Semana del libro: «Thomas el oscuro» de Maurice Blanchot, por Borja Rivero.

Thomas el oscuro, Maurice Blanchot. Editorial Pretexto.

Sólo un fragmento y que cada cual piense en ello o simplemente disfrute:

 “Thomas se quedó leyendo en su habitación. Estaba sentado, con las manos enlazadas sobre la frente, los pulgares apoyados contra la raíz de los cabellos, tan absorto que ni se inmutaba cuando alguien abría la puerta. Los que entraban, viendo el libro abierto siempre por las mismas páginas, pensaban que fingía leer. Pero leía. Leía con cuidado y una atención insuperables. Estaba, ante cada signo, en la situación en que se encuentra el macho cuando la mantis religiosa va a devorarle. Uno y otra se observaban. Las palabras, extraídas de un libro que cobraba una fuerza mortal, ejercían sobre la mirada, que las tocaba, una atracción dulce y placentera a la vez. Una a una, como un ojo medio cerrado, se dejaban penetrar por la intensa mirada que en otras circunstancias no habrían soportado. Thomas se deslizó, pues, por aquellos pasillos, indefenso, hasta que fue sorprendido por la intimidad de la palabra. No era para alarmarse todavía, al contrario, era un momento casi agradable que le hubiera gustado prolongar. El lector consideraba felizmente aquella chispa de vida que no dudaba haber avivado. Se veía con placer en aquel ojo que le veía. Su placer se hizo incluso demasiado grande. Se hizo tan grande, tan implacable, que lo soportó con una especie de terror y que, incorporándose, momento insoportable, sin recibir de su interlocutor ningún signo cómplice, percibió toda la extrañeza que había en ser observado por una palabra como por un ser vivo, y no únicamente por una palabra, sino por todas las palabras que habitaban aquella palabra, por todas aquellas que la acompañaban y que, a su vez, contenían en sí mismas otras tantas palabras, como una procesión de ángeles desplegándose al infinito hasta el ojo de lo absoluto. Lejos de apartarse de un texto tan bien defendido, se entregó con todas sus fuerzas a apropiárselo, rehusando obstinadamente retirar la mirada, creyendo ser todavía un lector profundo, cuando ya las palabras se apoderaban de él y comenzaban a leerle. Estaba atrapado; moldeado por manos inteligibles, mordido por un diente rebosante de savia; penetró, con su cuerpo vivo, en las formas anónimas de las palabras, entregándoles su sustancia, fundando sus relaciones, ofreciendo a la palabra ser su ser. Durante horas permaneció inmóvil, con la palabra ojos, de cuando en cuando, en el lugar de los ojos: estaba inerte, fascinado y desnudo. Incluso más tarde, cuando entregado a la contemplación del libro se reconoció con desagrado bajo la forma del texto que leía, estaba convencido de que en su persona, privada ya de sentido, habitaban palabras oscuras, almas desencarnadas y ángeles de palabras que le exploraban afanosamente, mientras encaramadas sobre sus hombros la palabra El y la palabra Yo iniciaban la masacre.”

Semana del libro: «En tiempo de prodigios» de Marta Rivera de la Cruz.

Veamos… hablamos de libros. Y hoy me toca a mí.

Soy de los que piensa que el arte, la música, el cine, la pintura… debe moverte algo dentro de ti. Creo que lo he dicho últimamente varias veces. Marta Rivera de la Cruz, suele conseguirlo casi siempre conmigo. Lo hizo primero con “La importancia de las cosas”. Y lo ha hecho con “En tiempo de prodigios”.

Esta novela es una de esas que vienen a llevar la contraria aquellos que dicen que no hay novela premiada que sea decente, y menos si es con el premio Planeta. No, no ganó, pero fue finalista el año que lo hizo Álvaro Pombo. Yo os recomendaría que si tenéis que elegir, leyerais los finalistas, que no suelen ser tan conocidos y que te sueles llevar grandes sorpresas. Carmen Amoraga y su “El tiempo mientras tanto” es otro buen ejemplo de ello.

Pero hoy le toca a Marta Rivera de la Cruz y su “En tiempo de prodigios”.

Son dos historias paralelas. La de Silvio, un abuelete abandonado por su familia en su casa señorial de una de las calles fetén de Madrid, la calle Velázquez. Y Cecilia, una amiga de una de sus nietas, que es convencida por ésta, para que vaya de vez en cuando a “aguantar al abuelo un rato”, para charlar y eso. Cecilia es dibujante, ilustradora y vive en Lavapiés.

La vida de Silvio, ese abuelete que parecía aburrido, resulta ser una de esas historias apasionantes, con viajes, con vidas paralelas, con matrimonios sin amor y amores no correspondidos, pero efectivos… vivimos a través de él la guerra civil española, la II guerra mundial con sus espías, sus intrigas, la situación de unos músicos judíos polacos muy reconocidos en el mundo cuando Alemania invadió Polonia… Interesante…

Pero la historia que me removió por dentro, es la de Cecilia. Cecilia y su madre, a la que perdió hacía unos meses.

Llegué a la casa de mi padre la tarde del 23 de diciembre. Mentiría si dijese que el corazón no se me encogió en cuanto abrí la cancilla del jardín y recordé otras vísperas de navidad, cuando había recorrido el mismo camino empedrado hacia la casa, bajo la sombra protectora de los robles centenarios.”… “Mi madre nunca dejó de salir a la puerta a recibirme, ni siquiera en los últimos dos años, cuando ya necesitaba las muletas para caminar, y sus pasos eran lentos y cortos como los de un niño. Vuelvo a ver la expresión radiante de su cara cuando entrábamos diciendo en voz alta, “Feliz Navidad, Feliz Navidad” cuando nos abrazaba para prolongar los momentos dichosos que íbamos a vivir en los días siguientes.

 Soy bobo, porque ahora mismo, estoy con mis gafas salpicadas de esas jodidas saladas que se escapan cuando menos conviene. Y mira que llevo 5 meses desde que lo leí para que se me pasara la congoja…

Su madre no es la mía, pero… Yo no tengo nada que ver con Cecilia, pero… hay algo en la forma de narrar de esta mujer, que te acaba llegando al corazón. No son las mismas historias que las de los que lo leemos, pero hay una esencia de la que sabe dotar a los personajes, a las situaciones, que hacen que te alegres, o que se te encoja el corazón, según toque. Luego hay otro párrafo, y posiblemente después de copiarlo, me vaya a refrescar la cara.

 Me recibió mi hermano, que intentaba parecer alegre. Es el más joven de los tres, y desde que mi madre no está, se ha echado sobre los hombros la tarea de proteger a mi padre de las sombras de la pena. No se lo he dicho nunca, pero creo que lo que hace tiene un valor extraordinario. De los tres hermanos, él es el menos afortunado: por haber nacido el último vivió con mi madre cinco años menos que yo.

Bueno, recompuse el gesto. Sabes, de estos párrafos hay cosas que algún día intentaré hablar. De los padres, de los hermanos pequeños, de las pérdidas, de las añoranzas, de las cosas no dichas, de como a veces nos engañamos sobre alguien y debemos esperar a que nos dejen para darnos cuenta de la verdad, y de cuanto les debemos, sobre todo cuando ya no tenemos su pantalla protectora.

Y Cecilia no es un personaje perfecto, para nada. Ni Silvio en su papel de héroe de guerra, o con esa historia de película. Cecilia está perdida, su madre se fue y rememora una y otra vez sus últimos días en busca de algún detalle que hubiera podido mejorar, deja a su pareja sin una causa muy clara, busca algo con que sustituir a su chico pero… yerra en las formas, en el cuando, en el quién… , se equivoca juzgando a la gente; cuando a ella no le gusta que la juzguen, ella lo hace sin piedad. Lo hace con un vecino al que juzga con severidad, después de una confidencia de noche de alcohol y complicidad. Dicta sentencia sobre sus errores del pasado y no cree que haya expiado su culpa, ¿Lo hacemos en algún momento… expiar nuestros errores? ¿O somos culpable para siempre?

La verdad es que en un principio parecía la historia de aventuras de Silvio la más interesante. Me acabo de dar cuenta de que si no fuera por la historia de aventuras, la historia de Cecilia hubiera sido una emoción continua, hubiera sido difícil de digerir. Si no fuera por esa estructura que le dio a la novela su autora, quizás las dos historias hubieran sido inasumibles. El contraste, la mezcla, las hace a las dos interesantes, y el racionamiento de sentimientos, admisibles. Y como además, Marta Rivera de la Cruz escribe de esa forma tan natural, muy sencilla, sin grandilocuencias, pero llegándote dentro, sus personajes son tan humanos, tan cercanos… tan de chocarte con ellos en el Eroski…

Estoy releyendo esta reseña, y me río solo… no se parece en nada a como me la había imaginado. He tenido cinco meses para hacerlo. Y el caso es que me gustaba más la que tenía en la cabeza. Pero ya está escrita ésta, así que me aguantaré con ella.

En fin.

Datos del libro manejado:

 

Autora: Marta Rivera de la Cruz.

Editorial: Planeta.

Edición de bolsillo: Booket.

Finalista del Premio Planeta 2006.

1ª edición: 2006.

Semana del libro: «Momo» de Michael Ende, por Didac.

MOMO por Dídac y tal…………..

Al principio apenas se nota. Un día, ya no se tienen ganas de hacer nada. Nada le interesa a uno, se aburre. Y esa desgana no desaparece, sino que aumenta lentamente. Se hace peor de día en día, de semana en semana. Uno se siente cada vez más descontento, más vacío, más insatisfecho con uno mismo y con el mundo. Después desaparece incluso este sentimiento y ya no se siente nada. Uno se vuelve totalmente indiferente y gris, todo el mundo parece extraño y ya no importa nada. Ya no hay ira ni entusiasmo, uno ya no puede alegrarse ni entristecerse, se olvida de reír y llorar. Entonces se ha hecho el frío dentro de uno y ya no se puede querer a nadie. Cuando se ha llegado a ese punto la enfermedad es incurable. Ya no hay retorno. Se corre de un lado a otro con la cara vacía, gris, y se ha vuelto uno igual que los propios hombres grises. Se es uno de ellos. Esta enfermedad se llama aburrimiento mortal”

Momo sintió un escalofrío.

Al final llego al convencimiento que los hombres grises existen, unos les llaman mercados, otros políticos, otros vete a saber. Pero están ahí, ordenando nuestra vida de manera que vivimos en un esquema de obligado cumplimiento, perdemos la calle, la espontaneidad, las ganas de emplear el tiempo en conocerse en conocernos, y ese tiempo de una sola vida, acaba en el cigarro habano de un hombre gris, que también es conocido como mercados o políticos.

Se hace necesario empezar a jugar con Momo, a visitarla en sus ruinas, ese será uno de los tiempos mejor empleados, escuchando a Beppo o a Gigi, María y su hermanito Dedé, intentando que Casiopea nos diga que puede ocurrir, no dejando de ser esa parte de niños que siempre nos acompañará. Creo que el MAESTRO HORA ya vio en sus gafas de visión total, que nos roban el tiempo y también el porvenir con un nuevo invento que los actuales hombres grises han puesto ya en práctica, se llaman Recortes . Nuestro tiempo es uno de nuestros tesoros, quizás haya llegado el momento de replantearse si nos lo están robando.

TITULO. Momo o la extraña historia de los ladrones de tiempo y de la niña que devolvió el tiempo a los hombres.

AUTOR: Michael Ende

EDITORIAL: Alfaguara EDICIÓN MANEJADA : Vigesimocuarta, Octubre de 1985, las ilustraciones del libro son obra del autor Michael Ende

Semana del libro: «El extranjero» de Albert Camus, por Borja Rivero.

El extranjero, Camus. Editorial Alianza.

Camus sabía quienes éramos nosotros y por eso escribió El extranjero. Es una historia extraña, carente de un argumento poderoso, en realidad son todo sucesiones de acontecimientos que se insertan en la reflexión profunda del protagonista. Es él, el protagonista, el que se siente extranjero, ajeno, fuera de lugar. Es el hombre absurdo que no sabe ser y no entiende un mundo lleno de banalidades, de preceptos inculcados en sí mismo. No sabe de dónde han salido sus ideas pero cree entender que son falsas y por eso hace lo que hace sin remordimiento. ¿Qué es la moral? ¿Qué es lo bueno y lo malo? El protagonista es el único que se da cuenta de cómo son los demás, de lo absurdo del mundo construido a su alrededor, pero es la sociedad quien ha creado este personaje y él es un monstruo. Camus sabía quienes éramos, por eso escribió este libro, para avisarnos de lo que iba a venir. ¿Ha llegado ese momento? ¿Estamos perdidos?

Semana del libro: «Confesiones de una máscara» de Yukio Mishima, por Pucho.

CONFESIONES DE UNA MASCARA  ( Yukio Mishima )
«Todos dicen que la vida es un escenario, pero la mayoría de las personas no llegan, al parecer a obsesionarse por esta idea, o  al menos tan pronto como yo. Al finalizar mi infancia estaba firmemente convencido de que así era, y que debía interpretar mi papel en ese escenario sin revelar jamás mi auténtica manera de ser. Como esa convicción iba acompañada de una tremenda ingenuidad, de una total falta de experiencia, pese a que existía la constante sombra de duda en mi mente que me hacía sospechar que quizá no estuviera en lo cierto, lo indudable es que todos los hombres enfocaban la vida exactamente como si de una interpretación teatral se tratara. Creía con optimismo que tan pronto como la interpretación hubiera terminado bajaría el telón y el público jamás vería al actor sin maquillaje. Mi presunción de que moriría  joven  era otro factor que colaboraba a mantener esa creencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, ese optimismo, o, mejor dicho, ese sueño en vigilia, concluiría en una cruel desilusión «.
( Traducción de Andrés Bosch a partir de la versión en inglés )

Para mi tiene algo especial esta novela, normalmente leemos libros creados por escritores que imaginan personajes, pero aquí parece al contrario, el personaje resulta ser lo  real y el escritor el personaje.
«Confesiones de una máscara » es un relato  autobiográfico puramente sincero y valiente, es la voz interior de un ser humano que nos habla, sin esconderse en complicidades ni justificaciones, sobre esa distancia, a veces infinita, entre la imagen que damos de nosotros mismos y lo que verdaderamente somos y sentimos.
A partir de esos primeros recuerdos de infancia, que le hicieron intuirse extraño a los ojos de los demás, vamos descubriendo a un chico de sensibilidad compleja, diferente a cuantos le rodean, que va tomando conciencia de su propia sexualidad y que poco a poco se va ocultando tras una máscara para intentar ser aceptado por los otros y  aceptarse también a si mismo, y lo hace hasta el punto de  llegar casi a convencerse de que su personaje es lo real y lo falso sus verdaderos sentimientos, llegar a convencerse incluso, de que besar a una mujer, hará desaparecer su deseo por los hombres.

 «Sonoko estaba ya en mis brazos. Respiraba deprisa y cerraba los ojos firmemente.
Sus mejillas estaban encendidas como una brasa, pero sus labios, infantiles y bellos, no me despertaban deseo. Yo tenía, sin embargo, la esperanza de que en cualquier momento iba a suceder algo, la esperanza de que cuando la besara aparecería mi normalidad, mi amor, sin falsedades. (….)
Cubrí sus labios con los míos. Pasó un segundo. No sentí la más leve sensación de placer. Pasaron dos segundos. Yo seguía igual. Pasaron tres segundos…Y comprendí todo.
Me aparté de ella y la contemplé unos instante, con una mirada triste. Si en ese momento Sonoko me hubiera mirado a los ojos, habría leído las señales de mi amor indefinible por ella. Se trataba de un amor del que, digamos, nadie osaría afirmar que era o no posible en un ser humano. Pero ella, abrumada por el pudor y la satisfacción más pura, permanecía de pie con la vista baja como una muñeca.
En silencio, la tomé del brazo como si fuera una enferma y echamos a andar hacia las bicicletas «.
 ( Traducción de Rumi Sato y Carlos Rubio del japonés original )

Después de la publicación de esta novela, con tan sólo 24 años, Yukio Mishima pasa de ser una joven promesa, apenas conocida en los círculos literarios de su país,  a  convertirse en un escritor famoso. Fue tan sólo el inicio de una brillante carrera plagada de éxitos profesionales.
Pero el discurrir de su vida y su triste final nos cuenta otra historia, esa historia nos habla de un hombre que después de  quitarse la máscara ante el mundo jamás consiguió abandonar del todo el escenario. Que parte era real y que parte personaje es difícil decirlo. Quizás fue víctima del mundo que le tocó vivir, o tal vez de si mismo y de su propia literatura. Lo indudable es que jamás disfrutó de esa vida  real sin falsedades que tanto deseaba. Después de que su madre enfermase y ante la perspectiva de que le quede poco tiempo de vida, decide casarse con una mujer y formar una familia para darle una última alegría. Ironías de la vida, al final la madre sobrevivió al hijo.
 Con 45 años, Pocos meses antes de su suicidio, deja escrito » cuando reviso con el pensamiento mis últimos 25 años, su vacío me llena de asombro. Apenas puedo decir que he vivido. «
Yo creo que más allá de su indudable talento literario, su sexualidad compleja y de sus controvertidas ideas políticas, este personaje plantea una reflexión vital a cerca de la propia existencia . Una reflexión que invita a pensar sobre como conseguir ser protagonistas de nuestras propias vidas y ser ante todo nosotros mismos. En  aquello que tendríamos que hacer para que, al llegar al final de nuestros días, podamos echar la vista atrás y sentir que de verdad hemos vivido.