Se acabó. La Semana del libro 2012.

Todo llega a su fin… para algunos sé que se les ha hecho un poco largo. Para otros sé que se les ha hecho muy corto y hubieran querido más libros, más géneros y más opinadores. Pero… yo creo que no ha estado mal.

Me ha gustado especialmente que hayáis entrado a comentar y a contestar a los comentarios. Porque los que habéis escrito las reseñas sois al fin y al cabo, los destinatarios de los comentarios en las mismas.Y esa interacción entre vosotros ha sido muy bonita.

Ahora queda leer los libros que nos hayan llamado la atención. Y cuando los leáis, no os olvidéis de venir al post correspondiente y decir lo que os ha parecido. Si leéis mi relato, El concierto, espero que prodiguéis los halagos, claro, ya sabéis, por mi autoestima y esas cosas. Ejem.(Broma).

Esta semana del libro, me va a suponer unos gastos tremendos… ains. Menos mal que alguno se ha apiadado de mí y me regala alguno de los libros.

Por cierto, me gustaría que si leéis algún libro que os guste, os lanzarais a hacer la reseña correspondiente y me la enviarais. Estaría bien seguir hablando de libros sin necesidad de que llegue un 23 de abril.  Algunos habéis hablado de algunos libros en los comentarios… hummmmm, no estaría mal que en un par de minutillos escribierais sobre ellos… algunos parecían interesantes.

18 libros. 9 colaboradores cómplices. Más de 150 comentarios hasta el momento. Autores japoneses, argentinos, españoles, franceses, estadounidenses, alemanes… narrativa, poesía, divulgativo… distintas formas de contar las historias, distintas formas de aproximarse al libro… Unos libros han sido llevados al cine, otros no… otros incluso hablan de cine…  variedad.

Gracias, gracias, gracias.

Y para acabar de una forma original, e hilando con esto de llevar al cine,  os voy a poner una banda sonora de una película basada, claro,  en una novela. Una gran película, de esas en el glorioso blanco y negro, con dos monstruos de la actuación: Joan Fontaine y Laurence Olivier. Dirigía el chico este muy gordo… Alfred Hitchcock. La novela del mismo título la escribió Daphne du Maurier. Y se llama… tchan, tchan… Rebeca.

La música la compuso Franz Waxman, compositor alemán aunque desarrolló gran parte de su carrera en Estados Unidos. Por cierto, Franz Waxman es también el compositor de la BSO de «El crepúsculo de los Dioses», una de cuyos afiches ilustra la reseña de «El cine y sus oficios» de Michel Cion, que nos escribió Marcos.

Algún día os contaré por qué tengo mucho cariño a Joan Fontaine.

Semana del libro: «El alma del mundo» de Alejandro Palomas.

Hay veces que parece que un libro te busca. Parece que se acumulan las casualidades que te empujan, primero a saber de él, luego a comprarlo, y por fin a leerlo.

Un día, yendo en el coche, escuchaba la radio. Isabel Gemio hablaba en su programa de este libro. Y lo hacía muy bien. Se lo había leído mientras estaba de vacaciones y le había gustado mucho. No era un momento de esos de publicidad, que a veces parece que, en la radio y en la televisión, solo se habla de libros cuando están de promoción. Pero no me quedé con el título y apenas con una ligera idea de cómo se llamaba el autor.

Al cabo de unas semanas, coincidió que volvía a ir en el coche, y resulta que Isabel Gemio entrevistaba al autor de esta novela. Lo pillé casi al final y el autor agradecía sinceramente a la periodista que le hubiera llamado para hablar del libro: “La primera vez que me llaman para hablar de un libro sin estar de promoción”. Al menos me quedé con el autor, aunque para ser sincero, me lo quedé con un par de errores. Como para encontrarlo.

Me decidí a bucear en los podcast del programa, y al final… conseguí saber.

Un día fui a una librería con intención de curiosear. Me acordé de este libro, pero no lo encontré. Y sabes, fui a pedírselo al chico guapo que me cobraba otras compras, pero… me dije: “Si no lo encuentro, será que no estoy llamado a leerlo, a pesar de todo”. Y solo entorné los ojos al chico guapo que me cobraba, pero él se los entornaba a su compañero. Natural, claro. Aunque para mí un poco deprimente.

En esto (música de intriga, de emoción, ¡qué dolor de barriga!) que, una tarde, paseando con Borja por León, entramos en una librería. Y de repente, me saltaron a los ojos dos libros esperados. Uno de ellos era: (tchan, tchan)

El alma del mundo, de Alejandro Palomas.

Y me lo compré. Y el otro también, que yo cuando caigo en la tentación, lo hago a lo grande.

Y me lo leí. Y… me encantó.

 Ese fue el momento que eligió para hablar.

– ¿Sabe usted por qué firmé el contrato, señora Ross?

Clea se encogió de hombros y sus dedos apretaron el cuero de la correa. No hubo respuesta, solo espera. Una gaviota chilló en el aire, quizá avisando. Luego, silencio.

– Porque vi líneas en blanco entre las que me envió, señora Ross – dijo Otto Stephens, rompiendo el silencio – . Una melodía extraña como el canto de un chelo cuando el chelo tiene cuerpo y el aire se llena de frases que despiertan cosas no siempre hermosas, aunque reales. Llámeme loco, si quiere, pero yo oí esa melodía y sigo oyéndola todavía cuando comparto esos paseos con usted. Está ahí, en lo que usted es y en lo que intuyo que ha sido. “Suena un chelo”, pensé mientras leía, “y yo quiero un poco de esa música en esto que es ahora mi vida”. – Guardó un instante de silencio y después añadió con un pequeño suspiro – : Por eso firmé, señora Ross. Por eso estoy aquí.

Sobre el blanco de la grava, Clea curvó la espalda unos milímetros hacia delante y durante una décima de segundo, sus dedos huesudos se posaron con delicadeza en la nuca desnuda, frotando la piel. Luego la mano desapareció y volvió a erguir la espalda. Rita se levantó del suelo y echó a caminar alegremente, tensando de nuevo la correa un par de metros por delante de su dueña.

– Le espero esta noche en el cenador, señor Stephens – dijo Clea en un murmullo antes de reemprender la marcha – A las nueve. No me falle.

Es otra historia sencilla, pero de tan sencilla que es, como dice el título, se convierte en “el alma del mundo”. La amistad, la vida, la música, el amor. Dos viejos llegan a una residencia el mismo día. Clea Ross, y Otto Stephens. Sin olvidar a Rita, la perra de Clea. También es el primer día de Ilona, contratada para ser su acompañante. Ilona es una asistente peculiar, porque reúne unas características especiales por las que además ha sido elegida al menos por uno de ellos: fue luthier durante 15 años. Y su ocupación anterior, va a tener una relevancia especial en la historia: debe construir un violonchelo con la ayuda de Otto.

 – Siempre, desde que empecé en la música, he creído que la voz del violonchelo debe de ser lo más parecido a la voz del alma, señorita Ilona – dijo ladeando la cabeza – … /… y cuando digo el alma me refiero a eso que da sentido a todo – siguió diciendo Otto, ajeno a las cavilaciones de Ilona – Esa calma que cura y que nos reconcilia con todas las cosas que no hemos sabido ver, ni oír, ni vivir.

 Sabes, se habla mucho de amistad en este libro. Pero de amistad de la verdadera. El contrato al que hace referencia la primera cita, precisamente es un contrato de amistad; no, mejor dicho: es un contrato en el que se fijan las condiciones de la búsqueda de esa amistad. Con esto de los amigos, a veces pasa como con los novios: te das la mano, vas a la cama, y al día siguiente sois novios y tenéis ya cita para casaros en el juzgado a la semana siguiente. Con los amigos cambiamos la cama por… yo que se, un baile en la pista de la disco, o un intercambio de saludos en la reunión de la comunidad de vecinos… o salir de copas los sábados, y contarnos el resto de la semana lo bien que jugó nuestro equipo al fútbol el domingo anterior…  y… “amigos para siempre”. Clea, la protagonista, tiene muy claro que eso de la amistad es una cosa seria, y que debe cocerse a fuego lento. Y cuando Otto muestra su interés por ser su amigo, Clea coge las riendas y le obliga a firmar un contrato que regirá durante los tres meses siguientes en los que se irá gestando esa posible amistad, o en la que todo quedará en humo.

Me… sabes… creo que deberíamos coger el contrato de Clea y adoptarlo. Estaría bien. Recuerdo una frase de Iliona, que no solo es la luthier, sino que tiene pasado e historia, referida a una amiga que tuvo a los 15 años o así… “fue mi primera amiga”. Me pareció tremendo… porque si no tienes amigos de pequeño… que pena una infancia sin amigos. O una vejez. La verdad es que es una pena siempre la vida sin amigos. ¿Tenéis amigos? Amigos, no colegas.

No hay carreras, no hay grandes pasiones. Sí hay un poco de intriga… ¿Serán amigos Clea y Otto al final? ¿Qué lugar ocupa el violonchelo que están construyendo Iliona con la ayuda de Otto? Con sus 11 capas de barniz… ni una más ni una menos ¿O eran 12?. Pero son historias sencillas, de recuperar el tiempo, de mirar al pasado, de inventarse un futuro. Historias de “nunca es tarde” o quizás sí.

Dice Otto en la última cita del libro, que el violonchelo es lo más parecido a la voz del alma. Escuchemos a ver si tiene razón:

Título: El alma del mundo.

Autor: Alejandro  Palomas

Editorial Espasa.

Finalista Premio Primavera 2011.

Semana del libro: «El cine y sus oficios» de Michel Chion, por Marcos.

Gloria Swanson como Norma Desmond en «El crepúsculo de los Dioses».

TITULO: El cine y sus oficios
AUTOR: Michael Chion.

El genial Luis Buñuel con su socarronería aragonesa decía que el cine constituía una forma narrativa tan nueva e insólita que la inmensa mayoría del público no acertaba a comprender lo que veía en la pantalla, ni a establecer una relación entre los hechos. Por el contrario sostenía Buñuel que las generaciones posteriores sobre todo a partir de los años 30 nos hemos acostumbrado insensiblemente al lenguaje cinematográfico, al montaje, a la acción simultánea o sucesiva e incluso al salto atrás.

Convertimos rápidamente al cine en la Factoría de los Sueños. El cine era un ritual donde lo social y lo soñador, compartían palomitas. ¿Sabemos cómo se hace una película? No. Solo los directamente relacionados con la industria –pesada industria al otro lado del Atlántico – y menos pesada en esta parte, conocen todo el entramado de ficciones que convergen en la gran ficción que es la película.

Me gusta el cine, MUCHO y eso me llevó a conocer este libro, gracias a una mujer excepcional, la profesora de la Universidad de Valencia Pilar Pedraza, una gran autora de relatos y sobre todo una excepcional conocedora del Cine desde sus inicios a la actualidad.

El trabajo de Michel Chion, es un recorrido por la cocina del cine, ameno, lleno de tranquilidad a la hora de enjuiciar los pasos y papeles de cada uno de los motores que lo mueven, nos permite saber cosas simples como que es un fotograma y nos descubre cosas tan complicadas como un ETALONAJE: operación fotográfica en la etapa de posproducción de un film consistente en la sincronización cromática de todos los planos de la película. Sin duda algo interesante que evidentemente no nos va la vida en ello, pero que para el buen aficionado al cine abre un “Gran Angular” para conocer el mundillo.

Si os gusta el cine, es un libro entretenido, de lectura cómoda, asumo el papel de salirme de la corriente de maravillosos libros que narran historias y sensaciones para recomendaros una lectura un tanto didáctica porque tengo la sensación de que a la mayoría os gusta el cine. Aquí unas definiciones interesantes que he elegido al azar.

Ciclorama: Decorado de Tela que sirve de fondo del campo visual y representa bien un fondo neutro o bien una línea de horizonte.

Cascadeur: Vocablo francés que designa al doble especialista en acciones arriesgadas.

Best boy: Término norteamericano que designa al ayudante del jefe de instalaciones eléctricas al servicio de un rodaje.

Mi condición de aragonés me hace además sentir el cine con orgullo, pues aragoneses son Segundo de Chomón una de los grandes del primer cine, Florian Rey, José Luis Borau, José María Forqué o Carlos Saura, pero quede claro que el cine es una fantasía Universal.

Semana del libro: «El abuelo de 100 años que se escapó por la ventana» de Jonas Jonasson, por Peace for ever.

Puede que escape del espíritu de esta convocatoria pues voy a hablar de un libro que no he leído, me lo acaban de regalar por Sant Jordi (en catalán, por supuesto) y ha sido el gran boom de ese día del libro en Barcelona.

La traducción de esta obra de Jonas Jonasson, «El abuelo de 100 años que se escapó por la ventana», llega precedida de un éxito arrollador en toda Europa. Casi dos millones de ejemplares vendidos (de los cuales más de un millón en Suecia, donde fue Libro del Año y Premio de los Libreros) y presente en las listas de libros más vendidos en Italia, Francia y Alemania, país donde ocupa el puesto número uno.

 Se trata de la aventura alocada de un abuelo (Allan Karlsson) cargado experiencias inverosímiles entre las que se cuentan encuentros con personajes como Franco, Stalin o Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica. El día que va a cumplir los 100, en la residencia donde vive se le ha preparado una gran fiesta  de cumpleaños con el alcalde y la prensa local. Momentos antes de que empiece la pomposa celebración, vestido con su mejor traje y aún en pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga. Se encamina a la estación de autobuses. Allí, mientras espera la llegada del primer autobús, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el autobús llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube al autobús con la maleta, ignorante de que en el interior de ésta se apilan, millones de coronas de dudosa procedencia. Inmediatamente tiene detrás a los mafiosos, a la policía y a los responsables de la residencia. A partir de aquí comienza una rocambolesca persecución donde el Allan consigue superar todas las dificultades gracias a su calma estoica y a la ayuda del grupo de pintorescos amigos que irá haciendo por el camino. En el libro se alterna esa aventura con la historia de la vida del pícaro Allan. Un hombre normal y corriente, especialista en explosivos, apolítico e inculto pero que no se amilana ante el poder.

Su autor, Jonas Jonasson, nació en Suecia en 1962. Tras una larga carrera como periodista, asesor de medios de comunicación y productor televisivo, decidió empezar una nueva vida. Escribió un libro, vendió todas las propiedades que tenía en Suecia y se trasladó a la ciudad suiza de Lugano, cerca de la frontera italiana. Actualmente ha vuelto a Suecia, vive en el campo en una isla con su hijo y sus gallinas, y está escribiendo su segunda novela.

Todo apunta a que el libro ha de ser bueno, hasta puede que sea una gozada, pero no os lo puedo confirmar. Cuando lo haya leído os prometo que os daré mi opinión.

 Un abrazo.

Semana del libro: «Bormazo» de Manuel Mújica Láinez, por Didac.

Creo que Bomarzo no es en exclusiva una hermosa novela histórica, puesto que el desarrollo que hace Mújica Láinez de la vida de Pier Francesco Orsini, Duque de Bomarzo, fulmina la fronteras de la narración simple, para adentrarse con extremada finura en la descripción de una manera de vivir, de un momento social concreto, de cómo es la civilización y como el hombre es ante todo hombre, sea noble, eclesiástico, plebeyo o jorobado.

El desdén que mi padre evidenció hacia mí, desde que se convenció de su impotencia para corregir mi cuerpo contrahecho, fue tan vehemente como el amor que me demostró mi abuela. Gian Corrado Orsini no se resignaba a tener un hijo jorobado, y en lugar de contribuir a que yo olvidara mis imperfecciones, o por lo menos a que las tuviera menos presentes y sacudiera mi pesadilla, no cesaba de recordármelas y enrostrármelas, despiadadamente, con una mueca, con un rápido parpadeo, con un disgustado encoger de hombros, cuando la casualidad nos enfrentaba en uno de los salones de Bomarzo o de Roma. Por eso yo lo rehuía, por eso me alegraba tanto cuando escuchaba, en los patios de una de nuestras casas, los rumores de apresto que preludiaban su partida para una expedición guerrera. Decepcionado, irritado,ese hombre agresivo de quien se cuchicheaban en Bomarzo tantas ferocidades y sinrazones, proclamaba constantemente que él no tenía más que dos hijos: Girolamo, el futuro duque, y Maerbale, a quien pensaba dedicar a la Iglesia, con ayuda de su suegro, el cardenal…

El jorobado duque Pier Francesco Orsini, entre cuyos parientes se encuentran Papas, Condotieros y distinguidos cortesanos, poseía gran cultura y sabiduría, en su extravagancia entendida como príncipe del Renacimiento, creó hermosos seres fantásticos con cautivadoras deformaciones, que instaló cerca del castillo, en un lugar conocido como el Bosque de los Monstruos hoy visitable y unos de los lugares más interesantes del Lazio.

El bosque sería el Sacro Bosque de Bomarzo, el bosque de las alegorías, de los monstruos. Cada piedra encerraría un símbolo y, juntas, escalonadas en las elevaciones donde las habían arrojado y afirmado milenarios cataclismos, formarían el inmenso monumento arcano de Pier Francesco Orsini. Nadie, ningún pontífice, ningún emperador, tendría un monumento semejante. Mi pobre existencia se redimiría así, y yo la redimiría a ella, mudado en un ejemplo de gloria.

La vida y aventuras del, en ocasiones cruel y otras angelical duque Orsini, sus grandes desgracias y hazañas, constituyen el memorable mosaico en el que Manuel Mujica Láinez despliega una visión cínica y objetiva de los entramados de la política y del poder, de la psicología de quienes lo ejercen. Reelaboración minuciosa, mágica y poética de todo un mundo de príncipes.

Es un libro con pasiones, con sensualidad, en sus páginas recorres con fluidez los pasillos del Castillo, miras de frente la hermosura de Girolamo, la paz de Diana Orsini o las conspiraciones de Maerbale, en el centro Pier Francesco Orsini, enamorado duque de Bomarzo en busca de una vida sin retroceso como dice al final Mújica Láinez “fue distinto a todos los demás, porque cuanto con él se vinculaba fue distinto del resto.«

Apuesto por este Libro es interesante no solo para disfrutar de una buena lectura, también para ahondar en la conciencia de que solo tenemos una vida sin pócimas mágicas que la prolonguen.

TITULO: BOMARZO

AUTOR: MANUEL MÚJICA LÁINEZ

AÑO: 1962