Necesito leer tus libros: Capítulo 41.

Capítulo 41.-

Álvaro llegó al pueblo un poco después de las doce del mediodía. Mandó un mensaje a Carmelo porque se había perdido en el pueblo..

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¿Dónde demonios está tu casa? He preguntado a unos y ni puta idea”

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Éste le llamó de inmediato.

-¿Dónde estás?

-Joder, no te rías, que te estás partiendo la caja. Si todo el mundo tenía que conocerte en un pueblo pequeño. Pues estoy… al lado de lo que parece un bar. Digo yo que será un bar.

Álvaro se quedó mirando su móvil. Parecía que se había cortado la comunicación.

-Encima este pueblo no tiene ni buena cobertura. ¡Mierda!

Pero al levantar la vista vio a Carmelo y a Jorge que salían precisamente del bar e iban hacia él. Álvaro sonrió y salió del coche para abrazarlos.

-Que no se diga que te pierdes en un pueblo – bromeó Jorge. – Así que luego te machaco en Pasapalabra. ¿Digo yo que será un bar? ¿Las mesas con la publicidad de Amstel es propio de una tienda de ropa de novia?

-No será verdad, escritor. Al menos lo reconozco y pregunto, pero joder, nada. ¿Cómo demonios no conocen a Carmelo? ¿O debía haber preguntado por la estrella de Pasapalabra? – bromeó.

Álvaro apretó su abrazo con Jorge. Éste intercambió una mirada con Carmelo que había puesto un gesto de extrañeza. Su amigo estaba siendo mucho más efusivo que de costumbre. Los abrazos que daba normalmente eran más de compromiso, apenas un choque de pecho rodeando ligeramente con los brazos el cuerpo. Ese era de verdad, apretado. Casi desesperado.

-Joder, se me pusieron de corbata. El otro día con esos rumores. Os lo juro. Me sentía morir… necesitaba veros, tocaros… para estar seguro de que estabais bien.

-No nos dijiste nada – le recriminó Jorge enarcando las cejas. – ¿Qué rumores? ¿Por qué te afectaron tanto? Habernos llamado como hiciste el otro día, cuando viste en la tele los disparos a nuestra casa.

-De que estabais muertos. Los dos. Decenas de wasaps. Muchas webs lo decían también. Hasta me dijo uno que lo había dicho Carlos Alsina en su programa. Pero eso no ocurrió. Una locura. Cada uno peor que el anterior. Me creí morir, os lo juro.

Jorge y Carmelo se miraron completamente sorprendidos. Ahora entendían la pregunta de la periodista cuando entraban en la editorial. Sí que habían escuchado alguna cosa al respecto, pero de ese calado y con esa repercusión…

Un vecino tocaba el claxon. Álvaro tenía el coche en medio de la calle.

-Huy, espera que lo quito. Perdón, no me he dado cuenta. – gritó al hombre. – ¿Dónde puedo aparcar? – se había girado hacia Carmelo para que le indicara.

-Tranquilo, dame las llaves y te lo aparco yo – se ofreció Nina, una de las escoltas.

-¿No te importa? – le preguntó Jorge.

La chica sonrió y guiñó el ojo a la vez que le cogió las llaves del coche a Álvaro que las tenía en la mano.

-Anda, cuéntanos de eso. – le invitó Jorge, empujándolo hacia el bar.

-Nada. Si además estabas en la tele en directo. Por eso no os llamé. Pero pasé un rato malo. Os lo juro. Menos mal que estos días no trabajo. – Álvaro se había parado de nuevo. Parecía necesitar mirar a Jorge y comprobar que estaba bien. – Es que os lo juro, me dejó mal cuerpo.

-Venga, vamos al bar. Que estoy bien. Cuando me has abrazado has podido comprobar que respiro por mi mismo. ¿Has desayunado?

-Pues no.

-La madre que te parió – le recriminó Jorge – ¿Pero has visto la hora que es?

-Oye, oye, que tú eras igual hasta que te has decidido a que éste ponga orden en tu vida. ¿Ya se os puede decir que hacéis buena pareja sin que pongáis gesto de estreñidos?

Jorge se echó a reír.

-Vamos. Te invitamos a desayunar. Luego me pienso lo de la cara y lo de estrangularte.

Jorge lo empujó hacia el interior del bar del pueblo. Mientras, Carmelo saludó a Abilio que era el vecino que tocaba el claxon pidiéndole perdón con un gesto con las manos mientras se acercaba a charlar un minuto con él. Luego, recogió las llaves del coche de Álvaro que le traía Nina.

-Muchas gracias.

-Anda, anda. Que te están esperando. Está en el camino de las Hermidas. Casi en la puerta de la casa del boticario.

Carmelo se sonrió al ver a Álvaro entre un grupo de chicas sacándose fotos. Estaban todas encantadas. Álvaro le invitó con un gesto para que se uniera a las fotos pero éste le dijo que no con la cabeza.

-Na, ese es Dani. Si le vemos todos los días – le explicó una de las jóvenes que se había dado cuenta del gesto. Jorge que lo había oído no pudo por menos que soltar una carcajada.

-Las cosas funcionan así en Concejo. – le explicó Carmelo – Ya te irás dando cuenta.

-Trae un chocolate – le pidió al camarero.

-¿Porras? No queda nata.

-Vale. Trae de esas súper porras.

Álvaro no dijo nada cuando se sentó. Directamente cogió una porra y la mojó en el chocolate. La saboreó despacio.

-Está buenísimo. ¡Qué hambre tengo!

-La noche fue larga.

-No lo negaré. Mis compañeros de noche los conocéis. Así que no os puedo mentir.

-Y yo que pensaba llevarte a pasear por el campo y a hacer vida sana.

-Carmelo. ¿Estás enfermo?

Álvaro le puso la mano en la frente para tomarle la temperatura.

-Tienes fiebre. ¿Te han abducido los extraterrestres? ¿Te ha mordido un vampiro? ¿Un zombie? ¿Debo preocuparme por tu salud mental? Jorge ¿Le has cambiado por su hermano gemelo?

-Pero que bromista, la madre que te parió. – le espetó Jorge.

-Oye, me gusta esa chupa que traes. – le comentó Carmelo pasando su mano por ella para conocer su tacto.

-Es guay ¿A qué sí? Me la dieron el otro día. Hice una campaña para una revista y me gustó tanto que les pedí llevármela. No te creas que no estaban muy por la labor. Les tuve que prometer que la sacaría en mis entradas de Instagram.

-¿No estaban por la labor? ¡Que cutres! No sé si copiarte.

-Oye, tú mismo. Te daría ésta pero te iba a estar pequeña.

-Bueno, anda, luego os vestís o os desnudáis y compartís ropa y lo que sea. Que te estoy viendo Carmelo que le ibas a pedir que se la quitara para mirar la talla. Cuenta eso de los wasaps.

-Mejor, podías enseñárnoslos. – propuso Carmelo.

-No, quita. Que a alguno se le fue la pinza y dijo sandeces. Acabamos discutiendo a lo grande.

-¿Los conocemos?

-A algunos sí. No, no quiero…

-No creo que fuera algo tan… desde que eres amigo de Jorge te has vuelto igual de dramático que él. No me jodas, Álvaro. Todos hemos dicho alguna sandez con los colegas.

-Luego no te quejes. Te he avisado.

Buscó en su móvil la conversación de los wasaps. Le dejó unos cascos para que pudiera escuchar los mensajes de voz. Jorge miraba al principio con una sonrisa las reacciones de Carmelo. Pero su cara fue cambiando al alimón que la de él. Según iba escuchando algunos audios, la furia tan famosa del actor iba haciéndose patente en su rostro. Álvaro puso cara de resignación mientras cogía la última porra y la mojaba en el chocolate.

-Sabía que era una mala idea. – dijo en voz baja.

Carmelo debía de haber acabado de leer todo y escucharlo, porque se quitó los cascos y le devolvió el teléfono a su dueño.

-Te lo he dicho. No me has hecho ni caso. No merecía la pena que lo leyeras. Ahora estás enfadado y joder, para un día que nos vemos de tranquis…

-No me jodas. Deberías haberme avisado de esos… joder, que luego me doran la píldora si me les encuentro en un estreno o en una recepción. Si me odian. Nos odian. – dijo mirando a Jorge. – ¿Cómo pueden decir eso de mí? Me consideran un chulo putas cuando menos. Lo de mal actor y que triunfo por mi polla, ya estoy acostumbrado. Lo escucho desde los dieciséis. Pero el resto… Y se alegraban de que estuviéramos muertos. Y de ti dicen que eres un cretino que ha tenido suerte porque encontraste un tipo que te escribe las novelas. Otra vez la misma sandez de siempre. Dicen que con diez minutos de conversación, queda patente que no tienes nada que contar. Se nota que no se han pasado horas hablando contigo como nosotros. Hijos de puta. Como si ellos pudieran decir dos frases seguidas interesantes y con sentido. Y que vas babeando cuando te encuentras a un joven apuesto. Les deberías decir que son esos jóvenes apuestos los que babean por Jorge. Y no miento. Lo veo cada día. Jóvenes, viejos… de todas las edades. “Pero como eres impotente no te atreves a entrarles”. Jorge impotente… la madre que los parió. Ni con las drogas esas que le daban lo era. Y el mejor amante que he tenido en la puta vida. Nadie me ha hecho gozar como él. Y sabes, Álvaro, que sé de lo que hablo, que tengo con que comparar. Lo más gracioso: por eso tu marido se buscaba fuera aliviar sus necesidades sexuales. “Necesidades sexuales”, por favor. Nando necesidades sexuales. Nando lo único que necesitaba era sentirse superior al resto. Triunfar. Pero no, lo hizo su marido, no él. Él fue un puto fracasado toda la vida. Lo único bueno que hizo es mandar la primera novela de Jorge al Dimas ese. O a quien se la mandara. Una cosa Jorge, alguna vez creo que te he oído decir que se la dio a su madre para que esta hablara con un amigo o algo así. A lo mejor no fue ni él el que se ocupó del tema.

Jorge levantó las cejas despistado.

-No sé la verdad… estoy… no recuerdo nada de eso. Me has pillado.

-Da igual. El caso es que esos hijos de puta, luego me hacen la pelota y quieren matarnos. Pero los jodidos son unos putos cobardes.

-Carmelo. Ahora soy yo el que piensa que estás enfermo. ¿De verdad te creías que todos esos halagos que te prodiga la gente son fiel reflejo de su opinión sobre ti? Que los papeles que tú haces, no los hace otro actor. Y que los premios que te dan a ti, no se los dan a otros.

-O el dinero que ganas, no lo ganan otros. – apuntó Álvaro. – Eso les repatea a muchos. Y eso que no saben tu caché de verdad. Si lo supieran… me entra la risa tonta cuando hablan de lo que has cobrado por algunos trabajos. No tienen ni idea. O de lo que cobras por las campañas de publicidad que haces. Si hubieran visto los carteles gigantes en Japón con tu imagen vistiendo solo un calzoncillo de CK… hasta a mí me puso caliente al verlo. Lo primero que vi al salir del avión en el viaje de promoción por “Provenza”… me encontré rodeado de tu imagen en calzoncillos.

-Pues mira la que hay ahora en Tokio. Me la envió el otro día mi editor allí.

Jorge le pasó el teléfono para que Álvaro viera la nueva campaña de Carmelo en Tokio.

-¡Joder! Ya te digo, me pone hasta caliente.

-Déjate de sandeces. No me vas a estoy muy cabreado.

-Es cierto, me pones caliente.

-A mí también. – aseguró Jorge.

Carmelo los miró alternativamente con cara de pocos amigos. No quería desenfadarse. Necesitaba sacar la furia que llevaba dentro.

-Pues que quieres que te diga, – hablaba sobre todo con Álvaro – que Carlos Murciego diga que lo tengo merecido, que era un depredador, o que Guillem Recado diga que lo tengo merecido por lo hijo de puta que he sido con él… ¿Qué le he hecho a Guillem Recado? Explícamelo, por favor. No lo entiendo. Si hasta le he recomendado un par de veces. No me jodas. Y le dieron esos dos papeles.

-Hiciste un papel que iba a hacer él.

-¡Acabáramos! “El Juicio final”. Joder, Álvaro, lo había rechazado. Me llegó de rebote y por casualidad. Me lo pidieron como un favor. Y como un favor lo hice. Estaban desesperados. Sabes que no suelo aceptar papeles tan pequeños, salvo que sea un amigo o algo benéfico. Pregúntale a Sergio Romeva, lo conoces. Fue al volver de rodar la serie en Francia. ¿Lo recuerdas Jorge?

-Sí. Si te ayudé con el papel. Te esperaba el guion al llegar al aeropuerto. Adelantamos nuestro regreso para que pudieras hacerlo. Acuérdate que íbamos a volver a algunos de los castillos del Loira que visitamos los fines de semana. Íbamos a estar un par de semanas perdidos por Francia. Fue algo surrealista. Un mensajero con un cartel con tu nombre. Sí, sí, no pongas esa cara Álva. Le entregaron el manuscrito a él, que fui a cogerlo yo mientras Carmelo firmaba y ese hombre me lo negó, y nos fuimos a casa a prepararlo. Al día siguiente, empezabas a rodar. Te hicieron las pruebas de vestuario sobre la marcha. Si llegas a estar solo, casi ni te da para leerte tu separata. Mucho menos a leer el guion completo.

-Pero él se lo pensó, después de rechazarlo – explicó Álvaro – y cuando su agente volvió a llamar a la productora, ya te lo habían dado a ti.

-Si no podía hacerlo.

-Pero iba a negociar que lo aplazaran hasta que él pudiera.

-Si ya habían empezado a rodar. Me he explicado mal. Solo faltaban las escenas de ese personaje. El primer actor que tuvo ese papel, cayó con covid a mitad. Siguieron rodando el resto donde no aparecía él. Al final Fede no se recuperó. Tuvieron que descartar todo lo rodado por él. Es Fede Umbrales. Y cuidado, que sigue jodido. Debe tener secuelas a lo grande. Luego lo fue a hacer Biel Casal. Ya le habían hecho las pruebas de vestuario incluso habían hecho algún ensayo. Pero con estos líos de rodajes aplazados y demás, se tuvo que ir a Argentina, porque lo llamaron con urgencia. Así resulta que al final, solo quedaba el rodaje de las escenas de Algemiro, como se llama el personaje. La condición que me pusieron era que me tenía que incorporar al rodaje al día siguiente de llegar de Francia. Ya te ha explicado Jorge. Mi parte la rodé en diez – doce días. Es que tenía fecha de estreno y no les daba tiempo si no a terminarla. Todo súper concentrado. Era un papel pequeño, ya te digo. Solo faltaba de rodar las escenas de mi personaje, ya te digo, y un par de detalles más. En mi vida me han dado las gracias de forma tan intensa por aceptar el papel y sobre todo por hacerlo a matacaballo. Cuidado: fueron doce días de catorce horas, y todo era para mi personaje. Jorge me daba masajes para relajarme en mi camerino, a la vez que hablábamos de la siguiente escena. Y luego en casa, una hora de masaje. Y aprovechaba él mientras yo descansaba para leerse el guion y luego mientras me duchaba o desayunaba, me daba las réplicas. Apenas durmió alguna hora mientras yo rodaba.

-Lo hiciste bien y eso le dolió. Fijo. Porque nos bajamos del avión al volver de Francia y te fuiste a rodar eso. Y aún sin tiempo de prepararlo, y con esas condiciones, te salió genial. De hecho el otro día leí en algún sitio que ya a estas alturas te consideran para la nominación al Goya al mejor secundario.

-Para eso te tengo a ti – dijo sonriendo Carmelo. – De todas formas, que era un papel pequeño, ya te digo. Te lo juro Álvaro, Jorge ha sido el mejor asistente que he tenido. Debería haber pedido que te metieran en nómina y en los créditos.

-Me lo propuso Sergio, que sabía como estábamos haciendo. Que narices, si lo vio. Estuvo con nosotros algunos días. Además, renunciaste al asistente. Pero le dije que no. Fue una continuación del rodaje de la serie francesa. Y yo encantado de poder pasar más tiempo contigo. Y de ayudarte. Me conoces Álvaro. Imagínate que en esos días, no escribí ni una línea. Cero total.

-Y se pasó luego cinco días sin levantarse de la cama.

-Como si tú hubieras abandonado el lecho mucho más que yo. No te jode el rubito este… fuera bromas acabamos los dos hechos puré. Llega a durar un día más… menos mal que no se te atragantó ninguna escena. Es que piensa Álvaro, que antes de rodar muchas escenas, debían probarle el vestuario. Lo iban haciendo sobre la marcha.

-Y menos mal que las pruebas de maquillaje las hizo el doble de luces. Y algunas pruebas de vestuario también.

-Bernard además es un tipo genial. – apuntó Jorge.

-¿Es el que yo conozco? ¿Siempre usas al mismo?

-Sí. Hemos ido creciendo desde los diecisiete que fue la primera vez. Es francés, de Lyon. Le propuse que fuera siempre mi doble. Y aceptó.

-Además puede hacer de doble de cuerpo. Ha habido suerte que crecieron y se desarrollaron de la misma forma.

-O sea que a lo mejor las escenas en las que te desnudas… no eres tú.

Jorge se echó a reír. Carmelo se sonrió.

-De frente no colaría. Para nada. Los desnudos de Carmelo los hace siempre él. Y no te voy a decir nada más.

-¿A más o a menos? De tamaño, digo.

-Sin comentarios – dijo Jorge riéndose. – Pero a parte de que es una bellísima persona, fíjate si está implicado con Carmelo que siempre ha querido tatuarse. Y no lo hace por Carmelo.

-Eso no es cierto del todo.

-Vale. Se tatuó lo mismo que tú en la ingle izquierda. Miento, que fue al revés. Tú te tatuaste lo mismo que él. Es vuestro único tatuaje. Lo hiciste para que él matara sus ganas de tatuarse.

-Se parece además.

-En eso Martín le saca ventaja. De cara solo tienen un aire, y porque Bernard ha estudiado los gestos y la manera de moverse de Carmelo y lo hace igual. Objetivamente no se parece mucho, salvo que se corta el pelo como él.

-Lo de Martín es la hostia sí. Si decís que sois hermanos, nadie lo dudaría.

-Alguna vez jugamos a eso.

-¿Por qué decís siempre “la serie francesa” y no la llamáis por su nombre?

-Es que no le gusta el título a Jorge.

-Manías. No me gusta.

-Oye, pues alguna vez podías ayudarme a mi también con algún papel. – propuso Álvaro.

-Claro. Cuando quieras. Aunque éste exagera. Ya lo conoces, has trabajado con él. No necesita que nadie le ayude a preparar sus escenas.

-No te creas. Vi la “serie francesa” el otro día y estás genial, Carmelo. Y tienes una gama de sutilezas que antes no desplegabas. – le dijo Álvaro. – Lo cual jode, porque si ya eras grande como actor, si encima cada día tienes más recursos… te voy a coger manía hasta yo. Y otra cosa: fui incapaz de ver la serie en versión original. No te entendía nada. Pero nada.

-¿Ves? – dijo Carmelo con un gesto que decía “¿Ves como tengo razón?”.

-Pero … que sí, que si quieres te ayudo. – Jorge iba a protestar, pero decidió mostrar la bandera blanca y rendirse – No le des más vueltas. Eso sí, con el acento de Carmelo no tuve nada que ver. Pero no te despistes, Álvaro. Cuéntanos con detalle todo eso del rumor de nuestra muerte. Y todas esas burradas que dicen esos amigos de nosotros. La verdad, no sé a que viene todo eso. De los que has dicho, creo que a Guillem lo he saludado un par de veces. Y Carlos Murciego, ahora mismo no caigo quién es. No lo entiendo.

-Estaba en la cama. Otra noche completa de juerga. Había dejado todas mis cosas en la mesa del salón al llegar y me fui directo a la piltra. Estaba matao. No llevaba nada durmiendo, cuando el móvil pareció volverse loco. No dejaba de pitar el jodido. Me estaba volviendo tarumba tanto mensaje. Y pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi, pi… Además, sería mi cabeza y el alcohol, pero cada pitido parecía retumbar en mi cabeza. Como si estuviera en un campanario a las doce del mediodía llamando a la misa mayor. Me arrastré hasta el salón y al empezar a leer, casi me caigo del susto. Me despejé en cero coma. Pero es que había hasta una foto de dos fiambres en un sitio que parecía cercano a tu casa de Malasaña, antes de tu retiro – Álvaro miró a Carmelo. – Os lo juro, me… el corazón se desbocó… la madre que me parió… durante unos segundos no pude respirar… me creía morir… Llamé a Arón y a Ester. Ninguno se había enterado de nada. Acababan de levantarse. Al decirles se encontraron con el mogollón en el wasap. Empezamos a mirar digitales y la tele. Arón fue el que te descubrió en Antena 3. Al menos nos quedamos tranquilos por ti. Pero luego Ester – Álvaro miró entonces a Carmelo – nos dijo que en un plano te había visto entre bambalinas. Llamó Gonzalo a la tele para saber si era en directo. Y cuando se lo confirmaron, pues nos relajamos al cien. Luego apareciste en plató – le dijo a Carmelo. – Lo puse en el grupo ese de wasap. Pero casi fue peor porque alguno se puso digno echándoos la culpa de todo y que habíais corrido el bulo para haceros los interesantes, para tener notoriedad. Arón se salió del grupo. Y Ester cerró el wasap. Creo que ha eliminado el grupo.

-¿Quién dijo esa sandez? – preguntó Jorge.

-Guillem. – apuntó Carmelo.

-Y Germán y Lola. Esos no se cortaron un pelo. No pensaba que os odiaban tanto.

-¿Y por qué te insultaban a ti también? – se interesó Carmelo.

-Porque soy colega vuestro. Y me preguntaron que cómo me relacionaba con indeseables como vosotros. Lola me llegó a decir que al fin y al cabo no soy marica.

-¿Quién es esa Lola? – preguntó Jorge. -¿Esa es de los maricas con los maricas, los heteros con los heteros, los negros con los negros y los del PP con los del PP? Y esa Lola, tan moderna ¿Tiene algo en contra de los gays?

-Lola González. La directora de “La noche tiene candelas”. No es así. En realidad solo os tiene asco a vosotros. Es buena tía. Cambia cuando está con Willy y el resto.

-¿Y como piensa así de mí? Creo que no me la han presentado.

-Pero un día coincidió contigo en un evento y no la saludaste. Además ha sido hace poco. En la embajada de Francia creo. Estabas con Biel. Luego Biel estuvo con ella y tu te fuiste con el embajador.

-Si no la conozco ¿Cómo la voy a saludar? Cuando estuve con Biel nada más llegar, no estaba con ella, desde luego. Él me dejó porque iba a saludar a los productores de su última película. Vino a buscarme el embajador. En ese impasse, no vi a esa Lola por ningún lado. Hugo se acercó para que no estuviera solo. ¡Ah! Vale. Mi pecado es no conocerla. Pero ella pudo acercarse y presentarse. O tú podías habérmela presentado si sabías de su deseo de hablar conmigo. Te pasaste por la recepción al final.

-Exacto. – apoyó Carmelo el razonamiento de Jorge.

-Cuando llegué, creo que se había ido. Tampoco sabía que quería conocerte. Que no habla bien de ti… bueno, eso sí lo sabía.

-No me jodas. Pero que no somos niños. – se quejó Carmelo. – Yo cuando me presenté ante ti – miraba a Jorge mientras contaba – fui con la mano extendida y diciendo mi nombre. Y eso mismo lo sigo haciendo. No podemos conocer a todo el mundo. Ni aunque salgan en pantalla. Ni podemos pretender que todos nos conozcan. Por muy famosos que pensemos que somos.

-Porque entre otras cosas no lo podemos ver todo. No haríamos otra cosa en el día. Yo no puedo leerlo todo tampoco. Se me acercan muchos autores para darse a conocer. O por hablar de libros. O vale, por hablar del suyo. Pero ya no me da corte decirlo cuando alguien se presenta: “Lo siento, pero no he leído nada tuyo”. “Lo siento, pero no te conozco”. Si me cae bien, es cierto que intento leerlo y si me vuelvo a encontrar con él le hablo de lo que me ha parecido.

-Y aunque lo hayas leído, no te quedas con las fotos que salen en los libros. Quiero decir, si me encuentro de frente con M.ª Dolores Redondo y no me dicen que es ella, no la reconocería. Y eso que me gustan todas sus novelas. – explicó con vehemencia Álvaro. – Admiro a Rodrigo, el director. Pero si me cruzo con él, no lo reconocería. Ahora si sale lo de Tirso, pues mira, trabajaré con él.

-Pero no pasa nada por acercarte decir: hola Menganito. Son Pepa Pérez. Y ya está.

-Es el mundo de los egos.

-Pero a Jorge si lo conociste. – le picó Carmelo.

Álvaro se echó a reír.

-Primero, me lo presentó la gente de producción de Pasapalabra. Segundo: ya le había visto a tu lado alguna vez, aunque no me atreví a acercarme e interrumpiros. Y tercero: ya había leído todo lo que había publicado y me había interesado saber de él. Así que le tenía muy visto en fotos y en vídeos.

-Eso no lo sabía. No me lo has contado.

Jorge estaba verdaderamente sorprendido. Y halagado. Él pensaba que cuando les presentaron en Pasapalabra, congeniaron ayudados porque tenían en común su amistad con Carmelo.

Álvaro le quitó importancia al hecho. Se puso serio de nuevo. Parecía que mantenía una lucha interna consigo mismo.

-Hubo una cosa que…

Álvaro dudaba. Tuvo un arranque y empezó a hablar aunque cuando apenas llevaba esas cuatro palabras, se echó atrás. Pero Jorge no le dejó. Le insistió con un gesto para que siguiera hablando. Álvaro intentó pensar alguna cosa que decir, pero no se le ocurrió nada. Hasta se puso nervioso.

-Borró los wasaps. Aunque yo me hice una captura de pantalla. Willy ya sabes que borra muchas veces los wasaps. Se incorporó a la conversación a mitad. Se convirtió en el protagonista. Carlos y Guillem dejaron de hablar.

-Porque es un bocazas. – afirmó Carmelo – ¿Qué dijo esta vez tan tremendo que tuvo que borrarlos?

Álvaro buscó la captura y le tendió de nuevo el teléfono a Carmelo.

Pero ¿Qué podíais esperar de ese Jorge, conocido pederasta, asistente habitual a las fiestas que ya sabéis? Ese tío se cepilló a Carmelo cuando éste era un crío y le ha tenido cogido de los huevos hasta que ha sido mayor. Ahora, después de habérselas dado de plañidera en los últimos años por la muerte del marido, al que odiaba y al que ponía los cuernos todos los días, ha decidido salir del armario para vivir de Carmelo. Su nueva novela no se vende ni aunque la regalen. Se ha quedado sin dinero, el pobre. Y sin nada, porque a mí me han contado que en realidad nunca ha escrito nada. Es un puto copión. Que sí. Roba las novelas a los chicos a los que da clases en la Universidad. Le van con sus novelas para que las eche un vistazo, les paga mil euros y se las queda. Eso lo ha hecho con varias. Con “DeJuan”, con “La Angustia del olvido”, y con “deRosario”. Éstas que yo sepa. Os puedo presentar hasta a los que las escribieron.”

Carmelo que no os engañe. No sabe hacer la O con un canuto. Solo tiene un cuerpo bonito. Nada más. No vale nada. Lo dice toda la profesión. Lo que pasa es que se ha cepillado a media España y parte del extranjero. Y ha sabido elegir la polla que se metía por el culo. Para que le encumbraran. Carmelo lo único que es es un chapero de lujo. Y un hijo de puta. Tengo anécdotas de amigos a los que ha jodido las que queráis. Nadie le traga. Muchos compañeros y compañeras no quieren trabajar con él. Si está en el elenco, rechazan el papel. Os lo juro”.

Claro que se lo digo a la cara. Lo que pasa es que me esquiva. Sabe que no soy de su cuerda el hijo de la gran puta.”

Ha sido una putada que la noticia fuera falsa. Esos dos hijos de la gran puta, deberían estar muertos. A ver si alguien se anima y acaba el trabajo.”

Pero que sea rápido, joder. El mundo entero será mejor sin esos cabrones de mierda. El pederasta… ¿Sabes la de niños que se ha follado ese puto escritor? Pero niños niños… valiente hijo de puta. La polla le cortaba yo de raíz.”

Pues Lola, a lo mejor tienes razón. Ese debe ser pasivo.”

¿Trabajar al lado de ese? Ni en sueños. Mi agente me dijo que le había llegado una oferta para hacer un papel en “Tirso”. Una mierda voy a trabajar en ese engendro. Si nadie quiere hacerlo. Todos le han dicho que no. Hasta Martín Carnicer que ha sido su amante, le ha dado calabazas.”

Pues dile al que te ha contado que Coronado va a hacer del comisario, que le han tangado. No se habla con Carmelo. Le odia con todo su ser.”

Que no. Que Martín no va a trabajar en esa serie. Que es colega mío. Que me lo contó el otro día. Y ya te digo: fue amante de Carmelo. Se lo trapiñó a los quince, imitando a su amado Jorge Rios. Y os digo más, creo que hacen tríos los tres. Eso no lo puedo asegurar, pero me ha llegado el rumor.”

No me jodas Álvaro. ¿Qué vas a trabajar con él? ¿Qué vas a hacer un papel en “Tirso”? Ni se te ocurra. No me extraña que tu carrera vaya como va. Eres un puto fracasado. Si no tienes para comer, te puedes venir a mi casa. No me jodas. Venderte de esa forma. ¿Cuánto cobras la chapa?”

Que te den por el culo, Álvaro. Veo que nos tenías engañados a todos. Eres un puto marica como ellos. Mucho ir de machito pero al final, te molan las pollas, ya te digo. Pues cuando quieras aquí tienes la mía. Eres un degenerado. No tienes personalidad. Te vendes por un plato de lentejas. Joder, ten un poco de dignidad. No me extraña que estés como estás. Y cuidado con lo que dices. No me toques los cojones que te hundo. Tengo a dos amigos que están deseosos de partirte esa jeta de niño bueno que tienes.”

Lola, que Álvaro esté necesitado, no es excusa. Principios. Deberías plantearte retirarle el papel que le has ofrecido en tu próxima película. O a lo mejor es que sigues pillado por él”.

Si es amigo de Carmelo y ese Jorge, no merece estar en un proyecto serio como el tuyo, Lola. Lo vas a petar. Dentro de unos años esa película va a ser considerada un clásico. Y un clásico no debe tener en su elenco un tipo como Álvaro, que se junta con semejantes sinvergüenzas y que sus capacidades actorales son mínimas.”

Pero Lola. ¿De qué lado estás? No me jodas. Álvaro no vale nada como actor. Como Carmelo tampoco lo vale. Le has ofrecido el papel para que enseñe la polla, no te jode, que te conozco. O quieres tener la escusa para tirártelo de nuevo. Pero si va con esos, tú misma lo has dicho, a lo mejor se ha vuelto marica y se folla al puto escritor ese. O es el nuevo trío del momento, Carmelo, Jorge Rios y Alvarita. Te voy a llamar así a partir de ahora Alvarita.”

Lo reitero. El mundo estaría mejor si alguien se decidiera a matarlos. Al pederasta y a su cómplice. Y tú Alvarita, ten cuidado con lo que dices.”

Carmelo se mesó el cabello nervioso. Luego lo cambió por un masaje nervioso en la cara. Devolvió el teléfono a su dueño. Parecía a punto de estallar. Miró a Jorge que a su vez le observaba. Respiró profundo unas cuantas veces y pareció relajarse.

-Hay más capturas. No acabó ahí. – informó Álvaro con voz dubitativa.

-Mándamelas al móvil, por favor. Ahora mismo no me apetece seguir leyendo. Ya he tenido bastante.

-Déjame que las eche un vistazo.

Álvaro le tendió el móvil a Jorge. Éste empezó a leer. Se quedó muy serio.

-Willy es Guillermo Camino ¿Verdad?

La pregunta fue hecha a nadie en concreto, por lo que tanto Carmelo como Álvaro afirmaron con la cabeza.

-Mándate las capturas si quieres. Hay cinco. Ya te digo, todo está borrado. Antes de él borraron los otros. Yo creo que por eso lo borró él. Cuando me di cuenta Lola y el resto habían eliminado sus mensajes.

-Siempre ha sido muy agradable cuando nos hemos encontrado.

-Es un notas. No hay que hacerle caso. Le da a la coca. Estaría en pleno viaje.

-O tendría el mono. Pero mira, no hace mención de que tuvisteis un rollo.

Carmelo le miró con gesto adusto.

-No me mires así. Es cierto que lo tuvisteis. Él estaba colado por ti. Entiendo su odio hacia mí, porque le he quitado a su amor platónico. Bueno, a ti entonces te odia por haberle cambiado por un tipo como yo, viejo y pederasta.

-No hay que hacerle mucho caso…

-Pero dice cosas… como para preguntarle. ¿Al final vas a hacer el papel ese del que hablan para la película de esa Lola?

-Ya está firmado. Es un papel interesante. Lola es buena directora. Ya hice un papel pequeño en su anterior película. – explicó Álvaro.

-Si te va a hacer más fácil la vida en el rodaje si nos pones a parir, hazlo. Un rodaje con mal ambiente puede ser eterno. – le propuso Carmelo.

-Eso nunca lo haría. Sois mis amigos. Y si tengo que pasar un par de meses jodidos, los pasaré. Pero no fingiré que os odio. Además, Lola no ha elegido a ninguno de ellos para ningún papel. Ni a Guillem, ni a Carlos ni a Willy. Lola sin ellos al lado, es distinta. Y lo siento, pero me gusta presumir de vuestra amistad. Prefiero no tener para comer que ser de esos que niegan a sus amigos si les conviene.

-¿Estás bien Álvaro? ¿Tienes algún tipo de problema? – le preguntó Jorge. Ya eran varias veces que había salido el tema de la economía de Álvaro. Y le vino a la cabeza la llamada que recibió de Roberta Flack, la periodista especialista en temas del corazón, para avisarle de que a lo mejor Álvaro estaba… en problemas. Pero tras mucho darle vueltas lo había considerado como un bulo más. Pero ahora… empezaba a pensar que a lo mejor se había equivocado.

-No, no tranquilos.

-¿Tengo que recordarte que puedes recurrir a nosotros para cualquier cosa? – esta vez fue Carmelo quien le ofreció.

-Lo sé, lo sé. No pasa nada.

-Habrá que premiarle por defendernos. Deberíamos invitarle a comer o algo. – propuso Carmelo.

-Yo ya sabes que soy un mandado para esas cosas. ¿Dónde vamos a comer? – preguntó Jorge.

-¿En casa te parece? He preparado comida.

-Me parece. ¿Te parece Álvaro?

-Estoy a lo que me digáis.

-Pues ala. Vamos a dar un paseo, comemos y le dejamos a Álvaro que se eche una siesta. Si quieres te puedes quedar a dormir.

-Tengo una fiesta esta noche…

-No podemos competir con eso – dijo un resignado Jorge – Una charla entre amigos, una cena para tres en el “Mirador de la Sierra”, quizás una reunión con algunos otros amigos… para tomar una copa…

-Joder, sois unos cabrones. Esto es chantaje emocional. Ya veremos. De momento, vamos al paseo y me muero por comer algo cocinado por ti.

-Huy, que éste es uno de los que no ha tenido la suerte de probar tu cocina…

-Querido, sois pocos los que la habéis probado. De todas formas, Álvaro ha comido en casa, recuerda. Lo que pasa es que hace tiempo que no nos honra con su presencia. Fíjate que he llegado a pensar que no le gusta como cocino. Por eso no he insistido en que vaya.

-Pero ¡Qué dices! Carmelo, no haces más que provocarme. – se defendió Álvaro riéndose.

-Me siento entonces un hombre con suerte. – bromeó Jorge. – No necesito que nadie me invite y además, me suelen hacer mis platos preferidos.

-Que bobo eres a veces. – le tomó el pelo Carmelo. – Entre tu vecina y yo te estamos mal acostumbrando. Se te va a olvidar cocinar.

-Teniendo maestros, para qué…

-Anda, tira. Le enseñamos el pueblo a Álvaro. Recuérdame que te compre un mandil nuevo para que recuperes las buenas costumbres.

-Recuperar presupone que alguna vez las he tenido…

-Bobo… – Carmelo le soltó un tortazo en el hombro que Jorge aceptó con una carcajada de fondo.

-No te olvides de la cita de mañana.

-No me olvido.

-Debes vestirte con la ropa que te he mandado a casa.

-Ya lo sé. No me hace gracia lo de las medias. Ni lo de pintarme las uñas de los pies. Me van a quedar fatal.

-Tuviste una temporada que te pintabas las uñas de las manos.

-Fue por un papel.

-No te quejes.

-No me gusta esto.

-Es lo que hay.

-Si lo llego a saber…

-No me niegues que lo estás pasando bien. Todos quieren repetir contigo.

-Yo con ninguno.

-Si te haces una clientela fija es más fácil.

-Lo que tu digas.

-Te he pedido cita para que te depilen el culo. Mañana a las ocho y media.

-No me jodas. No me va a dar tiempo a ir a cambiarme.

-Vas ya vestido.

-Sí, con las medias.

-Te las pones allí. Vas a tener que desnudarte.

-Si lo llego a saber…

-No te quejes. Si en realidad es algo que deseabas pero que no te atrevías.

-Que te den.

Y colgó.

Jorge Rios.”

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