– ¡¡¡Pero serás capullo!!!
– …
– ¡¡¡¡Me has matao!!!!!
Ramón miraba a Javier con la boca abierta.
– Es algo literario. Ya sabes que los finales dramáticos venden más…
– ¡No te jode! Eso me parece cojonudo, pero haberte pegado un tiro tú…´
– Bueno, no te enfades… – Javier le miraba con una sonrisa socarrona.
– Hummmmmmm, Pero… ¿Cómo no quieres que me enfade? Mañana nos vamos a casar, y me entero por casualidad, que, en el relato que has hecho de nuestra historia, me matas…
– Desde luego mira que eres dramático… Ramón, mi amor…
– Mi amor, mi amor, mi amor… ¡Qué leches! Mi amor… ¡muerto!…
– Pero mira que eres…
– No, no… no soy nada. Yo solo se que por casualidad leo tu relato…
– Por cierto, esto… Ramón… ¿Por casualidad?
– Pura casual…
– Ramón el relato estaba en el cajón de mi mesa. Bajo una carpeta gorda, con los papeles de la casa, el gas y esas cosas.
– No me cambies de tema…
Javier se levantó del sofá en el que estaba sentado, y se fue acercando a Ramón, que estaba en la puerta al pasillo. Iba con sus manos en la espalda, y echando hacia delante su cuerpo… ligeramente. Seguía teniendo una expresión algo socarrona en su cara…
– Si estamos en el mismo tema. En el tema de que tú estás enfadado porque has cogido una copia de mi relato que versa sobre nuestra historia juntos, relato al que le he dado un toque dramático al final. Bueno, y algún otro por en medio. Ejem. Para producir la emoción del lector, y que acaben llorando a moco tendido. Pero el caso es que tú has mirado en ese cajón… en el fondo de ese cajón… ¿Qué buscabas Ramón?
– Yo, yo… nada. No, no te acerques más… que me das miedo… Javi… – Ramón ponía sus manos por delante como para protegerse – Javi – Ramón dio un paso atrás – Javier… que no me caso mañana… Javi… No… no… ¡Javier! No… cosquillas no… Javi que estás poniendo esa cara… sí, sí, esa cara de sádico… Javi…
Y Ramón finalmente echó a correr por el pasillo, seguido por Javi, que aceleró su paso…
– Javi, Javi, Javi…aléjate… cosquillas no… no… no…
– Reconoce pues que me estabas espiando truhán.
– Que dices… ¡una mierda! Yo no recono… no… Javi… esos dedos…. ¡¡Mamón!!
Javier había acorralado a Ramón en la habitación del fondo, en la que ocupaba Rodrigo, su hermano. Habían acabado sobre su cama. Ramón echado de espaldas, y Javi sentado a horcajadas sobre él. Con sus dedos hurgando a la altura de sus riñones. Y Ramón retorciéndose de risa, mientras in tentaba quitarse de encima a Javi.
– Javi, para, para… esto debe estar prohibido expresamente por las Naciones Unidas, por el Consejo de Seguridad ese… ¡¡¡Javier!!!
Ramón intentó escapar, con tan mala suerte que cayó al suelo, arrastrando a su chico.
– ¡Serás capullo! Mira que eres – Dijo Javi, mientras se levantaba. – No sabes ni aguantar unas pocas cosquillas.
– …
– Venga anda, levántate.
– …
– Ramón no seas bobo…
– …
– ¿Ramón?
Javi le empujó con el pie. No hubo resistencia del cuerpo de Ramón. Se quedó unos segundos dudando… creía que Ramón le estaba tomando el pelo… Volvió a empujar con el pie…
Se asustó. Rápidamente se agachó y le dio la vuelta. Puso su oído sobre sus pulmones…
– ¡¡Susto!! – Gritó Ramón levantándose de repente.
Javi se echó hacia atrás… le miraba con cara de miedo… de susto… de angustia… y de alivio, al comprobar que era una broma. Ramón le miró y se arrepintió. Vio tantas cosas en esa expresión. Vio el miedo que había sentido Javi al pensar siquiera por esos instantes que le hubiera perdido. Vio tanto amor, tanto dolor por la posibilidad de que Ramón se encontrara mal, le pasara algo…
Ramón se abalanzó sobre Javier. Le abrazó. Se pegó a él como una lapa.
– No pasa nada, Javi. Perdón, perdón, perdón… Javi… era una broma estúpida… estoy aquí Javi… mi amor… Le dio besos, y más besos…. Por toda su cara. Habla, Javi… habla…
– Joder, Ramonchu… en la puta vida me vuelvas a hacer esto… Ramón, Ramón… te… te mato como me vuelvas a gastar una broma así… eres mi vida… no podría soportar que te pasara algo, y menos por un juego estúpido…
Javi apretaba el cuerpo de Ramón, como si le fuera la vida en ello… como si necesitara estrujarle para comprobar que esos instantes anteriores habían sido solo un mal sueño…
– Hazme las cosquillas que quieras, Javi… y mátame en tu relato todas las veces que quieras… perdón, perdón… soy un niñato estúpido… no te merezco.
– No me hagas enfadar encima. Sabes que no me gusta oírte decir que eres un niñato. Y que mierda de cosquillas quieres que te haga si te dejas. La emoción de las cosquillas es que te resistas…
– A pues me resisto…
Se levantaron del suelo. Ramón se separó de Javi, pero éste no dejó de rodear con los brazos su cintura.
– Ahora no me apetece. Solo quiero tenerte así… cerca… ¿Y que coño buscabas en el cajón? ¿Eh?
Ramón apoyó su cabeza en el hombro de Javi.
– Es una bobada. Buscaba eso que vas a leer mañana en la ceremonia. Me entró curiosidad…
– No está escrito, Ramón… está en mi cabeza. ¿Quieres que te lo diga? ¿Quieres que te anticipe lo que mañana diré a nuestros amigos y family?
– No…
– ¿No?
– No – dijo dubitativo Ramón…
– ¿Eso es un sí?
– ¡Joder! Haz lo que quieras… ya me has puesto nervioso… me gustaría… no sé… por otro lado… ¡¡Mierda!!
Javi se sentó en la cama de Rodrigo. Se recostó en ella. Alargó el brazo para acercar a Ramón hacia él. Se tumbó igualmente en la cama. Javi rodeó el hombro de Ramón, y éste recostó su cabeza sobre su pecho.
– Te lo voy a recitar, aunqu…
– Hola, hola. ¿Dónde estáis tortolitos? – era Rodrigo que acababa de llegar a casa – Que mañana es el gran día… ¡¡Holaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!
– Estamos… jajajajajaja, estamos en tu habitación – contestó Javi sin poder evitar reírse.
– ¡¡Joder!! Y estaréis tumbados en la cama. Y haciendo cositas… como si no os conociera…
– No estamos haciendo cositas, bobo – contestó su hermano.
Rodrigo llegó a la puerta de la habitación y se quedó mirando la estampa de su hermano y Javi sobre su cama.
– Pues esta noche, dormís en mi cama, y yo en la vuestra. No me gusta meterme en la cama ya usada, toda arrugada. Así que, desterrados. Además, si nos debíamos cambiar la habitación, si os pasáis más tiempo en la mía que en la vuestra. ¿Os pone mi recuerdo? ¿Mi olor?
– Sí tu olor. A pies será…
– Cuidadín que eso ya no es cierto. No levantes falso testimonio, hermanito.
– Bueno, no tengo ganas de discutir, pero por si las moscas no te quites las zapas ahora.
– Eso es una declaración de guerra… – Y Rodrigo hizo amago de lanzarse en plancha sobre ellos…
– No, no… Rodrigo, déjate que ya hemos tenido bastantes jueguecitos hoy – se apresuró a decir Javi, mientras se incorporaba un poco.
– ¿Jueguecitos? – les miró con esa cara de picaruelo que sabía poner tan bien… aunque lo que vio en su cara, le hizo desistir de seguir por ese camino – Bueno, venga… os dejaré tranquilos. Voy a utilizar vuestro cuarto de baño para ducharme. Ha venido Joel conmigo, y tenemos que apresurarnos para llegar a la fiesta sorpresa que os vamos a dar.
– ¡Mierda! Se me había olvidado – dijo Javi.
– ¿Fiesta sorpresa? ¿Y lo sabes? – Y Ramón se echó a reír a carcajadas.
– Me torturó y tuve que confesar – se defendió Rodrigo.
– Anda, anda, que fama me vais a poner los dos hermanitos. Anda bobo, vete a prepararte, que si no luego no vamos a poder poner cara de sorpresa cuando nos encontremos con la fiesta “sorpresa”.
– ¡Hola Joel!. Puedes venir a saludarnos – gritó Ramón.
– Hola… esto… bueno… no sé…
– No estamos desnudos follando
– Esto bueno…
– No le pongáis nervioso, capullos. – terció Rodrigo. – Por cierto, veo que le has enseñado el relato ¿qué te pareció hermanito?
– Calla, calla, que casi no nos casamos mañana porque se ha enfadado porque le he matado. ¿Tú te crees?
– Ya te dije que mi hermano es bobo. Pero tú como estás encoñado con él no le ves los defectos. Y ya lleváis con la tontería casi 4 años.
– Oye, Rodri, cuidado, o duermes en la calle.
– Ya llamaré a Chus para que me deje dormir en su habitación.
– Sí, sí, eso será sorteando los perros de presa que han puesto tus tíos para que no contagiemos a nadie nuestra enfermedad.
– Que exagerado eres. A mí me tratan bien.
– No te jode, porque no les has dicho que ese chico que está colorado como un tomate sentado en el salón, no es tu compañero de clase, si no tu novio. Vete dónde tus tíos y diles que Joel, es tu “novio”. Y luego me cuentas. ¡Ja!
– Ya se lo dije, y no pasó nada.
– Porque se pensaron que era una tontería tuya para solidarizarte conmigo. Joel, ven aquí, y besa a Rodrigo, así tengo una foto para mandarles a mis tíos… ¡¡la prueba del delito!!
– Javi, tenías que haberle matado tirándolo desde un acantilado o así. Ya te dije que merecía una muerte más dolorosa.
– ¿O sea que Rodri había leído la historia? Pero…
– Pero nada. Ha sido mi corrector. Sí, sí, no me mires así…
– Mi hermano y mi cuasi-marido conspirando contra mí… ¡¡y me matan!!! Esto es una conspiración para delinquir… esto es muy grave. Os pasaréis la vida entre rejas… ja, ja, ja.
– Pero que mala es la televisión – dijo riéndose Javi.
– Menos mal que al menos, el nombre que me habéis puesto me gusta más que el mío. “Daniel” me gusta.
– Por eso te lo puso capullo. Qué todavía no te has enterado que tienes un marido que no te lo mereces, que te mima y se queda con cualquier detalle que digas… y si no investiga para darte gusto… ¿Harás lo mismo conmigo, Joel?
– Eh…
– No hagas caso a nadie de esta casa, Joel. Ni caso. Rodrigo, entre tú y tu hermano me le vais a asustar. ¿Quieres tomar algo? Vete a la nevera y tienes Pascual Tropical, y tienes pan y Nocilla en la repisa de al lado de la nevera.
– Si sabe hasta lo que le gusta a mi novio. Javi, si te cansas de mi hermano yo quiero ser el siguiente en tu corazón.
– ¿No ibas a ducharte? ¿Eh? Y ponte guapo para la fiesta sorpresa, que no quiero que me dejes en ridículo. Joel, estás guapísimo, por cierto.
– ¿Ridículo yo? ¿Yo? Flipas tío. ¿Qué te has metido hoy? Y no tires los tejos a mi novio…
– Rodri, vas a llegar tarde – apuntó Javi – ¿Le estás tirando los tejos a Joel?
– Si tienes razón.
– Que bobos sois los dos – dijo con cara de falsa indignación Ramón.
Y Rodrigo salió sin perder tiempo y quitándose la sudadera hacia el baño que había en la habitación de Javi y Ramón.
– ¿Has encontrado la Nocilla? ¿Joel?
– Sí, sí… no te preocupes, Javi, gracias.
– ¿Te gusta más Miguel que Javier?
– ¿Por?
– Me has cambiado el nombre en el relato por uno que me gusta más que el mío. No recuerdo haberte oído que te gustaba más Miguel que Javier.
– Quizás no hayamos hablado nunca de ello. De todas formas, me gusta mi nombre. Pero para el relato, me pareció mejor cambiar los nombres.
– ¿Borja le gusta más a Rodrigo que su nombre?
– No, solo elegí el nombre de un amigo mío al que quiero mucho. Como el de Edu, que le cambié por Axel, o el de Chus, por Silvia.
– De todas formas, aunque me hayas matado, cosa que dicho sea de paso, no estoy seguro de perdonarte nunca… pero nunca… me has descrito mucho mejor de lo que soy. No tengo tantos amigos, ni me quiere tanto la gente. Ni soy bueno en nada…
– No tengo yo esa impresión, Ramón. No es así. Creo que en muchas cosas, no te he hecho justicia. Eres muy inteligente. Y valiente. Tu hermano te adora. Chus igual. Se ha enfrentado con sus padres por no perder el contacto contigo. Edu… Eduardo daría la vida por ti. Tampoco me he atrevido a reproducir todas las cosas que me contó de ti en los muchos días que charlamos cuando tú estabas en coma. Todo lo que habías hecho por él, y como te quería. Y los chicos del grupo, Carlos, Rodrigo y Fermín. Estela te adora. Podría seguir así… el mismo Joel te idolatra.
– ¿Y tú?
– Yo…
Habían llegado al salón mientras hablaba. Joel estaba en la puerta de la cocina. Rodri llegaba del baño con una toalla en la cintura, y secándose su melena con otra. Javi cogió de las manos a Ramón. Las subió hasta su boca, y besó primero una, después la otra.
– Yo… Ramón, yo… te amo. Podría decirte esas dos palabras gritando a los cuatro vientos. Podría decirlas en voz alta. Podría repetirlo miles y miles de veces seguidas. Podría decírtelo en verso. O con una melodía. O susurrándotelas al oído al levantarme cada mañana. O con una mirada. O con un roce de mi mano sobre tu mejilla. Un día, no quiero acordarme de cual, porque aunque te encontré, estuve a punto de perderte, te encontré, digo, por fin, en medio de una carretera, con un charco de sangre a tu alrededor. Era tu sangre. Me obsesionabas desde hacía meses. Ese otro día anterior que te encontré arriba, en el escenario, después de semanas de haberte perdido, volví a revivir. Pero te perdí entonces otra vez. Soy cobarde. No era capaz de enfrentarme a ti y que me dijeras que no.
– …….
– Pero esta vez fue la definitiva. Quizás porque era muy evidente que necesitabas de mis servicios y mi profesión me obligaba a acercarme a ti e intentar que te recuperaras. Ahora que lo pienso, a lo mejor debería agradecer al conductor que te atropelló… no, bueno… era una pequeña broma… perdona.
– …
– Esos días en que estuviste dormido, me era difícil hacer otra cosa que pensar en ti, y en las posibilidades de que despertaras. A la vez tenía dudas… la razón me dictaba que era una locura… mi corazón me pedía que me lanzara al abismo contigo. No te conocía. Pero Rodrigo fue desgranando todo lo que te quería. Y luego vino Eduardo. Y Chus. Y fueron pasando por allí muchos de tus amigos… y me mostraron a un Ramón que, ni en el mejor de los sueños hubiera pensado que… fuera tan perfecto. Tan maravilloso. Tuve miedo. Yo no parecía estar a la altura. Pero Eduardo por un lado, y Rodrigo por otro, no me dejaron que me achantara. Porque decían que, tú me amabas. Que por algún misterio del universo, no podrías vivir sin mí. Y ellos no estaban dispuestos a renunciar a ti. Fui valiente, por una vez en la vida, y te declaré mi amor. No lo escuchaste… mejor… no dije más que tonterías. Y despertaste. Y… la primera vez que vi tu mirada posada en mis ojos… supe por primera vez en la vida, lo que es amor, lo que se siente cuando se es amado… lo que es la felicidad.
…
…
…
…
…
Javi hizo una breve pausa. Cogió resuello… y siguió.
– Quisiera que tuvieras esta historia que he recopilado para ti.
Diciendo esto, se giró y cogió el libro que le acercó Carmen, su hermana. Rodrigo le miraba con una sonrisa de felicidad y de orgullo, al otro lado de Ramón. Estaba guapísimo con el chaqué que se había comprado para ser el padrino de la boda de su hermano. Javi le dio el libro a Ramón, que hacía ya tiempo que estaba emocionado.
– Ayer te dije más o menos estas palabras. Ayer viste más o menos este relato que te entrego hoy. Tranquilo, el final que leíste ayer, era solo para picarte. Siempre me has dicho que debería escribir. Este es el primer libro que escribo. Y quizás el último. Tu historia. Nuestra historia. Una historia que ahora tienen también todos los que están en esta ceremonia. Nuestros amigos, nuestra familia. Son casi 50 páginas. Aunque, sabes Ramón… – y diciendo esto volvió a subir su mano derecha, y volvió a besarla – sabes Ramón, esos 50 folios, podrían resumirse en dos palabras: “te amo”.
Fue ahora Ramón quién cogió las manos de Javi. Las puso sobre su corazón, y acercó sus labios hasta los de él… y le besó.
– Nunca he escuchado palabras tan bonitas, sentimientos tan profundos como los que hoy os he escuchado a vosotros – era Luis Escribano, el concejal que oficiaba la boda de Ramón y Javier, mirándoles alternativamente – Por el poder que me otorga la Ley, yo os declaro, unidos en matrimonio. Podéis besaros… todavía más de lo que ya lo habéis hecho.
– ¡¡¡¡Bravo!!!! ¡¡¡Vivan los novios!!!!
Fue Rodrigo quien inició el grito. La sala del Monasterio de San Juan de Burgos, dónde se celebraba la ceremonia, estaba abarrotada de invitados. Todos aplaudieron. Los vivas se iban repitiendo. La secretaria del Ayuntamiento que actuaba para dar fe de la unión, miraba la escena con sorpresa y alegría. El oficiante, aplaudía con los demás invitados. Le habían dicho que iba a ser una boda especial, pero, nunca se imaginó que lo iba a ser tanto.
Ramón y Javier se unieron en un abrazo. Se unió Carmen. Y Rodrigo. Subió Eduardo a la tarima, a quien a partir de leer el libro de Javier, algunos llamarían Axel, y también se unió al abrazo. Chus, Rodrigo, Carlos y Fermín, los otros miembros del grupo de Ramón, subieron también. Eloy, un amigo de Ramón. Del colegio. Joel, al final se atrevió a unirse… mientras los demás invitados, iniciaron una cerrada ovación.
– ¡¡Vivan los novios!! – gritó el oficiante
– ¡¡¡¡¡Vivan!!!!
Y volvió a sonar una vez más… “Vuela”, de Adrenalina33. Esta vez sonó en directo, no como las otras veces que sonó en un libro. “El concierto” se titulaba. El libro.
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