Oye, pues ha estado bien el debate este. Y espero que no acabe aquí ¿eh? Qué además, como estamos cerca del Orgullo y eso, pues hay que darle a la hebra. Todo se lo debemos a willy inrose. Anda que no han salido temas. Me parece que no voy a abarcar todos. Y aún así, va a quedar un poco largo.
Confieso que es la segunda vez que escribo este post. La primera me ha quedado como un poco brusco, rígido. No me ha gustado. No me gusta cuando se habla sentando cátedra, sobre todo cuando se opina. Verdades absolutas hay pocas, creo. Así que he intentado volver a mi tono mesurado, de charla tranquila con una coca-cola en la mano. Así, todos nosotros, charlando. Cada uno con sus cosas, con sus opiniones… distintas, ¡Qué bonito!.
Lo que queda claro es que somos todos un poco complicados. Y en general, hacemos las cosas difíciles. Gays, heteros, negros, asiáticos, mujeres, hombres, trangéneros… qué bonito sería vivir todos en armonía, escuchando, hablando, cada uno exponiendo su forma de ver la vida, respetando a la de los demás. Pero no, no lo hacemos así. Escuchamos, sí, poco, pero solo a los que piensan y son como nosotros. Nos juntamos con nuestros iguales. Esto tiene un problema y es que luego, pensamos que todo el mundo piensa igual que nosotros, porque solo escuchamos las voces de nuestros acólitos. Por eso, los que no conocen un gay, piensan que son unos bichos raros, con el miembro viril largo, como un tentáculo de un pulpo que traspasa paredes y pantalones para introducirse en el culo de todos los hombres que pasen a diez metros de distancia. Y eso, claro, da miedo. ¡huuuuuuuuuuuuhhhhhh! Todo es cuestión de educación.
Pero ¿quién educa? ¿Los padres? ¿Y si los padres son homófobos, xenófobos, machistas? ¿Si son intolerantes? Bueno, podemos decir ¿la escuela? La escuela podría dar otro punto de vista. ¿La escuela es mejor? ¿Pueden dedicarse los profesores a eso? ¿Quieren hacerlo? ¿Y si los profesores son intolerantes, xenófobos, homófobos y machistas? Al fin y al cabo, como decíamos antes, nos juntamos con nuestros iguales, así que los padres llevarán a sus hijos al colegio en dónde se siga su ideario a pies juntillas.
Reitero mi recomendación de leer “La Edad de la Ira” de Fernando J. López.
En general no intentamos hacer nunca una abstracción de las situaciones que nos pasan. Alguien por ejemplo, no está de acuerdo con la opinión de otra persona. Voy a poner un ejemplo así, intrascendente. Vale, he cometido el primer error, porque para un fan de One Direction, su grupo no es intrascendente. Es casi lo más importante del mundo. Suele venir a la oficina una chica, la hija de uno de mis jefes, para que le haga carteles de One Direction, le imprima fotos… me suele poner al día de sus hazañas, sus canciones y sus conciertos. Todo ello intercalado entre suspiros de gozo por los huesitos de esos chicos. Es algo importante para ella. Se le ilumina la cara cuando habla de Harry o de Zayn, o de Liam.
Pensemos por ejemplo en un grupo del Face de fans de One Direction. Todos comparten sus hazañas, sus conciertos, fotos, suspiros de amor y deseo por sus cuerpos y sus almas, comentarios de “qué guapos son” “son los mejores del mundo”, bla, bla, bla. Los miembros de ese grupo están convencidos de ello: “Es el mejor grupo del mundo”.
Imaginemos a Teresa. Tiene un amigo, Juan. Juan como es amigo de Teresa, entra en ese grupo de Facebook. Pero Juan es fan de Justin Bieber. Y entonces, iluso él, comienza a colgar en el muro de ese grupo pues alabanzas de Justin. Todos en ese grupo, empezarán a lanzarle improperios. “¡Pero qué dices!” “No te has enterado que el mundo piensa que One Direction son los mejores sin discusión”. Él se enfada, empieza a ser más radical en sus opiniones, porque le dan por todos los lados. A él le gusta Justin Bieber. ¿qué pasa? ¿No tiene derecho a que le guste la música que hace Justin Bieber? “Pero de donde has salido, tal y cual, eres un tal y un cual, ¡majadero!” “¡Raro, depravado!”
Teresa le borra de su Facebook, no quiere que le relacionen con ese chico, por Dios, que es un tío raro que le gusta Justin, (“¡Qué decepción, no pensaba eso de él, no te puedes fiar de nadie!” – dice a sus íntimos) en lugar de besar el piso por dónde pasa alguno de los One Direction.
Juan se envalentona, y empieza a desvariar en los foros que encuentra por el camino contra los One Direction y sus fans. Le duele además que Teresa le haya abandonado. Le gustaba Teresa, aunque no se había atrevido a decirle nada. Pobre Juan. Pero su discurso lleno de rencor y regado por las lágrimas que le han producido las palabras hirientes de otros, le hacen expresar con la misma radicalidad sus opiniones, molestando a otros a los que no gusta Justin, sino Lady Gaga.
Bueno. Cambiad One Direction por cualquier opinión, Real Madrid, Monarquía, partido de derechas, Tele 5, El País, y por contra, poned en el otro lado al Barcelona, a la República, a la izquierda, al diario “La Razón”, etc.
Poned heteros y gays.
Alguien del grupo de fans pudo decir algo así como: Ese Juan está pallá, si todo el mundo piensa que One Direction es el mejor grupo del mundo. ¿No se dará cuenta que es antinatural?
Pero esa misma persona, se quejará cuando escuche a alguien decir: “Un gay, que asco. Un pervertido. Si todo el mundo sabe que lo normal es ser heterosexual. Es antinatural”.
No hemos aprendido a escuchar, a tener contacto con otras opiniones, otras sensibilidades. A respetarlas, aunque sean minoritarias. Somos gays, somos minoritarios. Pero no respetamos a otras opiniones que pueden ser igual de minoritarias, o que lo son desde nuestra perspectiva.
Hablemos de los roles. Estamos encorsetados por los papeles que nos adjudican. Los gays somos de una forma, las lesbianas de otra, los hombres heteros de otra distinta… las mujeres son como son… Cuando alguna vez sale alguna encuesta hecha a hombres jóvenes y expresan su opinión sobre las mujeres, es sonrojante todavía la alta proporción que hay de chicos que piensan que las mujeres existen para satisfacer a los hombres. Y es sonrojante precisamente porque hay que pensar que muchos de los que dijeron que las mujeres era iguales a los hombres, en realidad estaban con la otra opinión, por lo de políticamente correcto, y no se atrevieron a decirlo.
Por eso, eso de que se acepta a los gays, vamos a dejarlo. ¿Qué estamos mucho mejor que antes? Sí, desde luego. Pero ojalá no ocurra nunca, si por un casual esos partidos de extrema derecha que afloran por Europa, ganan un día las elecciones, creo que podemos echarnos a temblar de la rapidez con que esa aprobación se convierte en denostación al estilo Rusia. Me imagino escenas como las de V de vendetta, la gente en sus casas avasallados por la policía, sin dar crédito a lo que ven: detenidos por ser gays, por ser distintos, por opinar distinto. Imágenes de la Alemania nazi, cuando mucha gente no se creía la deriva que tomaba el gobierno de Hitler y pensaba que todo eso pasaría. Cuando se dieron cuenta, estaban en un campo de concentración.
La televisión ayuda. Las series, ayudan, sí. Los personajes gays. Esos que se ganan el corazón de la gente. Ya hemos discutido muchas veces de ello, y willy inkrose lo saca a colación. Pero, en realidad, la mayoría, son un poco maquillaje. Algunos están para eso, para ir abriendo caminos. Pero muchos otros, están para satisfacer cuotas. Yo lo creo. Es que creo que tenemos un concepto de las series de televisión, un poco anticuados. Muchas series de televisión se planifican cuidadosamente. Tantos personajes hombres, tantos mujeres, tantos negros, tantos gays, los niños, los cachas, las buenorras, la abuela. Y es cierto que si aparece una trama gay en una serie, esa trama atrae a algunos espectadores gays. Por eso, por ejemplo, “Amar es para siempre” o su antecesora “Amar en tiempos revueltos”, suelen tener siempre algún personaje gay de vez en cuando.
Willy nos cuenta que ha cambiado la trama de su novela para enseñársela a su profesora. Es fácil decir: “Yo no lo hubiera cambiado”. Para mí sería muy fácil decirlo. Llevo muchos años en esto de los blogs, y he visto muchos comentarios así, cuando un gay expresaba sus miedos a contar lo que es, y la gente le animaba a quitarse la camiseta y tatuarse en el pecho “soy gay”. Pero… ¿sabemos las circunstancias de ese chico? ¿No le estaremos empujando a un abismo?
Tenía antes un lector que me escribía de vez en cuando por mail. Era un chico que amaba el cine y la literatura. Lleno de miedos. Yo me encendía a veces cuando me contaba cosas que decían sus profesores o sus allegados. Intenté animarlo pero fracasé. No era yo la persona de la que él esperaba ayuda, y yo tampoco supe hacerlo. Fue un fracaso. Su entorno podía más. Y quizás no supe mantener mi tono mesurado que exhibo normalmente. Lo asusté, porque entendió que debía enfrentarse a todo su mundo. Y no estaba preparado. Un día me dio con la puerta en las narices, e intuí que se había decidido por olvidarse de cómo es y dejarse llevar. Quizás ahora esté intentando enamorarse de una chica de su barrio. No supe calibrar sus dificultades ni el peso de su entorno. Esta experiencia me reafirmó en que no es conveniente decir a nadie lo que tiene que hacer con sus expresiones, sus armarios, o las obras que escribe, sin conocer todas sus circunstancias. Y más cuando hay escritores reconocidos que han cambiado el sexo de sus protagonistas, para que desapareciera cualquier atisbo de mariconeo en sus obras. ¿De verdad pensamos, por ejemplo, que alguien que aspira a vivir de escribir, lo puede hacer hoy escribiendo sobre gays? No me valen secundarios. Protagonistas. Por ejemplo, una novela policíaca. El protagonista gay. Y es un ligón. Y se tira a los que se encuentra por el camino. Con besos y escenas de cama, aunque sean solo marcadas, sin desarrollar. ¿Saldría en el top-ten de ventas?
Pero Willy, me gustaría que esa primera versión de tu novela, no la destruyeras. Que seguro que algunos la leerán con gusto.
Volvamos a los roles.
Un gay es un tío bueno. Bueno de macizo. Me hacía gracia el otro día, porque alguien llegó a este blog, buscando en google “¿Los gays pueden ser feos?”. Es un tío cachas, que le va el gimnasio. En general tiene pluma. Si tu ves a alguien con pluma, dices: “¡Maricón!” Yo tengo a algún amigo que es “suave de formas” y no tiene ni un ápice de gay. Pero a su paso, deja esa duda.
Si ves a un chico llorar, inmediatamente piensas: “¡Maricón!”.
Los gays somos la leche también. Algunos se piensan que, al igual que no hay gays feos, todos los gays son buenas personas. Mentira. Que los gays, como somos discriminados, no discriminamos: ¡Mentira! Unos, discriminan a los gays con pluma, porque no les gusta la pluma. Otros, en cambio, discriminan a los que no tienen pluma, porque piensan que son unos reprimidos. Y a un hombre hetero que sea sensible, porque piensan que es un “armarizado”. Si te gusta la película de los vaqueros… ¡hummmmm! “Que me da que te van los miembros viriles, aunque lo escondas”.
Me viene a la cabeza eso que apuntaba Dídac, de la cantidad de machos en el instituto, que luego se dedican a buscar en chats a hombres para partir piñas. Es recurrente, porque es que la defensa mejor para alguien que quiere ocultar su homosexualidad, es machacar a los homosexuales. El otro día escuché la opinión de un oyente de una radio, decir que al fin y al cabo, la persecución de los gays desde la Iglesia católica, la habían hecho los mismos gays, porque con mucha probabilidad, (sobre todo con os datos que sabemos ahora), los que la impulsaron, lo eran. O esos senadores de USA que después de denostar a los gays, resulta que los pillaron saliendo de clubs nocturnos gays.
El caso es que todos al final, discriminamos a quien no se comporta como nosotros pensamos que se deben comportar.
Paro.
Willy inkrose, mira la que has armado. Y puedes armarla cuando quieras. ¿eh?
Y vosotros también. Israel, Dídac, Lorién, Virginia, Sonia, Josep, Pucho.