¡¡oigo susurros…!!!

Estoy aquí, en la habitación del hotel de Madrid.

Miro a través de la ventana… el sol me da en los ojos.

Respiro el aire “puro” de Madrid.

Exhalo el humo de mi cigarrillo…

Tengo la tele puesta. Me acompaña. Me susurra al oído cosas… cosas maravillosas.

Me susurra que Pantenne citrus no sé que, quita la grasa de mi pelo, y me lo deja suelto y maravilloso. No, no era Pantenne… era H&S… Pantenne hace no sé qué en mi melena… ¿Se escribe así?… mi melena… ¡qué chiste!

Me susurra la tele que si quiero depilarme las piernas tengo una maravillosa maquinilla que lo hace solo… que tiene no sé que banda que hace como la espuma, y después una cuchilla… y después da masaje y todo… y te hace lucir unas piernas estupendas… ¿ligaré más así? ¿Servirá para los pelitos del pecho? ¿Y los el culo? ¿Podremos decir adiós a los tirones de la cera? Podremos dejar de coger la maquinilla del novio y su crema de afeitar, para afeitarnos el pelo de… de cualquier sitio… ya no se nos enfadará porque la usamos para los pelos… de ahí… ¡¡Qué carácter!! ¿Verdad?

Pero está todo ya bien… porque con esa “shiva” o no sé qué… todo estará solucionado. Ni un pelito en lugar dónde no queramos…

Me sigue susurrando… como en la peli de los caballos aquella de Robert Redford, en la que descubrimos a Scarlett Johanson. En la serie de las sirenas… en fin… un caballo “Rebelde” (había un bloguero con el mismo nick… ¡¡hola Rebelde!!) el pobre sufre los efectos de que una sirena y el profesor de equitación, se tiren los tejos… pero no sepan como hacerlo. No saben decirse “me gustas” Y lo paga el pobre caballo. Pero mientras, el “amigo” de las sirenas… mi pobre… no le hacen ni caso, porque es el “amigo”… (deberemos hablar de la figura del “amigo” un día de estos… ahora que looooo pienso debería hablar de mí entonces… ejem… paso palabra) y el gili de él, intenta asegurarse compañía para ir a una fiesta… hace plan A, y plan B. ¡Ja! Pero se presentan el plan A y el plan B. Plan A y plan B, le perdonan la vida… pero se van por el mismo sitio que vinieron. Así que el pobre… usa el plan C… irse con el rabo entre las piernas… y solo. Eso le pasa por no ser gay, y haber quedado con un chico… yo por ejemplo… es mono… yo hubiera ido… ejem… tutua, tutua… aunque tampoco es tan guapo… no sé… y si se hubiera presentado el otro plan también… siempre están los tríos para casos de emergencia… ¿no?

Pero no os preocupéis… el caballo “Rebelde”, que no el bloguero, sufre la magia de la sirena… y se cura. Y el profesor de equitación, se queda sin ligar con la sirena, claro. A parte de que es de otra serie… y no podría compatibilizar las dos… una serie de sirenas, y otra serie de caballos… Y es mono también… el profesor de equitación, no el caballo… distinto estilo del amigo de las sirenas… aunque su forma de ligar… aunque ahora que lo miro desde otro ángulo… tampoco es tan guapo… no sé.

Pero la condenada tele no deja de susurrar… llegan los choco krispis, los choco choc, los choco trips, los cocho choco… y los choco sin… para desayunar guay como los americanos. Me arrepiento de haberme tomado mi tostada con mermelada hace unos momentos… con lo apetitosos que parecían los choco-¿??????

Me susurra después las bondades de Cola-Cao. Casi me convence… los chicos saltan dan vueltas con sus skates, una maravilla… todo fuerza, todo equilibrio… ¡¡Es Cola-Cao!! Menos mal que unos segundos después, otro susurro me recuerda que yo soy de Nesquik… que chocolatea mucho mejor… se disuelve mejor… y me gusta más… y no voy a cambiar ahora por un susurro cualquiera o un joven volando sobre su skate… ¡No!

Aunque no sé… unas zapatillas “eco al límite”… para ganar a una manada de rinocerontes… o de amigos… y es guay, modernas, bonitas… ¿tendrán un 43? ¿Ó un 44? ¿Ligaré más con ellas? Pero no… no quiero ligar con las sirenas… no… no jodamos… yo con algún sireno… ¿está por aquí mi sireno?

Si no hay de mi talla de Eco no sé qué, las zapatillas más molonas del universo, siempre puedo ir a por las “Red”, que además de zapas último diseño, tienen ropa… lo único que no sé… solo me ha parecido que me susurraban voces de chicas… a lo mejor me quedo con las “eco”…

O bueno, de lo malo malo… puedo aceptar la invitación de Evax, para usar sus productos… ¿Os imagináis una conversación en el “Long Play”… una de las discos gays de Madrid…“Yo uso la Evax con alas”… “yo la super ligera”… “yo la marcapaquetes”… “yo la super chupamelapunta”

Evax “me siento seguraaaaaaaaaaaaaaaaaa» (por favor… con música…) Alex, majo… calla que desafinas… jo.

Me susurra también no sé que de “Año uno”, la peli. Pero me he puesto a vomitar en ese momento… así que va a ser que no.

Me hubiera gustado que me susurrara también esos de esa compañía de seguros… esa que pone a mama, papa, hijo niño, hijo niña a cantar como bobos en un coche… hay dos tipos… hijo e hija peques, e hijo e hija menos peques. Mis pobres… ponen una cara de estar estreñidos cuando levantan las manos…

Seguro que ese susurro me ha pillado en el  baño arrevomitando después de “Año uno” la peli. Y va a seguir siendo que no.

Apago el cigarrillo… ¡mierda! Con tanto susurro se me ha consumido el solo… y el sol sigue entrando por la ventana. Y no, no voy a ir al BBVA a por los cromos de la liga. ¡No! Así que no pidáis que cambie cromos con vosotros. Aunque sean de Silva, el del Valencia que es majete, o de Bojan del Barça, que también es majete. Ni siquiera del Cristiano ese. O del Kaká. Aunque en lugar de Kaká, podemos poner a Edilson Nascimiento, que se parece, y… es como menos carca que Kaká.

Por cierto… empieza la serie de los “Jonas”, que no los “Jonás”. ¿La maquinilla de antes servirá para quitarles esa pelusilla que tienen en las patillas? Por favor, alguien que les pase la maquinilla…

Vale, vale… después de todos estos susurros… me volví corriendo a Burgos.

Ya no estoy en Madrid.

Ya estoy en casita…

¡¡Hogar… dulce hogar!!!

Buaggggggggggggggggg

El concierto – Capítulo 2-VI

Os recuerdo que este capítulo de la historia, ya forma parte del segundo desarrollo. Empieza como el capítulo VI. Pero a partir de un momento, se desarrolla de otra forma.

Espero que lo disfrutéis.

——–

Discutió con Dani. Más bien fue Axel quién se enfadó, quién chilló, quién intentó obligar a Dani a levantarse…

Dani solo estaba sentado. Con cara de lelo. Miraba a su amigo con pena… como si pensara que Axel estaba intentando ganar una batalla que estaba perdida de antemano.

Axel, aunque se había mantenido en un  segundo plano, siempre estaba, pero nunca intentaba convencer a Dani de que su actitud no le llevaba a ninguna parte, que tenía que reaccionar, posiblemente por el cansancio del día, perdió su norte. Perdió el referente en cuanto a la actitud que debía tener con Dani.

Chilló, se desesperaba… se alejaba de Dani a grandes zancadas, para luego acercarse igual de rápido y decidido cuando se le ocurría un nuevo argumento. Dani solo le miraba. Con cara triste… De vez en cuando le decía… “Axel, no pasa nada”. “No te preocupes por mí” “Estoy guay”

¿Guay?

¿Guay?

Ahí ya Axel se rindió.

Sí.

Cogió sus cosas, se dio media vuelta, y se fue.

Dani le miraba con cara de sorpresa. No se esperaba que se fuera así, sin despedirse, sin darle ese abrazo que siempre se daban, cuando se encontraban, cuando se despedían. “Adiós” le dijo con voz muy baja… casi inaudible, y haciendo un amago de levantar la manos para saludarle…

Se quedó preocupado. Pensó en seguirle, en enviarle un mensaje. Pero lo dejó para la tarde. Ahora… ahora su peli le estaba esperando. Eso sí le levantaba el ánimo… quería… quería rehacer un poco el encuentro. Ya no le gustaba el beso en el suelo, o el primer beso con lengua, al lado de Axel. Le parecía demasiado irreal… creía que debía darle un aire más de verosimilitud. Esas cosas pasaban, pero tampoco era tonto… a él, esas cosas no le pasaban. No de esa forma tan peliculera… ni siquiera creía que fuera capaz de pasarle esas cosas en la peli de su cabeza.

Luego se ocuparía de Axel.

Se levantó del banco de la estación. Empezaba a hacer calor, y ya estaba cansado de los gases de los autobuses. No hacían más que entrar y salir. Cogió su guitarra, su bandolera, y salió de la estación.

No se decidía por quitar ese primer beso que se dieron en el suelo, o el primer beso de verdad. Al final optó por este último. Era mejor dejarlo para un par de días después. Crear otra escena, en un café. Por ejemplo… se lo imaginaba en el “Principal”. A las 7 de la tarde o así. No hay mucha gente todavía. Podría ser su primera cita premeditada. Luego debería ir a ver un concierto de otro grupo de Burgos. Pero tenía tiempo. Ahí charlando… al principio se imaginaba una escena de “cortados”. Unos cafés “cortados” para tomar… y los protagonistas “cortados” por la situación. Al final, poco a poco, empezaron a animarse. Acabaron hablando uno sobre el otro, con una euforia en el cuerpo… parecía que no tenían tiempo para contarse todas las cosa que querían. Era como si quisieran recuperar el tiempo perdido de todos esos meses en que el destino no les había juntado. Porque ellos eran incapaces de dar un paso en ese sentido. Empezaron a tomarse el pelo con sus indecisiones… a contarse esos pensamientos sobre el otro que les acompañaban por la noche, al acostarse. O en el autobús, al ir a trabajar, o mientras paseaban al perro. Dani no tenía perro… pero estaba valorando el adjudicarle un perro a Miguel. Un Bobtail estaría bien…

Seguía caminando… no iba a ningún sitio en concreto.
Vio un banco a la sombra y decidió sentarse.

De repente se le ocurrió mirar al reloj, y pensó que era mejor irse a casa. No le apetecía discutir otra vez con su padre.

Miró alrededor para situarse. Había andado bastante desde la Estación. Estaba en la Quinta, un parque arbolado, semi-salvaje.

Volvió por dónde había venido. Volvió a perderse en sus pensamientos. En su película.

Se le ocurrió pensar en otra situación. Se le ocurrió que estaría guay si se encontraba ahora de frente. Sí, sí… levantar la cabeza y encontrársele. Imaginó las miradas, la sorpresa… se imagino diciéndole “Hola Miguel”… Según iba andando e imaginando, iba haciendo los gestos con la cara… levantaba su mirada… la volvía a bajar… levantaba su mirada…

… y Miguel venía de frente…

Dani se paró. Por primera vez se asustó. Empezó a creer que ya su cabeza le empezaba a jugar malas pasadas. Que empezaba a confundir sus sueños con la realidad.

… pero Miguel se acercaba…

Todavía había mucha distancia entre ellos. Dani empezó a andar mucho más despacio…  su corazón empezó a desbocarse. Se daba golpecitos con su mano izquierda en la pierna. Para darse cuenta de que no estaba dormido. No supo como, pero empezó a escuchar unos pájaros que cantaban… nadie caminaba por ese paseo salvo él. Y Miguel que venía de frente… No sabía como abordarle… cada vez se ponía más nervioso… Quizás era mejor cruzar la carretera y evitar cruzarse con él, evitar que el sueño que estaba en su mente se diluyera por no ser capaz de enfrentarse al personaje de carne y hueso. Siempre sería mejor esa realidad ficticia, creada poco a poco a su medida, en su mente, que una realidad palpable menos gratificante, cuando no frustrante. No podría soportar un no, no sabría afrontar que Miguel no le contestara a su saludo, o que le despreciara, o que…

Miguel seguía acercándose. Andaba despacio, mirando al suelo. Llevaba un aire descuidado, un aire de fin de semana. O de tristeza… de desesperanza… Aunque los dos andaban despacio, Dani supo que tenía que tomar una decisión. Debía pararle a Miguel, saludarle con cualquier excusa. O debía pasar  inadvertido y que el sueño pudiera continuar en su cabeza. O evitar riesgos y cruzar la carretera, y evitar tentaciones. Si no intentaba nada, las posibilidades de éxito en su cabeza no se verían alteradas… Se  paró… necesitaba pensar, tomar una decisión… no dejaba de mirar a Miguel… pasaban por su cabeza a cámara rápida, las imágenes de sus cruces en las mañanas, del concierto… mezcladas con las imágenes creadas por él, de esos besos, de las risas, de cuando le tomó el pelo por salir de casa en calzoncillos… no distinguía ya las imágenes realmente vividas y las que respondían a su imaginación… todo en su mente parecía estar envuelto en una luz… una luz de esas, de los cuentos de hadas… el silencio de los bosques solo roto por los pájaros cantando… serán gorriones, pensó… de repente escuchó a lo lejos, muy lejos un ruido extraño…un ruido que no pegaba con todo lo que estaba viviendo… de repente todo le dio vueltas… ese ruido… parecía como un frenazo… todo le daba vueltas… escuchó un grito muy lejos… le pareció ver a Miguel que levantaba la cabeza… pero no le miraba con alegría, le miraba con terror… no le gustaba, pensó Dani… todo le daba vueltas… Miguel le miraba con terror… volaba… todo le daba vueltas… Miguel le miraba con terror… pero corría hacia él… sintió vértigo… como si estuviera cayendo por un acantilado… escuchó un  juramento… ¿Quién sería?… sintió como si cayera en el suelo, ya no sentía vértigo… Miguel… no veía nada… la película se había roto… no sentía nada… ya no escuchaba a los pájaros… solo escuchaba unas sirenas a lo lejos… se iban acercando… todo era oscuridad… alguien gritó… “le has matado”… alguien le intentaba abrir los ojos… estaba cansado… Miguel… esa jodida pensión… “Voy a dormir un poco”, pensó Dani… y desconectó… cuando alguien le rompía la camiseta… y alguien le abría la boca… y le tapaba la nariz.

Todo era oscuridad.

Miguel… ¿dónde estás mi amor? Miguel… dame un beso… pellízcame para saber que es cierto…

Todo era silencio.

Miguel…

Ya no estaba agobiado… ya no estaba nervioso… Miguel…

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El concierto (I)

El concierto (II)

El concierto (III)

El concierto (IV)

El concierto (V)

El concierto (VI)

El concierto (VII) 1º final

El concierto relato completo

Sweet Sacrifice… un amigo.

Hoy… quisiera saludar a un amigo.

El otro día me dió la alegría de poder pasar unas horas con él. De charlar y charlar… es buena gente.

Y me comentó que a lo mejor volvía a abrir un blog… y ha vuelto.

Así que me permitiréis que, os presente a Sweet Sacrifice. No es un novato… es su tercer blog.

Y como regalo de bienvenida en «el Rincón…» una canción de Belén Arjona, que si no recuerdo mal, es una de sus cantantes favoritas…

Miraba por la ventana…

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Miraba por la ventana. Como todos los días. Esperaba…

Hacía calor. El aire acondicionado apenas lo mitigaba un poco.

Valen llegó de trabajar. Se quitó la ropa. Se metió en la ducha. Agua fría. Estuvo al menos media hora. Sin moverse. Dejando rodar el agua por su cuerpo. Dejando que se llevara todo lo que en ese día había impregnado su piel. Las malas caras. Los odios. Las prisas. Las envidias. La prepotencia. La rabia de no poder romper con las cadenas y dejar todo. Y dejar a todos.

Nadie había en su vida que le retuviera. Nada había que le atara a su ciudad, a su trabajo, a su casa. Sin darse cuenta, o dándosela, pero sin querer pararlo, se fue encerrando en si mismo. Los amigos se cansaron de llamar ellos. Su hermano solo llamaba cuando quería que le solucionara algún problema informático. A su padre no le soportaba.

Estaba en un momento en que todos le sobraban. No, no le sobraban. Pero ninguno lograba acercarse a él. Llegarle al corazón. Llegarle al alma. Rehuía el contacto con la gente. No soportaba las conversaciones intrascendentes. No quería conversaciones profundas, porque no soportaba la intransigencia, la radicalidad que encontraba en sus contertulios. Le hacía saltar, perder la compostura, o hundirse en la más profunda melancolía.

Al final decidió salir de debajo de la regadera. Se secó ligeramente. Se puso unos diesel nuevos, de los que le hacían sentirse guapo. Fue a la cocina, y abrió un Funciona Tropical. Bien frío. No tardó mucho en acabar con él.

Y se fue al salón.

Y se fue a la ventana.

Y empezó a mirar por ella… Esperando.

Esperando que llegue lo que le haga cambiar. O él que le haga cambiar. Podría salir a buscarlo, como alguna vez le habían dicho sus pocos amigos. Pero… no podía. Sus pies eran de cemento. Su espíritu de acero.

Miraba por la ventana. Esperando… esperando una razón para sonreír a la mañana siguiente.

De finales felices… y del prestigio del autor… o sea yo…

Con el relato de “El Concierto” me está pasando una cosa curiosa. O varias… mejor dicho.

Primero… cada vez que lo doy por terminado, me surgen ideas al respecto. Y las voy siguiendo… cosa que con otros relatos no he hecho. A veces es mejor dejar las cosas dónde en un principio estaban.  Pero esta vez, algo me ha llevado a seguir. Es la historia que me apetece contar. Es una historia que puede que sea un sueño, que sea irrealizable, o al menos muy difícil de que suceda. Pero a veces, esas historias también hay que contarlas. Aunque si lo pensamos fríamente, es una historia que puede suceder todos los días. Todos los días alguien se cruza con otra persona, y se queda prendada. Nunca dirá nada. Nunca le saludará. Pero… ¿Y si el otro piensa lo mismo?

La historia es la de dos personas que se cruzan varias veces, y que se llaman la atención. Pero ninguno cree que tenga ninguna posibilidad con la otra. Ninguna da el paso, y corren el riesgo de no encontrarse nunca más, y quedarse pensando qué hubiera pasado.

En este caso, los dos piensan lo mismo. Al leerlo, seguro que  más de uno habrá pensado que ¡¡Que tontos!! Con lo fácil que es decirlo… y salir de dudas. Porque sabemos que los dos piensan así.

Pero… otro “pero”, como apuntaba antes, es una escena que seguro que también muchos habrán vivido. Hemos vivido… de hecho. Me incluyo. Sin más lejos, el otro día. Sip. Conocí a alguien y me quedé prendado de él. Pero claro, la otra parte, no la sabemos. Te encuentras a alguien, le conoces o sencillamente te cruzas con él, y piensas… ¡¡Ufff, ese chico!! Pero crees que es inalcanzable, y antes de recibir un no, o de que te mire de arriba abajo y te diga… “¿Estás de coña?”, callas como una puta…

Ya digo… a mí me ha pasado alguna vez… más de una vez de hecho… pero las cosas las vemos distintas cuando de otros se trata, y sobre todo, cuando se trata de una ficción. Es más fácil verlo en el campo de juego de los demás.

Y luego me ha pasado otra cosa: Todos los que han leído el relato y han expresado su opinión, con una excepción,  quieren que acabe bien… que Miguel y Dani se junten y coman perdices, y sean felices y esas cosas, como en los cuentos de antes. Y yo que pensaba que lo que más gustaba al público en general era que acabaran mal las historias… porque es como más realista. ¿No habéis oído nunca eso de los finales felices “made in Hollywood”? Era como una frase de desprecio hacia ese tipo de finales… Y era como una marca de calidad que la peli acabara mal… porque era europea… que somos más dados a acabar mal las historias…. Y eso es muy cool.

La historia tiene un 1º final. Pero, se me ocurrió acabarlo de dos formas. Y he escrito, a partir de un punto, dos caminos distintos. Mi idea era tener un final feliz, y otro no tanto. Aunque, ante tantas peticiones, algunas incluso angustiadas… la verdad es que todo ha derivado un poco de una forma en la que no lo había previsto. Porque al final, los dedos vuelan sobre el teclado… como les da la gana… Aunque todavía el segundo camino no está acabado del todo. Hay varias posibilidades…

¿Necesitamos a veces leer finales felices?

Así no llegaré nunca a nada en esto de escribir… jajajajajajaja. Con lo literario que son los finales desastres… trágicos… con miles de lágrimas… con miles de pañuelos de papel rodeando al lector en la butaca que utiliza para leer, o en la mesa del ordenador…

Ahora que lo pienso, no es la primera vez que cambio los finales. En la Historia del parque, en un principio, acababan los dos yendo cada uno por un lado. Un final abierto… pero parece que tampoco esos finales acaban por satisfacer…

Y yo que a veces busco finales abiertos, o trágicos… para darme caché… ains.

Aunque, como decía aquél, incluso yo lo he dicho alguna vez… para finales tristes, ya tenemos la vida… sip.