Una buena mañana para correr (44).

– Hola

– ¡Gervasio! ¡Qué sorpresa!

– ¿Cómo estás?

– Tirando. Te echo de menos.

– Yo también.

Estuvieron un rato los dos en silencio. Fermín tenía miedo de preguntar, y Gervasio no sabía por dónde empezar.

– ¿Sabes el frío que ha hecho hoy aquí? – a Fermín le agobiaba el silencio y empezó a hablar – Para joderse. Como en Navidades haga así… va a ir de compras su… – de repente Fermín se dio cuenta de que no tendría que salir a hacer compras de Navidad, porque no tenía ahora mismo a nadie a quien hacer regalos.

– Ya verás como mejora, Fermín – contestó contemporizador Ger.

– Ya, ya, será como hace 4 años ¿O son 5? Cómo pasa el tiempo. Leía el otro día en un blog que el tiempo se escapaba entre los dedos, como si fuera arena… y es cierto. Todo pasa muy rápido. ¿Qué estaba…? A, sí, ya me acuerdo. Estaba hablando de esa nevada gigantesca que nos cayó hace 5 años por Navidad. El día siguiente fue. Era domingo. Nadie recordaba una nevada así. Ni la abuela de Nicolás, ese amigo del que te he hablado alguna vez, el que se fue a vivir a Estambul. Esa mujer tenía ni sé los años… ¿95? no te exagero, no… pues esa mujer nos contaba que no recordaba ninguna nevada como esa, y no se había perdido ningún invierno en Burgos. Vamos, que no había salido de Burgos prácticamente. Pues no recordaba una como aquella. Pues fíjate que estuvo un amigo mío, Desiderio, cuatro días sin poder salir de casa, que andaba torpe porque tuvo una lesión de rodilla, pues no pudo salir en cinco días…

– ¿No eran cuatro? – le interrumpió Gervasio.

– ¿Eh? – Fermín se había quedado descolocado.

– Cuatro los días en que se había quedado incomunicado tu amigo Nicolás.

– ¡Ah! Cuatro o cinco, no me acuerdo bien. Pero fueron varios, quiero decir, y en una ciudad como Burgos que debería estar preparada… ¿Me estás tomando el pelo? – De repente fue consciente del tono burlesco que tenía la pregunta de Gervasio.

– Un poco. No haces más que hablar como una cotorra. Parece que…

– Es que no hablabas, Nicolás, no…

– ¿Nicolás?

– Joder, Gervasio, tú me entiendes, me estás poniendo nervioso. Ya no sé ni que digo…

Volvieron a quedarse callados.

– Pues el…

– ¿Y como…?

Ahora los dos habían hablado a la vez. Empezaron una corta y nerviosa risa, para quedarse seguidamente otra vez callados.

– ¿Qué tal el trabajo? – preguntó al final Gervasio.

Fermín suspiró antes de contestar.

– Bien, el trabajo bien. Me ha cundido esta semana. Estoy poniéndome al día rápidamente. Si pudiera seguir así un tiempo…

– ¿Y por qué no? – le interrumpió Gervasio.

– ¿Y tú me lo preguntas? Ya te lo expliqué, Ger, ya te lo dije el otro día…

– Pero yo estoy aquí, esta vez no te he dejado.

– No, Ger, no me has dejado tirado en mitad de la noche. Pero tampoco estás.

Se quedaron otra vez callados. Ninguno se atrevía a sacar el tema verdaderamente importante: la reunión de Gervasio con su mujer y las salidas a su situación personal y laboral. Y como quedaba su relación después de todo eso.

Fermín se levantó de su mesa, se puso el abrigo y salió a la calle con el teléfono en una mano. Con la otra sacó un cigarrillo y lo encendió, justo cuando salía a la calle. Se apoyó en un recodo de la pared, y esperó a que Gervasio hablara.

– ¿Vamos a estar los dos en silencio toda la tarde? – Gervasio empleó un leve tono de sorna al hacer la pregunta.

– Esto es peor que esas conversaciones de enamorados-besugos tan típicas.

– Podríamos decirnos durante media hora que nos queremos.

– Podríamos sí. Quizás sería mejor que me contaras como te ha ido y tus planes para el futuro.

– ¿Cenamos?

– ¿Cómo? ¿Pero…?

– Estoy en casa sí.

– La…

– No jures, te estás volviendo un mal hablado.

– Serás…

– ¿Capullo?

– Algo más fuerte. Eso es de señoritas.

– ¿Y quién dice que no soy una señorita?

– No me hagas hablar…

– Vale, esta la ganas tú. No soy una señorita. Soy un señor casado. Y con hijos.

– Suena a que eres un viejo.

– ¿Suena a viejo?

– Sí.

– ¿Soy viejo?

– ¿Eres viejo?

– Yo que va. ¿Y tú?

– Yo soy un chaval. La duda ofende.

– Te comportas como un chaval, sí.

– ¡Oye! Sin faltar.

– ¡Anda! ¿Es malo comportarse como un chaval?

– Es que lo has dicho en ese sentido…

– ¿En qué sentido? Hay chavales muy sensatos.

– Ya me entiendes, normalmente se sobreentiende que…

– Nada de se sobreentiende. No prejuzgues a los chavales. Yo conozco a chavales…

– Defíneme chaval. No sé si estamos hablando de las mismas personas.

– Te sientes perdedor y te defiendes.

– No me fastidies. Eso es una treta para intentar ganar la conversación…

– Es que la he ganado.

– ¡Qué vas a ganar! Defíneme chaval y veremos. ¿16? ¿20?

– O 40.

– Venga ya. Vas a ser como esos periodistas que en las páginas de sucesos dicen: “Un joven de 42 años resultó herido al ser atropellado por un joven de 56?

– ¿Eres andaluz?

– Me dirás que no lo has leído alguna vez en un periódico.

– ¿De 56?

– Bueno, eso es recurso literario. Pero…

– ¿Y qué más recursos literarios usas? A ver si…

– Ya estás intentado liarme. No. No lo vas a conseguir.

– Y vas a venir a cenar o te vas a quedar ahí al aire fumando un cigarro toda la noche?

– ¿Cómo sabes…?

– Pero si hace un aire… si siento el frío en mi cara…

– Ahora sí que eres exagerado… Tú eres el andaluz.

– De pura cepa. ¿No te lo había dicho, chiquillo?

– Anda, anda, eres un mal imitador de los andaluces.

– Eso es…

– Que me dejes acabar unas cosas, que en una hora estaré allí.

– Vale.

– ¿Qué vas a hacer de cena?

– Yo nada. Hoy te toca cocinar a ti.

– Pues vete buscando el teléfono de Telepizza.

– Que desastre… tienes que apuntarte a un curso de cocina. Así no se puede ir por la vida.

– Yo llevo el vino.

– Eso no es justo, trabajas en una bodega. No te supone esfuerzo.

– Y tú sabes cocinar. No es justo que cocine yo.

– Eres…

– Un sol, ya lo sé. ¿Me adelantas algo?

Gervasio se quedó callado unos segundos.

– Casi… mejor, sabes, mejor hablamos cuando vengas… en los postres.

– Eso quiere decir que hoy no follamos.

– Siempre pensando en lo mismo…

– ¿Hay algo más?

– Hombre, está… esto… bueno… sí… ahora no se decirte, pero seguro que cuando hayas venido se me han ocurrido un ciento de cosas.

– Ya, ya… anda… me voy a currar un rato más. Luego te veo.

– ¿Una hora?

– Hora y media mejor.

– Vale, dos horas. Conociéndote…

– Serás capullo… cualquiera diría que tú eres el ejemplo de la formalidad, no te jode.

– Pues…

– Anda, anda, no me toques los cojones…

– Que te vayas a currar. Que si no serán dos horas y media.

– ¡Bobo!

– Yo también te quiero, amor.

– Cuelga, coño.

– Cuelgo, pollas.

– Bobo…

– ¡Qué original!

– Serás…

Pero Gervasio ya había colgado.

Fermín se quedó mirando la pantalla, como si fuera a salir algo de ella. Cerró con parsimonia la tapa, y se fue hacia su despacho.

No se esperaba que Gervasio estuviera en casa. De hecho, en su fuero interno, se había hecho a la idea de que tardaría en verlo, si es que lo veía otra vez. Pero… había algo que le decía que… esto no iba a salir bien.

No.

Tenía un pálpito.

No, no iban bien las cosas.

________

Historia completa seguida.

Historia por capítulos.

¿Eres gay? – reposición.

Como ya sabéis, en la votación para elegir un post para que dugutigui lo posteara en su blog, «Eres gay» fue uno de los post que quedó en segundo lugar. Y pensé que había que darle un premio, y ese premio va a ser tener otra vida. Y esa vida va a ser hoy. Y quiero aprovechar a dedicárselo a Mafer. Porque le gustó mucho, y porque lo ha defendido a capa y espada. y por todas las historias que hemos pasado juntos, a pesar de la distancia. Él ahora firma como manu, pero para mí siempre será Mafer.

Tú… sí tú.

¿Eres gay?

¿Y?

¿Por qué te sientes raro? ¿Por qué te sientes mal? ¿No te apetece que te gusten los hombres?

Tú… sí, tú.

¿Eres gay?

¿Por qué te rechazas? ¿Crees que los gays somos raros? ¿Somos malignos? ¿Crees que constituimos algún peligro para la humanidad?

¿Por qué te sientes inferior a los demás?

Tú… sí tú.

¿Eres gay?

Mírate al espejo. Sí… mírate. Desnúdate. Tienes una cabeza. Tienes brazos. Tienes piernas. Puede que tengas mucho pelo. O puede que no lo tengas. Puede que seas pelirrojo, que seas castaño. Mírate las manos. Tienes uñas en los dedos. Bueno, tú no que te las muerdes. Pero si haces un esfuerzo por dejarlas crecer, verás como sí, tienes uñas.

Sonríe. Anda… si al sonreír los labios se te curvan hacia arriba. Y sí, se te arruga un poco el entrecejo. Huy… y te salen patas de gallo… Los ojos. Anda, son marrones. Los tuyos, verdes. Los tuyos son azules.

Mírate al espejo… Tienes pene. Y tienes testículos. Vaya, es como nos han enseñado en anatomía, o en biología. El tuyo es circuncidado. El tuyo no. El tuyo es pequeño cuando no está excitado. Pero crece mucho cuando lo está. El tuyo, es recto. Y el tuyo, tiene la cabeza grande. El tuyo no… el tuyo tiene la cabeza menos prominente. El tuyo se desvía un poco a la izquierda, cuando se empalma. El tuyo, se curva hacia arriba. El tuyo es largo… el tuyo es más gordo. El tuyo es, menos grande. Tú tienes mucho pelo en el pubis. Y tú… tú tienes de distinto color el pelo del pubis que el de la cabeza… ¡ay! pillín… que te tiñes el pelo… Y tú…. Sí tú… ya tienes canas. Pero te sientan bien. Sip.

Tienes pies, como todos. Tienes ombligo, como todos, menos el de esa serie de televisión que ahora no me acuerdo como se llama. Está guapo el protagonista… ufff… ¿Sabes que dicen algunos que es gay? Pero no hagas mucho caso… a parte que da igual. Si él decide un día contarlo, pues estupendo. Además, creo que tenemos pocas posibilidades de que, si lo fuera, ligara con nosotros.

Échate una última mirada. Así general… Parece que tu cuerpo se parece al que sale en los libros. Parece que eres igual al resto del mundo. Bueno, sí… tú estás en silla de ruedas. Esas piernas nunca han podido mantenerte de pie. Pero sabes… hay otros que también les pasa… y no son gays. ¿Y?

Vale… échate esa mirada… eres igual que el resto. Eres todo lo igual que somos todos. Vale, me acabo de dar cuenta… no te identificas con Boris. Ya. Espera… espera… ¿Recuerdas ese día que quedaste con los amigos del barrio? ¿O con los del trabajo? Sí… ese día que tuvisteis una discusión, porque unos eran del Valladolid, y otros del Málaga. Huy… y acuérdate cuando discutían de que uno decía que la Jolie esa, es una de las mujeres más guapas que conoce. Que la echaría un polvo… pero a la voz de ya. Y tu amigo Fran, dijo que «¡¡para nada!!» que a él le gustaba esa chica que hacía la serie Alias… ¿cómo se llamaba? Y a Julianín, le gusta Nicole Kidman… «¡¡Esa vieja!! » gritó Fermín, que confesó que le gustaba Hannah Montana. ¡¡Infanticida!! Gritó Joel, sin darse cuenta que Fermín tenía 17 años… A Tony, le gusta el teatro. A Carlos, le gusta la pintura. A Ricardo le gusta los coches, desmontar el motor, y volverlo a montar. Y sin que le sobren piezas… Bueno, bueno, y cuando David confesó que le gustaban las mujeres gordas… ¡¡la que se armó!! Aunque luego, Dani reconoció que le gustaban también. Y a Miguel, le gustan las morenas, a Fernando le gustan las de pechos prominentes, y a Roberto… a Roberto el gustan todas… jajajajaja.

Bueno,  bueno, y cuando el grupo del trabajo, discute de política. Los del PSOE, los el PP, los de Tierra Comunera, o los de PNV, los de Esquerra Republicana, los de Coalición Canaria… ¡¡Cómo discuten los tíos!!

¿Por qué a ti te tiene que gustar lo que a algunos gays? ¿Por qué te tiene que gustar ir a la última moda? ¿O por qué te tiene que gustar Madonna? ¿Por qué te tiene que gustar Chueca? No tienes que ser amanerado… o si lo eres… pues estupendo. Te puede gustar depilarte, o no. Te pueden gustar los altos, o los bajos. O, no buscar eso, sino alguien que te entienda, que te comprenda, o que te mime. O incluso, no pasa nada porque seas un viva la virgen y busques cada noche uno distinto. Puedes ser del PSOE, o del PP. O del BNG. Puedes ser alto, gordo, ir como un  desarrapado por la vida, con coleta, o con cresta. Te pueden gustar los pendientes, o no. No te tienen por qué gustar los tatuajes. Ni vestir de cuero. No. Ni las plumas, ni las plataformas. Pero si te gustan, ¡olé!

Eres igual a todo el mundo. Todo lo igual que una persona puede serlo a otra. No te tienes que comparar con nadie. Solo debes ver en ese espejo a un hombre. Como los demás. A ti te gustan los hombres. Y a mí. ¿Y qué?

Mírate al espejo. Mírate… y sonríe. ¡¡Vamos!!  Eres especial. Disfruta… disfruta de ti, disfruta de la vida… no dejes que nadie te diga a quien debes amar. Ni los heteros, ni otros gays. Puedes gritarlo a los cuatro vientos, o decírselo a quien te parezca. O no decirlo… pero eso sí…  vivir y disfrutar de tu vida, de tu sexualidad. Disfrutar de ti. No te sientas menos que nadie. Ni más tampoco. Pero siente… no te quedes ahí en ese rincón… llorando. ¡¡Vamos!!

Sabes… conviene que te vistas ya. Es primavera… pero ya sabes, en primavera el tiempo va y viene… y no debes coger un catarro. Bueno… en lugar de vestirte… siempre puedes mirar si alguien está dispuesto a abrazarte. ¿Sabes lo bien que sienta un abrazo? Ven… acércate… espera que te abrazo… ¡Hummmmmmmm!!! Venga… ya pasó lo peor… sip.

El discurso del Rey – la peli.

El discurso del Rey.

Me hacía gracia, por patético y falta de originalidad, ese comentario que leía en algún periódico que no se trataba del discurso de nuestro rey el día de nochebuena, refiriéndose a esta película. Casi me dan ganas de no ir a verla. Todo venía porque se estrenó en esa semana precisamente.

Pero fui.

¿Qué nos cuenta esta peli? Pues nos cuenta la historia de Jorge VI, rey de Inglaterra, el padre de la actual reina Isabel II. Este hombre, tenía un defecto, que para un personaje público, la verdad es que era un problema: era tartamudo. Con el apoyo de su mujer, intentó por activa y por pasiva solucionar ese inconveniente que le amargaba y le complicaba su labor como cabeza visible de todo un imperio.

Jorge no era además el destinado a reinar. Lo era su hermano Eduardo. Sí, ese que se casó con la Sra. Simpson, y tuvo que abdicar, al ser ella divorciada y no ser compatible su posición personal con ser dirigente de la Iglesia anglicana. Por cierto, aquí lo pintan como un hombre bastante disoluto e irresponsable, al igual que su mujer, muy lejos de la imagen que nos han dado otras películas de él, en el que se le encumbraba por dejarlo todo por amor.

Y como Eduardo abdicó, Jorge fue coronado rey.

Después de visitar a todos los especialistas habidos y por haber, la mujer de Jorge, la que luego ha sido “la reina madre” hasta hace pocos años que murió, encuentra a un hombre un poco extravagante, que dice que puede curar a su marido. Y a él se encomiendan los dos.

El rey es Colin Firth, y el profesor es Geoffrey Rush. Tranquilo que el amigo Geoffrey está contenido.

Diréis: esta será una peli de esas típicas inglesas de época… época cercana eso sí. Y sí, es cierto, es una peli de esas. Una peli en la que la ambientación es importante, así como esos detalles que te forman una idea del entorno en el que se desenvuelve la película, de su tiempo, de sus costumbres… y eso está bien, si no se abusa. En esta película no se abusa.

Pero es más. Es también el encuentro de dos mundos antagónicos, el del rey, y el de un hombre sencillo, con un trato muy cercano con sus hijos, que choca rotundamente con el trato que se intuye que tuvo el padre de nuestro protagonista con su padre, Jorge V. Choca dos caracteres opuestos, el mal genio del personaje de Colin Firth, debido en gran medida a la frustración por su problema, pero mal genio de todas formas, con el de Geoffrey Rush, afable, alegre, un poco loco… pero sin pasarse.

Vale, vale, esto también lo hemos visto muchas veces.

Y también trata de la superación. Pues sí, muchas películas hablan de la superación de los problemas, para llegar al éxito.

NO, no es una película de intrigan, porque quien haya estudiado un poco de historia, sabe que Jorge VI, cuyo reinado empezó un poco antes de declararse la II Guerra Mundial, fue conocido y muy querido por su pueblo, por la cercanía que les demostró en esos tiempos difíciles, y por sus discursos radiofónicos en los que arengaba a su pueblo para superar las dificultades que suponía, por ejemplo, los bombardeos diarios por la aviación alemana de sus ciudades más importantes, dándoles esperanza, cuando era difícil pensar que los aliados pudieran ganar la guerra.

Pues diréis… ¿para qué ir a verla? Total si…

Y yo os contesto, querido público: hay que ir a verla.

¿Por qué? Me preguntas tú, ése del fondo que nunca habla… puedes hablar, que no me como a nadie… (que más quisiera, sabes, nadie se deja comer por mí… ains. Huy, que no era eso de lo que hablábamos, me despisto).

Porque tiene dos actores en estado de gracia, Colin Firth y Geoffrey Rush, a parte de Helena Bonham-Carter, de Guy Pearce, de Derek Jacobi acompañándoles, que están todos muy bien, y otros actores en papeles de reparto también muy acertados.

Porque ves la historia sin sentirlo, disfrutando de los momentos de humor, de los de frustración, sintiendo como los personajes, todo acompañado de una acertada selección musical.

Porque es interesante ese conflicto de identidades entre los dos protagonistas, y como van acercándose poco a poco.

Y porque a mí me ha encantado.

Y porque tiene un porrón de nominaciones al Óscar.

No, no es una película arriesgada en ningún sentido. Es muy clásica en su concepción y en su estructura. Es muy británica, en el sentido que controla las emociones. En el sentido de la ambientación, también es muy británica. Pero todo esto, no tiene que ser necesariamente algo malo. Claro, si está bien armado, si las piezas están bien ensambladas. Que en mi opinión, lo están.

Es candidata a los Óscar en multitud de categorías, y sus actores a los premios de interpretación. Si los ganan, creo que lo serán justamente. Ojala que Colin Firth sea uno de los que gane. Ya ha ganado un globo de oro, buen comienzo. Me gustaría, ya que no se lo dieron por “Un hombre soltero” el año pasado. Y tanto en ésta como en aquella película, sus interpretaciones me han parecido inmensas.

Venga, va, el tráiler.

Ya tenemos post ganador.

La votación acabó.

35 + 1 votos. Yo también he votado, sip. Y para ser congruente conmigo mismo, voté por el post-relato que incluí yo en la lista «La otra fiesta en el parque». Y menos mal que lo voté yo… jijijijijiji.

Y el post ganador ha sido… tachan tachan…

«Silencio».

Silencio ha tenido el 28% de los votos.

Así pues, este es el post elegido para que, si dugutigui no se ha arrepentido, lo cuelgue en su blog.

Pero yo he decidido que, el segundo y el tercero, también merecen una segunda vida de protagonista. Así que, veamos que post van a protagonizar otra vez la portada de este blog.

En segundo lugar, ha quedado, BUENO, BUENO AHORA QUE ME FIJO… ha habido empate entre el segundo y el tercero… con el 22% de los votos:

«La importancia de un segundo»

Y remontando con los últimos votos, con el 22 % de los votos:

«¿Eres gay?»

Así que, repondré estos dos post.

Muchas gracias por haber votado y participado en este «juego». Y muchas gracias a dugutigui por la idea.

Y hala ¿Un poco de música? para relajar la tensión de las votaciones… jijijiji. Cualquiera diría que estas votaciones son las autonómicas de mayo… jijijijiji.

Actualización:

dugutigui ya ha colgado el post en su blog. Si queréis ver como luce, pinchad aquí.

Alejandro Rodríguez se da una vuelta por «El rincón».

Pero no, no me ha invitado a tomar café. Vale, vale, no cumplo con mi palabra. dije que si no me invitaban a café los hombres que invitaba a formar parte del plantel de modelos de este blog, no les sacaba más de dos veces. Y creo que Alejandro con ésta ya va a salir al menos 4 veces. Pero soy un buenazo… decídlo sí… en fin.

El caso es que… ahora que pienso, si alguno que llega a este blog buscando a estos modelos y me lee sin conocerme, ejem, ¿qué idea sacarán de mí? jijijijijiji.

Pues eso, os invito a disfrutar de los trabajos de Alejandro Rodríguez.

Y como siempre digo, si alguien tiene fotos de él, o de los demás modelos que son fijos aquí, pues me los mandáis así no ando buscando, sería un detalle… en fin.

Si queréis ver las fotos que he colgado antes de Alejandro:

Vuelve Alejandro Rodríguez

El cumple de Alejandro Rodríguez

Alejandro Rodríguez – modelo.