Este post se lo tengo que agradecer a Parmenio y a Peace for ever. Si alguno más me lo ha pasado, y no lo he visto, que griten, que les añado. Ains.
Ya lo citaba creo que Parmenio: los 7 secretos de Enid Blyton. Me gustaban esos libros. Y los de “los cinco”. A su autora siempre se la acusó de simplista, de poco imaginativa, de poca calidad, pero a mí me entretenían, y conseguían que me sintiera uno de ellos. Cada novela que leía, luego pasaba días y días imaginándome como uno de ellos. Quizás era la forma de vivir unas aventuras que nunca me atrevería a hacerlo en la realidad. Me hubiera gustado se tan valiente y decidido como Julián, o como Dick, que era el personaje que más me gustaba, y no tiene nada que ver con otro significado de esa palabra. Ejem.
Y es que quizás los libros, sean la forma que tenemos algunos de ser distintos. Si somos tímidos, como mi caso, leer las apasionantes aventuras de un hombre valiente, identificarte con él, es la forma de gustarte un poco más, aunque sea en los sueños.
Porque yo sueño. Continuamente. Si leo algo que me gusta, inmediatamente lo incorporo a mis sueños. Claro, los que puedes controlar, los que haces despierto en el autobús, o cuando conduces. Por ejemplo, en mi último viaje a Madrid, hace apenas unos días, durante todo el viaje de ida, fui soñando con una historia. De hecho, yo creo que el coche llegó solo al hotel, porque apenas recuerdo detalles del viaje. Pero por una vez, recuerdo la historia que me estaba inventando. Una historia que quizás escriba algún día. Aunque no sé, lo comenté con un amigo en Madrid, y me dijo que era muy poco original. Me chafó un poco, pero bueno. En realidad hay muy pocas historias originales. La diferencia entre unas y otras es la forma de contarla, y la forma de escribir el que lo cuenta. Y por supuesto, la mía es inmejorable, y de las más atractivas que se puedan encontrar ahora mismo, no solo ya en internet, sino en el panorama literario mundial. Es broma, no vaya a ser que aparezca alguno por ahí que me diga que soy un presuntuoso.
Porque sabes, no tengo ninguna autoestima sobre mi escritura. No, no es tampoco que piense que lo hago fatal, pero, no lo suficientemente bien. Ya he dicho muchas veces esto. No es ningún secreto. Ahora que pienso, no tengo ninguna autoestima en nada. La he ido perdiendo. Y estoy convencido de que se lo debo a mi padre. Está consiguiendo conmigo lo que ya hizo con mi madre. Pero ¿Cómo demuestras esto? Estas cosas, los que las practican, lo hacen de tal forma que son imperceptibles para la mayoría. Tú fíjate que, ha tenido que morirse mi madre, para que mis hermanos y mis sobrinas acaben por conocer al abuelo. Porque mi madre hacía de tapadera de sus cosas. Mi madre que era una mujer moderna, abierta, con muchas ganas de viajar, de hacer cosas, de aprender inglés a los 60 años, por ejemplo, que empezó a estudiar una carrera cuando las mujeres no estudiaban, que sacó el carnet de conducir, cuando las mujeres era siempre el paquete del marido… la pobre se quedó medio deprimida, a la sombra de mi padre. Pero eso no quiere decir que mi padre sea malo, o que la gente que es igual que él lo sean. Hacen mal, y destruyen a quién tienen al lado, sí. Pero no necesariamente son malos. Sencillamente, ellos se sienten inferiores, perdedores, tienen complejos, y una forma de defensa es provocar que los demás tenga esos mismos complejos, o mayores, para él ser mejor. Esto tiene un par de post, sí. Porque además es el juego que quieren hacer con los gays, aquellos que nos tienen miedo, y nos desprecian. Y lo malo, es que con muchos, lo consiguen. Y hacen que esas personas, sin que apenas se den cuenta, porque no son conscientes de los condicionantes que restringen su libertad de decisión, sean unos desgraciados, renuncien a vivir la vida que merecen, y creen además que son ellos mismos los que toman esa decisión voluntariamente.
Yo debería haber sido actor. Sí. Ese afán mío por protagonizar esas historias que leo… mi camino natural era la actuación. Pero en mi caso, si lo hubiera contemplado en algún momento, esa expresión de “mucha mierda” que se suele dedicar a los de la farándula cuando estrenan una obra, hubiera sido literal, porque me hubiera cagado antes de cada una de las actuaciones. Aunque por otro lado, la escena mundial está llena de tímidos patológicos. Y ninguno de ellos cuenta que se le afloje el esfínter a cada momento. Por cierto, no sé por qué los correctores de Word o de Open Office, no reconocen palabras como “esfínter”. Ni otras partes de la anatomía del hombre. Volvamos al tema. Pues sí, me veo en lo alto del escenario, saludando al público que aplaude y aplaude mi actuación durante 20 minutos . Que bonito. Vale, vale, otra versión de este sueño, es yo, Jaime, como escritor de éxito, con una cola de 43845755 personas en la feria del libro de Madrid, esperando que les firme un ejemplar de uno de mis libros, y a Julia Otero entrevistándome para su programa de radio. Y yo diciéndole: “Antes de nada Julia, quisiera decirte: “L” Y ella todo emocionada, me da las gracias y tal y cual.
Aunque por otro lado, luego empiezo enseguida a ver los problemas de la fama. Y esa relación medio endogámica que se establecen en todos esos mundillos. Y no me convencen. Menos mal que nunca seré un escritor de éxito, y menos un actor idem.
En esos sueños, como constante, siempre me veo rodeado de gente. Millones de amigos. Risas, reuniones en casa, y tal y cual. Pero luego en la vida real, cada vez tengo menos ganas de ver gente. Es curioso. Yo que siempre he buscado la compañía de amigos, cada vez… no sé. Quizás sea porque cada vez sepa sentir menos el cariño de los que me rodean, o que cada vez me veo más incapaz de hacer entender a los demás que me importan. O me sienta como un estorbo a veces.
Y sabes, ya vale, que… esto está quedando largo y aburrido. Vale, no, porque yo escribo la mar de divertido y tal, y mi literatura es ligera, atrayente, y se lee maravillosamente bien.
Y esto han sido mis secretos. No los he contado, pero creo que van unos cuantos más. Y yo lo pasaría a no sé cuantos blogueros, según dicen las normas, pero mira, los que lo pudieran hacer, ya lo han hecho, y a los demás que se lo pasaría encantado, van a pasar como de la mierda. Así que me quedo con mis secretos, y con los de las personas a los que se lo enviaría.
Si es que en el fondo, me estoy volviendo en un ser abyecto, egocéntrico y egoísta.
Por cierto, si alguien me cita este texto, repito, lo negaré.