue uno de los testigos. Carmen, y Marta, también fueron testigos. La doctora y la enfermera. Y Rodrigo en representación del grupo. ¡Qué bonito fue! Fue en el Monasterio de San Juan. Y luego fuimos a comer a la “Deportiva”.Casi recuerdo que no cabemos en “La Garrocha”. Que bonito fue cuando iniciamos el baile los dos… estabas de guapo con tu chaqué… recuerdo como me mirabas mientras bailábamos agarrados. Me mirabas con esa sonrisa boba que a veces se te pone, con esa mirada que tenía tanto amor…

Que sepas que mientras escribo esto, me salen las lágrimas recordándolo.

Lo hemos hecho bien.

Voy acabando Miguel.

Hoy, estás leyendo esta carta. Eso significa que, estoy muerto. Seguramente la dolencia de mi corazón, que he intentado ocultarte con mucho cuidado, ha hecho que éste haya dejado de latir definitivamente. No te hagas preguntas sobre por qué no pudiste enterarte de ella cuando tuve el accidente. Ni pienses que podías haber hecho algo. Es una de las herencias que me dejó mi padre. El pobre… pero también heredé de él los ojos, y mi pasión al amar. Así que no te eches la culpa a ti, ni a mi padre.

Te conozco. Y sé que estarás hecho puré. Estarás llorando por las esquinas, para que nadie te vea. Habrás estado ocultándote en el tanatorio para hacerlo a gusto. Y cuando te digan lo de mi “problemilla”, darás muchas vueltas a todo. Y te sentirás culpable. Y llorarás más. Y estarás tentado de dejar la medicina. O dejar de vivir la vida…

Miguel, has respetado siempre la forma en llevar mis cosas más íntimas. Respeta esta forma de llevar este tema. No tienes culpa de nada. No podrías haber hecho nada.  Nada.

Puede que tengas la tentación de recluirte unos días. Como la tengan los que hoy están escuchándote leer esta carta. Si Axel ha seguido mis instrucciones, estaréis sentados ahí, Borja, Axel y Nerea, tú mismo, Rodrigo, Carlos y Gaby. Y estarán también Silvia y Carlos.

Te he dicho hace unos párrafos que lo he…

Miguel no podía seguir. Apartó la carta de Dani. Lloraba. Durante todo el tiempo una lágrima pugnaba por salir… pero ya no pudo contenerse… lloraba compulsivamente.

Silvia se levantó  se acercó a él. Le obligó a levantar la cabeza… le dio un beso en la frente… y empujó su cabeza hacia su regazo. Miguel se dejó hacer…

–         ¿Por qué Silvia?… ¿Por qué?… ¿Por qué?…

Su voz se escuchó ahogada… por los sollozos… ahogada por estar abrazado a Silvia… Borja se levantó de un salto y se abrazó a su prima y a Miguel. Axel se levantó también y se fue a mirar por la ventana. No lloraba. Ya se le habían acabado las lágrimas. Él,  hoy, jugaba con ventaja además. Era el cómplice necesario de Dani. Él único que ya sabía de su enfermedad. Al único que su muerte no constituyó una sorpresa mayúscula… aunque no fue menor el puñetazo en el estómago al encontrárselo en el hotel… al despertar… en la cama… muerto…

Rodrigo, Carlos y Gaby seguían sentados en el sofá. Tenían perdida la mirada en ninguna parte. Cada uno de ellos estaba ahora repasando sus mejores momentos junto a Dani. Los conciertos, las cervezas, las risas… aquella época en que estaba zombie… aquella época anterior a Miguel.

–         Axel… ¿quieres seguir tú con la carta, por favor?

Era Silvia la que había hablado…

–         Sí Axel será mejor que sigas tú – apoyó Nerea

–         Voy.

Axel se acercó a la mesa. Se sentó en la silla que antes había ocupado Borja. Le cogió la carta a Miguel de entre sus manos. Borja se sentó en el suelo… apoyado en el respaldo del sofá, mientras acariciaba a Jara… Silvia se quedó de pie rodeando el hombro de Miguel…

… y estarán también Silvia y Carlos.

Te he dicho hace unos párrafos que lo hemos hecho bien. Hemos creado una familia. La mayoría no tenemos la misma sangre. Pero hemos logrado unirnos como una piña. Edades distintas, gustos distintos. Y sabes, amor… me gustaría que intentaras seguir con esta familia.

Estarás pensando que esto se parece un poco a “Mi vida sin mí” esa peli de Isabel Coixet que tanto te gusta. Me la hiciste ver 20 veces… ¿recuerdas? A lo mejor no fueron tantas… jijijiji, pero de tanto verla, saqué esta idea. O de aquella otra que vimos juntos… “Postdata: te quiero”.

Pero los mismos objetivos que los protagonistas de esa peli… esos son mis objetivos. Quisiera que todos vosotros me recordéis… pero sigáis viviendo. Sigáis trabajando, sigáis tocando, sigas escribiendo Miguel. Y sigas curando a la gente… y vuelvas a amar.

Quisiera deciros muchas cosas más, pero no quiero que esto sea muy largo. Chicas, chicos, sois lo más importante que he tenido en esta vida. Os he querido a todos todo lo que se puede querer. He sido muy feliz. Y todo eso, os lo debo a cada uno de vosotros.

Os quiero. Os querré, esté dónde esté.

Quisiera pediros una cosa. Que me perdonéis. No siempre he sido capaz de estar a vuestra altura. De vuestro cariño. De vuestro amor.

Quisiera… no… solo quisiera deciros que os quiero.

Miguel, te amo. Me has hecho el hombre más feliz de la Tierra. Pero la vida sigue. Vuelve a amar. Con toda tu alma. Como lo has hecho conmigo. Mira a tu alrededor. Quizás alguien que ya conoces, te quiere. No cierres la puerta. No me traicionarás… al revés… es lo que más deseo, que seas feliz. Que vuelvas a sonreír. A amar. Es la mejor manera que puedes tener de seguir queriéndome.

Borja. Hermano… mi hermano pequeño enseñándome a vivir, a ser valiente, y a reír. Borja te quiero. No sabes todo lo que me has aportado. Eres especial. Que nadie te engañe diciéndote lo contrario. Y perdóname. No he estado casi nunca a tu altura. Y siento que te he traicionado muchas veces. Te quiero, te quiero, te quiero.

Silvia. Mi prima, mi hermana. Valiente y decidida. Te he envidiado siempre. Por tu forma de ser. Si me hubiera parecido un poco a ti, todo hubiera sido distinto. Cuídameles a todos estos. Y Carlos, como no la quieras como se merece, piensa que estaré mirándote desde dónde esté.

Gaby, Rodrigo, Carlos. A tocar. Sin descanso. Y a vivir. No seáis tan acojonados como lo fui yo.

Axel. Acabo contigo. Algunos de nuestros amigos piensan que si tú hubieras sido gay, hubiéramos sido pareja. No estoy seguro de ello. Pero sí sé que has sido la segunda persona más importante de mi vida. Y la que siempre ha estado ahí. Y sé también que te quiero con toda mi alma. Nerea… cuídamele… y quiérele… es grande el cabrón. Aunque yo canto mejor.

He pensado cientos de formas de acabar esta carta. Ninguna me ha convencido. Así que me limitaré a repetir lo mismo que ya he dicho más arriba.

Os quiero.

Miguel, amor, te amo.

Y como esto es así, quisiera… no, no quisiera. ¡Quiero! Que sigáis adelante.

Os estaré mirando.

Abur.

Axel levantó la mirada de la carta. A duras penas había podido acabar sin echarse a llorar. Miguel se levantó y se fue a una esquina del salón. Borja seguía sentado en el suelo, con la cabeza de Jara apoyada en su pierna y con las manos tapando su cara. Rodrigo y Gaby se habían abrazado. Carlos tenía la mirada perdida. Silvia cogía de la mano a su Carlos. Y Nerea miraba preocupada a Axel.

Se levantó. Debía cumplir las últimas indicaciones que le había dado Dani. Salió de la habitación, hacia la cocina.

Solo tardó un par de minutos. Volvía con una botella de cava. Y copas para todos.

Poco a poco todos fueron fijándose en lo que hacía Axel.

–         ¿Estás de coña? ¿Cava? – dijo al fin Rodrigo.

–         Parece mentira que no conozcas a Dani – contestó Axel, sin mirarle siquiera.

Abrió la botella. Ruidosamente, como le gustaba a Dani. Se escapó un poco del espumoso.

–         Voy a por otra botella, no va a llegar para todos – dijo Borja levantándose de un salto.

Otro estallido. Otro chorro de cava en la alfombra.

Llenaron todas las copas.

Todos rodeaban la mesa.

Axel repartió.

Miró a Miguel.

Borja rodeo con su brazo libre la cintura de Miguel. Silvia hizo lo mismo con Borja, mientras le besaba en la mejilla. Gaby lo hizo con Silvia, Rodrigo con Gaby… así fueron formando un círculo.

Miguel levantó poco a poco la cabeza. Miró a los ojos a Axel. Éste hizo un pequeño gesto afirmativo.

Miguel levantó su copa.

Paseo su mirada por todos. Luchaba por contener otra vez las lágrimas que pugnaban por salir. Lo consiguió.

–         Dani ha muerto. ¡¡¡ Por Dani!!!

–         ¡¡¡Por Dani!!! – contestaron todos.

–         ¡¡¡Por nosotros!!!

–         ¡¡¡Por la vida!!!

–         ¡¡¡Por el amor!!!

–         ¡¡¡Por la música!!!

–         ¡¡¡Por… por nosotros!!!

–         ¡¡¡¡¡Por Dani!!!!! – volvió a decir Miguel.

Y levantaron sus copas…

…Y bebieron…

…Y sonrieron…

Aunque los ojos… los ojos seguían llorando.

Vuela – Adrenalina33

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El concierto (III)

El concierto (IV)

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El concierto relato completo

El concierto – Capítulo 2-XI

Eran las 12 del mediodía.

Hacía sol. Pero mucho frío.

Era el 14 de diciembre.

En el hospital de Burgos.
Un nutrido grupo de personas estaban en la puerta. La Dra. Marquina. La Dra. Campos. Marta Arnáiz, la jefa de enfermeras de la 4º planta. Estaban también Begoña, Almudena, Jacinta, enfermeras de planta. Maripi y Filo, celadoras.

Ahora se incorporaron el Dr. Flores, y el Dr. Marijuan. Venían de Urgencias. Estaban de guardia.

Estaban Borja y Silvia, los hermanos de Dani. Silvia estaba con su novio Carlos. Estaban también Ricardo y Juan, amigos de siempre de Silvia. Y Aitor, Eneko y Marcos, amigos de Borja. Axel estaba al lado suyo. Pero estaba hablando con sus compañeros de grupo, con Rodrigo, con Carlos y con Gaby.

Axel fue a saludar a otro Carlos, el amigo de Málaga de Miguel. Venían con él Alberto y Sandra, amigos también de Miguel. Les saludó a todos con un  par de besos. Como diría Dani, se estaba convirtiendo en más marica que el marica más grande del universo. Llegó detrás corriendo como siempre, Nerea, la novia de Axel. Se abrazó a su novio y le dio un suave pico en los labios.

En otro grupito estaban Guillermo, Andrea, Juanjo, Iván y Alex. Eran compañeros de la Uni de Dani. E Iñigo, Gorka y Andrés, amigos de la ONG con la que colaboraba Dani. Estaban también Arturo García y Mercedes Atienza, los directivos de la ONG.

Borja dio la voz…

– ¡Ya vienen!

Se abrió la puerta… todos prorrumpieron en aplausos.

Poco a poco se abría camino una silla de ruedas. Dani iba sentado en ella. Miguel empujaba. En un momento, los congregados en la puerta sacaron una pancarta… “Dani eres el mejor” otra pancarta decía… “Dani has estado a punto de ganarte una colleja”. Empezaron a corear el nombre de Dani… Dani… Dani… mientras seguían dando palmas al ritmo de los gritos.

Dani miraba a todas partes… no veía nada… estaba abrumado… sus ojos se hicieron agua… miró hacia atrás y cruzó su mirada con la de Miguel. Miguel sonreía… pero también tenía los ojos acuosos. Decididamente Dani era especial. Estaban todos… y los que no estaban ahí, les  esperaban en casa… En casa de Miguel, que a partir de ese día iba a ser la casa de los dos.

Sus padres… Dani les convenció. O les chantajeó… o lo que fuera. Sobre el tema no quiso ser más explícito. El caso es que, en el mes largo que había pasado desde que había despertado, hizo lo necesario para llevar a cabo sus sueños en la vida real. Primero, preguntó  por Miguel. La enfermera jefe se encargó de llamarle. Sus padres intentaron impedir cualquier acceso de “extraños” a Dani. Pero Dani estaba despierto y era mayor de edad. Llamó a Axel. Axel lloró… lloró como en su vida… al ver a su amigo despierto y bien… le abrazó, le besó… Sus padres volvieron a intentar hacerse con la situación… Dani habló con ellos a “puerta cerrada”, y no volvieron a aparecer en el hospital. Ni a preocuparse de Dani. Borja y Silvia volvieron a ir regularmente. La regularidad de Borja era diaria. La de Silvia, todas las semanas venía de Madrid. Los otros hermanos siguieron sin aparecer.

Miguel cogió el primer AVE a Madrid. Y desde allí, un autobús a Burgos. Fue directo al Hospital.

Llegó a la habitación… abrió la puerta despacio… creía que Dani estaría echando la siesta… pero estaba despierto. Estaba sentado en una de las sillas de la habitación. Miraba hacia la puerta. Se miraron un buen rato. Ninguno dijo nada. Ninguno retiró la vista ni siquiera un instante de los ojos del otro. Al cabo de un buen rato, Miguel se fue acercando a Dani. Dani sonrió ligeramente. Miguel llegó a la silla, se agachó… y besó a Dani. Le besó en la boca… lentamente… no quería perderse ni una migaja de las sensaciones de ese primer beso. Dani rodeó con su mano el cuello de Miguel… por si intentaba retirarse demasiado pronto.

Se separaron. Volvieron a mirarse a los ojos. Dani sonreía imperceptiblemente. O era más bien la expresión de la felicidad que le embargaba…

– Has tardado mucho, cabrón.

Fue Miguel quien habló.

Volvieron a besarse.

Y otra vez.

Y otra.

– ¡¡¡¡¡¡¡¡Daniiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!! –gritó Rodrigo.

– ¡¡Bien!! – gritaron todos a coro.

– ¡¡Daniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!

– ¡¡Bien!!

– ¡¡Daniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!!!!

– ¡¡Bien, bien bien!! Alavin, alavan, alavin bom bam, Dani, Dani… Dani es el mejor…

No hizo falta casi   que hicieran los planes en voz alta. No hubo dudas en que Dani iba a vivir con Miguel. Miguel fue preparando su casa para recibir a “su chico”. La primera vez que pensó en Dani como “su chico” le duró la sonrisa todo el resto del día. Debería seguir haciendo rehabilitación durante semanas. Tanto tiempo echado en la cama, había dejado sus músculos fuera de juego. Aparentemente, no había secuelas. Eso sí, no recordaba el accidente… y sobre las cosas que pasaron a su alrededor, aunque los neurólogos le preguntaron, nunca dijo haber percibido nada de lo que pasaba a su alrededor. Con Miguel, tácitamente, nunca sacaron ese tema.

Miguel se compró un bobtail. Una, más bien. Jara, la llamaron. Era parte del sueño de Dani… Era una perra muy cariñosa, que le ayudaría a Dani a recuperarse, en los ratos en que estaría solo mientras Miguel trabajaba. Esa era la excusa para los demás… pero Axel sabía que Miguel la había comprado, solo porque Dani soñó que él tenía perro. Le llevaron una guitarra al hospital. Al principio pusieron alguna pega… pero él dijo a todos que, en lugar de encender el televisor, él tocaba la guitarra… y bajito. Al final… lo dejaron estar… a parte de que, todos reconocían que, era muy difícil llevar la contraria a Dani. Era tan encantador, y tenía esa sonrisa… que a todos desarmaban. Y encima tocaba bien. Bueno, los primeros días… no. Los dedos también habían estado inactivos… pero poco a poco fueron cogiendo la forma…

– ¡¡¡¡Biennnnnnnnnnnn!!!!!

Otra salva de aplausos volvió a atronar el vestíbulo del Hospital. Los que entraban o salían del Centro, se quedaban extrañados mirando que pasaba. Algunos más lanzados se acercaron a preguntar. Y algunos al final, se animaban a unirse a los aplausos. Llegó un chico con un ramo de flores en una mano, y una niña de unos 4 años en la otra. Preguntó que pasaba… uno de los amigos de Borja se lo contó. La niña tiraba de él para acercarse más… decía que no podía ver al que aplaudían todos esos señores. Al final entre empujones, llegaron el padre y la hija hasta la primera fila. Entonces al padre se le ocurrió coger una flor del ramo que llevaba para su mujer, que acababa de tener su segundo hijo, y se lo dio a su hija. Se agachó y le susurró algo al oído. A la niña se le iluminó la cara, cogió la rosa que le daba su padre, y de tres o cuatro pequeños saltos se acercó a Dani. Le alargó la flor… Dani se la quedó mirando… la hizo acercarse más… la intentó coger en brazos, pero estaba débil… y no pudo levantarla para darla un beso y un abrazo. Miguel rápido la cogió por detrás y se la acercó… Dani le dio un montón de besos de la abuela… cortos y sonoros… Miguel dejó a la niña otra vez en el suelo, y ésta corrió hacia su padre, mientras Dani olía la rosa y le daba las gracias con un gesto al padre.

Esa fue la señal para que todos se acercaran a Dani. Todos le fueron felicitando, le abrazaban unos, le besaban otros, algunos optaban por apretones de manos, otros por un chocar de palmas… o de puños… Silvia su hermana… lloraba como una desesperada… ora miraba a su hermano… ora escondía su cara en el pecho de su novio…

Axel se acercó a Miguel, después de abrazar a Dani un buen rato. Se le quedó mirando a los ojos.

– Gracias

Fue apenas un susurro. Un movimiento de labios sin sonido. Si en algún momento a Miguel se le habían secado sus ojos, en ese momento se volvieron a llenar de lágrimas. Abrió sus brazos… y Axel se fundió en un abrazo con él.

– Bobo – fue la respuesta que musitó Miguel al oído de Axel, su futuro padrino de boda.

Llegó Alfonso, el padre de Axel con su monovolumen. Miguel cogió en brazos a Dani para acomodarle en uno de los asientos de detrás del coche. Axel plegó la silla y la metió en el maletero. Miguel se montó también detrás….

Otra salva de aplausos…

Miguel y Dani saludaban con la mano…

– ¡¡¡Vivan los Reyes!! – gritó socarrón Borja… todos rieron…

Y el coche partió…

Se quedaron casi todos un rato charlando… Los amigos y compañeros de Miguel, con los amigos  de Dani… todos coincidían en que hacían muy buena pareja… aunque ninguno era capaz de explicar de dónde había nacido esa complicidad entre ellos tan… tan de repente… esa complicidad que la mayor parte de las parejas necesitaban muchos meses, incluso años para adquirirla…

Axel, que quizás podría haber contestado alguna de esas preguntas, se perdía por la acera, agarrando a su chica por la cintura, y apoyando la cabeza en su hombro.

Hacía frío… mucho frío. Pero nadie pareció notarlo,  esa mañana de diciembre.

Hacía sol.

Eran las 12 y veinte.

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El concierto – Capítulo 2-X

No podía creer lo que iba a hacer. Aunque ya no le sorprendía nada de todo lo que estaba pasando.

Se estaba poniendo el traje estéril. Eran las 3 de la madrugada. Se miró en el espejo del vestuario antes de ponerse el gorro y la mascarilla. Dani seguía en la UCI. No había una razón clara para la arritmia que había producido su traslado a la UCI. La Dra. Marquina, la que lo había llamado, no se lo explicaba. Tenía una teoría… pero eran de esas teorías que no se podían probar, por lo que no llevaban a ningún sitio. Sus padres estaban hablando con ella en la habitación. Le estaban comunicando que se iban a llevar a Dani a una residencia dedicada a enfermos “dormidos” en Coruña. Le habían dicho que además, pensaban que era mejor que no tuviera visitas, hasta que se produjera el traslado. La Dra. les comentó que eso no era así, que al revés, todo hacía indicar que este tipo de enfermos estaban mejor con compañía. Pero ellos fueron radicales al respecto. No querían que Dani recibiera visitas. Ni siquiera del doctor Ramírez.

Fue entonces cuando Dani sufrió la arritmia.

Miguel se miró una última vez en el espejo. Solo podía ver sus ojos surcados por unas sombras enormes que indicaban lo poco que había descansado ese día. Y la catarata de emociones por la que había caído.

Cuando volvió de hablar con Axel, ya no estaban los padres de Dani. Sus colegas y las enfermeras le contaron todo lo que había pasado. La investigación que habían hecho los padres de Dani, y como se enteraron de las visitas de dos de sus hijos, y las atenciones que Miguel le dedicaba a Dani en sus horas libres. De su enfado por todos estos hechos. Les daba igual lo que opinaban los médicos al respecto de todo eso… Ellos decidían. Dani estaba incapacitado, y ellos estaban al mando.

Esta noche era la última que podría acceder a la habitación de Dani. Luego, correría el riesgo de poner en problemas a sus colegas, y al hospital. Y a él mismo. Iba a probar la teoría de Axel. No confiaba nada en ella… o sí… o era todo esperanzas infundadas, u otro de sus sueños… no sabía. Lo que tenía claro era que, o  lo hacía esa noche… o las esperanzas se perdían completamente.

Salió del vestuario. Y entró en  el reservado donde estaba Dani.

Había visto  a mucha gente intubada, con cientos de vías, de cables… pero era distinto al verlo en alguien que… ¿qué era lo que sentía por este chico? Iba a decirse en su soliloquio… amor… lo iba a definir así… pero… se negaba a llamarlo así… era irracional… él era médico, debía ser racional… pero era lo que mejor se aproximaba… ¿o sería obsesión?…

Se sentó en la cama. Muy suavemente… solo en el borde… como para no molestar… rozó con su mano enguantada la mano derecha de Dani…

– Sabes Dani…

Paró… pensó como seguir… llevaba toda la noche pensando como le iba a hablar. Decenas de formas se le ocurrieron. Pero ahora, ninguna le parecía bien…

– No sé que decirte. Mil veces me he imaginado el encontrarme contigo en la calle, y decirte… decirte que me gustabas y que me gustaría conocerte… Pero por mucho que soñé con formas verdaderamente rocambolescas, nunca me imaginé que estuviera en la UCI, hablando contigo en ese estado de inconsciencia del que no quieres salir…

Paró un momento. Levantó la vista, hasta ese momento había hablado mirando la mano de Dani, o mirando al suelo… Le cogió la mano…

– He hablado hoy con Axel. Buen tío. Creía que era tu novio o algo así. Ya me ha dicho que no. Pero te quiere mucho. Sabes, yo creo que si te pasara algo, moriría de dolor. Debes de ser especial para conseguir tener amigos así. No todos lo consiguen. Tiene una teoría… pero luego no le cuentes que te lo he dicho… ¿Lo prometes?

Miguel esperó una respuesta…

– Entenderé tu silencio como que sí, lo prometes… él piensa que estás en el mundo de los sueños. Y que crees que no encontrarás mejor vida en la realidad, que en tus sueños. Que por eso no despiertas. ¿Cómo me sueñas? … Casi mejor no me lo digas, seguro que es mucho mejor de lo que en realidad soy…

Volvió a hacer una pequeña parada…

– Estás ahí, en la cama… panza arriba… me dan ganas de abrazarme a ti y decirte al oído que todo va a salir bien… pero no sé… Sabes, me he imaginado estos meses mil formas de conocerte… esto creo que ya te lo dije… y mil escenas de los dos juntos, bromas, ratos en los que los dos estamos juntos, abrazados… Mil formas de hacerte el amor… me he imaginado cientos de veces recorriendo cada milímetro de tu piel con mi lengua, o dándote besos, o lamiendo todos y cada uno de tus poros. Me he imaginado dándote masajes en los pies, después de que volvieras de los conciertos. O yendo a ellos y sacándote fotos… o incluso actualizando vuestra página web, que la tenéis un poco abandonada por cierto…

Se levantó un momento. Anduvo un rato alrededor de la cama… se sentía mal… aunque decir todas estas cosas en voz alta, le estaba haciendo bien… pero… cada vez tenía más la idea de que esto no serviría de nada. Tenía un presentimiento… Dani no querría despertar nunca. Y un buen día, moriría. Sus padres… no les entendía…

– He luchado contra todos estos sentimientos. No los encuentro racionales. No encuentro normal que me enamore de un chico al que no conozco… Dani… no te conozco apenas. No… miento, no te conozco en absoluto. Estos 4 meses que llevas aquí he visto como has calado en ciertas personas que tienes a tu alrededor… en Axel, en tu hermano Borja, en tu hermana Silvia. Me han dicho que tienes otros dos hermanos, pero ellos no han venido, o no les he visto al menos. Tienes una familia rara… no lo entiendo. Pero… debes ser excepcional, porque aún así, Borja y Silvia han venido todo lo que han podido… Borja me hace reír… es un cabrón… Y Axel… me ha contado todo lo que has hecho por él… Debes de ser un chico excepcional… Me hubiera gustado conocerte, e intentar conquistarte… No te puedo ofrecer gran cosa… Sabes, cuando antes de cruzarme en tu camino soñaba con una pareja, no me la imaginaba como tú. Me la imaginaba mucho más mayor, con una profesión aburrida… Me imaginaba los dos serios y circunspectos, sentados los dos leyendo el periódico por la mañana, ante un zumo de naranja recién exprimido, y un actimel. Llegaste tú, tan joven, tan libre… o eso parecías, ahora lo empiezo a dudar… con esa mirada, con esos ojos… con esa vitalidad… con esa timidez… yo te imaginaba seguro de ti mismo… pero hablando…

–         … me estoy dando cuenta que vas a coger manía a Axel… pero él me ha contado todo esto porque te quiere… ¿Cómo pudiste pensar que alguien como yo no se fijaría en ti? ¿Un niñato? Que sepas además que me has costado un dineral en teléfono. He estado hablando con Axel por teléfono esta tarde cerca de 3 horas. Una pasta… Ya te lo cobraré… ¡¡en carne!!…

–         …

–         …

– … aunque eso será si quieres despertar…

Miguel miró el reloj. Debía acabar ya. Si no quería tener problemas, debía irse. Llevaba casi hora y media ahí… con Dani…

–         Dani, me voy a tener que ir. Estaré unos días lejos. Mis jefes… bueno, parece que tus viejos me han puesto en su punto de mira. Les han dicho que no soy buena influencia… se han enterado que iba a verte a la habitación todos los días. Axel dice que han relacionado el Miguel del que hablas en sueños conmigo. Antes era solo el DR.  Ramírez, el que había salvado a su hijo de una muerte cierta… ahora soy el acosador que quiere beneficiarse a su hijo… ese marica… ¿Hablas en sueños? ¿Y hablas de mí? Vaya…

–         …

–         …

– … Pues eso… que me han aconsejado que me vaya unos días… y me iré. Creo que tendría problemas si no lo hiciera, e incluso podrías tener tú problemas… a lo mejor encuentran un sitio dónde llevarte que esté en Canarias, o en Hawai, Bombay… son dos paraísos…

Dijo esto último canturreando la melodía de Mecano.

– Así que querido… mejor será que despiertes y me busques. Axel tiene mi teléfono. Y si no, preguntas por Marta, la enfermera jefe de esta planta, y ella me llamará. O la pides el teléfono… Me voy a Málaga. Mi amigo Carlos seguro me saca una sonrisa… y hace que me olvide de la angustia que tengo en el cuerpo… lucha jodido… sal de ahí… sal de ese cuarto dónde te has metido… tienes 20 años… lucha por ti… cualquier cosa es mejor que esa nube dónde estás… eres tan guapo, tan… eres especial ¡maldito! Si no es por mí… si has descubierto estos días que soy un gilipollas que no merece la pena, que has perdido el tiempo soñando conmigo… sal… hay tantos que daría un brazo por encontrar alguien como tú… jodido maldito… ¡¡niñato decías!! Una paliza te daría yo…

Miguel se levantó. Miguel se dio la vuelta para que no le viera Dani… porque estaba llorando… se dio cuenta que era una idiotez. Dani no le podía ver… y estaba por ver si le podía oír. Se dio la vuelta y encaró a Dani. Se agachó despacio… y le dio un beso en la frente. Giró sobre sus talones, y salió sin mirar atrás…

Iba caminando por el pasillo y se iba quitando el traje estéril. La mascarilla, la bata… lo iba tirando en las papeleras que se iba encontrando…

…llegó a las escaleras y las bajó corriendo, de dos en dos…

…salió a la calle… hacía frío…

… cruzó la calle… y seguía corriendo…

… subió por un camino que llevaba a unos jardines en la montaña que había enfrente del hospital…

… subía corriendo… iba quedándose sin resuello…

… vio un banco y se sentó… estaba mojado, pero no se dio cuenta…

… se tapó su cara con sus manos… y lloró… lloró como no lo había hecho desde que era pequeño y su madre le dio un azote delante de todos sus amigos… lloró de forma espasmódica… estaba sin resuello… no podía respirar… lloró…

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El concierto – Capítulo 2-IX

–         ¿Le quieres mucho? – preguntó Miguel

Axel se quedó parado… pensando su respuesta… iban en el ascensor…

–         Si lo que piensas es que si estoy enamorado de él, la respuesta es no.

–         No…

–         Tranki, no pasa nada. No soy gay. No es ese tipo de amor… pero le quiero con toda mi alma. Es mi mejor amigo. Es… es guay, es… no sé… te hace vivir… es… o era alegre… sabes… esto lo sabe muy poca gente… hace un par de años, tuve algunos problemas de drogas… Caes… caes… no te das cuenta, crees que controlas… no escuchas a nadie, te crees más listo y más fuerte que todos. Echas a todos de tu lado… y yo eché a todos de mi lado… pero a Dani fue imposible echarle. Ni con agua hirviendo… él estuvo ahí… me aguantó, me persiguió… me aguantó el mono… se gastó su dinero… ahí empezaron los problemas con sus padres… Nunca me puso como excusa. Sus padres… buenos sus padres se olían algo, y ya hace tiempo me dejaron claro que me querían lejos de su hijo… A él le dio igual… si le pasa algo Miguel… si le pasa algo… yo…

Axel no pudo seguir hablando… bajó la cabeza para que nadie se diera cuenta de que lloraba…

– No he dormido bien desde ese día – consiguió decir entre sollozos…

Miguel volvió a rodearle con sus brazos. Y le obligó a que apoyara su cabeza en su hombro. Dejó pasar la cuarta planta. Siguieron subiendo hasta la última. Poco a poco iba controlando su llanto.

–         Soy un bobo – dijo al final separando su cabeza del hombro de Miguel – Dani me diría que parezco más marica que él – dijo riendo nervioso… – pero es que… siempre he querido devolverle el favor… pero… le he fallado…

Axel volvió a bajar la cabeza. Parecía que otra vez se iba a descontrolar… llegaron otra vez a la cuarta planta. Miguel empujó ligeramente a Axel para salir del ascensor. Giraron a la izquierda… Axel levantó la cabeza… y en un suspiro, cogió del brazo a Miguel, y desandaron el camino que habían hecho. Abrió la puerta de las escaleras… y tiró de Miguel hasta el primer descansillo…

–         ¿Qué pasa?

–         Sorry… eran los padres de Dani… no quiero que me vean… me voy…

–         No creo que…

–         Lo prefiero… Miguel de verdad… don’t worry… no… bueno ya sabes…

–         Pero eres su mejor amigo… y por lo que me has contado tienes casi más derecho que cualquiera a verle, a estar cerca de él…

–         No… no…

–         Axel…

–         NO… – y diciendo esto le ponía una mano en el pecho… como si su proximidad le pudiera convencer de cambiar de opinión…

–         ¿Qué te van a…?

–         Con la mirada es bastante… no les conoces… no… no podría soportarlo… me echaría a llorar y no quiero que ellos me vean llorar… no…

–         Dame tu teléfono, luego te llamo… y te cuento.

–         Sí ahora… pero antes una cosa… tengo una teoría… quisiera contártela…

–         Dispara…

–         Creo… creo que Dani está todavía como en sueños… dicen que los que están en ese estado pueden escuchar… dile que le quieres… que tiene que despertar… que le cuidarás, que le amarás… pero que le necesitas despierto y bien, que necesitas que te cuide… no sé… dile cosas bonitas, haz planes para hacer con él…

–         Pero… – Miguel dudaba…

–         Inténtalo…

–         Pero… ¿Estás seguro…?

–         De qué… ¿de que te ama? Claro que estoy seguro…

–         Pero luego, cuando despierte, puede que al conocerme…

–         ¿Y qué? ¿Qué seas peor de lo que te ha imaginado? ¿qué no congeniéis? Ok. ¿y qué?  Él vivirá… y se quitará su obsesión por ti. Y si sale todo bien, yo seré el padrino de vuestra boda.

–         ¿Quién te ha dicho que…?

–         Lo he soñado ¿Pasa algo?

–         Vale, vale… otro que sueña…

–         Es la moda…

Se quedaron mirando los dos. En silencio. Bajó un grupo de gente, y se apartaron para dejarles pasar.

–         El teléfono – dijo Axel.

Miguel le dio su teléfono. Axel le hizo una perdida. Quedaron en que luego Miguel le llamaría.

Se despidieron.

Bajaron otra vez hasta la cuarta planta. Axel empezó a bajar las escaleras. Miguel abrió la puerta para salir al hall de la planta. De repente Axel se volvió… y llamó a Miguel. Miguel volvió a la escalera, Axel subió los escalones que había bajado. Abrazó a Miguel. Fue un abrazo… incómodo… le pilló por sorpresa a Miguel… duró apenas unos instantes… Y Axel volvió a abalanzarse a las escaleras.

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