¡¡Feliz año nuevo!!

Y todas esas cosas que se dicen en estos momentos. Espero que llevéis un lazo rojo en la cintura, porque os prefiero desnudos… jijijijiji, tengáis una copa de cava, si sois de uvas espero que no os atragantéis (en presente, pasado o futuro, dependiendo de cuándo leáis esto).

Esto está bien, pero estos son buenos deseos para unas horas. Siempre me ha parecido de pobres decir eso de «Feliz entrada y salida de año». Porque uno piensa… «¿O sea, me estás deseando un segundo de felicidad y bienestar? ¿Un segundo?»

Así que sí, está bien que lo paséis todos genial esta noche. si vais de cotillón, estupendo. Si vais a bailar, mejor. Una reunión con los amigos… ¡bien! Reunión familiar ¡Bien! Solos escuchando buena música, y meditando ¡bien! ¡¡¡Leyendo un libro, o viendo una buena película, en compañía o en soledad!!! ¡¡¡Bien!!!. Haciendo el amor… ¡Qué bonito! ¿no?

Pero lo que de verdad quiero deciros, desearos a todos, es que todo vaya genial en este nuevo año. Que seáis felices, que podáis disfrutar de la familia, de los amigos. Si tenéis problemas económicos, de trabajo, que estos se vayan solucionando. El que diga que el dinero no hace la felicidad, creo que no está acertado. Si no tienes para comer, o para pagar tu casa, las demás cosas no tienen mucha importancia, salvo la salud. Pero tampoco debe ser el dinero lo que mueva todas nuestras acciones o devociones. Es cierto también que hay muchos pudientes que con dinero, son unos amargados de narices. Pero es que posiblemente se olvidaron de amar, de querer, de vivir… de sentir. Sin sentir, creo que no somos nada. Un músico que no siente lo que toca, un escritor que no sufre con sus personajes, un pintor que no pone pasión en su trabajo, un artesano que no pone el alma al crear, tú que no eres capaz de sentir lo mismo que los que tienes cerca. Sentir. Y a lo mejor esos que tienen mucho dinero se olvidaron de ello. Ahora que lo pienso, este olvido es común tanto en los ricos, como en los no tan ricos.

Que la sonrisa se instale en vuestro rostro… porque además estáis mucho más guapos sonriendo. Que el brillo vuelva a vuestros ojos. Que llenéis de besos y abrazos a la gente que queréis, como ellos os llenen a vosotros de ellos. Porque ese leve gesto de estirar los labios y pegarlos sobre la piel de otra persona, hace mucho bien. Ese suave roce, piel con piel, puede transformar un estado de ánimo triste y desmotivado, en algo lleno de luz, de esperanza. Un leve roce en la piel puede desatar descargas eléctricas que cambien tu vida… un instante basta para que todo se transforme radicalmente.

Sobre todo, quisiera recomendaros que digáis «te quiero». Que lo digáis sin reparos, y sin sentir vergüenza «te quiero» «te quiero» «te quiero»… suena estupendo… «te quiero». Decírselo a las personas que de verdad queráis. Y a las que améis, decidles, «te amo», susurrando al oído… y sonriendo por supuesto.

Pero eso sí, no uséis nunca un «te quiero» o un «te amo» en vano. Eso es de pobres… de espíritu.

Por mi parte, espero seguir contando con vuestra complicidad en este nuevo año. Espero poder seguir llenándoos de historias, unas alegres, otras tristes, otras según del ánimo y del tiempo del que las lea… espero seguir  enseñándoos a los modelos más guapos, vestidos o desnudos, dependiendo del blog. Algunos de vosotros, un día, hace tiempo, o no tanto, me tocasteis el corazón. Otros estás en proceso de entrar en él. Quisiera seguir mi propio consejo, y deciros al oído, porque estas cosas a veces es mejor decirlas bajito, porque tampoco hace falta hacer ostentación, que os quiero.

¡¡Feliz año nuevo!!

Agradecer una vez más a Biron, el que me haya enviado la felicitación. Os recuerdo la web de Biron.

Tchin tchin.

Brindemos.

Ciudades en Navidad: Madrid, París y León.

Con la colaboración de pucho, de Saiz y de Borja Rivero.

Me hubiera gustado que hubiera más ciudades, pero… no ha podido ser.

Madrid

París.

León.

Muchas gracias a los tres por vuestra complicidad.

Ya solo os quisiera recordar que hay una programación de Navidad que creo que ha quedado bastante bien. Os hago un pequeño esquema:

Canciones especiales por Navidad.

Historias de Navidad:

Historias de Navidad: Prólogo.

Historia de Navidad (1): por Saiz.

Historia de Navidad (2).

Historia de Navidad (3): anónimo.

Historia de navidad (4).

Historias de Navidad (5): «Valor» por Borja Rivero.

Historias de Navidad (6).

Historias de Navidad (7): «Solsticio de invierno» por Peace for ever.

Historias de Navidad (8).

Historias de Navidad (9): «El albatros IV», por Borja Rivero.

Historias de Navidad (10): en vídeo «Campofrío».

Historias de Navidad (11): «La Navidad Perdida» por anónimo.

Historias de Navidad (12).

Historias de Navidad (13): por anónimo.

Historias de Navidad (14).

Historias de Navidad (15): «La Nochemala» por Saiz.

Historias de Navidad (16).

Historias de Navidad (17).

Historias de Navidad (18).

Historias de Navidad (19).

Historias de Navidad (20): «Cena de Navidad» por Borja Rivero.

Historias de Navidad (21).

Historias de Navidad (22).

Historias de Navidad (23).

Historias de Navidad (24): «Es víspera de Nochebuena» por Didac (incluye vídeo y música en exclusiva del mismo Didac (violín) acompañado al piano por Evelyn Montmoreau.

Seguro que os habéis perdido alguna historia. Y seguro que no has leído las mejores.

😛

Ciudades en Navidad: Burgos.

Todas las ciudades suelen cambiar por Navidad. Unas más, otras menos.

Quizás en estos tiempos que corren, los Ayuntamientos no tienen tanto dinero como antes, y algunas ciudades lo hayan notado en las luces de sus calles, o en el teatro o música de calle. Pero siempre hay una tienda que pone un escaparate bonito, o un Belén…

Burgos en Navidad.Estas 8 fotos son una pequeña muestra. La Catedral con el Mercado de Navidad de principios de diciembre, el Arco Santamaría, algunas calles, el Nacimiento de Fabri, y algunos escaparates. Estos son los detalles de hoy.

Pero os quiero recordar que hay una programación de Navidad que creo que ha quedado bastante bien. Os hago un pequeño esquema:

Canciones especiales por Navidad.

Historias de Navidad:

Historias de Navidad: Prólogo.

Historia de Navidad (1): por Saiz.

Historia de Navidad (2).

Historia de Navidad (3): anónimo.

Historia de navidad (4).

Historias de Navidad (5): «Valor» por Borja Rivero.

Historias de Navidad (6).

Historias de Navidad (7): «Solsticio de invierno» por Peace for ever.

Historias de Navidad (8).

Historias de Navidad (9): «El albatros IV», por Borja Rivero.

Historias de Navidad (10): en vídeo «Campofrío».

Historias de Navidad (11): «La Navidad Perdida» por anónimo.

Historias de Navidad (12).

Historias de Navidad (13): por anónimo.

Historias de Navidad (14).

Historias de Navidad (15): «La Nochemala» por Saiz.

Historias de Navidad (16).

Historias de Navidad (17).

Historias de Navidad (18).

Historias de Navidad (19).

Historias de Navidad (20): «Cena de Navidad» por Borja Rivero.

Historias de Navidad (21).

Historias de Navidad (22).

Historias de Navidad (23).

Historias de Navidad (24): «Es víspera de Nochebuena» por Didac (incluye vídeo y música en exclusiva del mismo Didac (violín) acompañado al piano por Evelyn Montmoreau.

 Seguro que os habéis perdido alguna historia. Pues no sé a qué esperas para leerlas todas.

😛

Historias de Navidad (y 24) con música: «Es víspera de Nochebuena», por Didac.

Moto perpetuo de Paganini, interpretado por Evelyn Montmoreau (piano)  y Didac Martí-Filosía (violín), en exclusiva para «El rincón de tatojimmy».

Es víspera de Nochebuena.

El barrio de Torrero, el barrio alto; también el barrio de la antigua cárcel, allí el canal imperial y la Ferretería de Bizén. Como cada víspera de Nochebuena poco personal se acercaba al negocio y las horas se tornaban de tedio para el ferretero; entre cajas y albaranes, miraba siempre por el amplio escaparate el deambular de la gente, los niños y sus madres, los gorros las bufandas y los guantes y ese escaparate con los adornos navideños que Bizén se resistía a renovar.

Un feliz Navidad de corcho blanco y un nacimiento que cada año con meticulosidad instalaba dentro de una estufa; para los niños del barrio el nacimiento de la Ferretería era todo un clásico, pastores, reyes magos, La Virgen y San José con el niño y en la esquina del molino, entre el pozo y el riachuelo, un pastorcillo, un poco más grande que el resto de figuras ordenadas en estilo; era de plástico y llamaba la atención porque tocaba un violín.

Puntualmente el 7 de Diciembre, Bizén colocaba el Belén en el escaparate entre radiales, taladros y estufas de leña y queroseno, primero el nacimiento, luego, reyes, pozo, castillo de Herodes y por último el pastor violinista, y esa tarde como un conjuro el tiempo corría hacia atrás hasta esos 24 inviernos recién cumplidos. Tarde de frío y bata gris algo raída heredada de su padre, cuando se abrió la puerta de la tienda, Bizén levantó la vista del mostrador, allí estaba. Pantalones príncipe de gales, un chaquetón azul marino y una gran bufanda de cuadros, debajo de su brazo derecho una funda de violín

-¿Tiene candados?

-Sí, ¿Qué tamaño?

Poco importaba, Bizén estaba perdido en el azul de esos ojos, en su mentón afilado, y sobre todo en esa voz susurrante. No había gente, hablaron de frío, de música, de esos ochenta cuya travesía empezaba y poco a poco las miradas. Un rumor de sentidos danzando por la piel al compás de cada gesto. Poco a poco la noche se hacía dueña de un instante de frió que se veía acorralado por un tormenta de pasión por estallar.

Y en la complicidad de una orilla del canal, sus bocas encontraron la razón del momento, poco importaba ese frío, y nada el haber cerrado la tienda antes de tiempo, fue ese momento que toda una vida se espera y que toda una vida se añora; millones de caricias como un arco batiendo cuerdas de violín, asomarse al vértigo de lo deseado en una tarde de colores cenicientos con aromas de ciudad que se hace mayor y se torna cómplice de lo que por bello es prohibido.

-¿Volveremos a vernos?

-Mañana me marcho, he venido con una orquesta para tocar en la cárcel esta noche

Un último beso de portal, una sombra que se pierde entre el vericueto de calles de Torrero, es siete de Diciembre, las manos de Bizén están frías, busca el calor de sus bolsillos, allí entre las yemas de sus dedos, algo llama su atención, lo mira, y el brillo de sus ojos se vuelve a encender con la pasión vivida hace unos instantes; es un pastorcillo tocando el violín.

El ruido de la puerta devuelve a Bizén a la realidad, a sus actuales 50 inviernos, sus mejillas se enrojecen, sus ojos brillan, por la puerta un chico, unos 22 años, pantalón vaquero, chaquetón negro y un pañuelo palestino, colgada de su espalda una funda de violín, es víspera de noche buena.

-Hola ¿Cuánto vale el pastorcillo que toca el violín?

-No está a la venta forma parte de la vida de esta tienda.

El muchacho sonríe, Bizén también, aunque sus mejillas siguen enrojecidas, mira la cara del joven, sus ojos son verdes, su sonrisa le recuerda una música que creía olvidada.

-Una lástima me ha gustado mucho la figura, gracias y…. ¡buenas tardes!

-¡Espera!, no te vayas, toma te regalo un candado para tu funda de violín.

La noche recorre las calles de Torrero, niños madres gorros y bufandas y una música que nadie puede escuchar suena en una orilla del canal.