Pero, pero… no lo digáis por ahí… ¿eh? quietos callados.
Que no se entere nadie.
Llegué tras una larga travesía a través de España. Atravesé valles, montañas, lluvia, sol, tuve calor, frío… estuve despierto, pero también estuve a punto de dormirme.
Y pensé… y también hubo momentos en que dejé volar la imaginación.
Pero estos momentos imaginativos… rapidamente los espanté agitando los brazos con ganas… porque era yo el protagonista… y porque… porque pasaban las cosas que suelen pasar en los sueños. Y no… esas cosas no pasan luego. En un sueño, conoces a un chico, empiezas a hablar con él, te va gustando… y en el sueño un día os miráis y… y… empezarán a sonar campanas de boda, violines de fondo… En la vida real, lo que pasaría es que conocerías a ese chico, iríais intimando… y llegado a un punto, sin saber por qué, ese chico pondría un poco de distancia. Cuando no kilómetros. Te ha mirado a los ojos y se ha asustado. Y ha dicho… «me gusta, le quiero» pero… quita, quita.
En… en los sueños, tú vas y emprendes una aventura. Dejas todo atrás. Abandonas tu trabajo, para emprender una aventura, junto a algunos amigos que tienen los mismos sueños, y les apetece vivir esa aventura… ¡La aventura! Es duro, porque empezar de cero una aventura cuesta. Pero con alegría, trabajo y buen rollo, tú-yo y tus-mis amigos, triunfamos en nuestro proyecto. En la vida real… comentas estos proyectos con tus-mis amigos… y pasas un rato estupendo, delante de un café, o al teléfono. ¿Aventura dices? ¿Qué aventura?
Dejemos pues, los sueños… ¡que digo dejemos! ¡¡Caca!! ¡¡Sueños caca!! Espantémosles como si fueran un enjambre de avispas… ains.
No, no digáis a nadie que llegué… dejadme que coja fuerzas, resuello, y que me tome un par de gelocatiles para mitigar el catarro que me traje de mis vacaciones.
¡¡chssssssssssss!!! ¡¡Chitón!!
Pero eso sí, podéis decir a todo el que os quiera escuchar, y al que no, también, que me han dado un premio de relatos, en la página de relatista… sip.
😛