Me miro las uñas de las manos, y no las encuentro. Me han servido estos días como aperitivo. El miércoles en la tanda de penaltis me comí la última. La chica que tenía al lado cuando Cesc marcó el 4º, había empezado ya con los mismos dedos. Intentaba arrancarse una falange, o a lo mejor, ahora que pienso era uno de esos dedos de gominola. A mí me gustaban más las moras, o los ladrillos pica pica. Las pica colas eran/son sensacionales. Y los jamones quemados tenían un no se qué… venga, va, si me das unos melocotones, tampoco los desprecio,
Todos sufriendo en rojo. Todos con la mirada fija en la pantalla, salvo los que se tapaban con la bandera, o con la bufanda para no ver… para no sufrir con el jugador que coge carrerilla para darle a la pelota, con el portero presto a saltar cual leopardo en busca de la pelota.
Y sufrir con Iker, el novio de la Carbonero. Sufrir desde el otro lado de la barrera, cambiendo pu es el punto de vista desde lo expuesto en el párrafo anterior, mirando ahora desde el portero que debe saltar como un leopardo, y esta vez sí, porque es el nuestro, (Iker, qué majo Iker), coger la pelota, o despejarla a córner, que como está el juego parado, pues se la pela, porque o van a sacarlo, ni hay rebote ni nada de eso.
Dioni se tapó hasta los oídos para no oírlo tampoco.
Luego, como todo salió bien, Dioni se tiraba de los pelos por no haber visto el momento justo, en el instante que ocurría, y no en la repetición. Aunque total la diferencia fueron 2 minutos, y nadie se lo iba a echar en cara, porque todos estaban a los suyo, con la mirada fija en la pantalla, o con la mirada escondida debajo del ala, o concentrados en las uñas, ohée, ohé, ohée. Así que dejó de preocuparse.
Ramiro le dio por comer tapas, una tras otra. Estaba en la Feria de tapas de Burgos, viéndolo en una pantalla que habían puesto en la calle. Y probó el no sé que hilado, y otra cosa que no sabía lo que era, pero daba igual, mientras comía tapas y bebía vinos, Ribera de Duero claro está, no se comía las uñas, ni se le movía el estómago, casi como cuando te enamoras, pero sin novio ni nada. Una mierda, claro. Porque al fin y al cabo, si luego tienes al novio que te produce esos vaivenes en el estómago, pues luego te desahogas, o al menos te coge de la mano, o te abraza, y así como que la ansiedad por si Sergio Ramos manda el penalti a la grada, como en la Champions, pues no es tan grande. A falta de novio, buenas son las tapas, que diría aquél, o no lo diría, pero lo digo yo.
Kevin miraba a su padre. Está aprendiendo. Tiene 7 años y todavía no sabe si hay que poner cara de preocupación, o saltar, o parecer seguro en la victoria. No sabe si debe ponerse nervioso, o cuando. Ve a su padre atacando la uña del dedo gordo y eso le despista. Porque siempre le han dicho que no debe comerse las uñas, y ahora su padre, las devora. Pero cuando Casillas para un penalti, salta con su padre, y se miran, y lo abraza… sin saber que esa será ya la última vez que abrace a su padre, porque eso ya “eres muy grande Kevin, majete”, y deberá esperar hasta el próximo mundial para abrazarlo de nuevo. Aunque él no lo sabe, pero entonces, será él el que pase ya de abrazar a su padre, joder, “que mariconada”. Aunque en el fondo le siga apeteciendo, pero sería el comentario de todos sus amigos, que están en igual situación, quieren pero… “Qué iba a decir la peña”.
Y Cesc dispara, y Cesc marca, y ya se ha acabado, ya no hace falta tirar más penaltis, y todos contentos, salvo los portugueses, y el pobre Ronaldo que jura en arameo, o en hebreo, vete tú a saber que yo de idiomas ando muy mal. Pero nada, mañana le sacan unas fotos con un niño enfermo para lavar un poco la imagen de engreído que va dejando por todos los sitios por los que va. Pero como decía aquél, “es que no es así, si es majísimo en la intimidad”, en donde “aquél” es su supuesto amigo… como si esta gente pudiera estar seguro de tener amigos, salvo si los hizo en el parvulario.
Y no puede ser que haya que esperar otros 4 días para saber si España vuelve a ganar la Eurocopa, no me puedo aguantar con la ansiedad, y las uñas no me dan más de sí, ni las de Juliana, la pobre, que después de ir a la manicura, de nada le ha servido a la pobre, salvo para ligar con el peluquero, para que luego digan que son todos gays. El mío tampoco lo es, que conste. Y el de Juliana tampoco.
Por eso, porque no puedo soportar esta ansiedad, esta larga espera a que los de Del Bosque jueguen un nuevo partido contra Italia, qué lío, con ellos jugaron el primer partido, y con ellos el último, (pues que se lo hubieran jugado todo en aquél partido, y ya nos volvemos, ganamos, y ya está, y no tanto partido, tantos nervios, y tanta leche) no puedo aguantar 4 días más de hablar del falso 9, de Negredo, de Llorente, de Silva o Alba, o de Mata, el pobre, o del Niño, que ha desaparecido, y no es que haya sido abducido por los extraterrestres, o al menos no ha salido en el periódico. Por eso y por muchas causas más, me voy a ir de excursión al monte Perdido, para que cuando baje, todo esté ya solucionado, y unirme a las celebraciones, si es que toca celebrar, o unirme a la lista de espera de los Psicólogos, para superar el haber perdido la final de la Eurocopa, ohée, ohée, ohé. He puesto Psicólogo con mayúscula, a ver si así me cuelan y me atienden antes.
Pero mira, ya puestos, prefiero que ganen, porque siempre es más bonito estar contento, y que la gente disfrute… y si tiene que disfrutar con el fútbol, pues que sea, que es mejor eso, que no disfrutar.
Ya me contaréis lo que ha pasado. Y no me busquéis, por favor. Ahora que lo pienso… como si alguien fuera a buscarme… ¡ja! Iluso de mí. Venga, va de ilusiones también se vive… ¿Habéis visto a Mi Príncipe? Es que así… no se puede seguir…
He dicho.
Ohé, ohé, ohéeeeeeeeeeeeeee. A por ellos, ohé, ohée, ohée.