Amor con distancias (I)

Adrián cerró el messenger.

Eran las 5 de la mañana. Y unos minutos. Dentro de tres horas debería levantarse para ir al trabajo. Y debería haber dejado la conversación hacía ya unas cuantas horas. Debería.

Llevaba ya unos meses en que debería haber hecho muchas cosas. Pero nada de lo que su razón le indicaba que debía hacer, nada, era lo que el corazón y todo él le pedían hacer.

No recordaba cuando comenzó. ¿En febrero? Puede ser. Llevaba ya tres meses escribiendo un blog. Un día le dio por ahí. Llevaba ya unos meses absolutamente enganchado a ellos. No comentaba en ninguno, no se atrevía. Pero ese día, estaba tan mal que, se lanzó. Y empezó a comentar a todos los que leía, y algunos de los nuevos. Y para finalizar la gran traca, también a altas horas de la madrugada, creo el suyo propio… “Un rincón donde patalear”.

Y empezó a escribir casi diariamente. Unas veces tristezas, otros días locuras, para olvidar las frustraciones, y otros días sencillamente ponía un vídeo.

Muchos a los que comentó, llegaron a su blog, y empezaron a comentarle. Parecían majos casi todos. Incluso a algunos empezó a tratarles, primero por mail y después por el messenger. Con muchos se sentía identificado, en muchas de las cosas que pasaban por su mente. Con otros, por lo menos podría hablar de hombres, cosa que no podía hacer con casi nadie en donde vivía. Por no decir con nadie. Lerma, el pueblo de Burgos donde vivía, no era el mejor sitio para ser gay. Por lo menos, el no se atrevía a vivir como tal.

Y ese día de febrero… ¿qué día fue exactamente?… Por más que intentaba recordar el día del primer comentario de Álvar. No se había fijado nunca en su blog. Pero ese día, al final, acabó leyéndolo entero. Y para variar, también le dieron las 3 de la mañana.

Pues no se iría a la cama sin comprobar qué día fue ese. El 3 de febrero. Tras buscar día por día en su blog, lo encontró. El 3 de febrero.

Y ese día, a partir de ese día, mejor dicho, empezó a cambiar su vida. Le siguió todos los días. Todos los días se comentaban en sus respectivos blogs. Y al final, un día recibió un mail de él. Parecía que habían pasado siglos desde el primer comentario hasta el primer mail, pero a penas fueron 10 días. El 13 de febrero.

Pensando en ese día, no pudo por menos que empezar a sonreír. Recordaba los casi 15 mails que cada uno mandó al otro. Fueron horas y horas. Porque no eran mails cortitos, no. Eran largos. Pasó toda la mañana en su negocio leyendo y escribiendo mails.

Pero nada sabía aún de Álvar. El nombre le gustaba, era un nombre muy castellano. Y poco común. Parecía como si estuviera cerca de él. Y eso le gustaba. Podría incluso llegar a conocerle un día. Y quien sabe a lo que le llevaría esto. Porque la confianza que había entre ellos, la complicidad, parecía indicar que, eso era posible.

Y al final de la jornada, llegó un mail en el que se le invitaba a hablar por el messenger con Álvar. Ya había cerrado su negocio de maquinaria agrícola, así que, salió corriendo hacia su casa. Apenas 5 minutos después, ya tenía su ordenador en casa encendido, y con el messenger abierto. Ahí encontró el mensaje típico para anunciarte que, te habían agregado y si aceptabas. Le dio al aceptar, sin siquiera mirar quien le había agregado.

Y allí estaba él. Conectado.

No le dio tiempo a pensar nada, ya tenía un saludo largo y chispeante. Abrió completamente la ventana y vio el patito amarillo como foto. El solía tener una foto de la Playa del Sardinero de Santander, donde había pasado bonitos verano con sus padres, cuando él era pequeño.

Y hablaron.

Y hablaron.

Y sabes, sin saber ni siquiera como era Álvar físicamente, ni nada de él, ni en donde vivía, ni si estudiaba y trabajaba, se sintió todavía más atraído por él. Parecía un poco más joven que él, por la forma de hablar, pero eso le daba igual. Se sentía cómodo, se reía, y él, parecía estar cómodo con él, y se reía… y por la velocidad de respuesta parecía que ninguno de los dos estaban manteniendo otras conversaciones paralelas. Y Álvar le confesó que tenía al menos 100 contactos activos en el messenger.

Siguieron días así. Hablando todo lo que les permitían sus ocupaciones. Escribiendo en el blog, comentándose. Los dos olvidaron las demás bitácoras que visitaban.

Un día, un par de semanas después, se decidió a poner una foto suya. No es que tuviera ningún problema en ponerla, pero como Álvar tampoco la ponía, pensó que, si la ponía le obligaría y no quería que eso sucediera. Cuando apareció Álvar en el messenger, vaya, también tenía puesta una foto. Los dos pensaron lo mismo.

Y se quedó perplejo.

Lo que veía era, la foto de un chaval. Nunca hubiera pensado que, Álvar, tuviera… es que aparentaba… no tener más de 18 años.

La sorpresa parecía mutua.

Álvar tardó en abrir ventana.

Al final, lo hizo.

Adrián no se atrevía.

Y Álvar, después de su habitual forma de saludo, le dijo algo así como…

– Parece que nos hemos puesto de acuerdo para poner una foto…

Y Adrián contestó…

– Pues sí… jajajajaja… y ¿hemos puesto los dos una foto nuestra?…

Y Álvar, tardó en contestar unos segundos que, parecieron siglos….

– Yo sí que he puesto una foto mía… me la hice ayer… me la hizo un amigo en el Puerto

Y Adrián, tras unos segundos… contestó sin mucha alegría…

– Pues entonces sí, hemos tenido la misma idea… la foto que he puesto es mía, me la hice en la excursión a Covarrubias que hice el otro día… ¿te acuerdas que te conté?

Y Álvar volvió a demorarse en la respuesta…. pero esta vez más… mucho más… Adrián no dejaba de mirar la ventana, esperando que llegara una frase de Álvar… y no dejaba de darle vueltas a la situación… Y no dejaba de pensar en que… en que… y no dejaban de llorar los ojos… porque se había enamorado de un chaval de no más de 18 años… y él…

– ¿Te puedo hacer una pregunta?

– Claro – escribió Adrián – siempre he contestado a todas tus preguntas.

– Vale, es cierto… ¿Cuántos años tienes?

Y era una pregunta inocente. Pero ahora, lo que veía en el recuadrito de la foto del messenger, daba una importancia tremenda a la pregunta… y todavía más a la respuesta…

– Tengo 37 años.

El silencio se volvió a adueñar del messenger. Al final, Adrián se atrevió a preguntar…

– Álvar… ¿y tú? ¿Cuántos tienes?

Tardó en contestar. Parecía que se había ido. Incluso Adrián comprobó que la conexión estaba bien, y que Álvar seguía conectado.

– Tengo 16 años.

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Amor con distancia (Final)

Dos cantantes, un concurso, un ganador.

Uno de estos chicos ganó American Idol. El otro quedó finalista.

¿Quién creeis que fue el ganador? ¿Cual os gusta más?

La canción es muy difícil. Y está cantada de una forma que, seguro, le hubiera gustado a Freddy Mercury.

Son estos chicos como los de OT de este año. Y si les veis en alguna entrevista, igual de «sencillos» que los de aquí.

 

Y tienen un gozo en el cuerpo… ¡¡gozo!!

 Ya se jugó la Champions.

Y por si alguien no se ha enterado, el Manchester perdió, y el Barcelona ganó.

Para algunos, seguro que es una mera excusa para salir de fiesta, para beber con los amigos, y hacer nuevos rodeando a una botella de litros. Pero para otros, no. Para otros es un momento verdaderamente especial.

Hemos podido ver, y seguiremos viendo celebraciones multitudinarias. Personas verdaderamente felices. Que no es que se hayan alegrado mucho por que su equipo de fútbol gane, sino es que parece que están en éxtasis.

Me les imagino con ese estado interior, ese subidón que te da cuando te llega una buena noticia, o has aprobado la carrera, o te han renovado el contrato de trabajo. Ese gozo interno que te hace pensar que todo en la vida es posible en esos momentos.

5 minutos después de acabar el partido, pasé en coche por la Plaza de España, en Burgos. Ahí hay una fuente que todos llamamos de los delfines. Vale, sí, somos originales, la llamamos así, porque tiene delfines. Es la fuente de celebración de Burgos. Van los del Madrid, cuando toca. Los de la selección, cuando toca. Y los del Barcelona, no iban a ser menos. Incluso los del Burgos, cuando han tenido algo que celebrar, también van allí. No, no, la defunción de los 3 equipos de fútbol que cerraron por quiebra, esos no se celebraron en esa fuente.

Pues ya en ese momento, 5 minutos después del pitido final, había como cien personas allí. 20 de las cuales, estaban en el agua. ¿Sabéis el frío que hacía en Burgos? ¿El aire asqueroso del norte que soplaba? Y ahí estaban, vestidos y empapados. Al grito claro, de ¡Campeoooooones, Campeooooooooooones!!! ¡¡Ohé, ohé, ohé!!

Pero solo puedo imaginar lo que sienten. Empatizar un poco con ellos, y durante un momento sentir ese subidón. Y a veces, no puedo negarlo, tengo envidia…  debe ser estupendo vivir esa experiencia, olvidarte de todo, y gozar… porque tu equipo de fútbol ha ganado. Bebes, te diviertes, te abrazas con amigos y desconocidos… ríes, lloras de felicidad… ¡¡ha ganado tu equipo!! Y tienes cosas de las que hablar, al menos, durante 4 meses. Tienes disculpa para trabajar a medio gas al día siguiente, tienes disculpa para no haber hecho la comida… no necesitas poner la excusa a tu pareja del dolor de cabeza… ¡¡¡es que ha ganado tu equipo!!

Y es que tanta gente disfruta con ello…

¡¡ayyyyyyyyyyyyyyy!!!!

Es que tener un orgasmo de felicidad ahí, en el agua, con un frío que pela… debe ser una experiencia inenarrable. Y como es inenarrable… no la podré narrar…

Soy raro… ¿verdad?

  

Empiezo en Madrid… y acabo… ni se sabe.

¡Qué estuve en Madrid el finde pasado!

Un finde sin escuchar males, quejas. Sin ver a familia ni a gentes del trabajo. Sin tener que hacer la compra. Sin pensar en las miles de cosas que tengo que hacer, y no me da tiempo, o no tengo ganas.

¡¡ayyyyyyyyyy!!!!!

Vi encima a algunos amigos. Conocí a Alex sin sentido, aunque no le pude poner nervioso en Chueca… jijijiji. Ni me pagó la tarta que me debe… en fin. Todo ello se lo guardo para la próxima.

Probé un restaurante nuevo (gracias rem por la recomendación… espero alguna recomendación más… y que a la próxima me lleves tú…), cené un bocata de jamón estupendo y baratísimo, volví a un italiano que me suele gustar, y me gustó otra vez, escribí sin distracciones, así que me está saliendo una historia larga… larga… jijijiji. Leí en mi Starbucks preferido, paseé por Madrid hasta que caí agotado… comprobé una vez más que Iago no me quiere… menos mal que otros sí… ains.

No puede ver a todos los amigos que quería. A Sonia se me olvidó citarla, perdóname, dentro de unos días espero tomar un cafecito contigo, y espero que se unan algunos otros blogueros, viejos amigos, y nuevas incorporaciones.

Un finde tranquilo… con buenas conversaciones… buena compañía… un finde de relax. Un finde que me ha sentado de puta madre. Sí señor.

Y ayer… es curioso, hablando con uno de los amigos que vi en Madrid, hablaba del cierre de mi cuenta de Google. Y comentaba el hecho curioso de que el blog antiguo sin palabras, todavía se podía ver… Era lo único de mi cuenta antigua de tatojimi que estaba visible. Y mira por dónde, creo que fue decirlo en voz alta, y desaparecer. Ayer comprobé que, ya tampoco estaba accesible. Yo que iba con la intención de copiar un post que escribí, uno de los últimos, con una música determinada que no tengo  apuntada, y resulta que… ya no está tampoco. Pues me ha recordado la rabia que sentí cuando perdí todo lo que había acumulado y creado durante tantos meses. Ya hace más de dos meses que pasó todo aquello, y no hay noticias. Los indicios apuntan a que nunca más lo recuperaré. Pero no hay respuesta de Google al respecto.

Fuera por la causa que fuera, el caso es que, no puedes alegar, no puedes saber, no puedes ni defenderte, en caso de que haya algo de qué defenderse, que no lo creo. Y no soy mucho de seguir dándole vueltas. Es mucho el tiempo que perdería investigando por dónde podría buscar alguna respuesta. Y encima, sería en foros en inglés, muchos de ellos. Porque eso es lo malo que tiene Google también, que según vas pidiendo más información, o más completa, ya todo está en inglés. Y eso me agota.

En uno de mis paseos por el Foro, vi la convocatoria a una manifestación convocada por  los amigos y familiares de un chico al que mataron hace unas semanas de forma brutal. No he podido saber las causas, porque luego se me ha olvidado el nombre del chico y no he podido buscarlo. Pero, me ha recordado, el chico que mataron hace un par de semanas en Burgos, de una paliza, porque el chico no quiso dar un cigarrillo a unos chicos. Chicos de 18 años todos ellos. Recuerdo también otro caso parecido de otro chico al que mataron en Burgos, hace unos meses. Chicos muy jóvenes, como joven era el fallecido. Poto en su blog, habla también de la paliza que le dieron a un chico… porque sí. Y como uno que pasaba por allí, sin saber nada de nada del tema, se puso también a pegarle. Y como había mucha gente mirando. Y como la policía no llegaba. ¿La llamaría alguien?

La semana pasada me pasee por algunos blogs, digamos con un espíritu un poco contrario a los gays. Y la verdad es que me asusté un poco de comprobar la ira que destilaban algunos de los que comentaban, en contra de los gays. Las manipulaciones de las que hacían gala. Y la censura que tienen instaurada en esos blogs, eliminando comentarios de las personas que no piensan como ellos.

¿Por qué toda esta violencia física y verbal? Unos tienen esa violencia contra los gays… ¿A ellos que les va ni les viene que otros tengan una opción sexual distinta a la suya? Otros tienen esa violencia contra… contra el que se cruce en su camino y no le caiga bien. O no le guste la sudadera que lleva, o las zapas. O porque no le da un cigarrillo… ¡¡un cigarrillo!!, que viene a ser, más o menos, te pego porque me da la gana. Y si palmas… “mira chico, mala suerte”.

Podemos recordar los chicos esos de “buena familia”, o sea, sin venir de una familia desestructurada, que parece que da al menos un camino para “disculpar” al agresor, que patearon a una “sin techo” y la prendieron fuego. Pero no,… no querían matarla. Esos chicos que pegan a sus compañeros de instituto y lo graban en sus móviles.

Podemos pensar que todo esto es un mal de la juventud… pero en esos blogs o foros o lo que fueran dónde se atacaba a los gays con saña, no eran muy jóvenes precisamente. Incluso algún sacerdote estaba por allí. ¿Dónde queda lo del amor al prójimo de lo que hablaba Jesús con tanta insistencia?

Porque cuando ves conducir a mucha gente con brusquedad, obligándote casi a apartarte de la carretera para dejarles pasar, y te fijas en el que conduce, unas veces sí, son jóvenes. Pero otros… son como más talluditos.

¿Estamos tan frustrados que tenemos que demostrar a golpes lo guays que somos?

¡¡Calla Jaime, calla!! No sigas… estábamos en que estuviste a gusto en Madrid, que te relajaste y esas cosas… y mira dónde acabaste…

Me callo.

PD. Solucionado el problema de los 5 chicos de Madrid. Este tema queda bajo secreto de sumario. No hace falta que hagáis indagaciones ni nada de eso. Os agradezco vuestro interés… “absolutamente desinteresado”… ejem. ¡¡Hala!! ¡¡A cascarla!! Jijijijiji.

Resumen para LuisM:

LuisM, que este finde pasado estuve en Madrid. Estuve con unos amigos, que tú no conoces. Algún día te les presento… sip.

Ya sabes que a veces parezco una cotorra, pues así estuve el domingo con Alex sin sentido. No, no es ninguno de los Alex que conocimos hace tiempo.

Pero no me fui de fiesta. Si es que sin ti, esas cosas no son lo mismo.

Y después de esto, pues me he liado, y me he metido un poco con Google. ¿Sabes que el blog sin palabras antiguo ya no se ve tampoco? Estos de Google son unos capullos… en fin.

Y después… me he metido en un jardín sobre la violencia sin sentido… no, no tiene nada que ver con el Alex que he citado antes. No. Alex sin sentido es una cosa, y la violencia sin sentido es otra cosa distinta.

Tengo que hacérmelo mirar… empiezo a escribir, y no sé ni dónde voy a empezar, y mucho menos dónde acabo.

LuisM, pero estas cosas que comento aquí hoy, son para que me escribas como cuando tú coges interés por un tema.

Por cierto LuisM, eso de facebook, me da mucha pereza. Pero mucha.

Hablamos…

Hablamos.

Hacía un mes que no lo hacíamos. Desde el día en que le dejé.

Hoy ha pasado ya el tiempo suficiente para poder cambiar impresiones sin echarnos los trastos a la cabeza.

Todo empezó muy rápido. Nos conocimos en un pub. Yo estaba besando a un chico que había conocido por Gaydar o Bakala, no me acuerdo de cual. Estaba el tío como un tren. Pero no iba a ser nada más que un polvo. Tomamos una copa, y sin poder evitarlo, en una esquina del pub, nos comimos la boca. No era un pub gay… en mi ciudad no hay ninguno. Sin la copa quizás no me hubiera atrevido. Es que no era un beso… era un BESO… con las manos… parecíamos los dos, pulpos… ahora que lo rememoro… me parece imposible que se me ocurriera hacerlo así… y en ese pub… ni en Madrid, en sitios gays, lo he hecho nunca… pero es que ese tío…

Marcos estaba en el pub. Nos estaba mirando. Una de las veces que descansamos de nuestro Beso, coincidimos nuestras miradas. Me sonaba además de haber visto su perfil. Pero fue un segundo… ese chico me reclamaba… es curioso, ahora que lo pienso, al intentar escribir su nombre, por no repetir lo de “chico”, no recuerdo su nombre. No, no lo recuerdo.

El caso es que ese día nos fuimos a mi casa, y follamos. Fue algo tremendo. El “sin nombre” era un animal sexual. La de cosas que me enseñó esa noche… y yo le enseñé también un par de ellas… no os vayáis a creer…

Me dio su teléfono y todo. Y ni lo apunté. Estaba tremendo, el sexo fue estupendo… pero no. No apetecía repetir con él. Luego te pillas… te acabas enganchando, y un día le da la ventolera, y se larga, y tú te quedas con la cara de gilipollas. Porque ese tío era de esos.

A los pocos días, en una cafetería del centro, le volví a ver. A Marcos, digo. Al principio no le situaba… pero al final, mientras me despedía de mi amiga Pitu, se me hizo la luz. Me volví a sentar en la mesa, y me puse a leer. No me apetecía volver a casa. Me pedí otro café, esta vez descafeinado, y me enfrasqué en releer “Los tres Mosqueteros”.

De repente, noté que alguien estaba enfrente de mí, de pie, observándome. Levanté la cabeza y… era Marcos. Me miraba con… no sé definirlo… sus ojos… ¿Era simpatía? ¿Cariño?… pero no podía ser nada de eso… no nos conocíamos… ¿Lujuria contenida?…

El caso es que me saludó. “Hola, me llamo Marcos” “Hola yo Iván…” “Encantado… mua, mua” “Siéntate” “¿No te importa? “¡Para nada! Mis amigos se fueron…”

El caso es que… acabamos follando esa tarde. Y la siguiente. Descansamos miércoles y jueves, y el viernes iniciamos una maratón, hasta el domingo tarde.

Era algo especial. El sexo, digo. No era solo sexo. O sí… al principio sí… pero luego era como… más cercano, como con un plus de cariño…

Pero solo hacíamos sexo… apenas salíamos, ni íbamos al cine… hablábamos, sí… pero no sé… empecé a ver las orejas al lobo… porque me estaba empezando a pillar… y Marcos era de esos… unos polvos y ya está…

Y un día me armé de valor… y le solté que lo dejábamos. No quería arriesgarme más… Se lo solté y punto. Yo me esperaba una tragedia griega, o todo lo contrario. Y no… se me quedó mirando con cara de incredulidad…  me preguntó si había hecho algo mal… me dijo que se había enamorado de mí… pero con tranquilidad. Al final, cuando sus ojos empezaban a dejar escapar un brillo sospechoso, se levantó de improviso… y se fue corriendo.

Me quedé un poco parado. Sorprendido. No me lo esperaba. No había notado que Marcos se hubiera pillado… por mí. Tampoco me preocupé mucho por verlo…

Le intenté llamar al día siguiente, pero no me cogió el teléfono. Y eso que lo intenté como 20 veces. Lo seguí intentando… los días siguientes…pero nada. Lo dejé por imposible. Que le dieran dos duros.

Al cabo de un mes, más o menos, quedé con uno de Bakala. Necesitaba descargar… llevaba mucho sin follar. Y después de la actividad frenética que tuve con Marcos… la verdad es que lo echaba de menos. Era un tío increíble. Todo músculos, con una polla del 15… y no… no eran 15 cm… aquello medía… ni se sabe… un culo… hubiera sido espectacular, el mejor polvo del siglo, si…

Pero no se me levantó… no pude quitarme de la cabeza la imagen de Marcos… fue imposible. Le hice disfrutar a él… aunque me parece que tampoco me salió muy allá… él no dijo nada… pero se le notaba en la cara. Y me fui…

Me emborraché esa noche. A las 5 de la mañana, le llamé. A Marcos. Todo borracho. Casi ni me tenía en pie. Y me cogió. Claro que le debí pillar dormido, y ni se dio cuenta. Y se lo conté todo borracho… bueno, en realidad ni me enteré muy bien de lo que le dije… le di detalles de la polla del maromo, de cómo siempre le ponía su cara, de que no me empalmaba ni a tiros, y de que… le quería… pero que era un secreto, secretísimo…

¡¡Patético!! Así me sentí aquella tarde cuando amanecí con una resaca del 15. Subió un par de grados más, cuando recordé la llamada. Me puse la almohada por encima de la cabeza… y me hundí en un duermevela

Hasta que sonó el teléfono. Me dio tal susto que, salté de la cama. Tras revolver toda la ropa que usé la noche anterior, lo encontré y contesté… Era Marcos.

Me preguntó cómo estaba… se imaginaba que tendría una resaca… porque me notó muy depre, y muy borracho la noche anterior… ¿Tan patético fui? Creía que solo había formulado un pensamiento, pero lo debí decir en voz alta… porque Marcos me contestó… “Sí, un poco”.. .para acabar la frase con una carcajada… No sabía ya muy bien, si reír  mi ridículo, o  llorar mi patetismo.

Y aquí estamos. Una semana después. Después de la borrachera. La gran borrachera. Está más guapo que nunca. Y bueno… mañana vamos a ir al cine. Invita él. Ha encontrado trabajo… y quiere… bueno… invitarme… luego creo que iremos a cenar una pizza, y no sé, a tomar una copa…

Hemos hablado de cosas…  he tenido la impresión de que, en los casi tres meses que mantuvimos nuestra relación, hoy era el primer día en que le oía… no me había dado cuenta de la bonita voz que tiene, de lo contagiosa que es su risa… No me había dado cuenta de su forma de escucharme… No me había dado cuenta de lo bonito que es escucharle… Me he dado cuenta de que no le conocía para nada… Le gusta leer, recita cositas de Shakespeare… dice que alguna vez ha ligado así… jajajajaja… le gusta jugar a la play… le gusta la pasta…

Y sabes… aunque no he descargado todavía, bueno, salvo alguna… ya me entiendes… pero eso no cuenta… creo que no voy a hacer nada porque acabe la noche en la cama… quizás Marcos sea ese chico que siempre busqué. Por lo menos, ahora, me apetece arriesgarme. Me apetece probar otra cosas… Y quizás… quizás…

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Al final, hemos ido al cine. Hemos visto “El Incidente”. Durante un rato me ha cogido de la mano. Hemos tomado una pizza en un Pizza Hut. Una Barbacoa. Me ha sabido a gloria. Nos hemos reído un rato charlando con los de la mesa de al lado, que eran conocidos de Marcos. Luego me ha dicho que un día me les presentó… y no lo recuerdo. Eran muy majos. Hemos quedado para la semana que viene para salir por ahí… me apetece el plan. Luego, nos hemos ido al “Darling” a tomar una copita…

Os voy a dejar, Marcos se ha despertado, y me dice que apague el ordenador… y me vaya a abrazarle. No, no hemos follado. Vinimos a mi casa, tomamos una copa más, y nos besamos. Y nos fuimos a la cama. Y nos hemos vuelto a besar… y hoy, he visto que tiene unos ojos preciosos. Marrones… profundos…  y nos hemos abrazado… y nos quedamos dormidos.

– ¡Vamos Iván, tío! Vente a la cama. Me estoy quedando frío…

Os dejo. Marcos me reclama. Ahora que le miro de reojo, por el espejo, no me había fijado en lo bonito que luce ahí… en la cama… medio tapado por el edredón… invitándome a que me una a él…

– ¡¡Voy!! Ya lo apago.

Buenas Noches…