Feliz año nuevo.

Y cambiamos de año.

Y siempre parece un buen momento para reinventarse. En todos los medios de comunicación escuchamos resúmenes, predicciones, previsiones… en los blogs se aprovecha para hacer resumen, y para escribir los objetivos para el año que viene. El mundo en general hace listas de cosas que hacer en el año nuevo: gimnasios, adelgazar, dejar de fumar, estudiar más, trabajar mejor, encontrarlo quién no lo tenga, encontrar novio… y por lo menos, en las dos primeras semanas, eso sí, después de reyes, nos ponemos a ello con ahínco. Claro que, a partir de la tercera, las bajas en los que siguen y persiguen sus objetivos o sus buenos propósitos, empiezan a abandonar el  camino marcado con el cava y las uvas el día 31. Vale, algunos lo hacen en la primera semana. Siempre después de Reyes, que los días entre el 1 y el 6 no cuentan. Los planes se hacen el 31, pero para empezar a regir a partir del 7. respetemos, ejem, a los reyes magos. Y al rosco.

Parece que necesitamos fechas especiales para estas rupturas con la inercia que llevamos. Y algunos utilizan Año Nuevo, Septiembre, como inicio de la actividad después del verano y las vacaciones, o nuestro cumpleaños. O el aniversario de boda. Con lo bonito que es la evolución progresiva… en fin.

Pero luego… casi siempre las actitudes no cambian. Y los propósitos, rara vez llegan a buen puerto. Por eso yo ni me molesto. A parte de que me gusta más ese evolución que apuntaba antes.

Yo no espero nada del año nuevo. Creo que va a cambiar mucho mi vida, pero no sé en que sentido ni en que medida. Pero es inevitable que cambie. Quizás dentro de un año no viva en la misma casa, ni siquiera en la misma ciudad. Existe la posibilidad de que deje el trabajo. Quizás solo me quede con un blog, o con ninguno. Puede que escriba un par de novelas con ánimo de ganar algún premio, o de publicarlas, o que deje de escribir. Es posible que gran parte del año lo utilice para recapacitar en silencio, y casi en soledad. O puede que al ganar uno de esos premios (soñar es bonito), no pueda encontrar un segundo en el que encontrarme solo, de tanta expectación que despertarán mis novelas y mis premios. Y mi arrolladora personalidad, claro.

Pero el tiempo dirá. El transcurrir de los acontecimientos marcará el paso. No es cuestión de cambiar el calendario acabado en 10, por uno en 11, y que todo sea distinto.

Un brindis:

Por nosotros, por todos los que pasáis por aquí. Por que no perdáis la sonrisa ni las ganas de amar y vivir.

¡¡Feliz año nuevo!!

 

Estampa Navideña.

Este año estoy de un navideño… no hago más que hablar de Navidad y poner fotos alusivas… Pero no me he podido resistir a poner ésta. Si alguien sabe quienes son los modelos, que lo diga, y les acreditamos rápidamente. Se lo agradeceré mucho, porque es que me suenan, sobre todo uno de ellos, pero no le pongo nombre.

Aprovecho para empezar:

¡¡Feliz año nuevo!!

PD. Cualquiera diría que estoy pasando las Navidades de mi vida… jijijijijiji.

Una buena mañana para correr (42).

Joan llegó al piso de Jaime. Estaba la puerta abierta. Entró, y cerró.

Fue directo al salón.

Jaime estaba tirado en el sofá. Nunca le había visto tan estropeado. No se había afeitado desde el domingo, seguro. A parte, estaba despeinado, con ojeras. Desanimado… no… era hundimiento lo que denotaban todos sus gestos, sus poses.

– Si quieres tomar algo, tendrás que servirte tú. No tengo ganas de esas gilipolleces de anfitrión o lo que sea.

Se giró en el sofá, dándole la espalda.

Joan se levantó y fue a la cocina. Empezó a abrir cajones, armarios, el frigorífico. Sacó unas cuantas cosas, para preparar algo de comer. Seguro que no había comido nada desde el domingo.

Hizo pasta.

Hizo bechamel, y la echó por encima. Tomate. Chorizo. Unos tacos de jamón. Lo metió al horno a gratinar.

Abrió unas latas de guisantes, de pimiento, peló una patata, e hizo una tortilla paisana.

Llevó todo al salón, y lo puso en la mesa baja, al lado del sofá.

– Yo no pienso comer nada, te aviso – le dijo Jaime, señalando con el dedo para parecer más rotundo – No sé para quien has hecho todo esto.

– Para ti y para mí. Levanta, y calla. Y luego come.

– Que te he dicho que…

Joan se fue a sentar al sofá, en la parte en dónde tenía las piernas Jaime. Se las empujó hacia fuera, obligándole a sentarse.

– Te he dicho…

– Fíjate lo bien que huele. Me ha salido una tortilla… y esta pasta tiene que estar genial.

– Estará lo que quieras, pero…

– Huy, el pan. He metido en el horno ese pan congelado que tenías.

– Pero no se como hostias quieres que te diga…

Joan se levantó para ir a la cocina, y traer la chapata que había metido en el horno.

– ¿Has hablado con él? – preguntó Jaime casi a gritos para que le oyera Joan desde la cocina.

Joan volvió con el pan.

– Quema. Habrá que esperar 5 minutos. Quizás ha quedado muy tostado.

– No me cambies de tema que no soy tonto.

– Que te he oído. Que no te cambio tema. Que hay más vida después de Ricardo.

Jaime se fue a levantar…

– Siéntate ahora mismo. Y come. Y deja de hacer le payaso que ya está bien.

– ¿El Payaso? Oye…

– Come.

Joan le sirvió un buen plato de pasta.

Jaime empezó a comer despacio. Miraba de reojo a Joan.

– Está bueno.

– ¡Gracias! – contestó Joan con voz cantarina – Para el tiempo que hace que no hacía bechamel, me ha salido bastante bien.

Siguieron comiendo en silencio la pasta.

Joan puso un trozo de tortilla en el plato de Jaime.

– No, no he hablado con Ricardo. No me coge el teléfono.

– Este tío es gilipollas. Como me lo encuentre, le parto la cara, por gilipollas. Gilipollas.

– Ya lo has dicho.

– ¿El qué?

– Lo de gilipollas.

– Y lo diré las veces que se me ponga en el capullo. Y si me vas…

– ¡Valeeeeeeeeee! Que es broma.

Jaime siguió comiendo la tortilla.

– Está buena.

– Gracias.

– …

– Pero he hablado con Manu.

Jaime dejó de masticar. Miraba a Joan expectante.

– Me parece que no debería decirte esto.

– No me fastidies, Joan. No me jodas, no me jodas. ¿qué te ha dicho el chulo ese de mierda? Ha intentado hablar conmigo un par de veces, pero le he dado boleta.

– Me estoy fijando que has cambiado mucho tu forma de hablar. No te pega este vocabulario tan… aguerrido.

– Me estás tocando los cojones hoy, Joan. No sé para que coño has venido.

– ¿Para hacerte la cena igual? ¿Para interesarme por tu salud? A lo mejor he venido para follar contigo.

– ¡Follemos! Es una gran idea. Como parece que el imbécil ese piensa que nos hemos enrollado a sus espaldas… ¡Démosle la razón!

Jaime dejó su plato en la mesa, y se acercó a Joan. Pero éste le puso la mano para indicarle que no se acercara.

– Eso es que no te gustó la vez que lo hicimos.

– A veces eres cansino, Jaime. Estás tonto con esto de Ricardo. ¿No te has puesto a pensar que a lo mejor debes luchar un poco, en vez de sorberte los mocos?

– ¿Y qué quieres que haga? No me coge el teléfono…

– Sabes dónde estudia. Conoces a sus profesores. Sabes dónde vive. Sabes lo que hace… ¿No deberías ir detrás de él, obligarle a escucharte, obligarle a hablar?

– Qué no, Joan. Ya estoy cansado de ir detrás de la gente, de dar siempre mi brazo a torcer.

– Aquí, perdóname, no has luchado. Te ha venido rodado. Entró un día en tu despacho para recoger mi móvil, y a partir de ahí, los dos habéis ido de la mano. No te pongas digno precisamente ahora.

– Me podías dar tú una oportunidad, al fin y al cabo…

– Jaime, no seas gil. No hay oportunidades. Hubiera sido bonito si entonces no hubiera estado yo perdido. Pero nuestro tiempo ya pasó.

– Nuestro tiempo pasó mientras Ricardo estaba… pero Ricardo me ha tirado. Vuelve a ser tiempo de cualquier cosa.

– No, Jaime. Lucha por él. Me caes genial, y pienso que hubieras sido mi pareja ideal. Pero no lo vi. Y ahora ya no… no… lo siento. Ricardo está ahí, y no quiero que le des por muerto. No.

– Por cierto, Joan… ¿Que me ibas a contar de tu entrevista con Manu?

Joan tragó saliva. Pensó un momento en como enfocar el tema, y que no pareciera una tremenda contradicción con su defensa de la lucha por Ricardo que estaba haciendo hacía unos instantes.

– Las cosas en su casa están muy enrarecidas.

– ¡Anda! Pero si era una familia modélica.

– Sí, pero Ricardo se puso tan… histérico el domingo, que le dio un guantazo a su hermano pequeño, lo vieron sus padres… acabó discutiendo con su padre a grito pelado… éste le dio un tortazo… Manu estaba acongojado, era la primera vez que veía a su padre de esa guisa… Ahora de resultas, nadie habla con nadie. Cada uno en una habitación. Jonás está triste, su madre no hace más que cocinar…

– Joder… pobrecito…

– Pobrecito ¿quién?

– Ricardo… lo debe estar pasando mal.

Joan se sonrió.

– O sea que es él quién lo pasa mal, y ha provocado que todos a su alrededor estemos cabreados, deprimidos, a punto de cortarnos las venas. Joder con el que…

Jaime se levantó del sofá. Le pareció que debía hacerlo… la mirada burlona de Joan le incomodaba, y tenía que esquivarla.

– No me entiendes, Joan. Es que… ¡Joder! No me mires así, quita esa sonrisa burlona…

– ¿Follamos ahora?

– No te rías, coña.

– Estoy serio – Joan fingía que se quedaba serio pero no podía conseguirlo.

– Eres…

– ¿Guapo? ¿Buen amigo? ¿?

Jaime le tiró un trozo de pan a la cara, que el otro cogió al vuelo con sus manos.

– ¿Qué más te dijo Manu? Sí, eso que has dicho que no sabías si debías contarme.

– Eso era.

– Mientes.

– No miento, Jaime, eso era.. pensaba que a lo mejor te afectaba…

– Mientes.

– …

– …

– Yo…

– Mientes.

– …

Joan no se decidía a … no debía haberse metido en esos dibujos.

– Estoy esperando…

– Bueno…

– No me voy a creer la mentira que estás pensando.

– Yo no…

Ahora era Jaime el que le miraba con burla en su gesto.

– Vale… en fin… pues que… Ricardo ha quedado para follar esta noche con uno.

A Jaime se le heló la sonrisa. Pasó de un gesto como de incomprensión, de que estuviera procesando la información que estaba escuchando, y no pudiera… a un gesto de incredulidad… a un gesto de abatimiento… de hundimiento…

– Pero es solo sexo, Jaime. Es revancha, rabia…

– No… Ricardo no es así… no es solo sexo. Es la forma de enterrar definitivamente lo nuestro…

– No tiene que ser así…

– Me voy a duchar.

– ¿Qué?

Joan no entendía la reacción de Jaime.

– Ponte una copa.

– Pero…

– Necesito pensar…

Jaime se metió en la ducha. Se puso debajo del chorro de agua. Cerró los ojos… y lloró. En estos días posteriores a la celebración familiar, aunque se desesperó… había dentro de él un algo de esperanza. Un rayito de luz que se colaba entre las rendijas de la desesperación. En el fondo de su alma, tenía la esperanza de que un día cualquiera, sin esperarlo, Ricardo recapacitara sobre todo lo que había pasado, y podría hablar con él. Le dejaría acercarse, hablar, explicarse, si había algo que explicar, y así, poder recomponer todo lo que empezaban a construir entre los dos. Ricardo era su primer chico… la primera oportunidad de intentar tener algo que se pareciera a una relación de pareja…

Pero esa decisión de Ricardo de buscar otras posibilidades, le había cerrado de golpe todas las rendijas por las que se podría colar cualquier rayo. Era como un sepulturero, echando tierra sobre la caja. Sonaba así… seco… duro… quitando toda esperanza de que todo fuera un error… una tontería… que todo fuera por miedo… por inseguridad…

Pensó después en las posibilidades… ya no le gustaba la vida que se estaba construyendo en Burgos. De repente sus calles, su tiempo, sus gentes, su trabajo, sus alumnos, habían dejado de interesarle. Todo era… todo estaba impregnado de su recuerdo… de lo que podría haber sido y no será… sin causa… sin explicaciones…

Pero lo peor de todo, era… no saber. Era la primera vez que veía una posibilidad… y no saber por qué todo había acabado así…

Cerró la ducha. Cogió la toalla, y se secó con fuerza, casi con furia. Se volvió a poner la ropa… volvió al salón.

– Creo que es el momento de cambiar de aires – espetó a Joan sin pensarlo.

Joan se levantó de un salto, sobresaltado.

– ¿Qué? – le preguntó con cara de sorpresa.

– No soportaré estar aquí después de esto.

– ¿Esa es la solución que encuentras? Pero tío… correr no es la solución. Joder, macho, por lo menos intenta…

– ¿Intento qué? Si se ha ido a follar…

– Pero eso no significa nada. Un polvo es un polvo. Y este además será un polvo rabioso. No…

– Lo siento, Joan. No tengo de momento esa… lo siento. Para mí un polvo es algo importante.

– Bueno, tío, nosotros follamos y…

– Y para mí fue importante. Fue especial. Para ti no… pero para mí sí. Yo te quería…

– No me podías querer, Jaime, no…

– Me gustabas. Y te había imaginado de una forma que… me gustabas.

– Pero ese no era yo.

– En ese momento y para mí, sí.

– Jaime, las cosas no van así. La gente folla sin más, sin un por qué, o una esperanza de eternidad… de…

– No… no me vas a convencer. En este caso además, no es el acto en sí… es… la razón por la que lo hace.

– Pero…

Joan desistió. Jaime se había sentado mientras hablaban en una butaca a su lado. Se recostó sobre el respaldo y perdió su vista en la pared de enfrente mientras hablaban. Hizo un último intento:

– Yo intentaría arreglar las cosas. Lucharía…

Jaime no contestó.

– Y desde luego, no saldría corriendo. No puedes huir de tu familia, ahora de Ricardo…

Joan vio como le cambió la cara a Jaime.

– Eso ha sido un golpe bajo, Joan.

– Perdona… pero… – Joan se levantó del sofá – Me rindo. Perdona, no quería hacerte daño… pero… ¡Bah! ¡Déjalo! Me abro…

Joan dejó el vaso en la mesa, y se puso el abrigo. Se fue a la puerta, miró por última vez hacia el salón, y salió. Jaime ni siquiera lo siguió con la mirada.

Sonó el timbre de la puerta.

Jaime no hizo caso.

Insistían con el timbre.

Siguió sin levantarse para abrir.

Ahora quien fuera que estuviera llamando, había pegado su dedo al botón.

Jaime se levantó de mala leche, y fue hacia la puerta. La abrió de golpe.

Joan dio un paso hacia delante, y tapó con su boca el exabrupto que iba a proferir Jaime. Éste al principio no respondía… incluso intentaba apartar a Joan, para que le dejara de besar…

Joan paró y se separó unos centímetros de Jaime.

Se miraron.

– No sé a que viene esto – acertó a decir Jaime cuando recuperó la respiración.

– ¿Importa?

Se miraron a los ojos.

– ¿No decías…?

Pero Joan no le dejó acabar la frase. Puso un dedo sobre los labios de Jaime, para que no siguiera hablando, mientras metía su mano por debajo de la camiseta, y le acariciaba el pecho.

Jaime cerró la puerta de su casa. Y fue acercando poco a poco su boca a la de Joan, ladeando ligeramente su cabeza hacia la derecha.

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Historia completa seguida.

Historia por capítulos.

Gregg homme por dentro.

Pues sí. Siempre me han gustado los «así se hizo» las fotos de bakstage … las entrevistas sobre los problemas o cómo se organizan las pelis o las series de fotos, o los reportajes…

Seguro que en Gregg Homme lo saben, y por eso me han enviado estas fotos de las interioridades de los vídeos y fotos que vimos semanas atrás.

Os recuerdo que si pincháis las fotos, las veréis un poco más grandes, y podréis disfrutar de los toques que da la maquilladora sobre el cuerpo de los modelos… jijijijiji. Y este tipo de reportajes nos hace entender lo aburridos que son esas sesiones de fotos, y lo pesado que se puede hacer para el modelo.

Si puncháis aquí, podréis ver los post anteriores sobre Gregg Homme.

 

Navidad.

Chun, chun.

Navidad. ¿Qué decir de ella a estas alturas? Pues nada… casi todo estará dicho, y no voy a ser yo quien encuentre un rincón de este día que sea nuevo para deslumbrar a quien pase por aquí.

Aunque en realidad para cada uno debería ser algo distinto. Para cada uno debería tener una significación, y debería tener una forma de vivirla personal e intransferible. Cuando intentamos vivir otra Navidad que no es la nuestra, y además no lo logramos, es cuando caemos en la infelicidad, en la tristeza, en la depresión.

Aunque hay un pequeño detalle que me gustaría al menos citar: es el de la generosidad. No me refiero con esto a dar 5 euros para combatir al cólera en Haití, ni 10 euros para aldeas infantiles, o comprar una pulsera en el rastrillo de Nuevo Futuro. Me refiero a satisfacer a la gente que queremos, por ejemplo, dándole gusto y siguiendo alguno de sus planes, o dejando pasar las gilipolleces que dice Jerónimo, porque no da más de si el pobre, y además no sabe beber tintorro, y le sienta fatal. O no poner pegas a Rubén, que le gustaría ir a ver esa peli que a tú juraste no ir a ver… Son pequeñas cosas que a veces contribuyen a hacer felices a los demás, y no nos supone ningún problema. Y a veces, los ataques a nuestra autoestima, son simplemente una nebulosa que solo está en nuestra cabeza.

También está bien dar 15 euros a Nuevo Futuro. Y para los que dicen que eso se puede hacer en cualquier momento, que no hay que hacerlo necesariamente en Navidad, yo les invitaría a que por si acaso den ahora 15 euros, y luego en abril, otros 15, que son los que tocarían dar, porque no hay nada en abril ninguna fiesta que nos obligue a ser buenos y tal. Y por cierto, para los que se niegan a celebrar el día de San Valentín, recordarles que hoy es un buen día para decir a tu pareja te quiero, y el lunes 27 de diciembre, también lo es.

Me voy a tomar un gelocatil.

En fin.

Por cierto… ¡¡Feliz Navidad!

Y también indicar que la foto es de deejohn.