De opiniones y opinantes.

Cada vez me siento más raro.

Cada vez escucho a la gente más radicalizada exponiendo sus posturas. Lo de las dos Españas que decían nuestros mayores, como resultado de la Guerra Civil parece que vuelve otra vez por sus fueros.

Nadie escucha a nadie. Todos parecen enrocados en sus posiciones. Leen los periódicos que están de acuerdo con sus opiniones, escuchan sus radios, ven sus televisiones… y  toman todo como verdades absolutas.

Un actor expone sus opiniones. Yo no estoy de acuerdo con ellas, pero tampoco estoy de acuerdo con que se le apedree. Y además, como resultado de eso, tenemos a mucha gente diciendo que nunca verán sus películas o sus series de televisión. ¿Por qué? En España parece que un actor o un artista no puede opinar, claro está, si no está de acuerdo con nosotros. Otra cosa también es la forma de opinar que tienen algunos, que parece que están sentado cátedra, que eso tampoco es así. Por ser alguien conocido, tu opinión no tiene más valor que las demás.

Pero yo es que, me pasa algo curioso. Puedo escuchar, por ejemplo, hablar y comentar sobre la censura de las fotografías de esa exposición en la Comunidad de Valencia. Me parece una postura tonta y poco meditada de quien ha censurado la exposición. Y me parece una censura descarada. Pero leer alguna de las proclamas que estos días he leído en algunos blogs, casi me convencen de lo contrario.

Alguien se está equivocando creo yo, en radicalizar las cosas. Creo que los partidos políticos tienen muchas culpa, y sus medios de comunicación de apoyo. Todos están gobernados por el marketing. Lanzando continuamente mensajes interesados, que casi siempre son medias verdades. Mienten y falsean con premeditación, porque la mayor parte de la gente, no sabe ni recuerda las cosas como pasaron. Y se creen a pies juntillas lo que dicen sus líderes.

El otro día leí un comentario, que no recuerdo de quien era, que abogaba por irse a algún sitio dónde no hubiera noticias. Y es cierto. Un lugar dónde no leer noticias, o escuchar arengas, o exabruptos sin mesura. Con eso creo que ganaríamos unos puntos en la carrera hacia la felicidad.

Yo es que, cada vez, me siento más tenso escuchando esas posturas. Hay días que ni me apetece leer los periódicos.

Me pasa lo que al personaje de Michael J. Fox, en Regreso al Futuro. A él, si le llaman “gallina” pierde la compostura. A mí, escuchar esas opiniones radicales, y expresadas con esa vehemencia, destrozando de antemano a quién osa no pensar como uno, me sacan de quicio, y consiguen que se me olvide mi propia opinión, para automáticamente, ponerme en contra. Aunque en el fondo, estuviera de acuerdo.

¡Qué gente! Por Dios… un poco de tila… por favor…