Gregg Homme Underwear: Esta vez con Philip Fusco.

Hacía tiempo que no recibía lo nuevo de Gregg Homme underwear. Pero al final ha llegado.

Veamos su nueva historia:

Tranquilos que aquí llega la segunda parte:

El modelo protagonista es Philip Fusco. Unas foticos de él con los gayumbos de Gregg Homme Underwear.

jimmy240413-philip fusco para gregg homme01 jimmy240413-philip fusco para gregg homme02 jimmy240413-philip fusco para gregg homme03 jimmy240413-philip fusco para gregg homme04 jimmy240413-philip fusco para gregg homme05 jimmy240413-philip fusco para gregg homme06 jimmy240413-philip fusco para gregg homme07

Y para terminar, unas impresiones de Philip Fusco y algunas tomas del «como se hizo» la campaña.

Y os quejaréis que os lo pongo todo, todo.

Otro día, Philip Fusco, volverá a «el rincón de tatojimmy».

Como alguna de las fotos se la he mangado a Jahhy de Burbujas de Deseo, aprovecho para recordaros que es uno de los mejores blogs para ver chicos maravillosos, junto con los trabajos de grandes fotógrafos.

La carta de un lector: Federico, Fede para los amigos.

Hoy, queridos y queridas, lectores, lectoras, os voy a transcribir una carta que me ha enviado un amable visitante de mis blogs, en la que me cuenta lo que hizo la noche de sábado pasada. Y como para uno que sigue mis peticiones y me lo cuenta, pues creo que es justo, incluso necesario, que lo publique.

Le he pedido permiso, que conste. No os vayáis a pensar que me salto la privacidad de las comunicaciones así como así, hombre. Incluso le he cambiado el nombre. Él se llama Jose, y para este post le he llamado: Federico.

Vayamos con la carta:

¡tchisssssssssssssss! Ahora que caigo. He de matizar, que, cuando digo carta, quiero decir email, pero es que queda mucho más romántico lo de la carta… sisisisi.

Aprovecho para recordaros que me podéis contar vuestras cosas y aventuras por correo electrónico, como ha hecho Virgilio. Y luego si queréis lo cuento, o si no, os contesto y mantenemos una bonita correspondencia en privado.

Leamos pues, la carta:

Hola Jaime:

Primero quiero decirte que tu blog es una pasada. Me mola mucho. (Ésta es la parte que más me ha gustado de la carta, ejem. La he encontrado un poco corta, eso sí). Me parto con tus chuminadas, me haces llorar, jodido, aunque como lo digas, te parto la crisma. Me animas a seguir en este valle de lágrimas. Porque estoy muy triste, Jaime, muy triste. Me siento solo, pero tú y tu forma de escribir, me hace sentir acompañado.

(Ya os he dicho que esta parte de alabanzas era muy corta)

Pues esta mañana, en llegando a casa a las 8 a.m. Me metí en tu blog, en el guarro, me entiendes, es que me mola más, porque entre relato e historia, entre desparrama y desparrame tuyos, pues me puedo cascar una paja con los tíos que pones. Tienes un gusto para los tíos de puta madre (esto casi ni lo cuento como alabanza, ha sido tan breve…). Te contaba que llegué a casa después de una noche en la que lo di todo, todo… pero todo… y me encontré con ese post en el que recomendabas posturas y que dos pavos te habían servido como modelos. Que si quieres cuenta conmigo para el próximo post didáctico de esos.

La madre que me parió, me acabao de dar cuenta de que no te he dicho ni mi nombre. Soy Esteban, de Madrid. Por cierto, la próxima vez que te pases por la capi, dame un toque para que te pagues un café, que yo si que te invito a un café, no como otros (tomo nota querido Manuel).

Pues tío, te contaba, o quería hacerlo, mi noche de ayer. Esta noche, vamos, la que acaba de terminar, de hecho no ha acabado, porque todavía no me he ido a la piltra, ni siquiera me he despelotado. Son las 9,35 a.m. Menos mal que mi vieja se ha ido con su pibe de vacaciones a Islandia, porque si me pilla a esta hora sin dormir… y de la forma que he llegao a casa, me corta los cojones. Por mi viejo no preguntes. Dimitió de su puesto hace ya 15 años. Y tengo 23. ¿No te lo había dicho? Y estoy para mojar pan… (desde luego modesto no es Iñaki).

El pibe de mi vieja tiene 21. Si no estuviera con mi vieja me lo… Carlos, por favor, controla tus impulsos… nada, no he escrito nada, el pibe de mi vieja es un colega, y nos vamos de farra los tres, y nos lo pasamos guay del paraguay. Y el pibe de mi madre, no me mola. No me mola. NO me mola. No me mola… (lo repite 100 veces, pero yo lo he abreviado un poco).

Tengo que acabar esta carta, para irme a dormir… mi cabeza es como el planetarium ese, que me da vueltas y vueltas todo, como si fuera el sol, o la estrella reina, que lo que coño sea.

Pues mi noche ha sido brutal. Acojonante. Flipante. ¿O no?

Salí a las 12, con mis colegas del barrio. Nos fuimos de botellón. La peña llevó la hostia de bebida: vodka, gin, tequila. Mola el tequila. Me escondí la botella entre la chupa, y me la bebí yo entera. Una pasada, tío. Estaba con un subidón…. Pero era un pedo sereno, sí. No era abigarrado… ¿abigarrado? Que palabro más… no se si pega, pero me ha salido, ahí se queda.

Pues estaba yo puesto de tequila, no, no más, porque Estela me ofreció un tiro. Pero pasé. No me mola esa mierda. Ni pastis ni na. Tengo que acabar esto… ¡joder! El jodido tequila… mi cabeza…

Pues de repente estaba yo en la calle esa que va… da igual, una calle, pues estaba yo tirado en un coche, y pasó él. Era un tío cojonudo. Alto, guapo, pelo negro, con mucho pelo saliendo por su pecho lobo, que chulo era el capullo, lo llevaba al descubierto, con el puto frío que hacía, y él ahí, con la cabeza levantada, mirando con chulería al resto de los mortales. Pero estaba cachas el tío, era un… Y yo de repente me dije: “Dani, este pavo, esta noche es tu perro”.

Me levanté del coche. Sacudí todo el cuerpo para templar músculos. Puse mirada de cazador, gesto de cazador, tensión de cazador, dureza de cazador. Eché todo el cuerpo hacia delante, y me fui a cortar el paso al chuleta ese. Ya me lo imaginaba en el catre, gritando de desesperado placer mientras yo le cabalgaba, tirando de su melena hacia atrás, para levantarle la cabeza y morderle el cuello. Lo veía claro, él suplicando que no le abandonara cuando…

Juro que no vi el bordillo. Lo juro. Yo tenía la pose ganadora, la tensión, todo… ese chulo iba a suplicar al final de la noche. Pero no lo vi. Iba decidido, con el cuerpo echado hacia delante, mirando fijamente sus ojos, o su paquete, ahora mismo me entra la duda… unos pantalones de cuero negro, y es que tenía que ser cuero negro, la madre que me parió, ¡¡Diossssssssss!! pero… no lo vi, lo juro, el bordillo del puto árbol… y caí. Pero a lo grande, así estirado. Caí encima de la basura. ¡Qué puto asco me dio! Ahora me están dando arcadas solo de recordarlo. Y cuando quise salir de la basura, directo al puto charco que había al lado de la puta basura.

¡Hostias!

Mis amigos descojonaos por el suelo. Yo de todos los colores, menos del normal. Oliendo a mierda de perro, o de niño, la madre que los parió a los niños y sus putos pañales, y con una hoja de lechuga a modo de lapicero de currante en la oreja.

Y el chulo de mierda ese, me miró con tal cara de desprecio… la puta madre que lo parió, chulo de mierda. Juro que un día morderás el polvo y me lamerás mis apestosos y malolientes pies, mierda. El tío mierda se rió de mí mientras pasaba a mi lado y se colocaba el paquete.

Pero le vi mejor el paquete desde el suelo, y no era para tanto. Era un picha corta. Mucho pelo en pecho, mucha chulería, pero luego una mierda de paquete. Le voy a enseñar yo, como que me llamo Pablo Óscar Fernando Alberto Miguel Jiménez Cocheras, Marqués de la Calle Estrecha.

Por estas que va a saber lo que es un miembro de hombre. Hombre ya…

Jaime, me ha emocionado mucho poderte enviar este mail. Y que lo leas, eres mi héroe. Haces que vivir merezca la pena (Vale esto me ha emocionado, pero podía haber abundado un poco en el tema, ha quedado muy corto). Me voy al catre, me caigo. Antes me ducharé y tiraré la ropa a la basura, apesta a mierda de bebé. Y a lata de sardinas en aceite. ¡Qué asco!

Un besito.

Fdo. Ricardo Borja Saúl Pomares Soares.

El hombre sin reflejo.

Un hombre se miraba en el espejo. Miraba, pero no veía su reflejo.

Pensó durante unos instantes que tenía los ojos cerrados. Él intentaba abrirlos con todas sus fuerzas… pero no podía, porque en realidad tenía los ojos abiertos.

Se acercaba todo lo posible al espejo; notaba como su respiración chocaba con él… y veía el vaho, pero… no se veía él mismo.

Lo tocó con sus labios, incluso se llegó a besar… pero no… solo veía el reflejo de su respiración, su imagen no estaba. Y el caso es que durante un instante, sintió su propio beso.

Se apartó de repente… asustado.

Se sentó en el suelo, entre la taza y la bañera. Encogió sus rodillas en su pecho…

Miraba al frente, sin encontrar explicación. Estaba, asustado, preocupado, no entendía lo que pasaba, no entendía… nada. Su cabeza era un hervidero.

Buscando respuestas, recordó el día anterior. Recordó cuando, sentado en esa cafetería que tanto le gustaba, dio la patada a Juan.

«Es una etapa de mi vida de confusión» le dijo.

«No se lo que quiero» le dijo.

«Estarás mejor con otro» le dijo.

«Es lo mejor para los dos» le dijo.

No recordaba si Juan le había dicho algo No recordaba haberle visto abrir la boca. En realidad tampoco recordaba haberlo visto… no se había fijado para nada en él.

Habían sido unos meses maravillosos, pero… Mario era un cazador. Y un cazador debía cazar: iba con su esencia.

Estuvo bien, porque Juan fue una presa difícil, que le hizo agudizar su ingenio en la conquista.

Era un hombre que le puso desde el primer momento. Su mirada lánguida, su sonrisa, su forma de ser. Estaba bueno, eso ayudaba.

Y casado, un pequeño inconveniente.

Con María, otro pequeño inconveniente.

María era una amiga de siempre, a la que había perdido la pista un tiempo. Hubo una época en que fueron confidentes.

«Es tu mariliendre» le decía un día Ernesto, un tío cansino que siempre se pegaba a él en las discos para quedarse con sus sobras, con los que le quería cazar a él. Como si él fuera de esos que se dejan cazar.

Juan le puso… esa noche especialmente en que hacía arrumacos con María, en una cena de viejos amigos. De vez en cuando se cruzaban sus miradas… primero Juan parecía despistado buscando el significado de la mirada de Mario. Luego le gustó el juego, se sintió halagado. Al final se asustó al mirar de reojo a su mujer. Y bajó la mirada para el resto de la velada.

Tuvo que hacer muchos esfuerzos, usar todas sus armas. Pero al final, al cabo de un par de meses, Juan estaba en su cama.

No fue difícil que María se enterara.

Se divorciaron. Y Mario tuvo su presa.

Seis meses.

Había que ir a por otra presa. Seis meses para un cazador, era demasiado tiempo de inactividad.

Una patada. En la cafetería esa que tanto le gustaba.

Juan no se lo tomó muy bien. Mario no se enteró, porque en el fondo no quería enterarse. Puso su mejor parapeto para protegerse. Pero luego, Rosa vino a su casa a contárselo.

María en su momento tampoco se tomó muy bien su intromisión en su vida. Pero “es la jungla”, pensaba Mario. Y yo soy un cazador. El mejor.

Esa noche, después de romper con Juan, durante unos instantes pensó que era una tontería lo que había hecho, porque en realidad Juan le gustaba y estaba muy bien con él. Incluso sus dolencias se habían evaporado mientras estuvo junto a él. Pero solo fue durante unos pocos segundos, porque… eso iba contra sus propias convicciones.

Apartó esos pensamientos. “¡Fuera!”

Rosa llegó entonces, y le contó lo desesperado que estaba Juan.

Mario se encogió de hombros:

– Es la vida, lo superará.

Cerró la puerta de su casa tras Rosa y se fue a dormir.

Pero, ahora, pensaba sentado en el suelo de su baño, apoyado en la taza del váter, que ya no estaba tan seguro de eso.

Cuando se despertó, echó de menos su beso de buenos días.

Cuando fue a la cocina, preparó dos tostadas, como los días que Juan se quedaba en su casa, que ya eran casi todos. Y puso dos tazas, y calentó leche para los dos, e hizo dos zumos de naranja, y le llamó, pensando que estaba en la ducha.

En el baño, no lo vio, y recordó.

Se quedó un rato con una sensación de vacío, hasta que recordó quien era.

– Soy el cazador – dijo en voz alta, con tono decidido.

Y sonrió de esa forma que tienen los cazadores de sonreír.

Ahí estaba, sentado en el suelo de su baño, con miedo a levantarse, por si otra vez al mirarse en el espejo, no podía ver su reflejo.

– ¡El espejo de la habitación!

Se levantó de un salto y volvió a su cuarto. Abrió la puerta del armario y ahí estaba su espejo de cuerpo entero. Se puso delante, sin mirarlo directamente… tenía… tenía miedo… pero al final lo hizo: miró.

No vio su cuerpo.

Vio el reflejo de los muebles, la cama, el aparador… vio el reflejo del ordenador en una mesa en un costado de la habitación… él no estaba en el reflejo.

Cerró de golpe la puerta y se fue al portátil. Leyó la prensa y abrió su correo:

cosas del trabajo… y un mail de Juan

Se pensó el abrirlo… pero se dijo:

– ¿Qué va a pasar por abrirlo? ¡Qué le peten al tío éste! A ver como lloriquea.

«Hola Mario:

Ha sido todo muy bonito. Me has hecho muy feliz en estos meses que hemos estado juntos. Por primera vez en mi vida, me he sentido amado y querido. Muy a tu pesar, porque eso no estaba en tus planes, pero ha sido así.

También me he sentido amado hoy, cuando me has echado de tu lado. No lo sabes, pero… es así… te parecerá sorprendente, pero… así es. Tu mirada perdida en tus manos te delataba.

Sabes, Mario, después de estos meses, ya no creo que sea posible vivir, sentir lo mismo.

Sabes Mario, para mí ya no hay un sentido a mi vida. Por mucho que quiera, nunca podré sentir lo mismo.

Hoy has muerto para mí, tú te has matado en mi corazón. Estás muerto Mario, aunque no lo sepas.

Crees que puedes vivir sin mí, que puedes olvidarte de tu amor, de lo que has sentido estos meses… yo no he hecho nada… sabes… cuando me conquistaste, cuando me arrancaste de los brazos de María, estabas fingiendo, sí. Estabas cazando, como te gustaba decir. Pero en realidad… caíste en mis redes, tejidas con más calma y paciencia.

Siento decirte que no me cazaste tú, sino que yo lo hice contigo. Hace casi un año, te vi un día en la playa. me quedé subyugado contigo, con esa prestancia tuya. Y ahí empecé a tejer mi plan. María se prestó a ello encantada. No lo recuerdas, Mario, pero la hiciste mucho daño. Hace ya cuatro años de eso. Pero todavía lo tenia muy presente y disfrutó con nuestra pantomima.

Todo fue sobre ruedas… tu creías que cazabas, pero en realidad eras la presa. Y caíste.

No has podido resistir la tentación de volverte a sentir cazador, aunque en estos meses has sido feliz, como no lo has sido en tu vida antes. Y has querido olvidarme, has querido cambiarme por uno nuevo. Pero… no sabes que no lo vas a hacer, porque has muerto.

Eres solo un espectro… dentro de poco, no serás ni eso.

Me voy de caza.

Adiós. «

Mario cerró de golpe el portátil. Su corazón latía deprisa.

Se levantó de golpe y fue a la ventana. miraba la calle con rabia…

«Eso es mentira, ¡una puta mentira!»

Gritaba.

Fue al armario para sacar ropa y vestirse

Sin darse cuenta pisó el ordenador, que se hizo añicos.

Se puso una camiseta un pantalón y unos zapatos, sin hacer caso a algún cristal que se había clavado en los pies.

Cuando llegó a la puerta de casa se quedó un momento parado.

¿Qué voy a hacer?”

Iba a salir corriendo de casa, pero… no sabía a donde ir, ni que hacer dónde quiera que fuese… se dio la vuelta cabizbajo… y volvió al baño.

Miro al espejo… por si acaso: nada.

Intentaba llorar… pero no… no podía.

Escuchó ruidos en la puerta de la calle.

Un grupo de personas hablaban… de repente reconoció la voz de su madre.

– Por favor, hagan lo que sea.

Algo pasó de repente. Todo fue muy deprisa…

Entraron de repente… bomberos, médicos… y su madre.

Fueron mirando una por una las habitaciones…

– Ahí está – dijo uno de los bomberos.

– No se acerque – le dijeron a su madre

Ella lloraba…

«Mamá, ¿porque lloras?”

Él preguntaba pero… no respondía… ella callaba… solo lloraba…

– Está muerto desde hace días – dijo uno de los médicos.

Y su madre arreció en el llanto.

Ronan Bertoli, 3ª entrega.

Francesc me las envió en su día. Saqué dos post de él, y ahora es el momento de volver a verlo, a disfrutar de él, y a sacar la tercera entrega de sus trabajos.

Ronan Bertoli, se llama.

jimmy210413-ronan bertoli14 jimmy210413-ronan bertoli13 jimmy210413-ronan bertoli12 jimmy210413-ronan bertoli11 jimmy210413-ronan bertoli10 jimmy210413-ronan bertoli09 jimmy210413-ronan bertoli08 jimmy210413-ronan bertoli07 jimmy210413-ronan bertoli06 jimmy210413-ronan bertoli05 jimmy210413-ronan bertoli04 jimmy210413-ronan bertoli03 jimmy210413-ronan bertoli02 jimmy210413-ronan bertoli01

Anda que este chico no vale un potosí.

Antes de que pregunte alguno, no conozco fotos de él en que se haya desnudado completamente.

Ains.

Yo creo que este chico, merece un cuarto post.

Como siempre os digo, si tenéis más fotos del modelo que toque, o de otros modelos que os gusten mucho,  que hayan salido en «El rincón» o no, me las mandáis. O si tú eres modelo y quieres aparecer aquí, pues me las mandas.

Y si quieres invitarme a café, seas modelo o no, pues me invitas.

¡¡Hala!! He dicho.

Recuerda todas las fotos de él que he sacado en «El rincón de tatojimmy». Pincha aquí.

Gracias Francesc por ayudarme con este chico.