Joel. Otro de los protagonistas de «Tómate otra». Mi novela. La primera.

Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.

Mástil de soledad, prodigio isleño,
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza,
peregrina al azar, mi alma sin dueño.

Cuando te vi señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,

como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.

Joel no recuerda cuando empezó a gustarle la poesía. Quizás a los 11 años, cuando D. Fernando, el profesor de Lengua les propuso aprenderse una poesía y recitarla en clase. Para todos fue un suplicio. Las protestas fueron generalizadas. El profesor no dijo nada durante un rato, les dejó que se quejaran sonriendo; pero llegado un momento, se puso serio y firme:

– Dejaros de pamplinas. En lugar de aprenderos una canción de Madonna, os aprendéis una poesía. No se ha muerto nadie por eso todavía.

Pero él, por primera vez en su vida, encontraba algo que le gustaba de verdad, que le movía por dentro. Se aprendió dos o tres poesías, porque todas las que leyó le gustaban y no se decidía.

Da bienes Fortuna
que no están escritos:
cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.

¡Cuán diversas sendas
Se suelen seguir
En el repartir
Honras y haciendas!
A unos da encomiendas,
A otros sambenitos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.

A veces despoja
De choza y apero
Al mayor cabrero,
Y a quien se le antoja;
La cabra más coja
Pare dos cabritos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.

Porque en una aldea
Un pobre mancebo
Hurtó sólo un huevo,
Al sol bambolea,
Y otro se pasea
Con cien mil delitos.
Cuando pitos flautas,
cuando flautas pitos.

Al final recitó dos, para alegría del profesor y el oprobio de sus compañeros. Gerardo Diego empezó su recitado. Góngora lo terminó.

Ahí se acentuó su fama de bicho raro, su soledad. Le salvó de problemas más graves con sus compañeros, una especie de aura que todos percibían y que desalentaban a quienes por un momento tuvieron la idea de ensañarse con él.

Un día, en el jardín de su casa, encontró un alma gemela, un Ángel. Un Ángel y un amor. Un Ángel de amor.

Es del dios de las aguas el tridente;
es de Moisés la milagrosa vara;
es del salvaje la ligera jara;
es la espina dorsal de un pretendiente;

es la momia de tísico escribiente;
es la segur que al golpe se prepara;
es lanza que Telefo no empuñara;
es un timón delgado, pero ingente.

Es triste, prolongada catacumba;
es electro-magnético un alambre;
es una tabla lateral de tumba;

es una hembra, mal dije; es una hambre,
es un cañón de colosal embudo
El Ángel de mi amor, si está desnudo.

(de Antonio Plaza Llamas)

Donde decía “hembra”, él decía hombre.

Un ángel que su madre desaprobó, condenó y echó de su casa. Como hizo con su hijo Joel cuando cumplió los 18.

Y Joel empezó a buscarse en el mundo ahí fuera. Solo y sin un euro. A merced del destino.

Un día, algunos años después, recaló en “Tómate otra, Sam”. Y Edu lo acogió en su plantel de camareros.

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Él y la magia: otra cantata de amor.

el amor tiene esa magia, mi Príncipe;

siente este beso que poso en tus labios

sabes a fresa y a champán;

de fresa son tus labios

¡oh! mi Amor;

de champán es tu saliva

y de miel tu corazón;

lo sé porque acabo de besarte sobre él y me ha recordado su dulzor,

mi Amor

y he sentido su latir pausado, pero contento,

feliz

un corazón del tamaño del mundo,

mi Amor.

todas las noches debes volar, debes sentirte estrella del firmamento

porque yo deseo que sea así, mi Príncipe;

cierro los ojos y te veo,

te siento.

quiero borrar toda la niebla que pudiera enturbiar tu vida, tu alegría.

siente la música de mis entrañas

música de claveles y rocíos.

dame la mano;

entrelaza tus dedos con los míos;

déjame que apoye mi cabeza en tu pecho

y movámonos al ritmo de la música del amanecer,

mi Príncipe

mi Amor.

un beso, mi Amor.

recojo tu beso en mis labios;

sabe a fresa

porque de fresa… son tus labios.

Fíjate amor, fíjate como estarías.

y eso que todavía hoy no te he besado

ni he rozado tu piel con mis dedos

ni he escrito una canción sobre tu espalda

ni he besado tus pies

ni acariciado tus muslos por dentro

no he nadado todavía en tus ojos

ni he buscado tu lengua

fíjate amor, como estarías si hubiera hecho algo de eso

.
jimmy020413-cantata

Cantata de amor.

hola mi Príncipe,

hola mi amor.

te echaba de menos.

¿me echabas de menos?

se me encoge el alma al conocer de tus angustias y tu agotamiento esta semana.

del dolor de tu espíritu.

pero llegaron mis brazos para mitigar tu aflicción,

para derrotar a esa desgracia, ¡oh! mi Príncipe.

llegaron mis brazos para hacerte volar sobre las desdichas de los hormigones y fierros,

para hacerte sonreír,

para hacerte soñar con bellas historias paridas por mi imaginación,

¡oh! mi Príncipe

y darte un millón de besos,

hacerte carantoñas y caricias hasta que la noche se convierta en día, o el día en noche,

y escuchar música junto a ti, con una copa de vino, los dos sentados en el suelo de tu salón, o del mío, o en cualquier otro rincón del universo.

Hummmmmmmmmmmmmm… ¿lo sientes? ¿lo imaginas?

y así, nada quedará de las tristezas ni de las angustias de la vida

y mucho de mí, todo de mí.

de nosotros. tú y yo.

y esto no lo se lo digo a todo el mundo, mi amor,

a nadie le regalo estas bellas pinceladas de los mejores y más profundos sentimientos que se puede encontrar en el mundo y parte del universo sideral.

amor.

bella música, ideal para acompañar esas copas de vino que hablábamos antes, esas miradas ardientes, los roces de tus dedos sobre mi piel, de los míos sobre tus labios.

mi Príncipe.

haz mías tus preocupaciones, relaja tu angustia en mis oídos,

todo sería mucho mejor, mi amor.

te hubiera mecido en mis brazos

para conseguir relajar tus nervios, tus músculos, y poner una sonrisa maravillosa en tus ojos,

esos ojos que encandilan con solo mirarlos

¡que digo mirarlos! Con solo imaginarlos en las sombras de la noche.

pero no es tarde;

aquí estoy para todo eso y para más, mi Príncipe.

inclino mi cabeza ante ti y quedo a tu disposición

para hacerte volar con la imaginación, volar sobre todo lo malo, las ansiedades, el cansancio, y cualesquiera otra circunstancia que nuble tu bienestar

que bonita es esta música, ésta también.

¡oh! mi amor

hummmmmmmmm

y yo sigo soñando de amor

hummmmmmmmm… ¡qué dicha!

bellísima la música, ésta también,

casi tanto como tú, aunque no te supera.

no gana en belleza a tu corazón, a tu sensibilidad, a tu cuerpo.

cierra los ojos;

vamos de la mano, caminando sobre las nubes, ¡Oh! mi amor.

bellísimo, bellísimo”.

cierro los ojos y disfruto… es que no hago nada más… cerrar los ojos y soñar… contigo.

sería perfecto si tú los cerraras también y nos uniéramos en ese espacio que nos crea la música y bailáramos descansando el uno en el otro,

con las manos recostadas en los corazones, sintiendo su latir.

sintiendo la paz instalada en nuestro ánimo, el goce, la felicidad.

gracias mi Príncipe.

dame un beso, mi amor.

¡que bonito ha sido!

la hostia puta, tío”, como diría aquél.

¿y no hay besos? Más besos. todos los besos. tus besos.

jimmy240313-cantata de amor01

 

ohhhhhhhhhhh

así mejor, para acompañar la música, para acompañar el pulsar de nuestros corazones, rebosantes de dicha, de amor.

dices que mis palabras son bellas, pero es solo una ínfima parte de lo que te mereces, mi Príncipe

un millón de palabras, que digo un millón, un par de ellos. y otro par de cariños hechos de besos o de caricias

de besos, de caricias, de miradas, de piropos y de silencios compartidos,

así compensaré tus desdichas.

procuraré no dejarte solo tantos días;

soplar un beso de vez en cuando, para que llegue mecido por el viento a tu mejilla

un beso mágico que al contacto con tu piel

convierta en miel las nubes que habiten tu espíritu.

rodear tu cintura con mi brazo

y movernos al ritmo de cualquier pieza sobre las nubes de algodón y ambrosía que cubren nuestro mundo particular;

cerrar los ojos y como si chascara los dedos,

que todo se convierta en un mundo en el que no sea posible nada malo, que todo sea luz y que la oscuridad agobiante acabe vencida por la alegría y los colores de la vida, de la risa, del amor.

mi Príncipe

qué lástima que no estemos uno junto al otro, mi amor.

y así poderte acariciar no solo con mis palabras,

sino con mis dedos.

poderte mirar a los ojos y bucear en ellos;

una lástima.

rodearte con mis brazos y apoyar mi cabeza en la tuya.

cerrar los ojos

y sumergirnos en la música

y, de vez en cuando

un beso que se pierde en tu piel,

otro beso,

una caricia,

todo lleno de amor,

mi amor.

cierra los ojos y siente,

disfruta,

la vida así es bella;

disfruta,

mi amor.

si la noche quiere poderte,

quizás debes dejar que te pueda.

yo velaré tu sueño,

cerraré con mis dedos tus ojos

para que puedas mecerte en los brazos del sueño reparador;

y dibujaré con mis dedos una sonrisa en tus labios

para que todos tus sueños sean bellos y relajantes,

mi amor.

déjame que pose un beso en tu párpado cerrado, el izquierdo;

déjame que pose otro beso en tu párpado cerrado, el derecho;

déjame que acaricie con mi mano tus mejillas,

déjame que pose un suave beso en tus labios.

duerme mi Príncipe,

duerme

te quiero mi amor.

buenas noches mi Príncipe.

buenas noches mi amor.
______

Para ti.

______

Hoy debo agradecer a Dídac su aporte musical. perfecto como siempre.

Semana del libro: «Todo lo que decimos» un poema de Jesús Aguado, por Orfeo.

Todo lo que decimos…

Todo lo que decimos inaugura distancias,
estructura de modo distinto lo que somos
y nuestra relación con lo que existe,
cambia de decorado y cambia de guión,
modifica el sentido de las leyes
y nos hace asumir actitudes y fines
que antes ni siquiera imaginábamos.
Por eso las palabras nos escriben,
es decir, nos tornean, nos labran, nos dibujan.
Para ser más exactos: las palabras,
lejos de ser pasivos instrumentos
en nuestras manos, son gigantas poderosas
(desde aquí puedo ver el grosor de sus músculos,
sus ojos inyectados, la determinación
que demuestran sus gestos) que nos usan
como materia prima para hacerse sus casas.
Las palabras nos hablan, las palabras
nos habitan. Por eso decir lo que nos dice
(o hablar lo que nos habla, callar lo que nos calla,
escribir lo que escribe nuestra vida)
es mucho más que un acto
de aceptación de la existencia; es
poner una semilla en la palabra
para que diga lo que somos; es
seducir la palabra y penetrarla
para que nos alumbre y nos lleve a su casa:
y nos lleve a una casa que es la nuestra.
Frente a todos aquellos
que están donde no están y no están donde están,
frente a todos aquellos que al vivir
en una casa ajena en realidad
habitan una cárcel,
la poesía y el amor nos hacen
libres para elegir una casa y un mundo
y nos dejan abiertos para ser elegidos
por la casa y el mundo que elegimos.
Y cuando afirmo «todo lo que decimos» quiero
decir lo que decimos con sentido:
aquello que se dice por medio de nosotros
(la poesía y el amor, la luz
y los bosques y el mar, la nada y el olvido…),
aquello que bautiza las medidas del mundo
(rediseña la planta de la casa),
aquello que le da al mundo otra apariencia
sin por ello impedir que siga intacto,
aquello, en fin, que afirma lo que es
en vez de destrozarlo, de ignorarlo,
de pasar a su lado con los ojos borrándose.

Todo lo que decimos” esculpe la forma del mundo que habitamos con la misma precisión que el artista confiere a su obra. Mas el fondo está por sembrar desde profundidades donde sólo habita el silencio.

Por ello hay tantos mundos vacíos, cuyas formas pueden deslumbrar en primera instancia, para dejar a continuación un regusto de mentira que hiere la apertura del que mira.

En nuestra sociedad de la imagen (la forma) el que mira con el corazón tendido sufre el desgarro del espejismo envenenado, carente del soporte afectivo que otorga la cualidad a la estructura. Cada vez conozco más personas que cubren su corazón con defensas automáticas para no sufrir el acoso de lo falso, sin comprender que se unen al juego del que huyen…

En algún momento evolutivo, forma y fondo parecen disociarse como toda la polaridad de la experiencia, dejando a la interioridad humana la posibilidad de reunir lo que sólo es uno en origen. Así brotan mundos que desfilan por la historia, con sus juegos de tensiones interiores, buscando ese equilibrio perdido sin el cual los extremos destruyen –en su tirantez- la coherencia de las formas.

Y cada mundo nacido termina por morir, precisamente cuando desaparece la coherencia entre forma y fondo. Toda decadencia es la historia de esa pérdida. ¿Estamos viviendo uno de esos momentos históricos? Es muy probable, pero como cada muerte lleva en sí el germen de un nacimiento, me gusta centrarme en aquello que participará, desde la raíz, en la construcción de lo que será nuevo cuando aflore.

Dotar hoy de la mayor coherencia a la palabra que moldea la forma, desde el silencio interior que la crea, es formar parte del río de la vida que regará las orillas del futuro.

la poesía y el amor nos hacen
libres para elegir una casa y un mundo
y nos dejan abiertos para ser elegidos
por la casa y el mundo que elegimos.

(Dice Jesús Aguado…)

He aquí la fórmula en que trabaja todo arquitecto del futuro y por lo que no hay que temer apocalípticos finales del mundo.»