Una buena mañana para correr (22)

Joan abrió la puerta de su casa. Invitó a Jaime a pasar al salón.

– ¿Café? Es Nescafé, no tengo cafetera.

– Bien está. Con leche.

Jaime se sentó en la butaca. Mientras llegaba Joan con el café, se entretuvo en mirar la decoración de la casa. Era una casa muy bonita, y montada con gusto. Mucha “pasta”. Se notaba que Ignacio tenía dinero. Se imaginó que la casa la había montado Ignacio. No era del estilo que él creía que la decoraría Joan.

Mientras se entretenía curioseando, reparó en una foto que había en una especie de aparador. Eran Ricardo y Joan, cogidos por el hombro. Sonrientes. Ricardo miraba a Joan con veneración. Joan reía, pero miraba a la cámara. Debían estar de cachondeo. Se notaba que se llevaban bien. Se notaba que Ricardo estaba colado por Joan. Jaime se levantó para mirarla más de cerca. No reconoció el lugar. La foto era un plano medio de ambos, pero apenas se veía el fondo ni los alrededores.

Viendo esta foto, esa mirada de Ricardo, era imposible que no le asaltaran las dudas sobre la relación que estaban empezando. Tenía miedo de que Ricardo, si Joan se decidiera a chasquear los dedos, se fuera corriendo a su vera. ¿Hasta que punto Ricardo había olvidado su pasión por Joan? Joan era muy atractivo, y no parecía mala gente.

Por otro lado, pensó en la última noche. Pensaba en la cena del viernes en casa con Carlos y Joan. Al final todos echaron una mano en la cocina. Ricardo se puso ropa de Jaime, para que se secara la suya. Carlos llevaba una especie de impermeable, y solo necesitó quitarse las zapatillas. Ricardo y Carlos se echaron pullas continuamente. Ricardo tenía muy adentro aquella cita. No se atrevió a preguntar. Aunque según iba pasando la velada, Ricardo fue suavizando sus ataques. Además eran divertidos. Carlos pareció tomárselo en plan bien. Creo que se arrepentía de su actuación con Ricardo. Jaime recordaba ese momento en que pensó en cuantos Ricardos destrozados había dejado Carlos, hasta que Fermín le destrozó a él.

Joan y Carlos se fueron tarde. Ricardo le ayudó a recoger la casa, y se sentaron en el sofá del salón, a descansar un poco, bebiendo un whisky. Jaime acabó tumbado, apoyando su cabeza en el regazo de Ricardo. Éste no dejaba de acariciarle la cabeza, la cara. Los dos estaban a gusto. Estuvieron así, más de media hora. Sin apenas moverse, sin decir nada. Pero Jaime al menos lo recordaba con placer. Ahora mismo, al levantar un segundo la mirada de la foto, y verse reflejado en un espejo de la pared de detrás del aparador, se descubrió sonriendo como un bobo. O como un enamorado.

¿Enamorado? No… no podía enamorarse de alguien en 10 días, y dos o tres noches juntos. Un par de cines, y otro par de cenas. ¿O sí? Recapacitó en lo que sentía por Joan. En ese día que se encontraron y follaron. No… no era lo mismo. Con Ricardo no había follado. Habían dormido juntos tres noches, y la última habían estado besándose. Porque a la noche del viernes, siguió la noche del sábado. Ricardo hasta esa mañana pronto, no se había ido de su casa. Y era por un compromiso familiar, sus padres celebraban las bodas de plata, o algo así. E iban a hacer una ceremonia de re-boda, y luego a comer con la familia y amigos.

Estaba a gusto con Ricardo. Quería follar con él, sí, pero algo le decía que… no había prisa. Que tenían toda la vida para amarse. ¡Qué cursilada!, pensó de inmediato. Seguro que dentro de 4 días, Ricardo conocería a alguien mejor que él, y le dejaba de inmediato. Y encima luego se arrepentiría de no haber aprovechado la ocasión para tener sexo. ¿Era tan importante el sexo? Seguramente no, pero el haberlo tenido en contadas ocasiones, le confería un poco de… ¿Prevalencia? ¿Debería aprovechar la ocasión y forzar el ritmo y follar? Tampoco creía que tardaran en hacerlo… aunque no confiaba en que Ricardo durara mucho a su lado…

Sonó su móvil. Un mensaje. Lo llevaba colgado en el cuello, debajo del chándal. Miró la pantalla. Era de Ricardo. Lo abrió con rapidez…

“Te echo de menos. Tqmmmmm”

Jaime sintió como el pecho se le agrandaba. Si existía la felicidad debía ser algo muy parecido a lo que sentía en ese momento. Se apresuró a contestar:

”Yo tambien tqqqqqqmmmmmm. Cuando acabes, llámame y quedamos”

No tardó ni un minuto en llegar la respuesta.

“Ok. Bss”

Volvió a enganchar el móvil a la correa. Y volvió a coger la foto que había dejado de cualquier forma para colocarla bien en su sitio.

– ¿Te gusta esa foto?

Jaime se giró sobresaltado.

– Qué susto me has dado. No te oí llegar.

– Perdona, suelo andar descalzo en casa, y no hago ruido.

Joan apoyó la bandeja en dónde traía el café para Jaime, y una infusión para él. Jaime se volvió a sentar en el sofá, y al lado se sentó Joan.

– Me gusta también a mí. Es de las pocas fotos que tengo de mis amigos puestas en casa. Ahora que pienso, Ricardo es el único del que tengo puestas fotos. Tengo otra en la entrada, y otra en el despacho. Espera que voy a traerlas si quieres…

– No, no deja – le interrumpió Jaime – no te preocupes. Luego las veo. Tómate la infusión tranquilo. Y yo que no aguanto las infusiones…

– A mí en cambio me encantan. ¿Qué tal con Ricardo?

A Jaime le sorprendió la pregunta tan directa.

– Bien, de momento genial. Aunque tengo miedo.

Jaime pensó un instante lo que iba a decir a continuación. Ya que Joan era directo, se le ocurrió ser directo él también.

– Aunque tengo miedo. Ricardo te ama, o al menos te amaba hasta hace cuatro días con toda su alma. Tengo miedo de solo ser un sustituto momentáneo hasta que tú le mires de otra forma.

Joan se quedó pensativo. No sabía si seguir con ese momento sinceridad en el que parecían haber entrado los dos o salir un poco por la tangente.

– A Ricardo le gustas de verdad. Ahora mismo no mira a nadie más que a ti.

– ¿Te lo ha dicho? – Jaime se quedó mirándole con cara de sorpresa, de expectación, de miedo.

Joan se quedó en silencio unos segundos, mientras soplaba la taza con la infusión, y perdía su mirada en la ventana que tenía en frente.

– Sí – dijo lacónicamente.

Jaime se quedó mirándole, esperando más explicaciones.

– Joan, macho, di algo más… No sé…

Se levantó y empezó a andar nerviosamente por la habitación… de repente se paró y se giró hacia Joan…

– ¿Habéis hablado de mí? ¿Por qué? ¿Qué te ha dicho?

Jaime volvió a su sitio y se sentó en una butaca enfrente de Joan. Pero apenas apoyó el culo en ella… como si quisiera estar preparado para levantarse otra vez…

– El otro día, en el “Aquimismo”, en donde nos viste.

– Pero… solo me dijiste que le ponía mucho… no me contaste que…

– Joder, Jaime, no te iba a contar todo. Además no me siento orgulloso de esa entrevista con Ricardo.

– ¿Orgulloso?

– Sí joder, me declaré.

Jaime se quedó con la cara a cuadros.

– No pongas esa cara. No debería habértelo contado.

– ¿Y? ¿Y qué paso?

– Pues pasó… que me dio calabazas. Me dijo que había llegado tarde. Que hace un mes se hubiera echado en mis brazos, pero que ahora no. Ahora solo piensa en tus brazos.

Jaime se recostó en la butaca. Estaba… en una nube. Intentaba asimilar toda la información que estaba escuchando.

– Mira, Jaime, estoy haciendo mal todo. Un año buscando, y no me di cuenta de que lo tenía al lado. Me he dado cuenta cuando ya era tarde. Cuando le había perdido. Solo espero no haber perdido a mi mejor amigo. Me porté mal contigo, me colé por la persona equivocada, me porté mal con otros que se acercaron a mí. les follé, pero no era lo que buscaba.

– ¿Y Carlos?

– Carlos… me gusta, me cae bien, pero llegados a este punto, creo que no es el momento para iniciar algo con él. Creo que al final sería otra muesca. No quiero ni irme a la cama con él. Y me pone… pero no.

– Bueno… me has dejado… ¿Y te lo dijo? ¿Te dijo que…?

Joan le miró con sorna…

– Qué sí. Pero si le dices algo, juro que te cuelgo de la puerta del campus, cogido por los huevos.

– No, no… Solo me gustaría tener más experiencia en el sexo… haber tenido más novios… más relaciones… más amigos… soy un… solo lo he hecho contigo… follar digo, y… tú sabes mucho… pero me da un poco de miedo hacerlo con él. Tú sabes mucho de eso, o bueno, claro… al lado mío, y yo…

– Tú tranquilo, déjate llevar. Da cariño… lo hiciste muy bien conmigo.

– No, no es cierto, fue porque tú tenías todo muy claro, y sabías lo que hacer, y me indicabas… ¿Disfrutaste?

– Me lo pasé bien, sí. Es morboso hacerlo con un virgen.

– Ya estamos…

– No te enfades…

– Ahora me estoy dando cuenta que me da vergüenza hablar de esto… de que conozcas mi cuerpo…

– Bueno, no te preocupes. No se lo voy a contar a nadie. Ni siquiera lo de virgen. Aunque me da que lo dices mucho. Hablas con muchas facilidad de…

– No, no hablo con cualquiera. Pero en cuanto me dan un poco de confianza, es cierto, no sé callarme ciertas cosas. No he tenido oportunidad de hablar con nadie, de intimar con gente. Y ahora en cuanto me dan un poco de cuerda, lo suelto todo. Tengo… tengo necesidad de hablar, de que me escuchen.

– En eso Ricardo es el mejor.

– Pero no le voy a contar a él esos miedos, y…

– Él está casi como tú. Solo ha tenido la experiencia de Carlos, y te puedo asegurar que le costó más de 2 meses recuperar algo de la autoestima. Le dejó por los suelos.

– No me atrevo a preguntarle… así que el Carlos ese fue el de la cita. Su hermano tenía miedo de que yo fuera otro como él.

– Ufff, su hermano. Me odia.

– Pues a mí me parece muy tierno.

– Lo quiere mucho. Pero… bueno, descubrió un secreto mío, y lo interpretó como quiso. Y por eso tiene un concepto de mí muy malo. Cree que puse los cuernos a Ignacio. Que no soy de fiar. Y… él notaba que su hermano estaba colado por mí, por lo que intentaba por todos los medios protegerle. Le buscó ese ligue, y salió rana. Por eso además se sentía culpable.

– ¿Y ese secreto?

Joan se quedó en silencio. Pensaba si confiar en Jaime o no. Al final, después de todo lo que habían hablado en esos días, le pareció justo contárselo.

– Cuando me encontró Ignacio, yo era chapero.

Jaime se quedó una vez más a cuadros.

– Joder – acertó a decir – Soy un pardillo en este mundo.

– Espero que no cambie tu opinión sobre mí… o…

– No, no, tranquilo. No suelo juzgar a la gente. Me gustabas… no ha podido ser, pero, creo que puedes ser un buen amigo. Lo eres de Ricardo, espero poder serlo yo también. Me da igual que seas chapero, que lo hayas sido, o que lo vuelvas a ser. Solo espero que… bueno, nada… espero que seas feliz y hagas feliz a quien te encuentres. Ahora que lo pienso, así me puedes dar clases…

– ¿De cómo hacer sexo?

– Claro…

– No…

– Que sí…

– No, Jaime, no. Consejos te daré si los pides. Clases no. Y menos prácticas, que te estoy viendo.

– No hombre, prácticas no… o sí… bueno mejor no… pero me puedes contar como hacerlo, que hacer…

– Qué no. No insistas.

– Por cierto, ¿lo sabe Ricardo?

– Sí, lo sabe.

– Era por no meter la pata.

– Ricardo ha sido mi paño de lágrimas. Creo que lo sabe todo sobre mí.

– ¿Y lo has hecho con él?

– Noooooooooo, Jaime… pero me tienes en un concepto…

– Perdona, perdona… no he dicho nada. Es que… perdona. No se me dan bien esto de las relaciones sociales… y bueno, escucho chapero, y pienso que eres de polla fácil… que no le das importancia al sexo, vamos… y después de este año que has pasado de cama en cama… perdona, me estoy metiendo en un jardín… – Jaime se movía inquieto en la butaca, se daba cuenta que lo que estaba diciendo podía molestar a Joan, pero ya no sabía por dónde salir – perdona, yo es que lo de las…

– “Relaciones sociales” anda, deja de decir eso, que te repites mucho. No lo creo además. Te has encerrado, nada más.

– Bueno, no… no sé. Oye por cierto, me ibas a contar no sé qué de Fermín, y de una voz que has oído en su casa…

– ¡Ah sí! Casi se me olvida. Tú como eres su amigo…

– Conocido.

– Jajajajajaja, otra vez igual, como el otro día en tu casa. Pues he llamado a su portero, y me ha contestado una voz que no era la suya. Y luego pensando, conocía esa voz. Y al final me he acordado. Es la de José Luis, un tipo que le gusta el sexo duro, pero duro, duro, con ostias y todo.

– ¿Y estaba en casa de Fermín?

– Pues sí.

Se quedaron en silencio unos instantes.

– ¿Y no crees que a lo mejor sería mejor ir a ver cómo está?

– Lo pensé… pero después de nuestro último encuentro en el “Carmen 13”, no me ha parecido lo más conveniente.

– Vamos los dos… a lo mejor está mal…

– Seguro que le dejó Gervasio después de una nueva noche de sexo, y se fue a buscar lo que fuera por ahí.

– Ya, pero no sé…

– Vete tú si quieres. Yo creo que… paso. Tengo bastante con lo mío.

Jaime se levantó. Se le había puesto cara de preocupación. Aunque llevaba unos días insistiendo que era un conocido solo, pero…

– Me voy a pasar a ver…. ¿no me acompañas?

– No…

– Bueno… me voy. Llámame un día y tomamos algo.

– Sí, lo haré. Llámame tú si necesitas ayuda con Fermín. Pero no te metas en líos. Si ese hombre está allí, mejor que lo dejes. Es un hombre muy violento.

– Pero… ¿Y Fermín?

– Jaime, él se lo ha buscado… nadie puede ayudar a otro cuando éste no se deja. Y Fermín creo que hace tiempo que no quiere ayudas. Solo quiere a Gervasio. Y de verdad, ese hombre es muy violento…

– De acuerdo. No tengo madera de héroe – encogiéndose de hombros.

– Mejor.

Llegaron a la puerta, y Joan la abrió. Iba a salir Jaime, y le dio dos besos de despedida. Se quedó un poco sorprendido … no se acababa de acostumbrar. Eso mitigó un poco el nerviosismo que se había apoderado de él, con ese problema de Fermín. Tenía un mal presentimiento.

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Historia completa seguida (nuevo)

Alejandro Rodríguez – modelo.

Pues el otro día, COCO, me dejó un comentario recomendándome a este chico. Y mira… pues resulta que ya tenía una carpeta con su nombre, y algunas fotos de él. Y mira por donde, pues como que me llamó la atención.

Así que hoy inauguramos la etiqueta con su nombre.

Esta sesión de fotos, la ha hecho para Vogue Japón. Y las fotos son de Mariano Vivanco.

Por cierto… Alejandro, es español. Poco más se de él, pero espero que si alguno le conoce, nos pueda contar más cosas sobre él. Y por supuesto, si Alejandro tiene a bien llamarme para tomar un café, yo… pues encantado.

Sip.

PD. ¿Hace falta que os recuerde que si pincháis las fotos las podéis ver en grande… grande? Vale, vale… creía que no os acordabais. Era por si las moscas.

Actualizaciones:

Nuevas fotos de Alejandro, pinchando aquí.

Celebramos el cumple a Alex, pinchando aquí.

Y otro día se dio una vuelta por aquí

5 deseos antes de morir. 5… ó 6. Meme de Peace for ever.

Veamos.

Voy con retraso, ya lo sé, pero es cierto lo que os decía el otro día. El tiempo que estuve sin Internet en casa, no sabéis lo que me ha descuadrado todo.

Y es que el otro día Josep me pasó un meme. Y creo que ya soy el último de los últimos en hacerlo. Y el caso es que he pensado mucho en él… sip. No me va a ser fácil responderlo.

Josep me pasaba la pregunta siguiente:

“5 cosas que harías antes de morir”.

Claro, esta pregunta, si la contestas profundamente, descubres mucho de ti. Parece una tontería… pero en las preguntas más inocentes, están las respuestas que más te pueden poner desnudo frente al mundo. Claro está, siempre puedes tomártelo a chunga y responder: Hummmmm, pues quiero mamar la polla más grande de mundo. Y luego la segunda más grande. Y luego… que la paz reine en el mundo, y que todos los gays canten y bailen por las calles del mundo, sean del sitio que sean… del mundo. Ya, y que el Papa nos case en el Vaticano.

Pero si respondes bien, meditando, descubres tus más íntimos deseos. Tus sueños profundos… y en definitiva, tu forma de pensar y sentir.

Venga, va, yo casi como que me lo voy a tomar a chunga… y hablaré de la paz en el mundo.

Vamos.

1.- Pues… sí, me gustaría que me tocara un buen premio a la primitiva. Sí, sí, dejaría de trabajar posiblemente. Pero… siempre que pienso en que esto suceda, no sé por qué, se me ocurren cosas como… repartir parte del premio con algunos buenos amigos, crear una empresa multidisciplinar, editorial – hostelería – música, para que algunos de esos artistas que tengo el gusto de conocer ya, tengan una forma de salir adelante, de dar a conocer sus escritos, sus obras… no sé. Fíjate lo maravilloso que sería comer en ese café-musichall-restaurante, en una mesa grande con un puñado de esta gente. Como las tertulias del café Gijón… pero a nuestra forma.

2.- Me gustaría disfrutar de un amor de esos maravillosos. Me gustaría poner cara a un chico con el que sueño todas las noches. Que me aporte ese punto de locura que nunca he tenido. Ese toque de juventud que voy perdiendo. Que me contagie su sonrisa, cuando no me salga a mí. Que se deje acariciar el pelo, mientras tiene su cabeza apoyada en mi pecho. Que no se avergüence de mí. Me gustaría disfrutar de un amor sin complicaciones.

3.- Me gustaría ser lo suficientemente bueno escribiendo, para ganarme la vida con ello. Publicar mis historias, y estar seguro de ellas. Firmar libros en las casetas de las Ferias. Este sueño es mejor si llevo al chico citado en el punto dos, conmigo. Sip.

4.- Me gustaría tener la sensación que me da, el comprobar que alguien se ha podido sentir mejor por algo que he escrito, o que he dicho. Me gustaría que eso les ocurriera a un montón de gente. Y saberlo, para disfrutar con esa sensación de… sentirte importante. Porque si lo pensáis bien, ¿Qué sensación es mejor en la vida, que la de influir en alguien de tal forma que, lo que antes le parecía negro y si esperanza, ahora le parezca luminoso y verde? Conseguir que lo que antes eran caras largas y llorosas, se conviertan en caras sonrientes, esperanzadas, con ganas de comerse el mundo. Eso es casi como un orgasmo.

5.- Me gustaría también, conseguir no estar subido permanentemente a una montaña rusa emocional. Me gustaría conseguir dejar la cabeza reposar tranquilamente.

6.- Me gustaría conocer a un montón de gente que sepa abrazar y besar. Sí. Quiero mucho cariño de todo tipo a mi alrededor. Soy un vampiro de cariño. Pero no tampoco un cariño excluyente, posesivo. Hay algunos que dan su cariño, marcando territorio a los demás. Los juegos de dominación están muy bien en el Sado, en el Bondage… en los juegos de sumisión. Pero no en la vida cotidiana.

Y… vale, ya me he pasado en uno. Y ahora que me he lanzado… casi escribiría unos cuantos más. Pero ya está bien… que todavía no hace muy bueno para desnudarse del todo, que estoy en Burgos, y aquí ya se sabe.

Huy, y esto hay que pasarlo a cinco personas.

Veamos. Lo que pasa es que a lo mejor no lo hace ninguno… pero bueno, lo intentaremos.

¡Bien!

¡Bien!

¡Bien!

¡Bien!

¡Bien!

No me lo agradezcáis, queridos todos. Ya sabéis que os tengo en el corazón. Que menos que acordarme de vosotros en estos momentos. Sip.

Y para acabar… una foto.

¡Hala!

Que después de vaciar el alma, uno se merece una alegría pal cuerpo.

El modelo es Alex Ceobanu. Rumano.

Jake 8: un final… ¿O un comienzo?

Sería cansado ir relatando cada lamida, cada mordisco, cada caricia que hice recorriendo todo su cuerpo.

Sería aburrido para vosotros, que relatara aquí lo que sentí cuando me mordió el lóbulo de la oreja, cuando mordió justo debajo de mis testículos, cuando siguió hasta llegar a mi  ano, cuando recorrió este con su lengua… los estremecimientos de placer que me produjo…

Sería repetitivo contaros lo que sentí cuando recorrí con mi lengua su miembro, por primera vez, lamiéndolo… como palpitaba… como cada vez parecía que estaba más duro… y la segunda vez, la tercera…

No creo que fuera interesante cuando me puse encima suyo, y me senté en su estómago, y le miré a los ojos… y nos miramos… y no podíamos quitar nuestros ojos de los del otro… y cuando fui bajando, sin perder de vista su mirada… no recuerdo ni de que color eran… solo recuerdo que lo que veía en ellos me gustaba… y cuando llegué a sus labios, con los míos, y deposité un suave beso, y otro, y otro…

¿Cómo se puede narrar media hora de besos… de nuestras lenguas jugando… de miradas, y de besos, de miradas, y de más besos?

¿Es interesante para alguien que no sea nosotros, el intentar explicar como explotó su miembro en mi boca, y me llenó de ese maravilloso néctar… de su néctar?

¿O de cómo tuve que hacer esfuerzos inhumanos para no correrme a la primeras de cambio…? ¿Y cómo recogió cada gota que le di… y como se la quedó para él?

¿Cómo contar sin aburrir una noche larga… una noche que empezó a las siete de la tarde, y que acabó cuando ya amanecía? Caricias, y caricias, besos, misiones de exploración, explosiones de placer… sonrisas, risas, cosquillas, mordiscos, caricias, besos… y más besos?

Acabé con su cabeza recostada en mi pecho, y yo envolviendo su cuerpo con mis brazos. Una música suave sonaba en el equipo… no recordaba cuando la había puesto. Así se durmió Jake sobre las 8 de la mañana… yo no pude… yo quería vivir cada minuto, cada instante en que Jake estuviera así… en que ese chico que había aparecido en mi puerta esa tarde, me había hecho sentirme querido por primera vez en mucho tiempo…

Jake… Jake…

Jake se fue unas horas más tarde. Volvía a Santander. Es de allí.

Quedaremos la próxima semana.

Iré yo a Santander. El mar… que bonito es el mar… El Sardinero, la Magdalena… aunque creo que en este viaje, no veré nada de eso…

Jake…

Jake… ¡Oh, Jake!

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Jake 1: pues que me viene a visitar.

Jake 2: pues que no se va.

Jake 3: me habla… y ¿me conquista?

Jake 4: me confiesa que me quiere.

Jake 5: «hace calor».

Jake 6: «un masajito».

Jake 7: masaje… ¡Qué masaje!

Internete, Internete.

Esto de Internet… me empieza a preocupar.

Sip.

Hace unos días fue el día de Internet. Seguro que visteis alguna referencia en algún telediario, en la radio, o en algún blog. Y también seguro hablaron de esto de ser adicto. Porque ya se sabe que hay gente que es adicta a Internet.

Y, bueno… no sé si ser adicto… pero la verdad es que este medio nos lleva mucho tiempo. Nos ayuda, pero también nos condiciona mucho la vida.

Yo he estado unos días sin Internet en casa. Y jo… menudo descontrol. Tanto que llevo casi una semana para poner orden en mi vida otra vez. Ni escribo, ni leo blogs… ni na de na. Es como si quisiera recuperar el tiempo, el orden que tenía, y no fuera posible.

Y todo esto me hace echar humo por la cabeza. Estoy meditando estos días el hacer una cura de desintoxicación. Un par de meses o así. Nada de Internet ni ordenadores. Volver a la televisión, al zapeo, volver a leer libros en papel. A escribir con boli. Olvidarme del tintineo del MSN, de las claves para entrar al mail. Ir a la cafetería de turno a mirar la cartelera del cine. Ir a la oficina de mi caja, para que me pongan la libreta al día, y ver si me han cargado la Visa.

Comprarme un libro de Belami, para ver a chicos guapos desnudos.

Ir a las bibliotecas a buscar información.

Debo organizar mi vida sin ese engendro que es Internet. Sin la informática.

Venderé mi ordenador nuevo.

Tiraré el viejo.

Regalaré mis archivos de fotos.

Dejaré de ligar por Internet… huy, vale, esto es una exageración…que yo no he hecho esas cosas… no porque no lo haya intentado, sino porque he fracasado estrepitosamente… vale, no del todo… sigo teniendo a mi ombliguito… ains. Aunque eso tampoco fue exactamente por Internet… bueno que no insistáis, que no os lo voy a contar… que ya sabéis que no me gusta hablar mucho de mí…  (Bueno aunque este finde hemos discutido… ains… no, tampoco os lo voy a contar…)

Dejaré de conocer a personas por Internet… ains.

Tengo que pensarlo. Sip. Me preocupa ser adicto a este mundo.

Quita, quita, que ya tengo bastantes adicciones.

Escribiré cartas, las meteré en un sobre, las pondré un sello,  y las echaré al buzón. Todo ello a mano.

Sip. Encima que ahora ya no hay que chupar el sello para que pegue… por lo menos a la mayoría.

Voy… voy a pensar en ello

Si no me veis por aquí en unos días, es que… me he decidido. Y he abandonado este mundanal mundo.

No quiero ser un adicto a esto… ya tengo bastante con el tabaco.

ains.

PD. Espero que algún día de estos, vuelva a la normalidad, y os conteste los comentarios, y conteste como se merece ese meme que me pasó Josep.